Jugando a las princesas {Sherezade Gallowy} Terminado "Flashback"

Era una mañana en la que no había clase, pero las madres nos habían llevado a jugar al parque del castillo. Todos los niños íbamos con mucha ilusión cada uno se trajo un juguete y empezó a jugar por su lado. Yo me había traído mi muñeca de trapo,una corona de juguete y mi mochila. Me encantaba jugar a las princesas, era tan bonito imaginarme que estaba en mundos fantásticos lejos del convento. Me encantaba jugar a este juego, siendo una princesa me imaginaba que un príncipe venia a rescatarme o bien que un malvado hombre me perseguía. Una de las madres me regalo hace poco un libro con hojas en blanco para que escribiera en el mis fantasías.

Me subí con la mucha ilusión a la torre del castillo de juegos, allí saque de la mochila el libro. La muñeca la deje a un lado y empece a escribir una aventura de mis juegos como princesa, con mi corona sobre la cabeza. Era tan divertido escribir cuentos e ilustrarlos. Mientras escribía y dibujaba sin darme cuenta le dí un pequeño golpe con el codo a mi muñeca, esta se cayo de la torre. Así que mire abajo a ver si la veía.

Cada tarde, paseaba haciendo el mismo recorrido, buscando las diferencias entre el ayer y el hoy. Buscando nuevas historias que contar y almacenar en mi amplia memoria. La mañana empujaba a salir de casa, comprar un café en La Abuelita y andar. A esta hora siempre rondaba por el parque del castillo. Era una chica de costumbres. No necesitaba levar auriculares para escuchar música o algún audio libro, me gustaba oír el ruido de la civilización y lo que este descubría.
No había caído en la cuenta de que hoy no había clase y estaría lleno de niños, pero la verdad no me molestaba, la inocencia de estos era algo único. Las caras felices y de diversión me encantaban, era increíble como evolucionaba el ser humano pasando de la mas mínima inocencia a una total autodestrucción. Encerrada en mi conciencia, pisé algo. Inmediatamente, miré hacia abajo para ver el destrozo que había podido crear. Por suerte era una muñeca de trapo sin daño alguno, la recogí y limpié cuidadosamente. Al terminar miré hacia arriba buscando a la dueña de ese juguete, seguro que estaría buscándola.
Observé a una pequeña, observando los alrededores en busca de algo, así que supuse que sería suyo. Subí por el castillo- aunque estaba prohibido para los adultos- hasta llegar a su lado. -¿Esto es tuyo?- Le sonreí dulcemente, era una niña muy bonita y me apostaba lo que fuese a que si perdía su muñeca, no estaría contenta en los próximos días.

Mi muñeca de tapo se había caído, mire hacia abajo para ver donde había caído ya que sin ella no podría dormir tranquila por las noches. Al mirar hacia abajo vi a una hermosa mujer que la recogía, parecía una mujer muy simpática. Observe como subía por la torre el castillo, al subir me pregunto si aquella muñeca era mía.
-Muchas gracias- le dije con mucha energía y entusiasmo- sí es mía, se me cayo cuando estaba con mi libro de cuentos. Suelo dibujar y escribir los cuentos de mis aventuras. Cuando juego me invento historias, las madres me regalaron este libro en blanco para que plasmase mi imaginación en ellas.-le conté muy emocionada mostrando le mi libro donde se veía un dibujo de una princesa a medio hacer. Las madres nos observaban con su dulce mirada.

Entonces caí en la cuenta de que no me había presentado.
-Mi nombre es Zelda- le dije abrazando a aquella chica tan simpática, le bese la mejilla-muchas gracias por traerme mi muñeca. ¿Quieres que juguemos a las princesas?-le propuse con un aire de inocencia, ilusión y una gran sonrisa.
Me encantaba hacer amigos, no me gustaba la soledad. Siempre que estaba con alguien me sentía mucho mejor y por supuesto me divertía el doble que jugando sola. Me quite la corona de la cabeza y se la dí con mucha ternura a la recién llegada, a la salvadora de mi muñequita de trapo.

Aquella niña podía conmigo, era increíblemente dulce. Sin duda su muñeca tenía una gran suerte de tener esa dueña.Me senté a su lado y la escuché con mucha atención, me recordaba a mí, las historias las invenciones... todo. Cuando yo era pequeña solía hacer ese tipo de cosas también, dibujar, imaginar, crear mi propio mundo. Mi casa siempre había estado llena de dibujos e historias muchas historias, cuentos.
Así que que menos que pasar el rato con ella y volver a mi infancia. - Yo soy Sherezade, aunque me llaman Sher- Sonreí inmediatamente. Sentí como me daba un beso y le revolví un poco el pelo en gesto simpático. Desde luego era una chica muy cariñosa, me preguntaba cuál era su historia. En ese momento me dió su corona, cosa que me convenció definitivamente para pasar un rato con ella. -Claro que quiero jugar contigo a las princesas, pero antes, háblame de esas aventuras tuyas que dices tener, me gustaría escucharte seguro que son fantásticas - la cogí en brazos y la senté en mi regazo, tras esto le dí su blog para que me explicase lo que había plasmado. Me había parecido por su parte una monada quererme dar su corona, así que se la devolví y se la puse, sin duda ella era toda una heroína y había conseguido que le cogiese cariño inmediatamente. Su fuerza era increíble y se notaba que le gustaba estar con alguien, posiblemente en ocasiones se sintiese sola, pero seguramente lo solucionaba pronto conociendo a a alguien como había ocurrido conmigo. Sin duda, aquella muñeca había sido mi suerte, pues ahora podría conocer a una personita más.

Cogí con mucho cariño la muñeca de trapo que me había devuelto aquella mujer tan simpática. Se lo agradecí bastante con un abrazo y un beso en la mejilla, ella me acaricio en la cabeza. Me sentía muy a gusto a su lado, era muy simpática. Me contó que se llamaba Sherezade, pero la llamaban Sher- se llamaba igual que la princesa del cuento que me leyó una de las madres anoche antes de acostarme y era tan hermosa como la princesa de aquel cuento tan bonito. Me encantaba que me leyeran cuentos antes de dormir, eso hacía que viajase al mundo de las fantasías.

Sher, me cogió con mucho cariño sentándome en su regazo. Quería jugar conmigo a las princesas pero antes quería escuchar mis historias, sobre mis aventuras. Entonces me dio mi librito que estaba abierto por la pagina donde estaba pintando. Me puso sobre la cabeza la corona que le había prestado. Entonces pase las paginas y le señale el primer dibujo mientras la miraba con mucho cariño y le explicaba:
-Veras esta soy yo, entre en el reino de un ogro muy malvado. Yo era la princesita del reino sagrado entonces tenía que salvar a mi reino. Por eso entre en el castillo del terrible ogro, para destruirlo.-le fui mostrando aquellos dibujos que había dibujado. Se veía claramente que eran unos dibujos de una niña pequeña ya que no eran tan buenos como los de un adulto- En realidad, mis aventuras suelo basarlas en historias que me invento en el orfanato del convento. Es hay donde vivo, aunque algún día quizás me adopten-le confesé con mucha ilusión. Nunca perdía la esperanza de que ese día llegase. Volví al librito, mostrando le una ilustración en la que plantaba una semilla.
-En esta estoy plantando una semilla, donde la riego todos los días. Algún día crecerá tanto que me llevara a las nubes hay ayudare a Jack a vencer al gigante-le conté la ultima fantasía que había tenido. Las madres decían que solía tener mucha imaginación. Sher era muy amable conmigo y muy simpática, me había caído muy bien. Le había cogido mucho cariño, se veía que le gustaban los niños. La mire con mucho cariño y le comente lo que había pensado al escuchar su nombre.
-Sabes Sher, te llamas como la princesa de un cuento que me leyó una de las madres antes de acostarme. ¿Eres la princesa de ese cuento?, eres tan guapa como la que salía en las ilustraciones- le comente con inocencia y una amplia sonrisa.

Zelda, contaba entusiasmadas sus historias, sin duda era lo que más me gustaba de ella, la alegría que desprendía. Así que la atendí poniendo todos mis sentidos en ello. Me sorprendió cuánto podía llegar a imaginar y a inventar. El ogro, jack y las alubias mágicas... Cuéntos he historias que desde pequeños nos rndan la cabeza, "¿Serán realidad?" Decíamos de pequeños. "No", contestamos de adultos.

-Veo que eres toda una guerrera, pequeña- Dije dulcemente - Seguro que si algún día se hacen realidad, seras... una heroína, que digo una heroína, serás una princesa guerrera que lucha contra el mal- Esto último lo dije con una voz más grave para darle énfasis a la frase. La verdad es que, yo siempre había soñado con ser princesa, cuando era una cría y por más fé que tenía, nunca fue así. El escuchar que era huérfana me apenó mucho, una niña como ella, debía de ser querida y criarse en una gran familia con mucho amor y cariño, lástima que no pudiese ser yo. Pues mi renta y mi casa eran demasiado pequeñas incluso para mí, pero bueno podía ser su amiga y quizás consentirla un poco.En el fondo me identificaba con ella, buscaba a mi hermana perdida y mientras tanto vivía sola. No hay nada tan triste como un hogar vacío. Me quedé ensimismada pensando como podía ayudarla, pero ella misma me sacó de mis pensamientos. ¿Que me parecía ala princesa Sherezade? Había oído hablar de su historia, como la imaginación le salvó la vida, pero nunca me había planteado un parecido con ella. Pero sin duda el comentario me sacó una amplia sonrisa - Ojalá lo fuese-Reí - Pero, hoy yo seré la princesa Sherezade y tú serás la princesa Zelda, salvadora de todo un pueblo. Le dije indicandole que jugaríamos a las princesas, pero antes de eso la miré - Princesita mía cuando te sientas sola, sólo dimelo y vendré ¿vale? Se que esto puede ser raro, pero te he cogido cariño en este poquito rato y te mereces personas que cuiden de tí. Ojala yo pudiese adoptarte, pero no me lo puedo permitir. Pero cuando quieras jugar o contar e incluso escuchar historias sólo llámame ¿va?- Le di un papelito de color dorado con mi número de teléfono y dirección. Definitivamente, quería ayudarla, y no había mejor modo, que haciendo que no se sintiese sola.

Al contarle con mucho cariño y entusiasmo mis historias, Sher me dijo dulcemente que era una guerrera. Sí algún día los cuentos los cuentos se volvían reales yo sería una princesa guerrera que lucharía contra el mal. Esas palabras me gustaron mucho, se veía que a diferencia de muchos adultos ella tenía mucha imaginación. Eso la hacía muy especial, era tan atenta y detallista conmigo que no pude evitar cogerle cariño. Al oír lo de princesa guerrera reí dulcemente, llena de alegría.

Entonces me propuso que ella seria la princesa Sherezade y yo sería la princesa que salvaba el pueblo, aquella idea me entusiasmo. Ya estaba planeando en mi pequeña cabecita como jugar a aquel juego y que hacer. Entonces antes de jugar ella me miro con mucha ternura. Me contó que me había cogido cariño, pero no podía adoptarme. Pero no quería que lo pasara mal solá así que me dio un papelito muy bonito de color dorado donde estaba anotado su número de teléfono y su dirección. Me propuso que cuando quisiera jugar, contar historias o incluso escuchar historias, la llamase. Me quede mirando aquella hojita dorada con mucha atención. Eso me hizo tanta ilusión que la abrace con mucho cariño y unas pequeñas lagrimitas en los ojos. La gente no solía tener tantos detalles conmigo.
-Muchas gracias, yo también te quiero mucho- le dije emocionada- Princesa Sher ¿De verdad que me contaras muchos cuentos e historias y jugaras conmigo?. Por supuesto que te llamare, le pediré a las madres que me dejen llamarte.- le pregunte con mucha emoción, después de darle un besito en la mejilla. Me guarde la hojita dentro del bolsillo pequeño de mi vieja mochila en forma de conejito. Tenía mucha suerte de que pasara Sher cuando se me cayo la muñeca de trapo en ese instante. Me alegraba tanto poder conocer a una chica tan maravillosa, ya estaba deseando oír sus maravillosas historias.

Entonces rebusque en mi mochila para ver sí me había traído algo más para jugar a las princesas. Descubrí que me había traído una varita mágica que hice con cartulina y purpurina en clase de la señorita Blanchard. Era una varita con una estrella en la punta, se la dí con mucha inocencia a Sher.
-Me parece muy bien tu seras la princesa, y este sera tu cetro real. Es una varita que hice en el cole, pero creo que nos servirá ¿verdad?-le pregunte con una sonrisa amplia. Luego mire alrededor buscando alguien que serviría de malvado, aunque no jugase era divertido incluir a gente en el juego. Mire hacia una de las madres que en aquel momento estaba regañando a un niño- aquella madre podría ser el malvado rey de otro reino que quiere invadir el nuestro y apoderarse del mundo-le narre con mucha ilusión.

La abrazó fuerte, era lo mínimo que podía hacer por aquella niña que le había robado el corazón. Sin duda cuando llegase a casa escribiría una historia en la que ella sería la protagonista, pues su comportamiento la había inspirado y eso era lo que ella buscaba. La abrazó fuerte y le dio un beso en el pelo cuando Zelda la abrazó. Además le encantaba contar historias, sacar moralejas de ellas e incluso inventarlas, tenía claro que la imaginación era el poder más fuerte que poseía el ser humano.
-Claro que sí te contaré todas las historias que tú quieras y jugaré contigo siempre que lo desees, pequeñaja- sin duda no había parado de sonreír desde que la vio y le hacía mucha falta, sin duda era lo que más necesitaba. Esperaba que las madres o se opusieran a verla, porque creyesen que era una mala influencia para la niña o algo parecido.

Miré su varita, era tan mona. Había algunos niños que se conformaban con poco, una simple varita de cartón o con un gorro de origami, en cambio cuando eramos adultos, necesitábamos tener los últimos modelos. Sin duda, otra evolución en la mentalidad humana. Cogí la varita y le dí con ella en la punta de la nariz - un posible cetro de gran calidad, sí señor- Reí. La acompañé con la mirada en busca de un malvado ser al que derrotar y no pude evitar reírme cuando me sugirió a aquella madre. Asi que mientras le ponía correctamente su corona, le dije en voz baja- de acuerdo pero que ella no se entere o se enfadará- Reí. Me gustaba jugar con ella, hacía de un simple parque su pequeño reino.

Sher era muy amable conmigo me dio un abrazo y me beso en el pelo. Yo también la abrace con mucho cariño. Sher prometió contarme muchas historias y cuentos ademas de jugar conmigo, era muy buena y amable conmigo. Le dí las gracias con un besito muy dulce en la mejilla. Nunca le había pedido a las madres que me dejaran llamar por teléfono así que esperaba que me dejaran llamar a la princesa Sher alguna vez. Ya estaba deseando escuchar sus historias seguramente serían fascinantes.

Después mire en mi mochila, allí saque una varita que hice el cole. Se la dí a Sher como cetro ella me dio con ella en la nariz-juntas reímos muy contentas, ella me dijo quesería un buen cetro. Entonces busquemos con la mirada alguien que hiciera de malvado en nuestro juego, aunque no jugase pero en nuestra imaginación lo era. Encontré con la mirada a una de las madres del convento regañar a uno de los niños esos movimientos que hacía y esa forma de regañar lo, me hizo imaginar al señor oscuro de algún reino malvado. No porque la madre fuera mala, era buena. Pero como su ropa era oscura y en ese momento no dejaba de regañar a un niño. Pensé que sería un buen malvado para nuestra historia. Mi nueva amiga me puso la corona en la cabeza, ambas eramos princesas de este reino.
A Sher le pareció bien, pero con la condición de que no se enterase ya que si no se enfadaría con nosotras. Al momento nos reímos juntas imaginándonos a aquella madre como malvada de un cuento.
-Entonces ambas somos princesas de este reino, pero ese era el caballero oscuro de storybrooke. Lo llamaban el señor oscuro, era un mago perverso que quería adueñarse de nuestro reino. Nuestro reino de Story brooke, era un reino pacifico, hasta que llego el.-le dije en voz bajita para que no nos escuchara aquella madre. Que aunque estaba un poco lejos, en el cuento tenía poderes y quizás nos oiría. En ese momento aquella madre se acerco a otro niño. Mire a Sher y le dije:
-Princesa Sher, tenemos que recitar el encantamiento para proteger nuestro reino-le dije con ternura metiéndome en el papel de la princesa guerrera. Estaba muy emocionada, me caía muy bien mi nueva amiga, era muy divertida.

Le encantaba su planteamiento para la historia, un señor oscuro que trataba de hacerse con nuestro reino. Le resultaba muy simpática la idea de que una de las madres fuese esa señor oscuro, ella no era muy creyente de la religión de ningún tipo y se suponía que la imagen de las madres era buena, pero en esta historia no. ´A decir verdad, nunca había escuchado la clasificación de señor oscuro en ninguna historia por lo que aquel nombre para ella era un tanto original.
-Vale, entonces intenta invadir nuestro reino y nosotros lo tenemos que salvar, con un hechizo ¿cómo lo hacemos? ¿Abra cadabra pata de cabra? Usted princesa Zelda es la profesional en temas mágicos, enséñeme- Susurró e hizo un gesto con el cetro en la mano en forma de varita imitando a los magos modernos. La verdad, nunca había pensado en los hechizos, la magia era algo en lo que no creía desde hacía tiempo, y nunca se me había pasado por la cabeza la posibilidad de crear un hechizo para insertarlo en mi libreta de cuentos. Quizás era el momento. Entonces se me ocurrió la idea de hacer una voz imitando a alguien en apuros. -¡Socorro, princesa Zelda ayúdame, el señor oscuro quiere hacerme daño!- Seguidamente la miré seria- ¡Rápido, recita un conjuro o nunca volveremos a verle! - Para ello se comportó como si de verdad alguien estuviese en apuros, lo dijo todo rápidamente. Salvar vidas estaba de moda, esos días y ellas no iban a ha ser menos.

Le narre la historia de nuestro juego mientras me la iba inventando. Era muy divertido narrar nuestra historia mientras admirábamos el paisaje. La madre se transformo para nosotras en el señor oscuro, el castillo de juegos en nuestro reino. Debíamos recitar el hechizo para hacer una barrera protectora sobre el reino. La hermosa princesa Sher, me pregunto como podíamos recitar aquel encantamiento, me quede pensando. con la mano cerca de la boca con aire pensativo, así que abrí mi mochila mientras. Sher imito la voz de uno de los aldeanos pidiendo auxilio, eso me gusto mucho. Sher me dijo seria que debíamos recitar rápidamente aquel hechizo antes de que el oscuro acabase con los aldeanos.

Mire hacia abajo y un árbol se agito por unos niños a los que se les había quedado el balón entre las ramas.
-Sí, ha de ser rápido. El oscuro ha mandado un dragón a destruir el castillo y a por los aldeanos-le indique señalando el árbol. Así que le dije:
-Debes recitar las palabras mágicas agitando tu cetro, soló tu puedes hacerlo. Mientras yo toco la melodía sagrada. Las palabras mágicas son: Bidibi Badibi - Bu
Yo cogí de la mochila mi ocarina mientras, tocaba la melodía sagrada Juntas crearíamos una barrera que salvaría nuestro reino del oscuro.

Ahora un dragón atacaba el reino, había sido enviado por el señor oscuro. Su inventiva no tenía limites desde luego, así que hice lo que ella, me dijo, agité mi cetro en forma de varita en círculos, diciendo -Bidibi Badibi - Bu- Era obvio que aquello no iba a funcionar realmente, pero en los juegos todo valía ¿no? Me preguntaba que pasaría si realmente existiese ese señor oscuro y el dragón, era algo que tenía por costumbre. Seguramente, más de una persona le tendría miedo y huiría de él, pero si tenía todo ese poder... siempre podía rechazarlo ¿cierto? Desde luego aquella madres ería la más temida del lugar.

-¡Princesa Zelda, el hechizo no funciona! ¡Hay que probar algo más fuerte!- Dije para continuar el juego. Así nuestra victoria sería mayor y con más reconocimiento, siempre basándome en el juego. Ahora que recordaba en mi infancia, solía jugar a este tipo de juegos exactamente, solo que después me tomaba un té con mis peluches: Peach, Apple y Strawberry. De ahí nació mi amor hacia el té. una tradición
Pero obviamente, los verdaderos problemas no se solucionaban tan rápidamente, había que enfrentarlos y combatirlos, cara a cara en un ring llamado el día a día.

Mientras tocaba con mi ocarina la melodía para terminar realizar una barrera protectora , sher se ocupaba de lanzar polvos mágicos mediante su cetro para terminar con el dragón enviado por el oscuro. Sher lo hacía muy bien, creía que con esto nuestra victoria sería definitiva. Pero algo salio mal, ella me dijo que había que probar con algo más fuerte. Deje la ocarina dentro de la mochila y me quede pensativa. Había que hacer algo pero antes de que aquel dragón llegara y empezara a matar. Entonces se me ocurrió un plan.

No era momento para dibujar un mapa con un plan, era algo que tenía que ser más rápido. No tenía ninguna espada de juguete ya que esas se habían quedado en el orfanato. Cogí una rama del suelo del castillo de juegos, no era una espada a simple vista, pero con la imaginación podía ser cualquier cosa, había unas cuantas. Así que le dí una a Sher.
-Probaremos con las varitas de sauce, estas por la propiedades mágicas de la varita nos servirán para hacer huir al dragón. Tenemos que sacudirlas a la vez apuntando al dragón y diciendo las palabras mágicas a la vez- le conté mi plan mientes escribía en una nota las palabras:Nikkiti naki kamu

No sabia si esto funcionaría así que pronuncie haciendo énfasis en cada palabra, a la vez señalando el árbol que emulaba el dragón:
-Nikkiti naki kamu

Ahora usaríamos ramitas para ahuyentar al dragón. El próximo día que la viese le llevaría una espada de globo, por fin podría usar mis conocimientos en globoflexia. Tomé la rama mientras la miraba atenta, había que deshacerse de ese feo y paliducho dragón. No sabía si aquello, lo iba a hacer huir, yo esperaba que sí, no quería que nuestro reino fuese derribado y conquistado. Nos había costado mucho hacer felices a los ciudadanos.

Por ello, tomé la barita moviéndola a la vez que Zelda -Nikkiti naki kamu - dije junto a ella, al ver que funcionaba lo repetí varias veces -Nikkiti naki kamu, Nikkiti naki kamu... ¡Funciona! ¡Está desapareciendo! ¡Lo conseguimos!- la miré sonriendo, lo habíamos conseguido, en realidad, los niños habían dejado de mover el arbol, pero todo vale en estos juegos ¿no?

Ahora solo quedaba el señor oscuro para derrotar, este sería un poco más difícil pues por lo que decía Zelda, era el hombre más poderoso de aquellos lares, y se quería hacer con nuestro imperio.

Me sentía viva haciendo aquello, necesitaba desconectar de mis problemas y mis ansiedades y aquello estaba siendo fantástico, poderes, malvados y coronas, un buen des-estresante si señor. Sin duda estaba destinada a conocer a aquella pequeña que me hacía tanto bien.

-¿y ahora qué princesa Zelda?- pregunté esperando órdenes

Sher y yo conseguimos ahuyentar al dragón mediante nuestro encantamiento conjunto. Uniendo la fuerza de ambas el dragón huyo, mire a Sher muy alegremente. La abrace con mucha alegría:
-Sí, lo hemos conseguido princesa Sher.-Amabas habiamos conseguido vencer al dragón, nuestros aldeanos estaban a salvo por el momento, estabamos muy contentas. Pero entonces Sher recordo que el amo del dragón, el señor oscuro rondaría cerca. Sher me pregunto que podíamos hacer.

Me quede pensativa un rato y entonces le dije:
-Vamos a hacer una poción, con esa poción invocaremos un espiritu que derrotara a ese malvado hombre. Necesitamos dos piedras pequeñitas de fuego, hojas del arból mágico y polvo de hadas-le conte con mucha emoción, en realidad serían unas hojas, piedrecitas pero en nuestro juego eran mucho más que eso. Mire por los alredadores del castillo. Por hay cerca habian piedrecitas y hojas. Cogí un puñado de hojas y volví con Sher. Allí las amontone en un rincon, poniendolas como si fuera en una especie de caldero imaginarío.

-Princesa Sher ¿Ya tienes las piedras?-dije sacando de mi bolsillo un saquito, estaba vacio pero para mi imaginación tenía polvos de hada.

Abrazó a Zelda cuando esta lo hizo, había que celebrar que el dragón se había ido. Después de todo estaban siendo unas verdaderas heroínas. La atendió mientras pensaba y le explicaba lo que era necesario. - Dos piedras pequeñitas de fuego, hojas del árbol mágico y polvo de hadas,mmm...vale- campanilla andaría cerca, reí para mí misma. - Voy a buscar las piedras-Tomé el cargo de buscar las piedras, para lo que me adentré un poquito en el busque cercano y aunque había muchas a mi alrededor, me empeñé en buscar algunas especiales. "Esta no, esta tampoco..." pensaba. Hasta que finalmente encontré unas piedras de color anaranjado con unas pequeñas betas marrón oscuro, quizá serían de algún ladrillo, pero eran las que mejor daban el pego, las limpié con un poco de agua que llevaba en mi bolso, para que brillasen un poquito y no pareciesen sucias.

Me reuní con la princesa - Si aquí están- las puse junto a las hojas, ya solo quedaba hacer la poción. Miré su mano y vi el saquito- ¿Es eso polvo de hadas? Nunca lo he visto antes - Puse cara de sorpresa y quise tocarlo, aunque no lo hice por miedo a que se volase o desapareciese. Era obvio que eso no iba a pasar realmente, pues el polvo de hadas no existía.

Después de vencer al dragón lo celebremos con gran emoción, pero aún quedaba el señor oscuro. Le indique a Sher como podíamos vencerlo, soló se me ocurría invocar un espíritu sagrado que nos ayudaría. Así que debíamos buscar los ingredientes para invocarlos, yo fui a buscar las hojas mientras Sher iba a por las piedras.

Una vez las tuvimos lo pusimos todo junto. Al sacar mi pequeño saquito, ella se intereso por el interior.
-Es polvo de hadas que nos dejo el rey que visito el País de Nunca Jamas hace unos años, soló nos queda este poquito, espero que sea suficiente-le dije emocionada poniéndome en la situación. Una vez estuvo todo hice como si echaba los polvos de hada. Los esparcí imaginariamente con la manos como si fueran reales. Después cogí el palito que había usado de varita y le dije a Sher.
-Ahora imagina un espíritu sagrado, debemos darle forma con las varitas. Así saldrá de nuestra poción y marchara a vencer al señor oscuro.

Con mucha imaginación cogí mi varita y empece a señalar la poción y de hay daba forma de hada con movimientos de mi varita. Era divertido jugar con la princesa Sher, era muy simpática.

Sin duda estaba siendo un día bien aprovechado, estaba explotando mi creación al máximo, por fín tenía un uso que no era solo escribir historias. Seguí mentalmente cada una de las indicaciones de la niña. Miré la poción, esperaba qeu funcionase. ]Vale un ser puro- Ahí fue cuandoparecía una simple mezcla de hojas y piedras, pero para nosotras sería algo más. Observé el polvo de hadas sorprendida. Nunca había visto ese producto antes.]-Vaya.. que bonito es..- Dije refiriendome al polvo de hadas.
Tras esto comencé a darle forma al hada que nos salvaría del desastre.
Mi mente creaba un hada pqueña pero fuerte. Bella y segura. De pelo rizado, con tirabuzones de bastante amplitud. Color dorado era lo que prevalecía en su cabello, aunque tenía un pequeño mechón de color blanco, que la hacía parecer mayor. Su piel era de porcelana, blanca y perfecta sin ningún tipo de daño. No era muy alta pero sí delegada. Su vestido parecía un gran abanico de colores. Se ajustaba a ella, marcando su figura y dejándo ver solo sus brazos y cara. La cubría como si de un guante se tratase, se adaptaba. Sus zapatos eran unas simples sandalias y su accesorio una pequeña brújula colgando de la aprte superior del vestido.
Mi imaginación dio paso a todo eso. Mientras lo imaginaba, cerraba los ojos y hacía los gestos con la varita tal y como Zelda me acababa de enseñar.

A Sher parecio gustarle el polvo de hadas, el encantamiento con aquella poción empezaba a cobrar forma. En ese momento un brisa de aire paso a nuestro lado, era eso. Pro en nuesta imaginación era aquel hermoso hada que habiamos convocado. Justamente aquella brisa hizo que aquella madre a la que llememos el oscuro se le subiera un poco el habito. Eso me hizo algo de gracía así que me reí timidamente. Eso era lo que podriamos considerar un victoria. Hice una reverencia a la princesa Sher:
-Princesa, hemos derrotado al señor oscuro-entonces le dí un gran abrazo, me lo estaba pasando de fabula. Era momento de celebración, estabamos tan contentas de haber salvado nuestro reino. Aunque por desgracía no duraría mucho mi alegría ya que las madres estaban reuniendo a todos los niños para volver al convento. Empece a oir como nos iban llamando. Mire a Sher con tristeza, no quería marcharme. En ese instante oí mi nombre una madre me miraba desde abajo diciendome que bajara.

Mientras recogía mis cosas en la mochila, le dije con cariño a Sher:
-Me lo he pasado genial, espero poder llamarte pronto para que volvamos a jugar o a contarnos historias. Estare deseando escuchar tus historias y cuentos. Te quiero mucho, princesa.-dicho esto le abrace ademas de besarle la mejilla y me reuní con el grupo. Nos pusimos en filas y marchemos no dejaba de mirar atras para ver a Sher, le despedí con la mano.

Spoiler:

Habíamos llevado acabo nuestra victoria, la maldad había desaparecido de nuestro reino, podíamos reinar en paz. Todo aquel esfuerzo había supuesto un gran riesgo y a su vez una gran experiencia, por lo que cuando mi pequeña princesa me dijo que habíamos derrotado a aquel señor oscuro la abracé fuertemente. Hacía demasiado que nada me inspiraba para crear un ambiente adecuado a mis historias. Observé como las madres llamaban a los niños y supuse que ese era el fin de nuestra aventura. Una aventura fascinante y divertida a la vez, sin duda aquella niña me había hecho recordar increíbles momentos que viví cuando era pequeña.
- Yo también me lo he pasado muy bien contigo- Sonreí- Cuando quieras algo sólo llámame, ya lo sabes ¿eh?- le dio un gran abrazo- Y por cierto si el señor oscuro vuelve a atacar no dudes en llamarme, no quiero que te enfrentes sola- Sonreí y le dí un besito en la frente.
Tras esto miré mi reloj, se había hecho tarde y tenía que ir a casa a prepararme algo de comer, y realizar antes algunos recados. Me había alegrado mucho conocer a aquella pequeña princesa de gran sonrisa y valía, una princesa que se merecía lo mejor y que alguien luchase por ella. Por lo que me esperé en el columpio hasta que se fuesen todos, antes de marcharme yo también.

Spoiler: