Closing the day [Ashley Boyd] (Terminado)

#Closing the Day#

Siempre había sido un hombre intuitivo, torpe, pero intuitivo. Desde muy joven, cuando aún era un crío, me había salvado de las palizas de los otros chicos porque siempre había intuido dónde y cuándo iban a dármela. La intuición había ido siempre ligada a mi cobardía, viejas amigas que eran incluso cuando esta última había sido encarcelada en mi oscura alma tras ser el dueño de cierta daga. Siendo El Oscuro, mi intuición había sido más que aprovechada. La magia me permitía no solo intuir sino acertar. Y aqui en Storybrooke, ahora la echaba de menos. Siempre echaba de menos la magia.

Y más en días como estos en los que me sentía inquieto como tantas otras veces que mi intuición me decía que algo estaba por pasar. Llevaba todo el día así y quizás por eso había llamado más de un par de veces a casa para ver si Belle...no Belle...la Srta French... estaba bien. Por fortuna, nada le había pasado. Pero eso no quitaba que yo estuviese más tranquilo y menos paranoico.

Al cerrar la tienda de nuevo tuve la sensación de que alguien observaba, miré disimuladamente a un lado, la call estaba demasiado tranquila. Definitivamente, era el momento en el que iba a ocurrir ese "algo". Así que actué con normalidad, como si no supiese nada, caminando tranquilo hacia mi coche, disimulando.

Mr. Gold # Pawnbroker # with Ashley P. Boyd

#Closing the Day#

Ya no podía dar pie atrás, pero en general cuando algo se me metía entre ceja y ceja era imposible que alguien me lo sacara de la cabeza. No podía negar que era temerosa, pero como cualquier persona tampoco me bloqueaba hasta quedar congelada cuando he estado asustada. Al contrario, tengo la tendencia a enfrentar los problemas sin importar si eso significaba que yo terminara mal parada, era capaz de hacer todo lo que estaba a mi alcance para evitar que las personas que quería no salieran dañadas. Y ahora, en este preciso momento, tenía ese único pensamiento en mi cabeza. Salvar a mi bebé.

Al salir del hospital el médico me dijo que quedaba muy poco tiempo para el nacimiento. En otras palabras el tiempo se me estaba agotando y antes de salir corriendo de este pueblo había cosas que debía atender. Mi plan era simple, deshacerme de todas las huellas que pudieran manchar la vida de mi pequeña. Por terrible que se escuchara yo misma era la culpable que Alexandra a penas al exhalar por primera vez oxígeno ya tuviera que enfrentar problemas de los cuales no era la causante en absoluto. Eso no era justo, ella no podía pagar por mí y lo natural es que yo la viera crecer día a día. Tenía que destruir los papeles en los que probaban que daba en adopción a mi hija a cambio de dinero y sabía donde estaban.

Caminar con una barriga tan prominente que me impedía ver mis propios pies era muy riesgoso, pero estaba con todos mis sentidos al máximo, estaba segura que no tendría un accidente por mi propia torpeza. Era de noche y las calles estaban vacías, aún así, caminé por los lugares poco concurridos y escondiéndome con cuidado de que nadie me viera. No estaba en condiciones de hacer piruetas ni poder refugiarme detrás de un árbol, pero me sentí contenta cuando llegué a la esquina de donde se encontraba mi destino porque estaba saliendo bien hasta el momento. Me detuve apegando mi espalda contra la pared justo a tiempo que el dueño de la tienda de antigüedades salir.

Ashley P. Boyd # Pawnbroker # with Mr. Gold

#Closing the Day#

Estaba pensado en ir a Hopper para comprobar si estaba comenzando a perder la cabeza mientras metía la llave en la cerradura de mi Cadillac, cuando escuché pasos corriendo por la calle. Fueron casi imperceptibles y no los habría escuchado de no ser porque estaba pendiente precisamente a escuchar algo, cualquier cosa que me indicase que mi intuición no estaba fallando. Me giré a tiempo para ver una figura perderse por el callejón trasero de mi tienda y poco después se escuchó un cristal rompiéndose. Además de allanamiento de morada iba a tenerme que pagar los destrozos.

Era una pena no tener a mano mi pistola, me apunté mentalmente el tenerla siempre cerca o tener al menos un arma en el coche, pero esta vez el bastón serviría, la figura que había visto no parecía muy corpulenta, quizás incluso era una mujer. Así que sin arma alguna, salvo mi bastón, me encaminé hacia allí. No entré por atrás, queriendo sorprenderla desde donde no se lo esperase, y fui a la puerta delantera, abriendo con cuidado de no hacer ruido.

La figura estaba en frente de mi caja fuerte y, no fue hasta que me acerqué un poco más, que no la distinguí. Rubia, bastante embarazada y con ropaje de segunda mano - Ashley - mi voz retumbó en la silenciosa habitación, solo rota por sus jadeos. Cojeé hacia ella cuando se giró para verme, saliendo de las sombras - ¿Qué estás haciendo? - pregunté visiblemente sorprendido por sus actos ¿Quería robarme? Lo dudaba, robarme solo conseguiría que nuestra deuda aumentase y que ese niño fuese para mi sí o sí. No, lo que quería eran los documentos que probaban nuestro acuerdo. Pero era absurdo, ni siquiera tenía la llave de mi caja fuerte. Yo siempre la llevaba encima junto a las llaves de casa y del coche.

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#Closing the Day#

Como obviamente esperaba al forzar la manilla de la puerta esta no cedió ningún poco. Era más factible que un ratón me hablara en ese preciso momento que Mr. Gold hubiese olvidado poner llave a la puerta de su tienda. Pero debía entrar cómo fuera, miré levemente para ambos lados y como ya iba preparada, tomé el gran ladrillo entre mis manos, la calle estaba vacía y algo parecido a una hada madrina quería que cumpliera mi prometido porque estaba interviniendo en ese detalle que aseguraba mi anonimato. Con esa arma adecuada golpeé el vidrio tres veces hasta hacerlo añicos y poder abrir la puerta desde dentro.

El aire se me salió de mis pulmones al cruzar el umbral, estaba tan nerviosa que escuchaba claramente el latido de mi corazón como si estuviese al lado de mis oídos. Aunque mi determinación era firme y no iba a flaquear ahora, debía recuperar ese contrato que me ataba a una decisión apresurada y totalmente impulsiva e insensata. Era la única opción de ser libre y encontrar la tranquilidad para traer al mundo a mi hija al lugar que le corresponde, que es a mi lado.
Me deslicé hasta un lugar de la tienda en concreto, en línea recta y sin vacilar porque lo sabía de ante mano. Algo tan importante como ese papel que buscaba debía estar guardado con la seguridad extrema y obsesiva que siempre demostraba ese hombre, así que era obvio que se encontraba en su caja fuerte. Miré con detenimiento la pared que estaba plagada con cuadros que no tenían ninguna cosa en común, algo de muy mal gusto porque sólo demostraban el hecho que quería mostrar ostentación sin usar el sentido común, simplemente dar a conocer superioridad. No estaba aquí para ser decoradora de interiores, así que tomé la pintura que ya conocía y la abrí como quien lo hace con una ventana. Mi rostro no pudo dejar de esbozar una sonrisa de triunfo, ahí estaba frente a mis ojos la caja fuerte.

Pero el alivio no duró más de dos segundos, porque la voz tan familiar me hizo paralizarme completa y actuar por instinto al darme vuelta. Lo miré con miedo, sí le temía...

Ashley P. Boyd # Pawnbroker # with Mr. Gold

#Closing the Day#

Que Ashley estuviese aquí sin yo habérmelo imaginado, me cabreaba. Antes, con magia, era fácil prever los movimientos de la gente y actuar en consecuencia para mi beneficio. Estos 28 años, en Storybrooke, la cosa también había sido fácil de prever, dado que la gente vivía día tras día con las mismas ideas en la mente, la misma rutina. Lo que me cabreaba era no haberme supuesto que tras la llegada de Emma todo iba a empezar a cambiar. Y eso implicaba a Boyd, su bebé y nuestro trato.

Mis ojos miraban a los ojos asustados de la joven princesa rubia, siempre me había temido, siempre había sido capaz de ver la repulsión y el miedo en su mirada. Pero ahora más que nunca podía ver aquello. Pero también veía decisión, firmeza y una seguridad que antes no había visto ni por asomo. Emma traía un cambio para todos y este era su cambio. Pero, por supuesto, yo iba a impedir aquello por el bien del trato. Nadie rompía un trato conmigo y ella debía darme aquel bebé sí o sí.

Caminé hacia ella lentamente, no queriendo espantarla y obligarla a hacer cualquier cosa. Mi bastón golpeando la madera del suelo era el único ruido que acompañaba a nuestras respiraciones, la suya mucho más acelerada. La había pillado, no podía cumplir su plan ahora, y tendría que buscarse nuevas ideas para tratar de romper el acuerdo. Pero ahora la tendría más vigilada, no me cogería bajo de guardia nunca más.

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#Closing the Day#

Todo ocurría en cámara lenta como si los segundos pasaran lentamente y fuese capaz de ver todo detalle hasta los átomos de polvo flotando al rededor mío. Una manera bastante surrealista de sobrellevar el terror que me provocaba la situación, lo más seguro que mi adrenalina y mis instintos de salir airosa de esto sin estropear mis planes habían hecho que estuviera usando al máximo mis capacidades.

Lo vi caminar directamente hacia mí y estaba arrinconada, no tenía maneras de salir huyendo de ahí porque una gran bulto en forma de pelota gigante sobresalía de mi cuerpo y no dejaba ser tan ágil como suponía. En mi estado no podía correr a la velocidad de la luz era imposible, además que una pelea cuerpo a cuerpo también estaba descartada. Todas esas decisiones pasaron por mi cabeza, ya estaba completamente metida en mi papel que me llevaba a ser una ladrona. Apreté mis labios formando una línea con ellos y avancé dos pasos hacia él.- Cambiando mi vida.- dije con voz clara y fuerte que incluso me impresionó a mi misma lo decidida que se escuchó.

Luego saqué un spray de pimienta que tenía entre mis dedos dentro del bolsillo de mi chaleco desde que vi a mi malvado contrincante. Y lo apunté directamente hacia los ojos. Estaba atacando a mi oponente de la única forma que podía, un poco cobarde, pero él lo fue aún más al acudir a mi para pedir algo que era inhumano de aceptar y sabiendo de mi estado de estar indefensa se había aprovechado.

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#Closing the Day#

¿Debí haberlo imaginado? ¿Debí haber pensado que una madre por su hijo haría cualquier cosa? Quizás. Aunque también admitía que tener como "madre" de referencia a mi difunta esposa, no era precisamente un buen modelo a seguir. Fue por eso que tal vez me confié en que realmente Boyd no haría nada. Sus ojos seguían temiéndome, como los de todo el pueblo, y la determinación que había tras de ello se iba esfumando poco a poco, cada vez que mis pasos se acercaban a ella.

Sin embargo, el miedo fue de repente sustituido por una seguridad que nunca había visto en los ojos de la rubia y antes de que incluso pudiese preguntar a qué se refería, sentí el líquido cubrir mis ojos y mi piel. Y de inmediato un fuerte ardor me hizo gritar de dolor. Llevé mis manos a mis ojos en un vano intento de quitarme el liquido o a saber qué, soltando el bastón de malas maneras en el suelo. Escocía, quemaba, parecía que mis ojos estaban en llamas.

Mi pierna mala flaqueó, haciéndome perder el equilibrio y dar un paso hacia atrás, y otro y otro. Y sin saber muy bien como pasó mi cabeza se chocó contra una superficie dura y de inmediato se volvió todo negro. Mi cuerpo cayó inerte al suelo, inconsciente y con una brecha en la frente.

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#Closing the Day#

No perdí ni un preciado segundo y me abalancé lo más rápido que me daba el estado de mi cuerpo actual. No sentí remordimiento alguno al verlo desmayado en el piso con un corte rodeado de sangre que estaba comenzando a hincharse en la frente. De hecho agradecía mi fortuna de que hubiese terminado así este enfrentamiento, sin que mi hija sufriese daño alguno. Ese hombre de ahí no merecía ninguna preocupación alguna, ni siquiera sabía si estaba realmente desmayado y no muerto. No me agaché hasta él precisamente para cerciorarme si sus signos vitales eran normales y prestarle primeros auxilios, me fui directo hacia sus bolsillos buscando mi salvación.

Después de unos pocos segundo, solamente me retrasé por el temblor de mis manos que no dejaban hacer más rápido mi trabajo, encontré las llaves de la caja fuerte. Corrí hacia el cuadro que había descubierto anteriormente y giré la llave en la cerradura. Mi corazón golpeó fuerte en mi pecho al ver los papeles que buscaban, los mismos que habían sellado mi desdicha, los papeles de adopción de Alexandra. Los tomé y corrí hacia la salida sin mirar ni una sola vez atrás. No volvería a retroceder ahora que había solucionado el inconveniente, seguiría hacia delante con mi hija y viviendo tranquilamente fuera de este maldito pueblo. Todo estaría bien.

Ashley P. Boyd # Pawnbroker # with Mr. Gold