Menudo despertar (Fiona) [Terminado]

Debería haberme llevado a Aeryn para asegurarme de despertar en la cama. Ahora estaba tirada en un banco de la plaza y el olor a vómito de mi lado me indicaba que debía llevar ahí unas cuantas horas.Me levanté y me llevé la mano a la cabeza. El dolor era intenso y casi insufrible. Recordé a la chica y el aparcamiento, nos lo habíamos pasado bien. Pero después de eso no recordaba nada. Y se me había acabado la Ginebra.

Me puse en pie, y por suerte no tambaleé. Estaba sobria otra vez, vaya tortura. A mi mente acudieron otra vez esos pensamientos sobre mis padres. Y luego la imagen de Shadow. Que ganas tenía de quitarle de la cabeza a ese hombre del que hablaba y tirarla sobre mi cama. Sé que me desea, pero lo oculta bajo ese rol maternal. Observo a una mujer pelirroja acercándose y le pongo la mejor sonrisa de la que soy capaz, sé ocultar muy bien mi resaca.

_ Disculpe señora. ¿Sabría usted donde puedo tomarme un café por la zona?_ le pregunté, remarcando mi acento. Lo cierto es que sabía muy bien donde tomar un café, pero no quería ir sola. Definitivamente tenía que haberme traído a Aeryn, ella sabe como divertirse y se asegura de que llegue a casa._ Creo que si no me tomo uno voy a caerme de sueño.

¿ Sabéis cuando haces algo malo y crees que alguien te ha visto?
Pues eso es lo que me ha pasado, después de estar con Iván y andar acelerada por haber pasado la noche fuera y mentir a mi marido diciendo que estaba en el hospital de pronto una chica a la que no conozco me pregunta con un acento extraño si sé donde hay una cafetería para tomar un café, es en esos momentos que escuchas la voz de quien te habla distorsionada y respondo:

- Si, “La casa de la abuelita” – Ella me sigue mirando con cara rara.- se llamá así – respondo al ver su cara.

El caso es que me pongo más nerviosa y ella al parecer también lo estaba, miro a todos los lados, asiento con la cabeza y el acompaño.

- Yo me llamo Fiona.


Por no saber , no sabía como continuar , así que hasta que no tuve un café en mis manos nos supe como continuar , y de igual modo creo que mi mente estaba más pensando en la noche que había pasado que en lo que me pudiera decir mi nueva amiga .
No debía estar así , no es la primera vez que lo hago , pero si el quedarme hasta tan tarde y mentir hasta tal grado de decirle a mi marido que estaría de voluntaria en el hospital en la noche, el caso es que mi nueva amiga me desconcierta.

Lucrezia vio tensión en aquella mujer, y eso era divertido. Pero ahora no estaba de humor para estar chinchando a la gente. Quería volver a casa, recibir la charla y volver a la cama a terminar de dormir la mona. Su madre acabaría llorando otra vez, y eso no le hacía ninguna gracia. Verla llorar le partía el alma, así que tendría que intentar llegar lo más presentable posible.

_ Yo soy Lucrezia, Lucrezia Shayker_ Sonaba confuso al decirlo, puesto que el nombre era claramente italiano y sonaba muy bien con su acento. Su apellido, en cambio, quedaba bastante extraño, puesto que no era de esa nacionalidad. A decir verdad, tampoco era americano y Lucrezia no dejaba de preguntarse de donde habría salido._ Es un placer. Y puedes dejar de temblar cuando quieras, no te preocupes.

Le dolía la cabeza y eso la ponía de mal humor. El café la despejaba, pero no le quitaba esa horrible resaca. Pero Lucrezia solía usar como remedio el volver a emborracharse, por lo que apenas tenía idea de remedios contra ese dolor. Lo mejor era dormir. Que ganas tenía de echarse una buena siesta, por favor.

Es un placer. Y puedes dejar de temblar cuando quieras, no te preocupes.




Es una tontería, lo sé, pero después de escuchar esa frase no me tranquilicé ¿Se me notaría que estoy como un flan?¿Notaría que he estado con un hombre que no es mi marido? pero ¡ Espera!¿Qué le importaría a ella?De modo que respiré hondo sonreí y me calmé, después de todo no conocía a la chica y ya se sabe a veces cuesta menos contar tus cosas a una persona desconocida que a alguien conocido.
Algo me decía que la muchacha que tenía quería marcharse, se le notaba como cansada lo que de manera extraña me tranquilizó.

-He pasado una mala noche y nunca había hecho esto, me refiero a tomar un café con alguien desconocido.-Entonces me di cuenta ¡No tenía amigas! Apenas tenía relaciones con chicas y me refiero a relaciones de amistad, entonces fue cuando me salió una sonrisa estúpida y ella me miró con cara extraña , debió pensar que estaba tarada o algo así.

-¿Estás bien?- Sin pensarlo le di una servilleta como acto de nerviosismo para iniciar una conversación un poco más coherente.- No se me da bien mantener conversaciones con desconocidos pero... hoy no sé que me pasa que siento que lo necesito , aunque bueno si tienes cosas que hacer o lo que sea lo entiendo.

Estaba realmente nerviosa. Y ella conocía ese tono. Era el que ella tenía cuando Zandramas le preguntaba si había hecho algo malo y ella le mentía. Pero a Lucrezia sólo le pasaba con Zandramas porque esa mujer le daba un miedo atroz. Esta chica acababa de conocerla y lo tenía. Debía haber hecho algo muy malo.

_ Sí, estoy muy bien, gracias._ Y lo cierto es que el dolor de cabeza empezaba a atenuarse un poco. El café parecía milagroso. Recuperaba su claridad, y sobretodo su picardía. Podía divertirse mucho con aquella situación, si estaba acertando en sus creencias, claro._ ¿Y tú estás bien? Pareces una niña que ha hecho una travesura de las gordas.

Sonrió, mostrando sus blancos dientes, entre los que destacaban unos caninos un poco más largos de lo habitual, un curioso defecto de nacimiento que compartía curiosamente con su madre adoptiva. Si quería tener una conversación iba a tener que aceptar sus normas. Lucrezia no se rebajaba por nadie, y menos por una persona que acababa de conocer.

Me prometí a mi misma no mirarle mucho los caninos que asomaban por los dientes blancos de mi nueva amiga, así que sonreí.

- Bueno me alegro de que estés bien. Lo que he hecho no es nada extraordinario ya sabes problemas caseros.- Me dí cuenta que ya estaba hablando demasiado así que inmediatamente cambié el hilo de la conversación y saque mi vena de actriz frustrada que tenía tan reciente.- Tienes un bonito acento la verdad interesante , me pregunto ¿ Qué es lo que te ha llevado a querer tomarte un café conmigo , aunque te lo agradezco , por una parte no sé es como si no quisiera volver a casa después de la noche que he pasado que ha sido realmente buena ¡ Todo hay que decirlo!-

Mis nervios comenzaron a desaparecer poco a poco a medida que iba hablando y sus caninos comenzaron llamarme la atención.

_ Hace un momento me dijiste que habías pasado una mala noche, y ahora dices que ha sido maravillosa._ dijo, terminándose su café y mirándola con suspicacia y un tinte algo agrio en la mirada. A Lucrezia no le gustaba nada que la mintieran, para eso ya estaba ella_ ¿Por qué mientes a alguien a quien acabas de conocer?

Lucre se inclinó hacia adelante perforándola con sus ojos crueles. En otro tiempo esos ojos habían sido capaces de teñirse de rojo y aterrar a las personas, desquiciarlas... incluso obligarlas a hacer cosas que normalmente jamás harían. Pero ese poder ya no existía, tan sólo un vago recuerdo de tal cosa, algo que contar a los amigos, pero poco más.

_ Me gusta conversar con la gente._ Mintió, pues si le mentían no tenía motivo alguno para ser sincera. Aunque ella solía mentir de todos modos, pues las mentiras solían dar mejor resultado que la verdad a la hora de conseguir sus objetivos. Y ella los conseguía siempre, de un modo u otro, su propio nombre indicaba que debía ganar siempre._ Pero no me gusta que me mientan...

- Tienes razón, te he mentido y no tengo motivos para hacerlo, el caso es que he pasado buena noche, en fin hacia tiempo que no salía conocí a una persona con la que he tenido afinidad y ya se sabe. Me cuesta volver a casa y regresar a la realidad por así decirlo.

De pronto era como si no pudiera hablar había algo en Lucrezia que no me gustaba , notaba que de pronto tenía interés en saber donde había pasado la noche.

-Tenia miedo a que me vieran y notaran que he estado por ahí sin mi marido ya se sabe como son en los pueblos.

Miré sonriendo a Lucrezia y toque su brazo en señal de tranquilidad , había conocido a alguien nuevo y no era bueno llevarse mal con la gente , tampoco me gustaba llevarme mal con la gente y aunque en ocasiones ella me impusiera había tratado con gente mucho más complicadas en los trabajos voluntarios .

- ¿ Hay algún lugar para salir que este bien en la noche?-


Realmente pensar en la noche me hacia recrearme en mis aventuras con Iván así que por inercia siempre esbozaba una sonrisa.

FdR: Chicas, que se os va un poquito, recordad que son 10 líneas completas por post

David es que es ponerme y me pierdo , mea culpa.

Había gato encerrado en todo aquello. Lo cierto es que aquella mujer empezaba a ser cada vez más aburrida. Se le había pasado la resaca y quería volver a casa. El café empezaba a enfriarse y ella sabía que aquella pelirroja no iba a decirle lo que estaba deseando saber, su oscuro secreto. Secreto que en otros tiempos no hubiese sido capaz de ocultarle, por supuesto. En otros tiempos las mentes eran libros abiertos para ella, pero por supuesto de eso no se acordaba.

_ Bueno Fiona. Ha sido una charla agradable, pero mi madre debe preguntarse donde estoy. Y no me gusta decepcionarla._ Dijo, siendo sincera. La verdad es que a pesar de que lo hacía continuamente no encontraba nada agradable la decepción en el rostro de su madre. Ella lo estaba haciendo muy bien, mientras que Lucrezia no dejaba de ir por el mal camino. Pero lo cierto es que no sabía ir por otro, pues nunca la habían enseñado bien._ Espero que nos veamos otro día. Hasta entonces, te deseo suerte.

Lucrezia dejó unas monedas sobre la mesa y se puso en pie. Era una mañana fría y no se había abrigado. Si se resfriaba podría decir que se había quedado en casa de una amiga y eso justificaría el dolor de cabeza. Aunque en cualquier caso Zandramas parecía poder detectar cuando le estaban mintiendo, así que aquello no iba a servir de nada. Quizás Aeryn le cubriese la espalda, quien sabe.

Nadie me dejaba así, así que fui hasta la puerta de la cafetería hinche mis pulmones apreté mis puños y lo hize, solté lo que llevaba dentro mientras la veía marcharse.

-¿Qué eres una niña pequeña?-Grité.

Ya lo había soltado, me habían dado muchas excusas en mi vida pero la de debo ir con mi madre no colaba.He estado tan acostumbrada a personas que ponían de excusas en su vida y la de poner de pretexto a otras ya me lo olía.

- ¡ Yo necesito ayuda!- Realmente es lo que buscaba , ayuda , una ayuda de verdad sobre algo que me inquietaba desde hace tiempo , una posesión antigua que regentaba mi casa , necesitaba una confidente , alguien en quien poder confiar.
Lo mismo que Lucrezia me parecía por un lado espinosamente misteriosa por otra creo que me comprendería.

Ella sí que era una niña, a decir verdad era una preadolescente, pero el comportamiento infantil era el de aquella mujer. No la conocía y quería que fuese su confidente. Aquello era una locura de las más grandes. Lucrezia se enfadó y eso se reflejó en sus ojos que por un instante parecieron llamear como antaño. A ella nadie, absolutamente nadie, le decía lo que tenía que hacer a parte de su madre porque la quería y Zandramas porque era la única a la que temía. Y esa mujer osaba tomarse unas confianzas que la desquiciaban. Bien claro tenía que aquello no iba a quedar así, que iba a vengarse.

_ ¿Y tú eres ciega acaso? Tengo 14 años, claro que soy una niña. Y como ya te he dicho, mi madre me está esperando._ Su tono malhumorado se incrementó al volver a notar el dolor de cabeza de la resaca. Tenía que meterse en la cama cuanto antes o pensaba que la cabeza le iba a estallar. Se llevó la mano izquierda al cráneo. ¿Por qué tenía que ser tan pesada?_ ¿Quién te crees que eres para exigirme que haga nada por ti? Si buscas la ayuda de alguien aprende a ser educada y pedirla, en lugar de comportarte como una princesa caprichosa.

Que irónicamente sería la manera perfecta de describirla a ella. Ella era la chica que nunca se negaba nada, la que siempre lo tenía todo. Pero eso Fiona no lo sabía, así que podía darle todas las lecciones de humildad que le diese la gana sin miedo a represalias inadecuadas. Si tuviese tiempo, se pasaría toda la mañana allí castigándola por su osadía. Pero no disponía de él, por lo que no tardó en salir de aquel local y dejarla sola.

Terminado