Can't turn back, now I'm haunted. [Libre]

El cielo se estaba oscureciendo, el color anaranjado del atardecer hacía a Mary Margaret mirarlo como si fuese lo más hermoso que hubiese visto en su vida. Y la verdad era que nunca se había parado a mirar cómo el sol se escondía tan detenidamente.
Cuando quiso darse cuenta, se encontraba en medio del bosque, quizá más perdida de lo que le gustaría, con el frío comenzando a penetrarla por los cuatro costados. ¿Cómo había acabado allí?
Había salido del colegio, como cada día, se había tomado un café en el Granny's y había... se había encontrado con David. Cómo no. Siempre que se paraba a pensar, en su cabeza aparecía la imagen de aquel chico al que le leía cuentos durante el coma. Y así, sin darse cuenta, había terminado, en el lugar dónde lo encontraron tras su huida del hospital. ¿A caso el destino le estaba jugando una mala pasada?
Observó su alrededor, tratando de recordar cual era la salida, lo que menos quería era tener que perderse más, y escuchó algo que la mantuvo alerta. ¿Se estaba volviendo loca? Comenzó a caminar, a paso lento, pero decidido, y se colocó con mayor ímpetu su gorro de lana, para que el frío que sentía no fuese en sentido creciente. El viento helado chocaba con su piel, haciendo ondear su vestido, y provocando unas ganas horribles en Mary Margaret de haber permanecido en el Granny's hasta la noche, tras lo que después, hubiese ido a casa. Pero no.
Se paró en seco de nuevo al no reconocer por dónde pisaba. Estaba claro. Necesitaba un guía si no quería que el gélido anochecer se le viniese encima.
-¿Hay alguien? ¿Alguien puede oírme?- Gritó la joven. Verdaderamente, no tenía grandes esperanzas de que un príncipe azul apareciese por ella, como en los cuentos, pero... no perdía nada por intentarlo.

“Querido John,
Por favor reacciona y sabiamente regresa con nosotros. Estudiar Literatura no te llevara a nada, solo a un triunfo vacio, en cambio nuestra empresa es emocionante y nunca se acabara.

Piensa en eso,
Sinceramente Tu Madre.”

Miraba la carta divertido, ahí se iba otro intento de sus padres tratando de que “cambiara” de opinión respecto a su carrera. Otro intento sería inevitable, pero la forma más sencilla de afrontarlo sería ignorarlo. Suspirando, miro a su alrededor calculando como bajar del árbol en el que se había montado y en ese instante escucho una voz conocida gritando más abajo. Interesado, apoyo sus pies en la rama más cercana y bajo de una rama a otra ágilmente. En la última rama del Roble en el que se había montado, paro y observo a la figura femenina que se había detenido justo debajo del árbol. Sonriendo alegremente cayó ligeramente en el suelo.

- Hola profesora Blanchard. ¿Necesita ayuda para llegar al pueblo?-le pregunto con un tono respetuoso hacia la profesora de los niños del Pueblo.- Si yo fuera usted no me quedaría mucho después del atardecer, últimamente hay muchas criaturas merodeando al caer el Sol.-explico confidencialmente mientras empezaba a caminar en una forma lenta y calmada. Esperando así, que la mujer le respondiera y lo siguiera.

Con mil cosas en la cabeza en ese momento, al escuchar cómo algo (o alguien) caía desde un árbol, no pudo evitar chillar. Se calmó en el mismo instante en el que escuchó la voz tan agradablemente conocida de John; no le conocía demasiado, pero en el pueblo, todo eran caras conocidas. Y en ese momento, cualquier persona hubiese sido una salvación para ella.
Con una mano en el corazón debido al susto, y al mal rato, se acercó con paso algo débil hacia el joven, con una expresión aún algo perdida, como si exactamente se estuviera olvidando algo.

-Dios, John, eres tú. -Comentó, mientras caminaba tras él, que ya había empezado a salir de aquel lugar- Ni si quiera sé cómo he terminado aquí, ha sido un... -Se quedó callada en el mismo instante en el que él mencionó lo de las criaturas. Se sintió horriblemente estúpida, ya que hace un momento, había estado pensando que podía ser cualquier otra cosa horrible. Le echaba la culpa de sus paranoias a las pesadillas que tenía cada noche. Y resulta, que eran animalillos, seguramente, tan temerosos como ella.- Gracias por tu preocupación, pero no creo que aquí habiten más que pequeños ciervos, y algún que otro jabalí.
Esquivaba con cuidado la maleza a cada paso que daba, tropezando de vez en cuando con alguna que otra piedra mal situada en su camino. Confiaba en que gracias a aquel chico, al que a partir de entonces tendría en más estima, llegaría a casa.

Guardando para sí la carcajada que se quedo atorada en su garganta al verla gritar, paso por debajo de un grupo de arboles y salió en un claro de bosque. El sabía el camino de memoria por sus largos paseos dados en este. Con la sola intención de entrenar o pasar un rato en silencio. Volteando ligeramente la cabeza, empieza a hablar dispuesto a hacer un poco de conversación.

- No hablaba de los ciervos o jabalís. Hace un par de días me encontré a un lobo.-explico tranquilamente mientras se encogía de hombros.- No es que sean criaturas sangrientas, si no que más bien están hambrientas.-señalo mientras despaja unas cuantas ramas y dejaba entrever al otro lado un camino de tierra que avanzaba zigzagueante.

- Las damas primero.-dijo recordando las clases de modales en las que sus padres lo habían metido. – Por cierto. ¿Cómo va todo en la primaria? ¿Ha sucedido algo interesante?-pregunto dejando entrever su extrema curiosidad.No es que fuera cotilla el chico, si no que más bien le interesaba saber cómo iba el estudio de los niños. Pues sentía que cada niño era un mundo nuevo que explorar y una cantidad infinita de historias que contar.

Continuaba siguiéndole con toda la torpeza posible de una mujer aún sorprendida, mientras le escuchaba hablar. Aquello de una manera u otra la tranquilizaba. Ya no se sentía tan vulnerable. En uno de sus pasos en falso, no pudo evitar una clara caída al suelo, llenándose de hierbajos, hojas, y alguna que otra gota de rocío, mas se levantó de forma igual de rauda que su caída.
Ante su comentario, creó una mueca de sorpresa, ya que verdaderamente, la había dejado fría. ¿Lobos en aquel lugar? Y encima, hambrientos. Antes de responder, cruzó la entrada hacia el claro, agradeciéndole con un leve movimiento de cabeza su caballerosidad.

-¿Lo dices enserio? -Frunció el ceño, mientras que sus palabras teñían el lugar silencioso de una notable incomodidad.- Bueno, al menos me reconforta saber que por aquí no pasa ningún niño... Al menos solo.- Suspiró, a raíz de entonces, con sus cinco sentidos alerta por lo que pudiera pasar.

Trató de continuar el paso por el lado correcto, pero se vio obligada a parar al ir en cabeza, ya que no tenía ni una leve idea de cómo regresar. Al menos, eso creía, pero simplemente era que una parte de ella se negaba a recordarlo.

-¿Los niños? Tan bien como siempre -Dejó pasar a John, mientras se abrazaba a sí misma a causa del frío que aún sentía, mientras reanudaba el paso tras él.- Aunque bueno, ya sabes. Henry sigue totalmente interesado, incluso insimismado, con aquel libro que le regalé.

Vigilando cada paso para no tropezar con una rama o salirse del camino, escuchaba atentamente cada palabra de la mujer. Sonriendo ante la mención del joven hijo de la alcaldesa, este se encogió de hombros, pues pensaba que el gusto de Henry por la lectura no lo llevaría a nada malo. Con un brillo divertido en los ojo se quito unas cuantas ramitas del cabello, y siguió con la conversación.

-No se preocupe, solo salen cuando la Luna esta alta.- explico mientras avanzaba con agilidad.- Y respecto a Henry, su gusto hacia a fantasía me parece increíble. A muy pocos niños les gusta leer a esta edad y como dicen: “Los libros son la puerta a la sabiduría.” -señalo, mientras se percataba de que su compañera parecía congelarse. Quitándose la chaqueta se la tendió a la mujer, quedando en un suéter de lana.

- Ya faltan unos cuantos metros y llegamos al puente .-dijo mientras le volvía a ofrecer la chaqueta. -Además, el frio no me afecta casi. En Inglaterra hace mucho mas.-admite riéndose.

Uno, dos, tres, cuatro. Iba contando lentamente y con conciencia los pasos que iba dando. ¿Quién sabía si iba a terminar allí de nuevo? El comentario del joven respecto a su, totalmente entonces desconocido nieto, le produjo un pensamiento positivo. ''Es cierto, que Henry esté tan inmerso en la lectura no es malo. Yo también leía mucho, y estoy perfectamente.''
Continuó caminando tras él, y tomó, con deje dubitativo la chaqueta que John le tendía. Al menos toda la galantería del pueblo no se había esfumado del todo. Se la colocó sobre los hombros, sintiendo una cálida marea de calor sobre sus hombros, y por ello no ocultó una pequeña sonrisa.

-Por favor, tutéame. Después de ésto, tienes que dejar que te invite a una comida en Granny's. -Soltó una pequeña carcajada mientras su voz resonaba aún en el eco de aquel bosque que, gracias a Dios, parecía que comenzaba a llegar a su fin.- Tienes razón, tal vez me preocupo demasiado por él. Pero le tengo un... aprecio especial. Como si le conociera de toda la vida, ¿nunca te ha pasado eso con nadie?- Aseguró, con una voz algo más perdida entonces, como si hubiese estado pensando en otra cosa.
Cuando escuchó su estado respecto al pueblo, no pudo más que suspirar.
-De verdad, gracias. Si no llegas a venir, hubiese terminado durmiendo aquí, a la intemperie... -Comentó, bastante convencida de sus palabras.- Entiendo... Siempre escuché que en Inglaterra el tiempo era más agresivo que aquí... Algún día tendré que visitarlo.