Drinking an arabish tea ( Laine Gorman)

Cada día después de almorzar,sobre las 16.00, pasaba por Grannie´s a tomar un té. Aunque a la mayoría de la gente le excitaba y ponía nerviosos, a ella el té me relajaba. El sabor de las plantas corría por mi garganta, haciéndome saborear la naturaleza. Eso era lo que me más me gustaba, sin duda era uno de los pequeños placeres de la vida. Así que, allí me encontraba yo, en Grannie´s sentada en la barra, esperando por mi té. Normalmente, solía pedirlo de limón, pero hoy era de frutos rojos. Me quedé pensativa mirando através del cristal, pues estaba más cerca del final de mi aventura.
¿Por qué? Hoy había sido un día un tanto diferente, había encontrado pistas sobre el posible paradero de mi hermana y eso me alegraba, suponía. En ese instante, mi mente comenzó a maquinar una nueva historia. Registré en mi bolso en busca de papel y bolígrafo, saqué todo lo que contenía, incluso metí la cabeza dentro del bolso buscando un maldito boli, pues papel había hallado, y aunque estaba un poco arrugado, con escribir unas simples líneas me bastaría.
Se asomó tras la barra, en busca de algo con lo que apuntar, pero en vez de conseguir un boli tiró todas las pajitas y servilletas al suelo. Se sonrojó pues aunque solo había dos personas más había metido la pata hasta el fondo. "Siempre igual, que patosa". Inmediatamente, se agachó a recogerlas, había sido grande el estropicio.

Entré en Granny's con la intención de meterme un buen chute de cafeína, en vena si hacía falta.
Llevaba dos semanas preparando la exposición de fotografía que iba a presentar en el ayuntamiento en unos pocos días. No había dormido en cuatro días, y me caía por los rincones.
Como siempre, Granny's estaba lleno hasta los topes. Se sentó en un taburete en la barra y se pidió un café con leche, con más café que leche, y mucha espuma.
Miré mi reloj. "¿Cómo pueden ser las cuatro?", pensé. Sólo me faltaba que alguien me dijese que era lunes, porque según mi reloj interno era jueves.
La chica que estaba sentada a mi lado tomaba algo que olía delicioso. Gracias a eso me dí cuenta de que tampoco había comido desde la noche anterior. Me apresuré a pedir un sandwich vegetal, y devorarlo en el acto.
Creí estar quedándome dormida, cuando a la chica de al lado tiró sin querer las pajitas y servilletas que había entre nosotras. En un primer instante no supe cómo reaccionar, pero enseguida me bajé del taburete y me puse de cuclillas a recoger lo que había por el suelo.
-Espera que te ayudo-Le dije a la joven.

Siempre me pasaba lo mismo, tiraba todo lo que había alrededor, muchas veces pensé que podía ser una enfermedad o algo, pero luego caía en la cuenta de que era solo los efectos secundarios de quedarse clipsada pensando e la fantasía. Se encontraba, recogiendo las pajitas cuando la chica de al lado decidió ayudarla, la verdad es que era un gesto muy amable por su parte. -Perdona, es que soy muy patosa- Sonrío amablemente. - Muchas gracias por tu ayuda- Normalmente cuando cometía alguna patochada, nadie la ayudaba y sufría la vergüenza en silencio. Pero esa vez era diferente, alguien se había dignado agacharse.

Una vez recogidas, se levantó y lo puso todo en su sitio original cuidadosamente, intentando que pareciese que no había ocurrido ningún altercado y aunque los presentes lo hubiesen visto los futuros clientes no, y eso quizás la salvaría un poco de esa sensación que la hacía ponerse colorada. -Soy Sherezade, por cierto, encantada, aunque me llaman Sher, ya sabes es más corto- Río y sonrío de nuevo. Sher era una chica muy abierta y sin duda aquella muchacha la había sacado de un aprieto y en cierto modo, le debía un gran favor. Le dio un trago a su té. Le gustaba conocer gente, escuchar sus historias y después hacerlos los protagonistas de las suyas, era algo que no podía evitar y que le encantaba. Tradiciones de la infancia.

La sonrisa que me dedicó aquella joven hizo que me sintiese útil por primera vez en meses. Se fijó en que era realmente diferente, pero no porque tuviese un aspecto hermoso, sino porque para mí el hecho de que te den las gracias por hacer algo de forma altruista no era demasiado común.
Y encima tenía nombre de princesa de cuento, Sherezade, un nombre realmente bonito, no como el mío, Elaine, un nombre común.
-No tienes por qué darme las gracias, Sherezade.-dije, dedicándole la mejor sonrisa que podía sacar después de estar sin dormir cuatro días-Yo soy Elaine, pero todos me llaman Laine.
Coloqué las servilletas que tenía en la mano en el servilletero de la barra y me volví a sentar. Me fijé en que ella también se sentaba, y entonces me fijé en que al fondo había una mesa libre.
-Allí hay una mesa libre, si quieres podemos sentarnos allí. La verdad, llevo dos semanas trabajando sin salir de casa y no he dormido en cuatro días, me hace falta un poco de socialización.
Cogí mi taza y me dirigí a la mesa. Me fijé en que en la mesa que estaba delante de la mía estaba sentada la novia de mi hermano Andrew, tomando el almuerzo con quien parecía ser su madre. "¿Debo presentarme?", pensé. "No, mejor no. Cuando Drew quiera presentar a su novia a la familia lo hará en casa." Me senté en la silla más cómoda de mi vida, o eso me pareció, y tomé un largo y cálido sorbo de café.

"Laine"repetí en mi cabeza, sin duda ese nombre me gustaba, seguramente lo usaría en mi libreta. Quizás escribiría una historia sobre ella, o quizás simplemente lo guardaría en mi memoria para un futuro uso

Me parecía una chica muy simpática, incluso podríamos allegar a ser buenas amigas. Me gustaba su carácter. Ante la proposición de sentarnos juntas en una mesa, asentí, necesitaba salir de mi mundo de fantasía y color para adentrarme en la realidad. Me sorprendí al escuchar que llevaba varios días sin dormir, realmente eso era una locura. Se debía de sentir cansadísima.

La seguí con mi té echando humo entre las manos, quemaba, pero olía estupendamente. Le soplé varias veces, intentando aminorar el peso del calor.
Me senté enfrente de ella, y lo removí para mezclar bien el azúcar.- ¿En qué trabajas? Sea lo que sea te debe de gustar mucho, es mucho tiempo sin dormir.- Dije con acento curioso, tras esto pegué un sorbo. La verdad me preocupaba aquello, pues yo no era capaz de hacer eso, pasar días sin dormir, solo de imaginarlo, ya me producía un mal humor automático. No tenía trabajo, no sabía lo que era eso, la verdad. Pero en esos momentos estaba centrada en otros temas, otros ambientes.

Esperé a que Sherezade se sentase para pedir algo más de comer. Sinceramente, estaba hambrienta como si llevase sin comer tantos días como sin dormir.
Un enorme croissant calentito fue lo que dejaron frente a mí en la mesa, y sin preocuparme por lo que pudiese ella pensar de mí, me lo zampé sin miramientos.

- Soy fotógrafa artística. Estoy preparando una exposición en el ayuntamiento y tengo que enseñarle a la alcaldesa lo que tengo preparado dentro de dos días. Y dentro de cuatro es la exposición. Necesito que todo esté lo más perfecto posible para no tener tan solo dos días para arreglar lo que a la alcaldesa no le guste.

Tomé un sorbo de café mientras intentaba escuchar la conversación que la novia de mi hermano mantenía con su "madre", o quien fuese. Supongo que mi reacción debió ser un tanto llamativa, porque se me quedaron mirando. Bajé la cabeza de forma instintiva y desvié mi atención de nuevo hacia Sherezade.

- ¿Y tú? ¿A qué te dedicas?

En aquel momento noté que mi móvil vibraba en el bolsillo de mi chaqueta. En un primer momento no le presté atención, pero me asusté al pensar que podría ser una llamada del ayuntamiento. Saqué mi teléfono y bufé al comprobar que sólo era un mensaje de Andrew.

Removía su té con tranquilidad. Sin embargo notaba a laine un poco distraída. pero le gustaba aquella chica. Después de todo lo que le había contado que llevaba tantos días sin comer, no se sorprendía de la rapidez con la que devoró aquel croissant. Escuchó su historia, sobre su trabajo. Le gustaba escucharlo, seguro que sus fotos contarían bonitas historias.

-Seguro que serán unas fotos preciosas. Iré a verlas, ya puedes asegurarte una visitante. Además con todo el trabajo y horas que has invertido... que menos.- Sonrió. Le encantaba observar las fotos, contaban historias,recuerdos y abren a otro mundo. A veces solía observar sus antiguos álbunes buscaba historias ocultas. En ocasiones, compraba antiguos álbunes y sacaba todo lo que podía de ellas. Nuevas historias, nueva inspiración.

-No trabajo, me dedico a escribir para mí misma. - Sus historias eran su tesoro. Vivía de ellas y para ellas. Era su mundo. Miles de cosas ocurrían en su cabeza, miles de cosas eran inventadas. Siempre le decían que tenía una gran imaginación, una nueva forma de perspectiva. Observó como Laine se puso nerviosa con su móvil, y la verdad, cuando eso pasaba, no eran buenas noticias intuía. - ¿Ocurre algo?¿Necesitas ayuda?

Me di cuenta de que estaba ensimismada mirado a un punto fijo en la pared. ¿Qué pensaría Sherezade de mí?
Me desperecé y volví a tomar algo de café.

-¿Eh? ¡Ah! No era nada. Solo era un mensaje de mi hermano.-Señalé a la otra mesa-¿Ves aquella chica? ¿La rubia? Es la novia de mi hermano. Él se piensa que me he sentado aquí para observarla, según me imagino que un mensaje que le habrá mandado ella a él.

No la espiaba, ni mucho menos, pero me interesaba conocerla, solamente eso. Su madre parecía muy joven, mucho más que la mía eso estaba más que claro.

-Me encantaría que vinieses a ver mis fotografías. ¿Entonces te dedicas a escribir? Espero que pienses publicar algo, porque conozco a algunas personas que escriben pero se lo guardan para ellos.

Evidentemente, diciendo eso hablaba de mí misma, y de mi hermano Andrew. Los dos siempre habíamos sido muy parecidos, pero tampoco era algo que a la gente no le hiciese hablar, ya que muchos pensaban que entre mi hermano y yo había algo más que una relación fraterna, por el mero hecho de ser adoptado, hasta que empezaron a verlo por el pueblo con Felicia.

Sherezade parecía una chica más que agradable, y en aquellos momentos me preguntaba que era lo que pasaba por su mente al verme tan dubitativa.

-Bueno, cuéntame algo de ti, que parece que solo hablo yo.

Le dediqué una sonrisa sincera y tomé otro sorbo de café.