Arriba las brujas y los murcielagos, mañana hay que celebrar su gran noche de terror {Todos}

Estaba realmente contento, pues hoy se iba a empezar con la decoración para la fiesta de la cosecha en la que se celebraría el día de Halloween. Mi madre Regina, me había acompañado hasta la plaza y me había dejado a cargo de Mary Margaret, lo cual era una cosa bastante extraña pues siendo ella la reina malvada me dejaba con la señorita Blanchard, pero estaba claro que lo hacía para que no sospechara, todo en Regina eran puras patrañas y viles mentiras la verdad, y eso no me gustaba para nada en absoluto.

Vi como Regina se alejaba al ayuntamiento para encargarse de sus tareas como "alcaldesa" y me decía que fuese bueno que no tardaría en venir a ayudar lo que a mí no me importaba como si se quería quedar toda la tarde allí metida. Me acerqué a Mary Margaret para ver lo que tenía preparado, había mucha decoración para colocar y cada una más sorprendente que la anterior. Cogí una calavera que emitía una luz rojiza por sus ojos y reí al ver como quedaba.

-Señorita Blanchard, las decoraciones son estupendas, ¿en qué puedo ayudarla a empezar?-dije realmente ansioso, tenía muchas ganas de empezar a decorar, era algo que realmente me gustaba el ayudar a los demás a que al menos en un día fueran más felices y tratasen de olvidar sus preocupaciones, era un niño sí, pero entendía perfectamente el mundo de los adultos gracias a Regina.

Cuando es halloween me pongo nerviosa, me encanta esa fiesta y recuerdo siempre disfrazarme.
Mi madre solía hacérmelos pero ahora estando casada tomaba las riendas de mi vida o al menos lo intentaba. No me gustaba comprar el disfraz completo , mi altura no ayudaba y los disfraces casi todos a no ser que fueran para niños me estaban grandes.
Había comprado bastante material para mi disfraz y a lo lejos pude divisar como una chica y un niño ayudándole con algunas decoraciones. Solo les observe a lo lejos y me dieron envidía, deberían ser madre he hijo o no sé se les veía contentos.
Sin prensarlo dos veces me acerque a ellos con la bolsa de mi disfraz.

- Hola. Perdonar ¿Saben dónde puedo encontrar cinta aislante negra? Mi disfraz es algo complicado de montar y estaba mirando material que me pueda valer.


Lo tenía casi terminado, pero cualquier motivo era bueno para conocer a alguien y poder ayudar.

Ya se acercaba la festividad de Halloween, tenía muchas ganas. Habia estado diseñando mi disfraz en mi tiempo libre, cada noche me dedicaba a realizar algún patron. Me había presentado voluntaría para ayudar en la decoración. Quería hacer algo por ayudar y de paso quizas alguien me reconociese o quizas conociese más gente. Cogí mi chaqueta, ya que empezaba a refrescar y salí para la plaza del reloj.
Al llegar ví que ya había comenzado a llenarse de gente que se había ofrecido para ayudar. No era de estrañar Mary Margaret y la madre superiora eran un encanto, quien se les negaría.
Salude a los niños que conocía y a mis pequeños alumnos, estos días les habia hecho una demostración con la espada decorando una calabaza, esa la ibamos a presentar en nombre de la clase para el concurso.

Me acerque a Mary Margaret y con dulzura le pregunto:
-¡Hola!, he venido a ayudar con la decoración. ¿En que podría ayudar?-una vez me indico en que podía ayudarlas, fuí a echarles una mano.
Tenía muchas ganas de que empezara la fiesta, sería tan divertido. Todo estaba tan bonito que parecía un decorado sacado de una pelicula. Aunque la fiesta no había empezado el ambiente ya se estaba animando.

Mañana era Halloween, y yo no tenía nada que hacer por la tarde, aunque por la noche saldría disfrazada, por supuesto. Al salir del colegio, vi cómo algunas personas iban a la plaza del ayuntamiento. ¡Claro, iban a poner la decoración de la fiesta! Qué divertido, me dije. Cuando llegué a nuestro sótano, hablé con mi hermano por si le apetecía ir, pero dijo que pasaba de esos rollos. Cómo odio a Nicholas cuando se cree un chico mayor. Halloween era divertido, y a él le gustaba como a todos los niños del pueblo salir y pedir dulces por ahí. Pero en fin, iría yo sola...
Así, llegué a la plaza, pero rápidamente me perdí. Todos parecían tener muy claro su deber en el evento, y yo ni siquera sabía si había que apuntarse o algo. Las dos personas que parecían manejarlo todo eran la madre superiora y Mary Margaret. No me gustaban las monjas, así que me acerqué a la profesora, que estaba con el hijo de la alcaldesa y con la profesora de kárate de mi colegio; ellas sí me caían mejor. Saludé a Henry con la mano antes de dirigirme a las profesoras.
-Hola a todos- dije con entusiasmo, que se notara que quería trabajar. -¿Se puede ayudar en algo?

Por fin se acercaba Halloween. Sin duda una de las fiestas favoritas de Alexandra. Llevaba preparando su disfraz de bruja casi dos semanas, y eso que lo estaba haciendo sin ayuda.

Alexandra se despertó temprano y empezó a organizar las cosas que iba a utilizar para decorar su casa. Pero se dio cuenta de que era más importante ayudar a preparar la fiesta del pueblo. Se acercó al armario y cogió su chaqueta negra con dibujos de calabazas y salió de su casa.
Se respiraba ambiente festivo, y casi la mitad de la gente que conocía estaba ayudando en la preparación de la fiesta.

A lo lejos, entre el gentío, distinguió a la Madre Superiora, e intentó acercarse a ella de forma infructuosa, ya que estaba rodeada de vecinos que le pedían tareas. Tardó casi diez minutos en poder acercarse a ella. Lexie estaba casi sin aliento, ya que tanta gente la ponía muy nerviosa. Una vez llegó junto a ella una vecina la tocó en el hombro y la felicitó por la chaqueta. Lexie no pudo evitar sonrojarse de manera demasiado evidente, aún para su piel morena.

La Madre Superiora le tendió una lista con las tareas que quedaban libres, y Lexie escogió una no demasiado complicada y se unió a los demás en la tarea.
A lo lejos distinguió a su hermana Felicia, tan perdida como estaba ella cuando llegó a la plaza, y le indicó que se acercase a la Madre Superiora para seleccionar una tarea.
Feli llegó asfixiada y colorada por el esfuerzo, y se situó al lado de Lexie.
-Menos mal que llegaste, no conozco prácticamente a nadie.
-Pues mira que yo-Comentó Felicia entre risas y toses.-Acuérdate de esconder la chaqueta antes de que llegue mamá, sabes que la odia
Lexie se encogió de hombros, y como si estuviese preparado, Feli y ella soltaron una carcajada al unísono.

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Le había dicho a Henry que volvería en un rato. Pero lo cierto es que no tenía intención de volver. Que se las arreglasen ellos con aquella fiesta. No era asunto mío decorar la ciudad para ellos. Ya bastante hacía teniendo que comprar dulces para los niños que vinieran a pedir a mi puerta. Sin embargo hubo algo que me hizo cambiar de opinión. Algo que hizo que mi frío corazón diese un vuelco. Y es que hacía mucho tiempo que no la había visto, pero no podía olvidarla, jamás podría.

_ Gretel..._ murmuré, de modo que nadie me oyó. Era la misma niña, aquella a la que había tratado de darle hogar. La misma que había sido capaz de caldear mi frío y oscuro corazón. La niña que hizo que fuese tan bondadosa como para reconocer que había errado y para dejarle decidir por sí misma. Y ahora tenía una segunda oportunidad con ella. Casi olvidé a Henry por un instante pensando en ella. No podía quitarle los ojos de encima. Quería estar cerca, averiguar qué había sido de ella. Y sólo había una forma de hacerlo, lo que provocó que mis pasos se dirigiesen hacia la persona que más odiaba de todo Storybrooke._ Buenas tardes señorita Blanchard. ¿Cree que hay alguna tarea que la alcaldesa de este pueblo pueda realizar?

Miré a la mujer tratando, por supuesto con éxito, de que no se notase el fuego en mi mirada. Y le expresé mi mejor sonrisa fingida, que era bastante buena, en especial teniendo a Henry al lado, que debía ver la mejor cara de mí. Si quería conseguir que se olvidase de la maldición y dejase de investigar tenía que demostrarle que no era quien él creía.

Estaba ya empezando a colocar algunas cosas por los estantes que se levantaban en la plaza cuando llegaron varias personas, una chica era Fiona, no la conocía mucho, pero vino a preguntar si teníamos algo para ayudarla con su disfraz. -En esa caja hay varias telas, puedes mirar si alguna te vale.-dije sonriente mientras volvía a mi tarea de colocar guirnaldas de fantasmas y calabazas. Ahora llegaba la profesora de kárate, que en verdad era la valiente guerrera Mulán, pero cómo no, todos me tachaban de loco y eso era algo de lo que ya me estaba cansando, pero no cesaría en mi empeño de desenmascarar la verdad.

-Hola Mei.-saludé contento. Vi que detrás de ella legaba Ava la cual me saludó con la mano y me dedicó una gran sonrisa, yo hice lo mismo y bajé de un salto de la silla, ella era Gretel. -Hola Ava, ¿cómo estás?-le pregunté sonriente. Pero no tardó en desaparecer mi sonrisa al ver llegar a Regina, la cual se mostraba falsamente como una amable alcaldesa que quería ayudar en la decoración del lugar, no podía ver lo falsa y cruel que ella era con la gente al tenerlos engañados y encerrados en un mundo que no era el suyo. Me separé de todos y me fui a la otra parte de la plaza, solo y me senté en el suelo y saqué lo único que me ayudaba en estos casos, mi libro de cuentos que me había regalado Mary Margaret. -Ojalá yo pudiera hacer algo...-susurré con tristeza.

Cada vez se estaba animando más gente a participar en la decoración de la plaza, la fiesta sería sin lugar a dudas maravillosa. Empece a ayudar en la decoración a Mary Margaret y a la madre superiora. Al momento llegaron los pequeños Henry y Ava, los conocía del colegio. Eran unos niños encantadores y muy simpaticos.
-Hola chicos, ¿que tal estai?, ¿ya teneís el disfraz para mañana?-les pregunte a los pequeños con una gran sonrisa. Me encantaba estar con los pequeños y enseñarles artes marciales. Era divertido ayudar en la decoración y poder ser parte de la fiesta . Henry nos pregunto que tal estabamos:
-Muy bien, muchas gracias-le conteste, aunque aparecío al momento la alcaldesa, Henry se marcho junto a su libro.

Ví a una chica, que no había visto por la ciudad quizas era nueva o simplemente no la conocía. Se presento como Fiona:
-Hola Fiona, encanatada de conocerte. Yo soy Mei Ling.
Al llegar la alcaldesa Fiona se marcho para charlar con ella. Yo mientras volví con la decoración, cogí un cuchillo y empece a tallar calabazas, con un estilo en plan artes marciales. Cuando termine de tallar la calabaza, vi que no hacía falta tallar más. Así que me puse ha realizar decoraciones en plan origami como murcielagos y fantasmas.
Todos estaban haciendo un trabajo fenomenal, era muy divertido estar allí y poder conocer gente.

Detrás de mí llegaba más gente, todos nos agrupábamos alrededor de la profesora excepto una mujer que llegó y se fue con la Madre Superiora. Bueno, daba igual en realidad, yo prefería estar aquí con gente que conocía: Henry, Mary Margaret, Mei...
-Muy bien, ¿y tú?- respondí simpática al hijo de la alcadesa; que por cierto en ese momento llegó y se unió al grupillo.
Al verla me aparté ligeramente de ella, esa mujer me daba algo de miedo y temía además que, si descubría nuestra situación actual, nos mandaría por ahí, a cualquier orfanato de cualquier cuidad, separados. Eso era algo que no podría soportar.
Así, me centré en la profesora de artes marciales del colegio, que en ese momento nos preguntaba si teníamos disfraz. Me quedé pensativa un momento, recordando si había cogido materiales de por ahí para hacerme un disfraz, y al caer en la cuenta asentí y sonreí satisfecha.
-Sí, yo ya lo tengo. ¿Usted también se va a disfrazar?- pregunté con curiosidad, aunque casi me interrumpió la llegada de otra mujer, que tras presentarse se fue a hablar con la alcaldesa. Me giré buscando a Henry con la mirada, pensando en proponerle salir todos juntos mañana por la noche; él, Nicholas, yo, y todos los niños que nos encontráramos. Me sorprendió ver que se había alejado del grupo, y que estaba en un rincón leyendo un libro muy grueso. Me encogí de hombros y tras coger algunas calabazas pequeñas para colocarlas por toda la plaza, me acerqué a él.
-Hey Henry, ¿qué lees?- dije sentándome a su lado sin pedir permiso siquiera. Leí el título. -Érase una vez... Tiene buena pinta. ¿Vas a salir mañana por la noche? Ya sabes, a pedir caramelos y esas cosas de Halloween.

Sonreí a la chica pelirroja que había pedido el favor, Fiona se llamaba... -Hola Fiona, yo soy Henry Mills.-dije cuando vi que Mei Ling nos preguntaba de qué íbamos a ir disfrazados al día siguiente para la fiesta de Halloween. -El mío va a ser una sorpresa profesora Mei.-dije mientras me apartaba ya que estaba llegando mucha gente y me sentía algo agobiado, saqué mi libro de cuentos y empecé a hojearlo por las páginas del cuento de Blancanieves. Vi que Ava se acercaba a mí con gran curiosidad y me realizaba aquella pregunta.

-Es un libro de cuentos, me lo regaló Mary Margaret, mira es muy interesante, aquí está el cuento de Hansel y Gretel...-dije mientras le enseñaba el capítulo en la historia en donde ella era la protagonista. -Sí, voy a ir mañana, lo primero es porque me gusta, y lo segundo porque mi madre es la alcaldesa y debo estar presente según ella.-dije en tono algo más cansado, no me gustaba que Regina me tratase como ella quisiera, pero tenía que decir que esa noche sería una de las pocas que me deja salir con su completo permiso. Continuaba hablando con Ava cuando escuché una voz muy familiar. -¡EMMA!-dije mientras le dejaba el libro a Ava y me lanzaba en un abrazo hacia la que era mi madre y mi fiel ayudante en l operación cobra. -¿También vienes a ayudar?-le pregunté curioso.

Los niños eran un amor, tanto Henry como Ava era muy simpáticos. Me contaron que ya tenían sus disfraces aunque no me quisieron decir de que, ya que era una sorpresa. Entonces Ava me pregunto si me iba a disfrazar. Con mucha dulzura les conteste:
-Sí, también me disfrazare aunque es una sorpresa.

Llego una joven que se presento como Fiona, no la conocía pero me presente. Me encantaba hacer amistades, siempre era agradable charlar con una amiga, así que aprovechaba esta ocasión para hacer amistades. Henry y Ava se marcharon por su lado seguramente a jugar entre ellos, era bonito ver como se divertían entre ellos.
Fiona comenzo a charlar conmigo mientras realizaba una decoración de murciélagos de origami. Se me daba bien las manualidades a veces las hacia en mi tiempo libre.
-No te preocupes, esta fiesta es una buena ocasión para poder conocer gente. Hace unos meses desperté de un coma. Apenas recuerdo a la gente de aquí, por eso me he apuntado como voluntaria para conocer gente o quizás para recordarlas-dije lo ultimo con una pequeña risa tímida, Fiona parecía muy simpática. Así que le propuse-¿que te parece si te enseño ha hacer murciélagos de origami?, ya veras es muy sencillo y nos va a quedar muy bonito.
Mire como iban las decoraciones, era tan bonito parecía que estábamos en mitad del rodaje de una película.
Con unos movimientos le enseñe a Fiona como hacer un murciélago de origami, lo hice despacio para que lo pudiera ver. Despues los podríamos poner con los demas, iba a quedar muy bonito.

Este sí que era un milagro. Había salido de la biblioteca en una festividad mas o menos importante. Hace mucho tiempo que no veía esas aglomeraciones de gente, cielos. Me sentía... fuera de lugar. Y mucho.

Llevaba conmigo una enorme pila de libros de terror, a disposición de quien quisiera leerlos. Según mi jefe, el bibliotecario, era algo que hacía todos los años para estas fechas, y él era el encargado. Fue un golpe de mala suerte que se enfermara justo este día, y que yo tuviera que reemplazarlo en todo. Bueno, por lo menos lo era para mí. Mi padre estaba encantadísimo de que saliera a celebrar y tomar "aire fresco", como solía decir.

Apenas podía moverme con esa caja rebosante de varias historias interesantes, la mayoría te ponía los pelos de punta- ya las había leído, y me trajeron una grata noche llena de pesadillas-, y no estaba segura de que fueran para niños, pero el jefe manda y yo voy. Así es el negocio.

Por el peso, tropecé y todo aquel texto impreso cayó como un mar de papeles hacia el suelo. Solté un gemido de desesperación.

-¿Disculpe, alguien? Mi nombre es Joanne Clevermann y traigo los pedidos de la Biblioteca. ¿Pueden por favor ayudarme a recogerlos?