[NNJ] Mi red de mentiras (Ruby)

Fingir ser niña era entretenido. La gente te trataba con delicadeza y te decía cosas amables, te regalaban caramelos y se preocupaban por ti. Siendo una niña de verdad jamás había tenido esas ventajas, ese cariño. Me sentía más feliz que nunca, y en parte lamentaba haberles causado tanto dolor. Pero luego recordaba el abandono y desparecía esa idea de mi cabeza.

Ya había empezado a hablar con Regina a solas, a estar con ella. Parecían temas banales, pero me sentía genial de ser querida por ella. Desde el primer instante había tratado de compensar la falta de mi madre, y se había puesto muy cariñosa conmigo. Sin pretenderlo, me había desviado de mi plan, y había terminado siendo arrastrada por su amor.

_ Gacias..._ Dije con tono infantil cuando me dieron un manzana al pasar al lado de la frutería. Le di un mordisco y comprobé que estaba jugosa. Quien sabe, quizás si aquella maldición se prolongaba para siempre podría llegar a ser feliz.

Escuché como llamaban a mi hermana, y me volví, observando a la joven, pues estaba claro que era a mí a quien se dirigía. El ser gemelas tenía más beneficios de los que en un principio había podido imaginar. Ahora probablemente me enteraría de lo que estaba sucediendo y de lo que se pretendía que ella supiese. Di otro bocado a la manzana y miré a Ruby desde abajo.

_ Hola... ¿Eres la camarera no? ¿Buscabas a Maly?_ Pregunté con inocencia. Porque esas cosas no se hablaban con los niños, se hablaban con los adultos, a pesar de que los niños malditos habían sido adultos hasta hace muy poco. Tenía comprobado que los que no estaban malditos los seguían tratando como a niños. Por eso, precisamente, no estaban todos afectados._ Ha ido a comprarme un regalo. Pero viene en seguida.

Tenía ya planeado algo para cuando esas situaciones se presentasen. Normalmente llevaba un monigote, una marioneta, que fingía ser Maléfica siguiendo mis órdenes telepáticas. Pero no recurriría a ella si no era necesario. Era difícil mantenerla controlada en conversaciones complejas, en especial si me miraban a mí al mismo tiempo.

Decidí que lo mejor era que usase el doble que había preparado para no dejar lugar a dudas sobre mi identidad, pues empezaba a pensar que Ruby tenía sospechas. Envié la orden, y mi maniquí se acercó a gran velocidad, como si realmente estuviese preocupada porque estuviese sola. Me rodeó con los brazos posesivamente y me atrajo hacia sí.

_ ¡No te he dicho que no te alejes! Es peligroso._ Dijo, mirándome a los ojos. Yo la rodeé con los brazos, fingiendo que necesitaba sentirme protegida. Pero lo cierto es que mis necesidades eran bien distintas. No necesitaba protección, necesitaba a mi hermana, y esta maldición iba a concedérmela, con ella entendería cómo debíamos sentirnos._ Es que quería una chuche. Además, Ruby me ha estado cuidando.

Fingí una mirada de cordero degollado, porque lo cierto es que había tenido que realizarla muchas veces en el reino oscuro antes de crecer y comprobar que era inútil. Entonces había tenido que utilizar otras técnicas, que no hacían más que provocarme más sufrimiento.

Su excusa no me convencía. Podía notar como le subían las pulsaciones. Aquello eran mentiras, y estaba segura de que me había descubierto. Sonreí, sin poder evitarlo. Aquello no me preocupaba, y de hecho, era un punto divertido a mi favor. Quien no arriesga no gana, pero en cualquier caso yo estaba segura de que triunfaría en esta batalla. Aunque no era la batalla que todos esperaban que fuese.

Mi batalla era otra. Mi batalla era para ganarme el corazón de mi hermana. Y ellos desconocían lo que eso implicaba, y como me estaba yendo. Lo que más me importaba era ser querida por mi hermana, que fuésemos esa familia que deberíamos haber sido hace tiempo. A fin de cuentas, si no hubiese sido por el hada azul, yo hubiese estado con ella, habría sido la primogénita, y ella habría podido casarse con Daniel, conseguir su final feliz. Esperé a que se fuese para mirar a mi copia y hacerla desaparecer.

Me puse en pie y comencé a andar, decidida a dirigirme hacia donde mi hermana se encontraba. Tenía deseos de jugar con ella a cualquier juego, pues cuando nos sentábamos juntas sí que me sentía como una niña, una niña querida, amada.