Formulando un deseo (Sloan McAvoy y libre)

El pozo de los deseos. Mi paseo por el bosque me habia llevado hasta ese lugar. ¿Casualidad? Antes lo hubiera creido, pero ahora, recuperados todos mis recuerdos de mi verdadera vida, ya no creia en las casualidades. Me acerco al pozo pensativo. Desde que habia recuperado a mi hermosa Lily, mi amada esposa y la unica en mi corazon, me embargaba una gran felicidad. Lo unico que deseaba ahora mismo era estar con ella sin importar lo que pasara. Pero aunque encontrar a mi.amada habia sido un alivio y una alegria para mi, todavia me faltaba algo. Mi hija. Era practicamente un bebe cuando sucedio lo de la maldicion y no habia vuelto a verla. Lo que no habia conseguido arrebatarme Rumpelstinski lo habia hecho Regina y deseaba encontrarla al igual que habia encontrado a su madre.
Miro el pozo, sin decidirme todavia. No habia magia en este mundo pero, ¿funcionaria si pedia un deseo? Me decido y saco una moneda.

"Deseo encontrar a mi hija y estar junto a ella y mi esposa el resto de mi vida siendo lo que somos, una familia, y deseo que nada vuelva a separarnos y ser felices para siempre"

Arrojo la moneda al agua y me quedo esperando a ver si pasaba algo.

Después de esperar unos minutos que me parecen eternos, no puedo evitar sentirme algo decepcionado. Antes de que se rompiera la maldición, me habría ido después de arrojar la moneda y con seguridad no me habría importado tanto si mi deseo se cumplía o no, también porque sinceramente no habría pedido recuperar a mi hija dado que no me acordaba de ella en ese momento, salvo en mis sueños, sino que mi deseo habría sido muchísimo menos serio, sólo para hacer la gracia y ver si el pozo funcionaba. Pero ahora, con la maldición rota y recordando quien soy en realidad, me había esperado algo mágico, un destello de luz blanca y que mi hija apareciera así sin más, o algo por el estilo. Pero nada. ¿O sí?
Una voz me sobresalta y me giro rápidamente, viendo a una chica a mi lado, mirándome. Le sonrío con amabilidad.

- Tranquila, no importa - La miro con curiosidad cuando me dice que cree ser un hada y oculto una sonrisa, pero me pongo serio de nuevo cuando me ofrece su ayuda. ¿Sería que mi deseo se había cumplido? No era así como esperaba, pero me vendría bien algo de ayuda, y más si era de un hada - Soy Cedric Devars. O el príncipe Richard - Le cojo la mano, estrechándosela suavemente, saludándola, para acto seguido inclinarme gentilmente ante ella, besándole la mano - Te agradezco que quieras ayudarme, la verdad es que no me vendría mal un poco de ayuda

Spoiler:

Había ido a tomar algo a aquella cafetería con toda la tranquilidad del mundo pues no tenía que trabajar y en el colegio no necesitaban mi ayuda con las clases de música, así que podía estar tranquila todo el día.

Estando sentada en aquella mesa y con mi refresco delante de mis narices, no pude dejar de pensar en lo que era y había sido mi vida antes de la maldición: mi padre, mis hermanas, Atlántica, Erick… todo. Suspiré afligida y bastante triste, quería estar con ellos quería volver a casa. De pronto, escuché una conversación de alguien cerca de mi mesa.

-Como escuchas -dijo el hombre- el Pozo de los Deseos en el Bosque, dicen que puedes cumplir cualquier deseo que tengas…

No escuché nada más. Me levanté de la silla y salí de allí en dirección al bosque, tenía que encontrar el Pozo y pedir mi deseo.


No me costó mucho llegar al Bosque pero todavía tenía que llegar hasta el Pozo. Fruncí el ceño al ver que aquel lugar estaba un poco oscuro y que el suelo no era tan estable como me gustaría. Respiré hondo y comencé a caminar hacia el lugar que indicaban unos carteles.

-Pediré que me lleve a casa… -me decía a mí misma en voz alta-. Pero también podría pedir que vinieran todos aquí… -estaba indecisa, mientras pudiera ver a mi gente, no importaba mucho si iba o venían, ¿no?

No tardé mucho en llegar hasta el Pozo, pero no estaba sola, allí cerca del Pozo de los Deseos, había una pareja, un chico y una chica, muy guapos ambos, debía admitirlo. Me acerqué a ellos tranquilamente.

-Veo que no soy la única que tiene deseos por aquí -les dije sonriente mientras caminaba lentamente hacia ellos-. Espero no molestar ni interrumpir nada -me disculpé al darme cuenta de que podría estar estropeando un momento íntimo.

Off:

Spoiler:

Oigo a alguien que se acerca hablando en voz alta. Al parecer también iba a formular un deseo por lo que estaba diciendo.

* Todos hemos tenido la misma idea por lo que veo * Pienso, sorprendido aunque también comprensivo. Antes este sitio estaba desierto excepto cuando alguien paseaba por aquí buscando la soledad, pero ahora con la maldición rota y con todos nuestros recuerdos recuperados lo raro sería que nadie apareciera por aquí buscando algún elemento mágico por leve que fuera que le ayudara a volver a casa o a recuperar a sus seres queridos entre otras opciones. Alzo la mirada y la veo aparecer. Era una chica que se queda parada al vernos. Sonrío ante su disculpa.

- Yo he pensado exactamente lo mismo. Lo extraño sería que no viniera gente por aquí ahora que la maldición se ha roto y hemos recuperado nuestros recuerdos. Tranquila, no tienes que disculparte, no has interrumpido nada. Soy Cedric Devars. O el príncipe Richard - Le digo, inclinándome ante ella al igual que había hecho con Sloan hacía un momento.

Había ido al bosque en busca del pozo y lo que había encontrado allí era a una pareja, un chico y una chica. Al llegar y verlos, me sentí algo mal, sentía como si hubiera llegado en un mal momento y molestase. Sin embargo, las palabras del chico me tranquilizaron pues entendía a la perfección que hubiera ido allí y todo eso y, además, según él, no molestaba. Sonreí ante su reverencia y su presentación. Entonces, la chica se presentó también y me abrazó de improviso.

-No te preocupes, no me molesta -volví a sonreír-. La verdad es que a mí también me sale solo el abrazar a la gente, pero suelo intentar controlarme, pues no todo el mundo acepta abrazos ajenos -me encogí de hombros.

Escuché sus palabras cuando me dijo que no me había preguntado mi nombre y sentí como se me subían los colores. La verdad era que ni siquiera había tenido yo la decencia de presentarme.

-No te preocupes, suelen llamarme pelirroja -sonreí al ver su cara- y la cosa es que he sido una desconsiderada al no presentarme -carraspeé un poco y les hice una pequeña reverencia-. Soy Jessica Aldrich, bueno aquí en Storybrooke -sonreí-, en nuestro mundo soy la princesa Ariel.

Observé como Sloan se acercaba al príncipe y le ponía la mano en el hombro. Fruncí el ceño ligeramente al escuchar que el chico había perdido a su hija. Eso era muy triste, tanto como perder a toda tu familia y al amor de tu vida.

-Lamento de corazón que no hayas encontrado a tu hija, príncipe Richard -dije acercándome a ellos y suspirando-. Yo también he perdido a mi familia… creo que están en nuestro mundo y… -entonces caí en la cuenta de lo que había dicho Prilla-. Espera, ¿has dicho que eres un hada? ¿Un hada de Neverland? -sonreí ampliamente-. Veo que hay más seres fantásticos, como dicen en este mundo, por aquí -ladeé la cabeza y antes de que dijeran nada, proseguí-. Yo soy una sirena, hija del rey Tritón de Atlántica -miré a Richard otra vez-. No desesperes, príncipe, estoy segura de que encontrarás a tu hija y si he de ayudarte… lo haré -en mi mirada se veía la determinación propia que me caracterizaba.

Off:

Sloan se acerca a saludar a la recién llegada y le da un abrazo nada más presentarse. No puedo evitar sorprenderme ligeramente al ser de carácter más reservado, pero sonrío al ver la escena, y sonrío más todavía al ver que a la otra chica no le importaba y que compartía esa costumbre.

- Un placer conocerte, princesa Ariel - Vuelvo a inclinarme ante ella.
Sonrío a Prilla cuando me pone la mano en el hombro y le agradezco sinceramente sus palabras.

- Te lo agradezco de veras... a las dos -   Digo mirando a Ariel cuando se ofrece también a ayudarme. - No se si mi hija está en nuestro mundo o no, solo se que es muy pequeña y estoy desesperado por encontrarla. Si vosotras también necesitais ayuda para lo que sea, contad conmigo. -   Les doy mi palabra de ayudarlas también si lo necesitaban, así nos sería todo más sencillo.

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