when I was in the dark... you were there. |Leroy Smith|

Estaba oscuro. El golpe recibido en el bazo por la caída producida por el empujón de los guardias del rey hacia la mazmorra, producía un dolor intenso que le martilleaba de arriba a abajo. Estaba algo desorientada. Había ido allí en busca de Charming, tenía que parar su boda con Abigail. La quería a ella, y claramente, ella a él también. Un mes tratando de olvidarle, no había surtido efecto, y se había percatado al leer aquella carta, de aquella paloma mensajera, enviada por nadie más que por él.
Pero al llegar allí, lo primero que se encontró, fueron unas oscuras mazmorras. O más bien, un guardia, que la guió hacia unas oscuras mazmorras.

Piedras, piedras. Más piedras. Trató de escalar las paredes en busca de una salida una, dos, tres veces. ¿Por qué era tan absurdamente inútil? Tenía que salir de allí. Necesitaba tenerle cerca, decirle que deseaba irse con él. Pero todas sus ideas se iban convirtiendo en ceniza. No podía salir de allí. Tomó una piedra, y pasando sus brazos a través de las rejas, comenzó a golpear el candado de la celda, de manera inútil. No se pensaba rendir.
-Tiene que haber alguna manera, por pequeña que sea... -Se dijo a sí misma, barajando de nuevo opciones. Techo no. Candado no. ¿Qué se le escapaba?

Cuando la encerraron en aquella celda, él se desperto de su sueño, llevaba dias y todavia no habian encerrado a alguien que no fuera a él. Observaba sentado desde su sitio como intentaba escapar de alli, veia como sus esfuerrzos eran inutiles, y cuando ella empezo a golpear el candado con una piedra empezó a silbar la unica canción que le habia enseñado desde que nacio, y poco a poco se fue acercando hasta las barras de la celda que los separaban
-¿Que miras joven?

Se sobresaltó de una manera que no hubiera sido normal si se hubiera encontrado en el bosque. Tenía todos sus sentidos constantemente alerta. Pero allí, encerrada entre tres paredes y una verja, verdaderamente creía que estaba sola. Se volvió rápida, alerta, con los hombros tensos, y la mirada desafiante, tratando de vislumbrar entre la oscuridad de las mazmorras, a quién pertenecía aquella voz que sonaba calmada, agotada.
Dio un paso, dos, tres, hasta que vio la figura entre las rejas que separaban una celda de otra, agarrado a ellas.

-Intento escapar. Tiene que haber alguna manera. -Sentenció, dedicándole una mirada, antes de volver a centrarse en las piedras.
Colocó un pie en una gran piedra, mientras se agarraba a otras con los brazos. Escaló unas cinco piedras hasta que, no tardando demasiado, calló de espaldas en el duro suelo, produciendo que el dolor de su bazo se incrementara, por la espalda entera. -Al menos, eso espero. -Tenía que salir. Era un hecho.