Y al mar volvi... [Brandon]

¿Quién se quejaba de trabajo aburrido, de rutina? Brandon, no. Quizás lo había hecho cuando estaba en el instituto, cansado de que le obligaran a ir todos los días a un sitio que no le gustaba, y de tener que leer sobre cosas que no le interesaban. Sí, en aquella época, las quejas habían estado a la orden del día. Pero desde que había empezado a trabajar en el astillero, con los barcos, al lado del mar... prácticamente todas las quejas habían desaparecido del mapa, siendo sustituidas por una actitud de tranquilidad que demostraba lo mucho que le gustaba lo que hacía. Por eso se presentaba todas las mañanas en el taller, poco después de que este abriera, sin problema alguno por tener que madrugar. Total, dormir pocas horas nunca le había afectado al rendimiento, y si estaba cansado, se echaba un rato al llegar a casa, listos.

Aquel día no fue, ni mucho menos, la excepción. Desde primera hora de la mañana, poco después de que el Sol apareciera en el horizonte, Bran estuvo pendiente de uno de los últimos encargos que había llegado: uno de los barcos pesqueros de tamaño medio del puerto había presentado pequeñas fugas en la zona de la quilla, y eran necesarias unas reparaciones. Por suerte para el joven, el jefe del astillero estaba ocupado con todo el papeleo administrativo y del alquiler aquel mes, así que todo quedó enteramente a su disposición. Durante toda la mañana estuvo comprobando el estado del barco desde la cubierta, admirando de reojo las formas de las barandas y el mástil. Le encantaría poder tener un barco semejante para él solo, pero su nivel de renta era bastante bajo, así que tenía que conformarse con repararlos.

Tras su pequeña pausa para comer, decidió empezar a calafatear de una vez, así que se fue en busca de una cuerda y un par de arneses. Mientras la mayoría de gente que conocía que compartía su profesión prefería hacerlo con una escalera, o algún medio para llegar más arriba, Brandon siempre había preferido colgarse desde la barandilla, dejarse caer y trabajar suspendido en el aire. A su manera, era más emocionante. Así que, cuando estuvo bien sujeto, se descolgó, apoyando los pies sobre la madera para tener algo más de estabilidad, y con los auriculares puestos, empezó a trabajar, al ritmo de la canción que estaba escuchando. - All right stop! Collaborate and listen, ice is back with my brand new invention. Something grabs a hold of me tightly then I flow like a harpoon daily and nightly. - Y así, su dinámica natural. La gente que pasaba por delante le daba lo mismo, que él se la pasaba bien trabajando con su música. Hasta los martillazos iban al compás. Dum dum dum dumdumdumdum. Dum dum dum dum dumdumdumdum.

Golpecitos rítmicos. Dum dum dum dumdumdumdum. Siguiendo el compás de la canción, de la música, que resonaba en sus oídos quizás a un volumen más alto del que sería recomendable, pero aquellas chorradas, a Brandon no le habían interesado nunca. La situación era la misma de casi siempre, de hecho. La mayoría de gente que pasaba por el paseo marítimo de habitual ya estaba acostumbrada a aquella pequeña excentricidad del joven trabajador, y el resto de gente... bueno, Bran no cantaba tan mal. Quizás alguna mirada curiosa, al verle colgado y tan tranquilo con los pies a un par de metros del suelo, pero pasaban rápido, tan pronto como seguían con su camino. Y el joven estaba tan centrado en la parte de la madera que estaba reparando, y en comprobar que la cuerda que estaba agarrada al arnés de su cintura no diera tirones extraños, que tampoco percibía que llamaba la atención de la gente de semejante manera. Iba a su bola, como siempre, y el resto, poco o nada le importaba.

Acabó el primer sector, y se balanceó un poco a la derecha, asegurándose de que el conjunto de poleas de la baranda se afianzaba correctamente en su nueva posición. No tardó demasiado en estabilizarse de nuevo, y seguir a lo suyo. - If there was a problem, yo, I'll solve it! Check out the hook while DJ revolves it. Ice, ice baby - Y de nuevo a golpear con el martillo, muy fácil todo. Le gustaba el trabajo, le gustaba su música, y le pagaban por hacerlo. ¿Por qué no debería disfrutarlo? Le parecía lo más normal del mundo el haber dejado las clases y el instituto para realizar aquel tipo de trabajos: salvo los días en los que tenía que ir a buscar a algún cliente dentro del pueblo, el resto de jornadas trabajaba junto al mar, y a cuatrocientos metros de su pequeño apartamento.

Sin embargo, algo distinto pasó aquella vez. Una sensación, quizás, o algo extraño, que provocó que tuviera la necesidad de levantar la cabeza hacia la vía de paso. Dejando de cantar, y afianzando el martillo en su cinturón de herramientas para tener las manos libres, giró la vista hacia el paseo, para encontrarse con una chica con un lápiz y algo parecido a una libreta. Con curiosidad en su mirada, frunció el ceño, extrañado de la repentina atención hacia su persona. - ¿Hay algún problema? - Alargó la mano izquierda y se sujetó a la cuerda, repartiendo de aquella manera un poco más su peso, y con la otra, se echó hacia atrás los mechones de pelo oscuro que le caían sobre la frente, algo perplejo de que alguien le estuviera observando de aquella manera. ¿Tenía monos en la cara, o algo?

Con la extrañeza reflejada en su rostro, ya que la situación no era, en absoluto, habitual, Brandon aguardó a una respuesta de la chica que estaba plantada en mitad del paseo marítimo, cuaderno en mano. No le molestaba -de hecho, ni siquiera estaba a menos de diez metros de él-, pero tenía que reconocer que no estaba acostumbrado a trabajar atrayendo la mirada de alguien durante más de diez segundos. Con los dedos, tamborileaba sobre la cuerda, todavía siguiendo el ritmo de la música que salía de sus auriculares, pero sin cantar ya. La verdad era que para él, la situación era curiosa. No sabía qué habría visto la joven de interesante en sí mismo, o en el barco, pero sin duda algo del entorno le había llamado la atención. A saber qué sería, si sólo estaba haciendo su trabajo.

Al final, cuando recibió una respuesta, arqueó una ceja, sin entender demasiado a que venía lo que le acababan de decir, y se encogió de hombros. Se movería lo que el trabajo requiriera, porque era lo que tenía que hacer. - Voy a moverme lo que sea necesario para acabar con ésto. - Si la chica quería dibujar cualquier cosa, tendría que amoldarse, porque él no pensaba dejar de reparar bien el barco, o alargar de manera innecesaria su jornada laboral, simplemente para que el boceto saliera más o menos nítido. Nah, ni hablar. Dispuesto a continuar a lo suyo, cogió de nuevo el martillo, y tras aplicar con la mano derecha una pequeña capa de aquel líquido que le había dado su jefe, empezó a clavar de nuevo sobre la madera, tratando de reparar aquellas fisuras que provocaban que el agua se filtrara dentro de la embarcación. Bran entendía de barcos los suficiente como para saber exactamente cómo tenía que hacer su trabajo para que éste saliera, si no perfecto, lo mejor posible.

Estaba enfrascado por completo de nuevo en la tarea, casi acompasando otra vez los movimientos al ritmo, cuando oyó la voz de la joven una vez más. Paró el martillo en mitad del movimiento, y levantó la cabeza de nuevo, para negar con la cabeza, con un pequeño gesto de indiferencia. - Haz lo que quieras. - No se le había pasado por alto que le había tratado de usted, pero le daba lo mismo. Él y los modales no se habían llevado nunca demasiado bien, así que lo del formalismo... no pensaba usarlo a menos que fuera un tema de trabajo, y aún así le costaba.