Desayuno con...¿Diamantes? (Jasmine)

por Invitado Lun Nov 12, 2012 10:40 am

Se recogió el pelo en un moño despreocupado y volvió a posar sus ojos castaños en la humeante taza de café que tenía delante. Era la tercera en lo que llevaba de día y no parecía que el número se fuera a quedar ahí. Según ella, necesitaba cafeína.
Se había levantado como siempre aquel día. Una ducha de agua templada y una tostada antes de salir de su pequeño apartamento y bajar a abrir la pastelería como siempre. Esperaba tener algo de clientela para poder pasar las horas con más rapidez, pero sus pocas esperanzas habían sido en vano. A las once había podido cerrar e ir a Granny's a tomarse un café, repitiéndolo a la una de la tarde y en aquellos momentos, a las cuatro y media. El día estaba in usualmente tranquilo y eso solo hacía que acabara atiborrándose de cafeína aun a pesar de que no debería estarlo haciendo.
Esa era la razón por la cual, después en las noches, tardaba tanto en conciliar el sueño.
— Debería empezar a abrir solamente por las tardes— se dijo en voz alta, antes de tomar su taza aun humeante y darle un sorbo a la caliente bebida— Me libraría de levantarme temprano.
La cuestión no era que Skylar fuera una persona vaga, ya que sus padres le habían enseñado que para poder conseguir triunfar había que hacer ciertos sacrificios, pero encontraba realmente inútil el tener que renunciar a sus horas de sueño para quedarse sentada detrás del mostrador de la tienda sin hacer absolutamente nada.
Eso era incluso mas agotador que el hecho de estar trabajando sin descansar.
Se encogió de hombros y volvió a tomar otro poco de su café, quemándose esta vez la lengua al contacto con el liquido hirviendo.
Soltó la taza encima de la mesa y se contuvo de no soltar una maldición.

por Invitado Miér Nov 14, 2012 1:17 pm

Despertarse era prácticamente lo peor del día para Jasmine.Lo bien que se estaba durmiendo era algo que nada lo igualaba.
Sabía que debía ponerse en pie puesto que tenía que dar una especie de concierto matutino en Granny's,por llamarlo concierto puesto que era a lo que más se asemejaba.Tan sólo tenía que presentarse en el local y rasgar levemente su guitarra acompañando la melodía con alguna letra de la primera canción que se le pasase por la cabeza puesto que a primera hora de la mañana en aquel local suponía que no les apetecería escuchar rock.
Así pues,se levantó costosamente de la cama acercándose a su armario cogiendo la ropa que llevaría puesta aquel día;y una vez vestida,se cepilló el pelo maquillándose después y al ver que ya llegaba tarde,agarró su guitarra saliendo rápidamente de su pequeño apartamento dirigiéndose al local.
Por suerte no había aún ningún cliente por lo que se subió a aquella especie de escenario improvisado que le colocaban en el local comenzando a afinar la guitarra,y en cuanto empezaron a llegar los clientes,empezó a cantar suavemente a lo largo de la canción hasta terminarla,repitiendo esta acción varias veces más.
Y así estuvo hasta que la dueña del local le invitó a tomarse un descanso y Jasmine,agradecida,se colgó la guitarra saliendo del establecimiento para respirar un poco de aire puro.
Pero sus tripas comenzaban a amenazar hambrientas.Necesitaba algo diferente que el desayuno que tomaba cada mañana en la cafetería,y nada más pensar eso,alcanzó a ver una pastelería a lo lejos,a la que se encaminó rápidamente como si en ello le fuera la vida.
Nada más entrar vio a una joven que quizás estuviera un tanto desganada por estar allí tan temprano trabajando lo que provocó una sonrisa en su rostro.
-Veo que no soy la única a la que le cuesta levantarse por las mañanas...-dice sonriendo ampliamente alzando una ceja cerrando la puerta después de entrar.

por Invitado Jue Nov 15, 2012 11:55 am

Los dulces se exponían de forma que cualquier cliente pudiera ver la peculiaridad de cada uno. Había de chocolate, tartaletas rellenas de crema, pequeñas tartas en forma de estrella de cuatro sabores diferentes, y un sinfín de postres que su madre le había enseñado hacer cuando aun era una niña.
Por que todos los dulces eran caseros.

—No saben igual que los de antes, pero servirán.—había sido lo que salió de sus labios la primera vez que tuvo que hacer todos los pasteles de la pastelería después de la muerte de sus padres. Una semana de luto que en vez de usar para estar llorando, había necesitado para perfeccionar su forma de cocinar.
Cuatro años más tarde, ya creía ser tan buena como en su momento lo había sido su fallecida madre.

Se tomó lo que le quedaba de su café y dejo la taza a un lado de la mesa, justo al lado de la caja registradora. No esperaba más clientes, por lo que se puso a limpiar lo poco que había ensuciado aquella poco fructífera mañana.
La campanita de la puerta al ser abierta, llamó su atención.

—La cama esta caliente, ¿quien quiere entonces abandonarla?—contestó la morena a la recién llegada, encogiéndose de hombros. Muchas personas del pueblo, los adultos sobretodo, pensaba que era demasiado joven, demasiado inexperta como para llevar una tienda. Se equivocaban, aunque ella no pensaba decirlo.—¿Que te pongo?

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