Es tu decisión... no la mía. (Gretel)

Recorría con mis manos aquella brújula que tanto le importaba, porque le importaba él. Ya había soltado a aquel hombre, tras borrarle los recuerdos de su estancia en las mazmorras claro. He de confesar que su hermano no me importaba tanto como ella. Si la quiero tanto es por lo mucho que me costó llegar a ella. Por eso ella ha llegado a mí. Les he citado a los dos, para mentirles por última vez, y dejarles tomar la decisión que ahora mismo me resulta la más importante de mi vida, pues decidirá si puedo ser feliz o no. Les observo entrar y dejo caer la brújula por mi mano, se balancea, se mantiene en vilo como yo misma.

_ Buenas tardes chicos, siento llamaros en estos momentos, sé que tenéis clases. Pero hay algo importante de lo que me han informado y que tengo que deciros._ me muevo hacia ellos y dejo la brújula en manos de Gretel, su legítima dueña. Me es difícil conseguir que mi voz no suene doblaba de dolor porque lo está, y ellos lo notan, sobretodo la chica a la que tanto quiero._ Algo que influirá mucho sobre vosotros, puesto que es algo que yo creía que era cierto, y creía estar segura... pero me equivoqué y eso os ha hecho un daño que no puedo dejar de lamentar.

Observo a los dos, pero sobre todo a Gretel. Vuelve a tener el valor en sus ojos, pues ya le di el antídoto de la poción que la hacía temerosa. Quiero que sea ella la que decida por sí misma, sin ninguna poción de por medio. Si me escoge a mí, deseo que sea porque me quiere, y no por haberla drogado, pues la quiero a mi lado por sí misma. Tengo tanto miedo a su rechazo, y a la vez lo veo tan seguro.

_ Hace apenas unos minutos he descubierto que vuestro padre... está vivo.

'Qué raro. ¿Qué será lo que pasa?' Me preguntaba mientras un guarda nos llevaba hasta la reina, que nos había hecho llamar. Hansel se veía claramente preocupado (él siempre había sido más... ¿pesimista?) pero yo le apreté la mano a la vez que sonreía, dándole ánimos. No sería nada malo seguramente, aunque... nos había sacado de las clases, y eso era, como poco, extraño.
Y pareció aún más extraño cuando entramos en la habitación con ella y vi que, con expresión dolida, me tendía la brújula de mi padre, mi brújula, la que creía perdida.
Entre eso y el tono con el que nos habló, empecé a preocuparme un tanto. Me agarré fuerte a la mano de Hansel conforme la reina hablaba.
Aunque se notaba que estaba dolida, y yo me preocupé aún más. Ella me miraba, y podía ver en su mirada un fuerte dolor, muy sincero, y algo parecido a... miedo. ¿Tenía miedo? ¿De qué? ¿Qué era eso que había pasado?
'Hace apenas unos minutos he descubierto que vuestro padre... está vivo.', eso era lo que pasaba, y así nos lo dijo.
Le apreté la mano a mi hermano tan fuerte que creo que le corté la circulación, pero no me importaba pues él estaba haciendo lo mismo con la mía.
Me sentí feliz por una parte, pero... a la vez me sentía algo traicionada. Estaba segura de que la reina lo sabía desde hacía tiempo, y ahora... me había acostumbrado a quererla, a vivir con ella, a apreciar sus caricias, a vivir sin mi padre... y ahora estaba vivo.
-¿Entonces no le atacó ningún oso? O sea... ¿dónde está ahora? ¿Vamos a volver con él?- las preguntas se agolpaban en mi mente, y no pude evitar hacerlas en voz alta. Todo era tan extraño... nuestro padre estaba vivo. Miré a Hansel y vi que estaba llorando, pero es que yo no me había dado cuenta de que por mi rostro también corrían las lágrimas.

Al menos no la culpaba. Quizás sabía la verdad o quizás no, pero no la culpaba por aquello. Si salía por aquella puerta pero a pesar de ello la seguía apreciando, se sentiría quizás bastante menos triste que si le decía que la odiaba, que la había traicionado. No soportaría ver el odio en aquellos ojos que tanto había aprendido a querer. Pero había sido clara en que sería su decisión, precisamente por lo mucho que la quería, porque la amaba como si fuese su propia hija.

_ Sí que hubo un hombre que fue atacado por un oso. Todo este tiempo yo pensé que había sido vuestro padre. Pero al parecer estaba equivocada, pues mis guardias le vieron. Sin embargo él conocía el bosque mejor que ellos, y parece ser que no quería tener un encuentro con ellos. No pudieron abordarle y explicarle que estabais a mi cargo._ Puede que sus palabras no fueran del todo sinceras, pero su dolor si lo era, y con él sus lágrimas. Lamentaba tanto todo aquello. Cada palabra que decía le costaba más que la anterior. Los niños lloraban, y ella también, no podía remediarlo._ En su momento pensé que mis guardias no serían tan ineptos y por eso eran ellos los que buscaban a vuestro padre. Ahora entiendo que sólo esa brújula puede.

La reina se acercó a los chicos y los rodeó en un abrazo. No quería que se fueran, no quería que la abandonaran. No quería volver a sentirse vacía, volver a ser la reina malvada. Pero si era lo que el destino la aguardaba no lucharía más, no contra dos niños a los que amaba.

_ Es vuestra decisión. Si decidís volver con él yo no os lo impediré. Pero sabed que siempre tendréis un sitio aquí al que llamar hogar, y que si fuese por mí, desearía que os quedaseis a mi lado, pues os quiero como si fueseis mis propios hijos.

-No... no pasa nada. Pero comprended que todo cambia tan de repente... ayer éramos huérfanos y ahora resulta que nuestro padre vive. Es todo tan extraño que yo ya no sé ni como asimilarlo.- dije una vez que la reina nos explicó lo que había pasado con los guardas. Obvio que sólo mi brújula podía encontrar a nuestro padre, pero la creía rota. Yo misma estaba rota.
Ella nos abrazó y yo solté la mano de Hansel para abrazarla de vuelta, para sentir sus brazos una vez más, porque nos íbamos a ir del castillo en cuanto ella nos diera luz verde. Si no nos la daba, seguiría mi antiguo plan de escapada, el que tenía abandonado pues perdí la esperanza. Pero ya estaba renovada.
Por suerte, ella dijo que éramos libres de irnos, aunque allí siempre tendríamos un hogar.
-Nosotros... hemos estado muy a gusto aquí.- hablaba con prudencia, eligiendo las palabras con cuidado. -Pero creo que lo mejor es que nos vayamos con nuestro padre. Lo siento muchísimo majestad, pero pienso que es lo que debemos hacer; dejar que todo vuelva a ser como antes.- yo prefería mil veces a esta reina cariñosa, como una madre, que a la reina malvada que conocía de antes. Pero debía ser así.
En cuanto al tema de volver al castillo... no dije nada, lo evité, porque sabía que no volveríamos. Este episodio de nuestras vidas se guardaría en un cajón cerrado con llave, y no lo mencionaríamos nunca. Ahora volveríamos al pueblo, como siempre, a nuestra cabaña, y todo sería igual. Allí no preguntarían, pues íbamos a volver los tres juntos y nadie sospecharía. Aunque... me sería difícil separarme de la reina, que tan bien se había portado.
-Nunca podremos agradecerle lo suficiente todo lo que ha hecho por nosostros estos días.- dije dándole un besito en la mejilla.

Quiso destrozar algo, quiso darle una patada a la columna que tenía más cerca y que esta se hiciese trizas. Pero se había prometido no hacerlo. Se había prometido a sí misma que sería fuerte y consentiría en que se fuesen si era su decisión. Los aferró con fuerza, pues aquella probablemente fuese la última vez que respirase su aroma, que sintiese su cabello sobre sus hombros. Cuando hubiese deseado que se quedasen, pero no los obligaría, no contra su voluntad.

_ Siempre os querré chicos. Pase lo que pase, nunca dejaré de amaros. Guardaré por siempre el tiempo que he pasado con vosotros en mi corazón._ susurró, mientras se separaba de ellos y besaba su frente una última vez. Les dio la espalda, pues no soportaría verlos marchar, sus pasos ya eran bastante dolorosos. Cuando dejó de escucharlos, observó al exterior, al inmenso bosque y habló para sí, en voz alta._ Juro que no me rendiré. Algún día querrás estar a mi lado por ti misma.

Era una promesa, y la reina no solía romperse las promesas a sí misma. Pero por el momento tendría que volver a cubrir su corazón de tinieblas, para soportar el dolor que ahora mismo la embargaba. Tenía que volver a ser esa mujer que todos temía, pues si se percataban de que se había vuelto débil, la destruirían.