Una tarde en Granny´s {Erika Still}

Aquella tarde al salir de la biblioteca decidí ir a ver a Ruby y de paso tomarme un gran batido de fresa. Ruby era muy maja, me caía fenomenal, era la alegría de aquella cafetería. Guarde en mi mochila los libros que había cogido de la biblioteca. Me alegraba mucho que Bella tuviese la biblioteca, desde siempre le habían fascinado los libros. Mi amistad con ella databa de cuando nuestros padres se reunían para hablar de los reinos. Cuando la conocí pude comprobar su dulzura y su sabiduría.

La clases de piano con la señorita Elizabeth, me iban bien. La vida marchaba en Storybrooke. Aunque en mi mente siempre estaban Hyrule y por supuesto Link. Me angustiaba el hecho de no saber como estaba mi reino y más aun el no saber si Ganondorf se encontraba por estos lares o si seguía en nuestro mundo. Suspire, ya que por el momento poco podía hacer, por suerte mis poderes habían vuelto.

Entre en Granny´s pero Ruby estaba ocupada sirviendo a un hombre que no conocía, así que le pedí a su abuelita un gran batido de fresa.
-¿Me puede servir un batido de fresa, por favor?-le pregunte educademante y con un toque de cariño. Ella amablemente me lo preparo. No podía dejar de mirar como lo preparaba con ojitos golosos. Al terminar de prepararlo me obsequio también con un platito con fresas.
-¡Muchas gracias!-le dije emocionada con una gran sonrisa. Tome el vaso y el platito y me senté cerca de la puerta.

Algunas personas , las conocía por estar 28 años quieta y ser el apoyo de muchas personas y el papel de algún gamberro que hacía pintada sobre mi o las dragonas.
Posiblemente aquella tarde era la primera en la que me iba a tomar un dulce café , a sentir su aroma , después de haber respirado bastante hondo.
Dejé a mis chiquitinas fuera , a veces las miraba para ver que hacían. Era normal después de todo. Una de ellas , Iris había hechado fuego por la boca esta mañana en el cole y le había quemado un poco el pelo a su hermana. Trataba de explicarlas que en clase eso no se podía hacer.Pero lo hacía continuamente. Se le escapaba hacerlo. Como se le escapaba a veces la dura transformación en una dragona completamente.
A mi lado vi como una niña le pedía a la camarera un batido de fresa.
- Mis hijas se lo beben de un sorbo.- Dije con  una sonrisa de oreja a oreja tras ver a la pequeña sumida en una felicidad tremenda.

Tome un pequeño sorbo con mi pajita , estaba realmente delicioso. Una mujer que estaba a mi lado me comento que a sus hijas lo bebían de un sorbo, reí dulcemente, ante tal comentario. Entonces con un pequeño gesto, le ofrecí tomar una de las fresas que tenia en aquel platito:
-Me llamo Zelda.-me presente con mucha educación y dulzura, ante aquella mujer tan simpática- ¿Ha venido con sus hijas?.-le pregunte, quizás las conocía de vista del colegio.

-¿Como se llaman sus hijas?-le pregunte, interesada ya que podrían ser compañeras de mi clase. Tome otro sorbito con la pajita. Aquella mujer era muy hermosa y simpática, parecía de fiar. Aquí en Storybrooke estaba haciendo grande amigos, era divertido. Aunque siempre estaba la duda de que si nosotros habíamos llegado nada impedia que ....los villanos de nuestros mundos también lo hubiesen hecho. Al recuperar los recuerdos nada les impedía unirse...Pero no era momento de pensar en cosas así, así que tome una de las fresitas. Esto si que animaba el día.

Zelda parecía una niña educada y buena. Lo era realmente, me inspiraba intriga y ganas de saber de la pequeña. En realidad de muchas de las personas de el pueblo que no sabía nada. Me pareció genial por una parte que no me identificara como la figura de piedra que había sido en la maldición.

- Encantada Zelda. Yo soy Erika. Y ellas , mis niñas son Iris y ELsa. - Dije señalandolas mientras las dos jugaban como locas fuera.

Me pedí la bebida. Un café caliente hecho con un amor inmenso que se notaba nada más desprender las dulces manos de la camarera. Que importante era dar amor en cada taza , en cada cerveza. Sonreí a la camarera y desvié mi atención a la pequeña.


- ¿ A quién tengo el placer de dirigirme en realidad?- Dije con una miráda pícara. Pues había algo especial en la pequeña que era fuera de lo común.

Aquella hermosa mujer se presento como Erika, era un nombre precioso. Sus pequeñas eran realmente afortunadas, su madre era realmente dulce y simpática.
-Encantada de conocerte, Erika, es un nombre precioso.-Mire hacia la ventana, donde se veía a sus hijas jugar fuera. Parecían estar pasándoselo en grande, sonreí al ver aquella escena tan bonita. Pero ninguna me sonaba de haberla visto por clase. Seguramente serian de algún otro curso u otra clase.

-Parecen muy simpáticas, me encantaría conocerlas- dije emocionada al verlas. No tenia muchas amigas de mi edad, seguro que ellas serían maravillosas.
Al oír la pregunta de mi nueva amiga, me imagine que me preguntaba por mi identidad en nuestro otro mundo o sea la real. Asentí dejando el vaso en la mesa despues de darle un sorbo a la pajita. Levante mi mirada y dulcemente le confesé:
-Soy la princesa del reino de Hyrule, no se si habreis oído hablar sobre el....era un reino maravilloso. Hay teníamos un héroe que siempre nos ayudaba a protegerlo, se llamaba Link.-en mis palabras se denotaba el cariño que le tenía a mi reino y en especial a Link.-¿y con quien tengo el placer de hablar?-le pregunte interesada también en mi nueva amiga.

Esbocé una sonrisa abierta , y la miré a los ojos.¡ Una Princesa! nada más y nada menos. Ahora me podría sentir un tanto identificada . Posé la taza lentamente con una sonrisa al ver que miraba a las pequeñas.

Al escuchar la historia de mi amiga Erika, mi sonrisa se amplio. No había duda de que con aquella dulzura y simpatía seria una gran reina. Realmente era un placer conocer a mi nueva amiga y nunca mejor dicho. Desde muy pequeña me crié junto a mi padre el rey de Hyrule y mi nana Impa, lo cual me hizo carecer de una madre. El cariño con el que trataba la reina Erika, hacían que le habría cogido un cariño especial. Sentía que podía contarle cualquier cosa.
Me levante de mi asiento, tomando entre mis dedos los estemos de mi vestido e hice una breve reverencia.
-Un placer, reina Erika-le dije dulcemente con una grata sonrisa. Después volví a sentarme, me tome las ultimas fresas de aquel platito.

La historia de sus hijas era peculiar, pero era extraordinaria. Mientras me relataba aquella historia no pude evitar girarme a observarlas. Al escuchar que podía ir a jugar con ellas mi emoción no cabía en si.
-¿De verdad puedo ir a jugar con ellas?-pregunte realmente emocionada. Al escuchar aquellas palabras tan triste sobre sus pequeñas, la mire con cariño acariciando su rostro- lo importante es que ahora son humanas y estáis juntas. Seguro que ellas os quieren mucho.-sonreí, al terminar mi batido.
-Podríamos ir a jugar con ellas-le propuse con mucho cariño, quería animarla. Y seguro que a sus hijas le parecería una buena idea, sería divertido.

No podía disimular cierta felicidad en todo aquello. No pude disimular en el fondo lo orgullosa que me sentía de lo especial que eran , de su forma de nacer. Y tampoco pude disimular el ansía con el que pequeña Zelda suplicaba atención. Una atención especial, era especial.
La cogí de la mano despacio y me dirigí a las pequeñas. Y comencé a hablar en  Dothraki .


- Istru eteme Iris e Elsa , sishbrr  It Celda.- Me dí la vuelta girándome para la princesa y la traduje.-  Escucharme Iris y Elsa , esta es Celda. Eso las he dicho. Saben nuestro idioma pero son un poco tímidas.-


Mis hijas , como buenas niñas hicieron una reverencia a la princesa.


- Lo ves , no hace falta que diga que sois una princesa , ellas lo saben. Tienen ese don. Zelda.

Una vez terminemos nuestras consumiciones y paguemos salimos de Granny´s. Allí al salir las pequeñas de Erika nos miraron, eran muy adorables tanto como su madre. Ella se dirigió a las pequeñas hablándoles en un idioma que no fui capaz de entender. Pero luego, Erika se dirigió a mi traduciendome lo que les había dicho y de paso presentándonos.
-Encantada de conoceros Iris y Elsa, es un placer-les salude con una gran sonrisa.

-Tienes unas hijas maravillosas- susurre a Erika.
Eran maravillosas, no había duda. Iris se acerco a mi tímidamente dejándome su pelota luego se retiro. Entonces se me ocurrió una idea:
-¡Muchas gracias, Iris!- le dije dulcemente-¿que os parece si jugamos todas a algún juego-propuso lanzando la pelota al aire y recogiéndola.
-¿Que juegos conocéis?-pregunto con interés.

Elsa fue la que propuso un juego el cual parecía muy divertido. Iris, se veía tímida pero encantadora, se escondía detrás de su madre. Una vez decidimos a que jugar nos pusimos manos a la obra. Erika fue la que inicio el juego, lanzando la pelota y nombrándome. Al nombrarme fui corriendo a recoger la pelota antes que cayera al suelo y así lo conseguí. De un salto la alcance.
Comencé yo a romper el hielo , con la pelota en la mano  la lancé y nombré a Zelda. Al cogerla, todas corrieron para que no les diese así que corrí a por ellas, era divertido jugar con mis nuevas amigas- Mientras corríamos reíamos, era la mejor medicina del mundo, la risa.

Entonces llegue hasta Elsa, le lance la pelota no muy fuerte ya que no quería hacerle daño:
-¡Te pille Elsa!-exclame alegre, después me fui corriendo hacia donde estaban Erika e Iris para que no me diese Elsa con la pelota. Al correr reía alegremente, me sentía fenomenal con aquel juego y mis nuevas amigas.

No pude ni pillar a Elsa ya que esta puso el punto final al juego de la pelota, quemandola. Al ver aquella acción no pude evitar sonreír. Aquellas niñas eran realmente adorables como su madre. Erika rió ante aquello y yo no pude evitar contagiarme de su buen humor.
-Me parece que el juego ya se a acabado-dije entre risas-Elsa me parece que eres la ganadora del juego.
El juego habia sido realmente divertido, me lo había pasado genial.

Sonrei a mi nueva amiga y le dije dulcemente:
-Sois maravillosas, las tres. Me alegra tanto haberos conocido.-me gustaba hacer amigos por el inospido mundo al que la maldición nos trajo, al escuchar las palabras de Erika, mi sonrisa se amplio al abrazarla- A mi también me hubiera encantado haberos podido conocer en vuestro reino e invitaros al mio, al reino de Hyrule.- al decir aquello eche atrás un mechón de mi cabello, aquel día no llevaba trenzas. A partir de la ruptura de la maldición volvía a dejarme el cabello suelto. Me imaginaba que al igual que me ocurría, ella echaría de menos su reino, saber como se encontraba, como se encontraba la gente de su reino...

Escuche como les hablaba a sus pequeñas en su idioma, era una buena madre. Y las pequeñas se veían rebosantes de alegría con ella. Me acerque a ellas y les pregunte con curiosidad:
-¿Donde vivís, vivís cerca?-me referí, a donde vivían en Storybrooke.-si queréis algún día podría visitaros.-propuse dulcemente.