Asumiendo mi nuevo vida (libre)

Ava me había perdonado, y Henry estaba en trámites de hacerlo. Una parte de mí echaba en falta usar la magia, pero no debía hacerlo, hacía salir una parte de mí que quería dejar atrás. Esa parte que había hecho que me llamasen reina malvada. Pero si Blancanieves y yo habíamos hecho las pases, tenía esperanza de que los demás también lo hicieran. Aunque no sería fácil, puesto que el orgullo seguía siendo fuerte en mi interior, y buscaba excusas para salir.

_ Muchas gracias._ Respondí a Ruby cuando dejó el café delante de mí. lo miraba, preguntándome si alguien habría escupido dentro antes de servírmelo. Pero debía confiar si esperaba que alguien confiase en mí. Por eso me llevé el café a los labios, y al no notar nada extraño, me sonreí. Realmente me había quitado un peso de encima con aquello. Había vuelto a nacer.

No imaginaba que la derrota llegase a ser tan liberadora, que ayudase tanto al espíritu. Ya no tenía motivos por los que estar siempre enfadada, alerta. El hecho de no tener que luchar por Henry o mantener mi secreto hacía que en cierto sentido me sintiese cada vez más liberada, más tranquila. Quizás pudiese llegar a encontrar de nuevo a la chica que se había enamorado de Daniel.

Tras un tiempo de adaptación, la morena bruja de Blair (Definición de ella misma que no le gustaba) se dispuso a tomar un desayuno enriquecedor de energía. Entró sonriente al lugar , y se acomodó desviando la mirada a la mujer que tomaba un café a su lado . Había identificado quien era, pues ya se había relacionado con algunas personas que le habían comentado quien era la culpable del despertar agresivo de muchas personas.
Se acercó a la barra con una arrolladora fuerza y se quedó observando el rostro de la Alcaldesa Mills.
Ely se había vestido de manera desenfadada, su cazadora de cuero y sus vaqueros marcaban su cuerpo como un guante , y su camiseta de escote vertiginoso había provocado algunas miradas en los hombres del pueblo. Había descubierto sin duda la nueva moda humana . Se había mirado al espejo antes de salir y se veía espléndida , por lo que se puede decir que si. Ely Blair se estaba habituando a su nueva vida.
Entornó los ojos sosteniendo su mirada esperando a que la Alcaldesa , tal vez un poco incómoda se girara y se percatara que alguien más la estaba observando. Sin dejar su mirada pidió un café a la camarera y apoyó su brazo sobre la barra.
Evidentemente , se sentía afortunada de saber , de que no solo ella se había vuelto loca por los actos que la sociedad le habían hecho hacer. No era más que justificar la maldad , arroparla , al menos Ely lo hacía continuamente.
Se llevó la mano al bolsillo y sacó un par de monedas , se giró de nuevo a la camarera y dijo:

- Invito yo.

Noté los ojos de alguien clavarse en mí, una sensación que para mí se estaba convirtiendo en una costumbre desagradable, pero que probablemente con el tiempo desaparecía, o al menos me acostumbraría a ello. Sería fácil clasificarme como el personaje más odiado de Storybrooke. Pero no podía evitar pensar en que debía superarlo, en que cuando la gente viese que había cambiado, llegaría a perdonarme, porque de lo contrario no sabría que hacer con respecto a ello. Quizás acabaría por recaer, aunque no lo deseaba.

Me sorprendió que Ruby me dijese que me habían invitado a mi café. No creía contar ya con ningún amigo en el pueblo. Y aquella mujer no me resultaba en absoluto familiar. No la había visto en el reino encantado, en ningún momento de mis historia. Aunque no era de extrañar, puesto que había muchas personas a las que jamás había conocido, en las que jamás había reparado. Y todas ellas me conocían.

_ Me sorprende esta invitación._ Reconocí, cuando me coloqué a su lado. Había algo en ella que me resultaba extraño, y familiar a la vez. Estaba segura de que la conocía, pero ya había sentido esa sensación antes, de peligro. Aquella mujer era peligrosa, y yo estaba acostumbrada al peligro. Aún así, eso no me hizo retroceder, por lo que lo dije directamente._ ¿Acaso a ti te ha beneficiado mi maldición?

Ely Blair sabía perfectamente lo que se sentía cuando era juzgada, lo había vivido en su piel, y en su mente. Después de escuchar la pregunta de la Alcaldesa, Ely sonrió ampliamente sin desviar su mirada de la de ella, tragó saliva y continuó con su respuesta sin apenas pensarla.
- Bueno, dicen que después de la tempestad siempre viene la calma.-
Aunque no pensó, las palabras de la voluptuosa morena, sonaban calmadas y sosegadas ante la pregunta de alerta de la Alcaldesa.
Si algo odiaba sin duda era el momento de juzgar, y eso era algo que lamentablemente por muy mala y asesina que fuese, en realidad no sabía hacer. Sus actos habían sido fruto de un dolor y de incomprensión de cómo algo tan pequeño y que se supone que es inocente, podía llegar a causar tanto dolor.
Dejó atrás los artículos que hubieran podido llegar a leer de la Alcaldesa y de lo que había oído durante el día y se limitó a observar el aquí y ahora.
Muy en el fondo, Ely se sentía aliviada por la ruptura del hechizo, consideraba que sin esa ruptura y sin su creación no hubiera vuelto a la vida. Comenzó entonces a hablarla de manera cautelosa, pues no quería violentarla, si no demostrarla que sus métodos habían fallado por el dulce concepto que tenía de la muerte. Era dulce, si, metafórico, el arrancar corazones… aunque en realidad a Ely no le gustaba, había algo que desconocía y eso era el poder de la dominación, cosa que la Alcaldesa trasmitía incluso sin usar la magia.

- Permanecí muerta durante el hechizo. Si no lo hubieras realizado, no abría que romper nada, por lo que en realidad, un poco si… debería estar agradecida. Puedo respirar.

_ Creo que todos hemos aprendido algo con este hechizo, sea bueno o malo._ dije, dando otro sorbo a mi café. Yo había aprendido sobre mí misma, sobre las consecuencias de mis acciones. Yo no era una mala persona, por más que lo dijesen los libros de cuentos que tantas veces había leído durante aquellos años._ ¿Tú has aprendido algo?

Era una pregunta tonta, porque realmente no era nadie para inmiscuirme en sus asuntos. Su vida no era de mi incumbencia, en lo más mínimo. Pero sin embargo, no tenía mucho más que hacer aparte de sentarme a compartir mis lamentos con aquella mujer, con la que sentía cierta sincronía.

_ Respirar está sobrevalorado, créeme_ dije con una sonrisa curiosa. A veces lamentaba seguir haciéndolo, después de lo que había hecho. Pensaba que a la hora de la verdad, yo sería la última que me perdonaría._ ¿Y cómo es la vida del fantasma? ¿Realmente se pueden atravesar paredes?

La preciosa bruja Ely frunció los labios ante las preguntas de la Alcaldesa terminando con una sonrisa amable, que en ocasiones le costaba mostrar, pero que en ese momento era una sonrisa sincera ante la idea, de que la preciosa Madrastra de Blancanieves se interesara aunque fuera de manera cortés y por forzarse a mostrarse benevolente ante las personas de su Pueblo.

-Bueno, ser fantasma es casi como estar viva, como cuando una persona esta viva pero siente que en cierta manera una parte de ella está muerta. Es como cuando una zona de tu cuerpo se duerme y te molesta tratar de moverte. Como el hormigueo del un pie en mala posición.

Mientras hablaba Ely, posó su brazo sobre la barra jugando con la cuchara de el café y esta vez su mirada se desvió a la taza .
- Atraviesas paredes, si…. Entre otras cosas , claro.

Aquello era una broma, una broma que sabía que tenía que aguantar, pero que en realidad no le hacía gracia en el fondo, pero que tenía que lidiar. Se quedó pensando ante la pregunta de atravesar paredes y levantó su mirada con el café en sus manos.

- Lo mejor que me ha traído todo esto, es sin duda la idea de poder reflejarme en el espejo…algo que creo que comparto con usted,

Las palabras de Ely eran curiosas, y me hacían pensar. Sentir el cuerpo dormido por completo, debía ser extraño. Debía ser duro, extraño, en especial al principio, cuando se acababa de morir. Sin embargo ella parecía feliz con su nueva vida. Cuando mencionó lo del espejo yo me eché a reír como una posesa. Simplemente no pude evitarlo. Hacía mucho tiempo que no me reía de aquella manera, y por eso una vez empecé no pude parar. No, yo había perdido mi amor a los espejos mucho antes de que cayese la maldición, por buenos motivos.

_ Confieso que es agradable mirarse y que sea yo la que me devuelve la mirada. Hacía muchos años que no podía hacerlo, y verme tras la maldición fue algo que no puedo olvidar._ A pesar de ello Sidney había seguido siendo mi perrito faldero durante aquellos veintiocho años. Me preguntaba si seguiría enamorado de mí a pesar de recordar._ Fue un importante castigo para alguien que no se lo merecía.

También llegué a sentirme culpable en aquel momento. No me había disculpado con él, y a decir verdad no sabía si me sentiría capacidad para hacerlo. Dudaba que pudiese llegar a mirarle a la cara con tranquilidad, dudaba llegar a poder hablarle.

Ely sabía que si le contaba a alguien el secreto de cómo se está cuando se esta muerto posiblemente crearía risas molestas. La risa estridente de la alcaldesa no le pareció en absoluto molesta, si no que de pronto se había tornado malvada o al menos sonaba para sus oídos como una música que era antecedente de un acto malvado. Era como si anunciara algún acto in confesable, la imagino frotándose las manos, con una sonrisa maliciosa que aun no había podido observar en ella. Más bien la figura perfecto de la clásica Alcaldesa, seria era lo único que había podido observar sin duda.
Por un momento la imagino delante del espejo y no pudo contener una sonrisa en sus labios, le parecía interesante. Esa risa que se metía en tu mente, o mejor aun posiblemente en la de los niños, le había producido una sensación de curiosidad.

-Imagino que ahora, no ve a la misma mujer. Esta lejos de serlo. Yo sigo siendo la misma, pero más viva. Es una pena, debería valorar más el poder reflejarse en el. -

Ely se atrevió a cortar la distancia y a retirar un mechón de la cara de la Alcaldesa.

- Ha sido un placer- Dicho esto, la joven se terminó el café, miró a la Alcaldesa y se marcho por la puerta tal y como había entrado.

Me voy!!!:

Fue muy extraño, y me agradó más de lo que me hubiese gustado admitir. Sin embargo no tuve tiempo de contestar a su despedida, puesto que cuando quise hacerlo ya había desaparecido. Realmente era un fantasma aunque tuviese su envoltura de piel. Y eso me provocó un escalofrío al pensarlo. Y no supe el motivo, pero pensé en mis hijos. Sentí la necesidad de ver como estaban los que se me permitía ver.

Dejé unas monedas sobre la mesa, para pagar el segundo café que me había tomado y abandoné el local de la abuelita con paso rápido. Me subí al coche y tomé dirección al colegio, pensando que Ava y Nicholas y debían estar a punto de salir. Cuando subieron al coche estuvieron en silencio mientras avanzábamos hacia la casa.

Las cosas aún estaban un poco tensas, más de lo que me hubiese gustado admitir. Ava quería ver a Henry, porque eran muy amigos. Y yo por mi parte trataba de mantenerla a mi lado continuamente, porque temía que si pasaba demasiado tiempo con Henry y Emma también se quisiese separar de mí. Quizás debería soltar un poco la presión que le imponía.