Y así te conocí... {John Braker}

Su última clase antes del almuerzo había terminado mas tarde de lo planeado, por lo que poco encontró en la cafetería para comer aparte de un zumo y una manzana. Y si bien, encontrar algo para llevarse a la boca le había costado una larga cola de diez minutos, un lugar vació dentro de la atestada sala era una misión imposible. Suspiró, y con la bandeja entre sus manos y su mochila a la espalda, salió de la cafetería hacia las mesas del exterior.

Hacia frío. El Otoño había llegado para llevarse con él el color verde de las hojas, tiñendo el sol de un amarillo mas apagado, y dejando paso con lentitud al frío del Invierno, que en poco tiempo lo cubriría todo de blanco. Y a Julieta le encantaba la nieve.

Con la mirada buscó alguna mesa exterior en la cual sentarse, pero aquellas también se encontraban ocupadas, en mayor parte por sus propios compañeros que habían salido igual de tarde que ella. Saludó con la mano a una de sus compañeras-una joven de su edad y de cortos cabellos rubios-y se dirigió a la zona de césped que normalmente era usada por los estudiantes en los ratos libres o cuando el tiempo era más caluroso para hacer pequeños picnis a la hora del almuerzo. Estaba casi desierta, por lo que dejó a un lado la bandeja, se sentó en el frío y suave césped y saco de su mochila el libro que el profesor de Historia Antigua les había recomendado leer para entender mejor la forma de pensar y escribir de las antiguas civilizaciones. Un libro con los relatos y las leyendas de la Grecia del pasado, que la castaña encontraba interesante.

Con la manzana en una mano y el libro sobre sus piernas cruzadas, literalmente se alejo del mundo, para centrarse solamente en la lectura.

La leyenda del joven Teseo, capaz de matar al Minotauro para poco después ser encerrado en el laberinto junto con su hijo Dédalo por orden del rey Minos, el padre del monstruo era la penúltima leyenda griega del libro. Julieta había decidido empezar por aquellos relatos que jamás hubiera escuchado antes- la historia de Hércules le era demasiado conocida por culpa de los cuentos y las películas que sobre explotaban una buena idea-y encontraba interesantes aquellas historias que se desconocían y que tenían en su interior, una enseñanza oculta.
Aquella leyenda también tenía su enseñanza, aunque ella en aquellos momentos no lograba descubrir cual era.

Le dio otra mordida a su manzana y dejó el libro descansando sobre sus piernas cruzadas para abrir la botella de zumo y darle un tragó. Aquello no era suficiente comida como para aguantar otra jornada mas de clase, pero era lo único que había logrado y agradecía por ello. Lo peor, se dijo, hubiera sido no encontrar absolutamente nada. Dejó la manzana en la bandeja y mientras jugaba con la botella de zumo entre sus manos, volvió al índice del libro. Una nueva leyenda que leer, solo una por que no creía tener tiempo para mas.

Levantó su rostro al escuchar que alguien le hablaba y parpadeo un par de veces, más que nada para enfocar bien. Un chico guapo le estaba pidiendo permiso para sentarse con ella con una amable sonrisa y ella parecía un tanto sorprendida por ello.

—Claro, siéntate.—logro decir, mientras reaccionaba y apartaba la bandeja para dejarle sitio aunque estaba segura de que había suficiente a su alrededor. El césped seguía tan desierto como cuando se había sentado, y estaba segura de que no cambiaría hasta que el Invierno se fuera de Storybrooke—¿ Saliste tarde también de clase?—preguntó al no verle con una bandeja del comedor y sentándose allí. Aquel lugar siempre había sido considerado la última opción para los estudiantes cuando estos no lograban encontrar alguna mesa. Y Julieta sabía y entendía muy bien el porque.

Por instinto le dejo espacio a su lado, dejando el la botella de zumo encima de la bandeja. Era bastante difícil no quedarse fija viéndolo directamente pero se obligó mentalmente a apartar la mirada en cuanto se dio cuenta de que se había quedado más tiempo del necesario viendo como se sentaba a su lado. Cerró el libro, doblando antes la punta de la página del nuevo capitulo que pensaba leer más tarde y tomo la manzana, dándole un par de mordidas antes de dejarla definitivamente en la bandeja. Ella no era de comer demasiado en la universidad y quizás debía seguir con aquella costumbre.

Sonrió amplia mente y miro el libro que aun mantenía entre sus manos. ¿Su mito favorito? Para ella era bastante difícil decantarse solamente por uno...—El de Perseo y Andromeda. Aunque... no se, me gustan todos.—respondió, sintiendo el rubor surcando sus mejillas. Se colocó un mechón de castaño cabello detrás de su oreja y levantó su mirada del libro cerrado para clavarla en el chico delante de ella. Extendió su mano a modo de saludo.—Julieta Stevenson, un placer conocerte.—se presentó con una sonrisa en los labios.