Anchorage unpainted and a ship without a name {Lexie Greene} TERMINADO

Lexie acompañó a Felicia en el traslado de las primeras cajas al apartamento de Andrew. Aún no había terminado de mudarse, y ya aquello le producía un gran sentimiento a Lexie, que siempre había estado en la habitación contigua a su hermana mayor, y ella se estaba independizando, empezaba una vida nueva junto con su novio, y eso hacía que Lexie tuviese sentimientos encontrados.
Felicia había tardado casi un mes en decidirse a llevar la primera caja, y en el momento en que Lexie soltó las pesadas bolsas de ropa recordó haberle dado el número de teléfono del piso de Andrew a Kristoff por si no la localizaba en su casa. Aquello hizo que la brecha de su corazón volviese a abrirse, y el dolor a invadió.

Casi por telepatía el teléfono sonó. Lexie se puso en pie de un salto, y acercándose al aparato, identificó el número de Kristoff en la pantalla. Le hizo señas a su hermana para que contestara y le dijese que no estaba allí, que se había marchado, y eso fue lo que hizo.

La brisa le tapó la visión en el momento en que sus lágrimas entraron en contacto con el aire de la calle. Andrew vivía junto al puesto, y Lexie decidió que era allí donde se refugiaría hasta que la brecha de su corazón quisiese darle un tiempo muerto.

Paseó observando los barcos amarrados. Observó de lejos a la gente pasear y se detuvo, apoyando los codos en una barandilla y moviendo los pies al compás que el mar le sugería. Estaba tan ensimismada que no escuchó los pasos que se dirigían a ella, pero el familiar ladrido la sacó de su ensueño.

Él estaba allí, frente a ella. Lexie habría querido posponer aquel encuentro mil años si aquello le hubiese servido para poner en orden sus prioridades, y saber que contestar a las palabras que escuchó de la boca de su antaño mejor amigo.

-¿Es eso una disculpa?-Lexie se sorprendió al escuchar el tono amargo y dolorido de su voz-Si has venido a decirme otra vez a la cara que no me quieres ya puedes irte, creo que sé de sobra cuáles son tus sentimientos. Si me disculpas, creo que me gustaría estar sola.

Pasó a su lado hundiendo las manos hasta el fondo de sus bolsillos. Bajó la barbilla al notar el calor de las lágrimas que se amontonaban en sus ojos, e intentó no jadear, no quería que Kristoff supiera que seguía llorado por él, aunque seguiría haciéndolo durante el tiempo que creyese justo.

No pudo evitar quedarse quieta. Jamás habría pensado que la amistad que los unía fuese lo más importante y valioso para él. Lexie siempre había pensado que a Kristoff no le faltarían amigos, era una persona abierta y sociable. Pero oír esas palabras, con cada ápice de verdad que había en ellas, hizo que no pudiese dar un paso más.
Sentía la presión de la mano de su amigo en el antebrazo. Quería zafarse, quería correr y dejarle allí tirado como él había hecho con ella el día que estuvieron en el pozo. Pero no lo hizo. Había notado algo en su voz que la hacía querer quedarse, quedarse con él para siempre.

Aún siendo agarrada, Lexie retrocedió sobre sus pasos y se giró para estar frente a frente con él. Le quitó las gafas de sol y pudo ver su mirada triste. Le acarició suavemente la mejilla y le puso las gafas en la mano.

-Tú no sabes lo que puede pasar. Ni yo. Nadie puede decirnos el futuro. Pero lo que sí sé es que me arrepentiré eternamente de no haber podido ser feliz siendo amada, amada por ti. No te pido que me proclames amor eterno, sólo que intentes ver más allá. No centrarte en lo que hasta ahora ha habido, porque yo no lo he hecho. Quiero ser feliz a tu lado, quiero ser feliz a tu lado para siempre. Pero seguir siendo sólo tu amiga no me dará la felicidad que busco. Quizá esto ha sido una prueba, o una broma cruel del destino o el algo que nos controle, si es que lo hay. Yo creo que lo he superado, creo que estoy preparada para dejar de ser Alexandra la niña triste que perdió a su padre, casi perdió a su madre, y dejo escapar al amor de su vida.

Soltó los dedos firmes de Kristoff de su brazo y se quedó allí, de pie, esperando una respuesta. Ya estaba curada, estaba segura de que había hecho todo lo posible por tener lo que deseaba. Se sentía egoísta, mucho, pero cualquier persona que esté enamorada es egoísta. Ya no era una niña, ya no necesitaba que la gente le hiciese las cosas, aunque eso nunca había pasado, pero lo más importante era que ya no necesitaba la aprobación de nadie para ser feliz. Si su madre había rehecho su vida junto a una mujer, ella también podía rehacer su vida desde aquel punto cero en adelante.

Sus palabras le sonaron vanas y vacías, había algo en su tono que hacía que Lexie no quisiese escuchar ni una palabra más. No iba a volverse, no iba a marcharse, no era propio de ella, pero lo que sí iba a hacer era dejar las cosas claras de una vez y así poder cerrar la herida que se abría en el tejido de su corazón cada vez que oía a Kristoff hablar.
Tenía claros sus sentimientos, pero no le gustaba el hecho de estar mareando la perdiz durante tanto tiempo. ¿Pensaba darle un ultimátum? Era probable, pero si lo hacía no era con malas intenciones, porque apreciaba la amistad que la unía al joven afinador de pianos desde que se conocieran en el conservatorio, pero el hecho de que él no estuviese seguro de poder amarla, o más, de poder seguir siendo amigos sabiendo los sentimientos de ella hacía que tuviese que dar el paso definitivo por mucho que le doliese.

-Necesito una respuesta. No me gusta que estemos mareando esto sin llegar a un punto y final. Quédate conmigo y ámame, o quédate conmigo y sé mi amigo, pero no hagas esto más difícil de lo que ya es. Pero necesito una respuesta ya para poder dejar de una vez de darle vueltas a la cabeza, porque esto no nos hace bien a ninguno de los dos.

Se quedó allí, de brazos cruzados, esperando una respuesta que sabía que al final no iba a complacerla. No quería forzar la situación, no quería forzarlo a tomar una decisión molesta para él, pero quería una decisión, y la quería en aquel momento.
Apoyó la espalda contra la baranda y sintió un cosquilleo cuando un centímetro de piel desnuda de su cadera entró en contacto con el frío metálico de las barras de la barandilla.

Sintió la necesidad de volver a llorar, pero ya había llorado bastante, ya había desperdiciado su tiempo llorando por algo que las lágrimas seguro que no iban a arreglar. Se sentía sola, sola y perdida, pero no tenía a nadie que le quitase ese sentimiento de soledad, porque la única persona en la que alguna vez confió en momentos como aquel era justo del que esperaba la respuesta que por fin le diese motivos para respirar tranquila.

Sus labios eran firmes y besaron los de Lexie con convicción. Aquellos fue algo que Lexie no esperaba, esperaba una respuesta verbal, no que Kristoff la besara. Pero le gustó.
Guió las manos de su amigo hasta su cintura y le devolvió el beso de la mejor manera que supo, se entregó a él, enredó sus manos en el alborotado cabello de Kristoff, y sus labios se separaron.
Sonrió como una niña cuando le dan lo que llevaba tanto tiempo esperando, y al escuchar aquellas palabras provenientes de Kristoff supo que no se debía a su incansable insistencia, sino a algo que él también quería que pasase.

Agarró su mano con firmeza y le guió hasta el banco más cercano, donde se sentó. Apoyó con delicadeza la cabeza en el hombro de Kristoff y respiró profundamente su olor, olor al que esperaba acostumbrarse lo antes posible. "¿Entonces? ¿Somos ya pareja?", se preguntó Lexie con un suspiro.
Quería creer que sí, que las palabras que había oído provenientes de él decían exactamente eso. Estaba deseando coger el teléfono y llamar a Felicia, pero, después de un rato meditando, Lexie llegó a la conclusión de que lo mejor era que las cosas siguiesen su curso, que las personas que habían de enterarse, como su madre, Shadow y Felicia; se enterasen cuando las cosas estuviesen asentadas y con un futuro en el horizonte.

-No puedes imaginar lo feliz que soy ahora mismo, Kris. Todo gracias a ti. Sé que me he comportado como una niña egoísta, pero no quería seguir manteniendo las distancias cuando estaba segura de que podía haber algo más. Creo que me estoy haciendo entender. Quiero que esto salga bien, quiero estar segura de que tú también quieres que salga bien. Por favor, a partir de ahora te ruego que no me ocultes nada que tenga que ver con nuestra relación.

Acarició la palma de su mano con las yemas de los dedos, esperando una respuesta por su parte.

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