Walking along the bridge [Alexander smallhood]

Siempre solía salir a pasear un rato al atardecer. Me entusiasmaba ver como el sol se ocultaba tras las montañas, coloreando el bosque, que próximamente se quedaría apagado, como el sueño no recordado, por ello hoy había elegido el puente de los troles. Esta vez no llevaba mi cámara, me apetecía desconectar de Storybrooke y sus habitantes.
Había sido un día como otro cualquiera, nada en especial, un desayuno corriente, un almuerzo corriente , una rutina corriente. Siempre tenía tiempo para mí misma, me costaba conocer gente y más aún dejarme tratar con facilidad. mi carácter era difícil.

Me apoyé contra la barandilla del puente a observar el paisaje. Estaba fría. La naturaleza era mi atmósfera perfecta. No había ruidos demasiado escandalosos, sólo animales y quizás algún que otro río. Tranquilidad y paz era lo que sin duda allí se respiraba, cuando mi vida llegase a su fin, querría que fuese en ese mismo lugar a esa misma hora.

No acudía allí con frecuencia, pero cuando lo hacía, solía quedarme hasta tarde, incluso en verano, acampaba allí y veía el atardecer y el amanecer, los momentos mágicos del día, cuando la visión cambia por completo, descubriendo los talentos que oculta la noche.

"Y así es como concluye mi día" Sonreí al ver como los últimos rayos se agarraban con fuerza a los árboles iluminándolos solo por la copa. Cualquiera pensaría que había sido una pena no llevar mi cámara, pues la vista era perfecta. Siempre me preguntaba cómo sería el sol si tuviese un cuerpo de carne y hueso. Sin duda sería alguien alegre. Esa tarde me iría tarde a casa.

Para Alexander los días libres eran escasos, aunque el trabajo durante los laborables también. Ahora podía conformarse con dejar el uniforme de bombero en casa y llevar unas prendas algo más cómodas y menos pesadas. Había acudido a pensar al puente de los trolls, algo raro en él pues solía quedar con sus compañeros de trabajo en los días libres, a hablar sobre esto y aquello. Cosas sin importancia que por lo general no llegaban a ninguna parte. Ahora, sin embargo, tenía cosas rondándole la cabeza y quería dedicarse a pensar en ellas con más detenimiento. Desde luego fue una sorpresa encontrarse conque no era el primero que había tenido esa idea.

_ Siento interrumpir, pero creo que ambos hemos pensado lo mismo._ dijo amablemente, mientras se colocaba cerca de la mujer, mirando al cielo que ya se oscurecía. Era curioso ver como cada estrella aportaba su luz al cielo, formando un ejército que cubría las tinieblas de la bóveda celeste y que les concedía su luz para no perderse en el camino.

No quería mirar a la chica, sentía que quizás la molestaba un poco, y sin embargo sentía una atracción magnética que le obligaba a mirar un poco a pesar de no quererlo. Por suerte sólo le ocurrió una vez. No es que no hubiese visto mujeres hermosas antes, es que aquella tenía algo distinto. Alexander no sabía el qué, pero lo cierto es que le estaba poniendo algo nervioso.

Estaba sumergida en sus pensamientos, las preguntas de siempre, cuándo, por qué y dónde, los tres mandamientos de los misterios. Su cabeza era un no parar de razonamientos, curiosidades y suposiciones. A veces deseaba haber nacido piedra y no sentir o no pensar, pero en el fondo ella sabia que esto era un poco triste.

Una voz le sacó de su voz interior, para devolverla a la realidad. ¿Realidad, seguro? Nunca se había cruzado a nadie allí era uno de los lugares menos visitados de la ciudad. No es que desease compañía en ese momento, pero quizás simplemente se quedasen callados cada uno a lo suyo. No era una mujer de muchas palabras.

-Sí eso parece- dijo con un tono calmado y no demasiado alto, pues le desagradaban los ruidos exageradamente sonoros. No miró al muchacho en ningún momento, estaba demasiado concentrada mirando como el firmamento se alzaba ante ellos. Cuando era pequeña había aprendido a diferenciar entre estrellas y planetas y por lo que veía, Marte había decidido aparecerse. Los recuerdos volvían ha invadirla y no quería ponerse triste y melancólica delante de un extraño, pero algo el decía que hoy, podía permitírselo. Aún así su orgullo le hizo olvidarse de las objeciones mentales y simplemente se sentó en la baranda, necesitaba cambiar de posición, dale un cambio a sus pensamientos y eso era lo que hacía cuando estos la sobrepasaban, cambiar de posición. Quizás si preguntaba que pasaba, sus pensamientos se concentrarían en otra cosa. -¿Algo en lo que pensar?-Estaba... ¿demasiado cómoda para ser un extraño? Esas cosas no le pasaban a ella

Se sentía extrañamente cómodo con aquella mujer, como si se conociesen de antes, pero sabía que eso no era posible, jamás la había visto y sin embargo casi podía seguir el hilo de sus pensamientos, sentía que no quería hablar de ella. Una lástima porque a él le encantaría conocerla un poco mejor, parecía una mujer que merecía la pena conocer, y no lo decía por el físico. Había algo en su forma de mirar las estrellas que Alexander encontraba encantador. No solía sentir tanto acercamiento hacia las mujeres tan de repente, aquello era extraño.

_ Más bien pienso en lo extraño que es no tener algo en qué pensar._ Dijo, mirando como cambiaba de postura. En la que había tomado estaba algo más cerca. Lo cierto es que Alexander no sabía que pensar, pero dejarse llevar por la situación no era una mala idea. Aunque él no era el tipo de hombre que fuerza las situaciones, a pesar de que como cada uno le gustaba mantener conversaciones en buena compañía_ Las cosas están demasiado tranquilas, parece la tormenta antes de la calma.

Ni una sola alarma en los últimos días, ni un sólo incendio. Ni siquiera había tenido que bajar a un gatito de un árbol, y eso que era algo que lo animaba mucho. Se había hecho bombero para ayudar a las personas, no para pasarse los días sentado sin hacer nada en la planta superior del edificio. Además, intuía que algo grande se estaba gestando y eso no le gustaba nada.

_ Por cierto, soy Alexander.

Era totalmente de noche, los grillos cantaban y se escuchaba algún que otro mochuelo. Al sentarse en la barandilla, lo vio. Es grande pensó, peor no sabía como ni porqué esto le resultaba atractivo, normalmente no era su tipo de hombre, pero se sentía muy atraída por él. Mucho. No le gustaba la gente, pero sin embargo, le agradaba esta compañía. No sabía de dónde provenía exactamente su fobia, pero lo que sí sabía es que siepre había sido alguien solitaria, sin necesidad de demasiado afecto.
Escuchó sus palabras, sin duda, esa no era su situación, su tormenta, se daba día a día, minuto a minuto y segundo a segundo. Pero en ese momento estaba tranquila y aunque en un principio, deseaba una total soledad, ahora prefería hablar con alguien. Quería soltar todo lo que le rondaba por la mente y que le dijese que todo estaría bien. Pero no quería ahuyentar a un posible amigo, ya que no tenía ni uno solo. Se preguntaba, como una persona no tenía nada en lo que pensar, el mundo era en sí un cúmulo de suposiciones.
-Soy Aysha, aunque mis amigos me llaman...- En ese momento, calló en la cuenta de que no tenía amigos, no tenía familia y menos a un nadie que le hiciese tranquilizarse con un simple abrazo.
Ahora que lo veía bien, lo había visto en algún sitio antes, quizás en alguna de sus fotos. Cuando llegase a casa lo revisaría, no olvidaba una cara fácilmente.

Había algo en la forma en que había terminado la frase que preocupó a Alexander. Parecía una persona solitaria, y aquello no estaba bien. Las personas solas se volvían tristes y amargadas. Sus corazones se llenaban de tinieblas y acababan por convertirse en malas personas, o se encerraban en la tristeza y nunca eran felices. Alexander sentía que debía ayudar a esas personas. Quizás tenía algo de complejo de héroe, pero mientras no le pasase nada aquello no estaba del todo mal. Ayudar a los demás era bueno, se viese como se viese.

_ Aysha es un bonito nombre._ Le dijo, sonriéndole con amabilidad. Alexander por contra era bastante común y no lo consideraba especial. Se sentó en la barandilla y la miró, evaluándola un poco. Pero no podía ver a través de ella, eso era imposible. Sin embargo tenía buenas vibraciones y quizás fuesen buenos amigos o incluso algo más. Alexander estaba cansado de estar solo._ Y dime... ¿Sueles venir mucho a lugares solitarios y oscuros?

Se rió un poco, reflejando que era una broma y nada más. Para él aquello no era habitual, prefería lugares más claros y cuando tenía días libres solía preferir hacer otras cosas. O pensar en otros lugares más amenos, aunque lo cierto es que aquel lugar no tenía nada de malo. La oscuridad del ambiente le agregaba paz, y apenas se oía nada aparte de a ellos mismos.

Solía vivir para sí misma, ocultando sus desastres tras una buena presentación. Le gustaba aparentar, demostrar que a pesar de su vida fatal, podía pañarselas, sin necesidad de acudir a los demás. Normalmente se cruzaba algunos caminantes cuando iba por allí, pero ninguno se paraba, ni siquiera a saludarla o a dedicarle un buenas tardes. Estaba acostumbrada a ser ignorada y llamada cuando se le necesitaba.

Al igual que esto, no eran muy habituales los alagos y menos aún a su nombre, porque ni sus clientes sabían como se llamaba. Por ello cuando Alexander le dijo que tenía un bonito nombre, sonrío. Nunca se había parado a pensar en ello, para ella era un nombre extraño y poco común pero poco más.
Se sentía fuera de su lugar, normalmente nadie hablaba con ella, no sabía si era or su pasado que le había echo convertirse en alguien solitario, o porque se centraba demasiado en su trabajo. Verdaderamente amaba la fotografía, era algo muy especial para ella. Quizás si saliese habitualmente a sitios de habladurías como ella los llamaba, conocería gente. Pero después pensaba que estaba bien tal y como se sentía. Ante la pregunta de si iba mucho por allí, se rió sin poder evitarlo, -Tristemente... sí así es- Tras esto sonrió de nuevo, Para ella era una forma de sentirse bien consigo misma. La naturaleza, la hacía sentir a salvo. -Y por lo que sé tú no, no te he visto antes por aquí, curioso la verdad, es un sitio muy bonito que mucha gente no sabe valorar- Empezaba a ser simpática con el muchacho, no era tan borde como se comentaba. Miró a su alrededor, verdaderamente, era especial ese sitio, una sensación de eternidad la invadía.

Era una pena que una joven tan guapa estuviese tan triste. En sus ojos se percibía un tormento que Alexander encontraba perturbador. Y como siempre, sintió la imperiosa necesidad de ayudarla. Desde siempre había tenido ese instinto, el de proteger a las personas que pudiesen necesitarlo. Quizás pecase de tener lo que se denominaba completo de héroe, pero a él no le importaba eso, pues ayudar a los demás era su vida, y no era capaz de verse sin hacerlo. El egoísmo sencillamente no estaba en él.

_ No, lo cierto es que normalmente no suelo tener mucho tiempo libre para venir._ Entre el trabajo y otras cuestiones apenas podía dedicarse un segundo a sí mismo. Ahora, sin embargo, estaba allí con esa mujer, y creía que podría ayudarla, pero también sabía que aquello no sería un asunto fácil, que tendría que buscar alguna manera de hacerlo sin atacar al orgullo que veía que mostraba._ Ya sabes... trabajo. No me dan cuartel aunque no haya fuego.

No había sido una broma muy inteligente, ni tampoco fácil de entender dado que ella no debía saber que era bombero. Pero ciertamente contar chistes no era algo que se le diese muy bien en ninguna de sus vidas, por lo que tendría que aguantarse creyendo que tenían gracia hasta que le dijesen lo contrario.

Miraba al suelo, no solía mirar a las personas a la cara, prefería mirar a la lejanía o incluso al suelo. era una simple costumbre, no quería ofender a las personas como si no le importase lo que le estaba diciendo, pero era eso, una simple costumbre que había adquirido. Evitaba las miradas, sabía que, una de esas podía decir mucho y había cosas que ella no quería saber. Sin embargo, cuando sabía que podía confiar en alguien, era capaz de mirarlas incluso directamente a los ojos, era su forma de evaluarlas.

Para ella, las palabras: no tener tiempo libre, no era algo habitual. Siempre tenía tiempo libre, su trabajo se centraba en su tiempo libre. Quizás por eso era por lo que le daba demasiadas vueltas a la cabeza, tenía demasiado tiempo. De vez en cuando era capaz de socializarse y de salir de su pequeña cueva. Pero solo de vez en cuando. A veces pensaba que necesitaba que alguien la sacase obligatoriamente de su casa, alguna razón, para volver a ser quién era. La agradable Aysha.

-¿Fuego?- Lo miró con cara extrañada -Perdóname pero no lo pillo- Sonrío. Creía que eso que había escuchado era una broma, pero no lo pillaba. Quizás era demasiado corta y su burbuja le había hecho perder el sentido del humor. En ese momento se dio cuenta que era la primera vez en mucho tiempo que sonreía directamente a alguien. Quizás ese era, el mejor momento de ese día, había sonreído.

Y efectivamente la joven no había pillado el chiste, aunque no es que fuese a hacer gracia de hacerlo. Alexander tenía que haber dado más datos antes de soltar aquello, pues ahora aunque lo arreglara no sería lo mismo y su "gran chiste" no tendría la repercusión esperada. Buscó la mirada de ella, pero aún la tenía perdida, aunque su sonrisa le hizo ver que en realidad sí le estaba escuchando. Una sonrisa muy bonita de una joven muy hermosa, había que reconocerlo. Alexander seguía siendo víctima de ese curioso magnetismo, y no comprendía como había surgido tan fácilmente.

_ Es que me dedico a extinguir incendios. Bueno, ya sabes... soy bombero._ Le aclaró, sintiéndose tonto. Aquella conversación no parecía llevar a ninguna parte, y lo cierto es que Alexander buscaba afanosamente a qué agarrarse para no dejar la conversación en vilo y quedar como un tono. Aunque no tardó demasiado en hallar algo, pues si ella había hablado de su trabajo, él bien que podía hacer lo mismo._ ¿Y tú a qué te dedicas? ¿Te gusta tu trabajo?

A él le gustaba mucho el suyo, desde luego, quizás por lo mucho que fomentaba su complejo de héroe, pero más que nada por las caras de alegría de la gente al ver que se les salvaba la vida o que no iban a perder sus casas tal como ellos pensaban. Y es que una vida sin razón estaba vacía, y la suya eran los demás.

Ahora todo encajaba. La verdad es que sí, Alexander tenía pinta de bombero. Su cuerpo en sí, era el cuerpo de un bombero, grande, musculado. "Bombero.. como no había caído antes..." En ese momento se le vino a la cabeza una de sus fotos, en las que salía Alexander en un incendio.No lo había reconocido. Recordó ese día, pasaba por allí y vio todo aquel montón de gente agolpada, intentando curiosear. Había un montón de niños observando, diciendo que querían ser bomberos. Hizo unas cuantas fotos y tras eso se marchó.

¿Su trabajo? -Sí me gusta bastante, me dedico a captar momentos. Soy fotógrafa. Incluso le he puesto nombre a mi cámara.- rió. Eso había sido muy estúpido, pero tristemente era cierto. Nora, así se llamaba su Canon. Siempre iba con ella a todos lados. Era su mejor amiga, y su mejor aliada. Le servía para observar a las personas, buscar sus puntos débiles y fuertes, para conocerlas mejor. Cuando la usaba, se sentía una observadora de otro mundo, como una verdadera turista de su propio mundo. Mirar a través de un objetivo, le daba otra forma a las cosas.
Quizás sería oportuno, decirle a Alexander que salía en unas de sus fotos. - La verdad, es que ya te recuerdo. Había un incendio cerca de Grannie´s y tu estabas allí, creo recordar. Pasé justo por la acera de enfrente y fotografié todo el desastre.- se quedó callada unos segundos- Espero que fueses tú porque si no... estoy quedando un poco mal. - Le miró directamente rezando por no haberse equivocado.

Recordó el incendio que mencionaba. Había salido muy bien aquel trabajo, no había habido heridos y las pérdidas materiales habían sido escasas. Si a la abuelita le hubiese pasado algo Alexander no se lo hubiese perdonado jamás. Ni a ella ni a ninguno de los que allí estaban. Pero sin embargo, como el pueblo no registraba demasiadas alertas de incendios aquello había tenido una repercusión mediática impresionante, demasiada para lo que le gustaba. A diferencia de otros él había preferido no llevarse galones ni salir en la tele, aunque parecía que no había escapado de cámara de la mujer que tenía en frente.

_ Fue un trabajo limpio. Sin heridos y apenas daños. Tuvimos suerte ese día._ Sonrió al recordar que todo había salido bien. Eran esos los trabajos en los que realmente se sentía completo. Cuando existían daños graves, o incluso había sufrimiento en las personas, el fracaso le perseguía durante días. Pero no podía pensar en ello porque no rendiría y eso haría que las cosas fuesen a peor. Tenía que sobreponerse y seguir luchando, era algo que llevaba por bandera._ Debiste ser la única que me fotografió, no me gusta salir en pantalla ni en los periódicos. No es gloria lo que busco.

Tan sólo paz, y la alegría en los demás. ¿Que más que eso? Nunca entendería a esas personas que tan sólo buscaban su propia gloria, o sus 5 minutos de fama en la televisión, algo sin duda efímero. Él no necesitaba aquello ni mucho menos. Era feliz con mucho menos. Se había abstraído, y tardó unos momentos en retornar a la realidad, parpadeando un par de veces.

_ Lo siento, me he quedado algo traspuesto.

Se notaba que Alexander estaba implicado con su trabajo, y eso le gustaba. Para ella su trabajo era importante y rara vez encontraba a alguien que compartiese ese punto de vista. Ese joven estaba ganando puntos, para que Aysha le diese la oportunidad de formar parte de su vida, por primera vez deseaba conocer a alguien. Pensaba que podrían llevarse bien y compartir opiniones o lo que fuese. El problema se planteó ante la sonrisa de Alexander, en ese momento, algo le llevó a pensar que era la sonrisa más bonita del mundo. nunca había visto una así. Pero su cabeza se hizo un completo lío que ya se encargaría de aclarar a solas, en ese instante no le apetecía pensar, ni mantener luchas internas con respecto a lo que era coherente o no coherente.

Escuchaba con atención las palabras del muchacho. Era humilde, y definitivamente de gran corazón, eso se notaba en sus palabras. Muchos de sus compañeros, habían posado para ella en más de una ocasión y aunque trataban de disimularlo, siempre se veía como buscaban su mejor perfil. Sus mejores posturas de Héroes. Lo que no sabían es que el mejor perfil es el que no se pone, si no, se expresa. No le gustaban las fotos preparadas, si no las inesperadas, las que mostraban los verdaderos momentos.

Se dio cuenta de que Alexander había dejado de hablar. Cuando la gente hacía eso, no le agradaba, aunque sabía que ella lo hacía muy a menudo. Sabía por la propia experiencia que, eso solo ocurría cuándo las personas son invadidas por los recuerdos o cuándo se les pasa algo por la cabeza, en ella, normalmente no era un buen signo. Habitualmente, no se preocuparía ni molestaría en preguntar, pues le daba miedo lo que la gente pudiese responder, pero en ese caso, se moría de ganas por saber que es lo que pasaba por la cabeza de aquel chico.
-No te preocupes- Sonrió con amabilidad- ¿Ocurre algo? Si quieres hablar... aun sigo aquí- Volvió a sonreír. definitivamente eso había sido muy muy estúpido, pero la curiosidad, podía con ella. Esperaba que no matase al gato.

Justo en ese instante, el movil de Aysha, sonó. Y eso no era habitual. Por lo que lo cogió rápidamente. Era un mensaje de texto lo que aparecía ante su pantalla y detonaba a urgencia. - Lo siento Alexander, voy a tener que irme, parece que es urgente- Tras esto le sonrió y le apuntó en su mano su numero de telefono - Me ha encantado hablar contigo si quieres volver ha hacerlo solo llámame- Le dió un beso en la mejilla, recogió su bolso del suelo y se fue corriendo. Algunos dirían que ese beso había sido muy precipitado o incluso mal educado pero ella se despedía así, no había nada raro en eso.