El mago de la corte [Merlín y Febo]

Esmeralda corría lo más rápido que le permitían sus piernas. Llevaba las faldas recogidas a la altura de las rodillas, con Quasimodo pisándole los talones. Se detuvo un momento y le hizo una seña a su amigo para que se apresurara, y echó a correr de nuevo.
Debía encontrar a Merlín. Necesitaba su ayuda urgentemente. Más que eso, casi era cuestión de vida o muerte.
Aquel castillo era un laberinto para ella, aún después de tanto tiempo formando parte de aquella corte. Sabía que Merlín estaría allí porque sabía que estaba preocupado por Blanca y su embarazo.
Se detuvo delante del portón que daba a los aposentos del mago, y Quasi quedó perplejo al contemplar las hermosas molduras y tallas hechas en la madera.
Esmeralda empujó una de las hojas del portón para que se abriese, pero estaba cerrado a cal y canto.
-Vuelve con Febo, llegaré lo antes que pueda, si es que encuentro a Merlín. Si ves que tardo demasiado llama al Hada Azul a ver si ella puede ayudarnos-le dijo a Quasi.
Esmeralda aporreó el portón con las fuerzas que le quedaban, gritando el nombre del mago hasta desgañitarse, pero no hubo respuesta. Extasiada y al borde de las lágrimas, Esmeralda se dejó caer al suelo de rodillas delante del portón, y rezó como antaño solía hacer.
-Dios no te ayudará aquí, lo que tiene Febo es cosa de magia
Esmeralda no dijo nada cuando Quasi se sentó con ella en el suelo. Sabía que él debería estar con Febo en sus habitaciones, pero sinceramente prefería tenerlo a su lado, ya que había gente cuidando de su esposo, mientras que de ella no cuidaba nadie.

Hacia meses que había salido de Camelot, tras asegurar todo en hay y en Ávalon, había decidido moverme un poco, había temas mucho mas serios y urgentes que solucionar y uno de ellos era la situación tan a contrarreloj que estábamos teniendo, para colmo la reina malvada tenia eso y yo ciertamente no podía conseguir tiempo si no terminaba de mirar el embarazo de Blanca, así que tras observarla me reuní con el príncipe James para contarle la situación, cuatro horas largas y bien provechosas, salí del cuarto del príncipe, sulfure, el amor la magia mas poderosa si cierto, pero la situación no estaba muy estable, el príncipe pronto se reuniría con los demás y para entonces yo debía asegurarme de lograr esos minutos que podían significar la diferencia entre la salvación y la perdición completa, por eso debía prepararme para mi enfrentamiento contra la reina, ya lo tenia todo listo, para ese gran enfrentamiento, acabaría con la fortaleza y con los guardias si era preciso, usaría esa técnica que llevaba estudiando, pero no llamaría a los dragones a la guerra, caminaba por los pasillos del castillo, parecía haber bastante movimiento, si mal no recordaba estábamos teniendo problemas internos, seguí caminando en dirección a mis aposentos, los aposentos que se me habían habilitado para permanecer en ellos durante le tiempo que estuviera en el lugar, me detuve al ver que no iba a poder entrar debido a dos personitas que me tapaban el portón me acerque –Señorita Esmeralda, Cuasimodo, ¿puedo saber que hacen tapando el portón que da a mis aposentos?- detenido frente a ellos, pero parecía que la situación era seria, bueno realmente no me extrañaba, últimamente había bajas dentro de nuestras propias fuerzas, por eso había dejado seguro Camelot, Ávalon era magia pura así que no ocurriría gran cosa en esa zona, observaba detenidamente sus semblantes, dolor, preocupación -¿Qué a ocurrido muchacha, que atenaza tu corazón de esta manera?- pregunte directamente a Esmeralda, parecia que hiba a tener que posponer mi viajecito a la fortaleza oscura

Escuchó pasos a sus espaldas justo antes de darse cuenta de que quien ella requería estaba de pie justo detrás de ellos. Se levantó y se alisó las faldas, y cuando se giró intentó parecer lo más calmada y serena que su situación actual le permitía.
-Es urgente, Merlín. Si no, créame que no estaríamos aquí. Es mi esposo, lo han hechizado. Está sufriendo grandes dolores, pero todos los médicos dicen que no tiene nada en el cuerpo, incluso el enano Doc coincide. No sabemos qué hacer. Creo que es obra de Regina o de algún mal mágico. Por favor, tiene que salvarlo, sabe que sin él aquí estoy perdida
En aquel momento sintió como los ojos se le llenaban de lágrimas calientes, que caían por sus mejillas tan ardientes que parecían de fuego.
Esmeralda volvió a recogerse las faldas y le hizo una seña a Quasimodo para que la siguiese. Lo mismo le hizo al mago, y echó a correr por el enorme laberinto que era palacio. Mucha gente le preguntaba el origen de su preocupación mientras avanzaba, casi corriendo, hacia las habitaciones en las que se encontraba su esposo.
Cuando llegó lo encontró bañado en sudor, con Doc a su lado. Esmeralda bendijo la presencia del enano antes de arrodillarse junto a la cama y agarrar la mano de Febo.
-Ya verás que vas a recuperarte, amor mío. He traído al mago, a Merlín. Él va a ayudarte, te lo prometo
Empapó un paño de tela en el agua que Doc mantenía junto a la cama y le limpió el sudor de la frente, sin apartar la mirada de sus ojos, que clamaban de dolor en su interior.
Esmeralda sintió como algo frágil en su interior se estaba haciendo añicos, junto con la esperanza de que el niño que creía llevar en su vientre tuviese un padre que lo amase y cuidase para siempre.

La observe detenidamente, salvar era algo que llevaba tanto tiempo haciendo, pero realmente, la situación era extrema, ella estaría a punto de desatar eso, por lo tanto podía decirse que salvar ahora una vida podía considerarse un gasto, urgente, de eso estaba seguro, pero ¿Cuál seria el precio en la siguiente fase? Esa pregunta rondaba por mi cabeza, hum ciertamente la sabia que debía ayudar a la muchacha, pero ese hechizo, ese poder que estaba a punto de desatarse, podía generar una gran masa de magia de valores incalculables y sus consecuencias serian desastrosas, observe como se levantaba suspire –ya os digo chiquilla que es algo mucho mayor que eso, Lady Esmeralda, la fuerza de la reina oscura nos maldice a todos de gran manera, ciertamente están teniendo lugar muchas muertes, pero algo mucho mayor pasara dentro de poco, algo que azotara este mundo, algo que lo cambiara todo para siempre- un poder oscuro capaz de segar todo tipo de vida, un poder preparado para algo más, realmente la situación era desesperada y extremadamente alarmante, pero debía estar listo para cualquier cosa, con excalibur resguardada podía moverme, realmente tenia todo atado, el hechizo si me afectaba encontraría la manera de librarme de el, me moví siguiéndoles caminaba en silencio, pensando, realmente salvar ahora una vida podía considerarse una agonía o tal vez no, entramos en la habitación y observe a Doc –la cosa pinta mal, ¿podéis hacer algo Merlín?- pregunto el enano, le mire sulfurando y me acerque, observe al capitán del ejercito -En este acto, envuelvo las malas energías y desaparece la enfermedad que aqueja- susurre extendiendo mi mano sobre el joven capitán, podía sentir como esa enfermedad desaparecía

Cerró los ojos con fuerza cuando vio al mago acercarse al lecho de su esposo, le escuchó murmurar una palabras poderosas, y notó como el calor volvía a las manos de su amado.
Escuchó como su respiración se normalizaba, y los gritos de alegría de Doc. Esmeralda intentó ponerse en pie pero algo se lo impidió. Un dolor punzante en su vientre hizo que volviese a ponerse de rodillas, y fue en aquel instante cuando supo que no esperaba un hijo.
El regocijo por la recuperación de su esposo era mayor que el dolor que sentía, así que con las fuerzas que le quedaban se excusó un instante para poder cambiarse la ropa. Se ajustó las faldas y volvió a las habitaciones en las que se encontraba su esposo. Cuando la miró Esmeralda no pudo evitar bajar la mirada con una sonrisa.
El mago se encontraba junto al lecho. Esmeralda pasó a su lado y le miró fijamente.
-No sabe cuánto le agradezco lo que ha hecho, tanto por mí como por mi esposo. Es usted una persona con un bello corazón, Merlín. Se lo agradezco de veras.

Se sentó junto a su esposo en el lecho, sintiéndose una mujer completamente feliz, ya no le importaba que no estuviese embarazada, lo único que le importaba era seguir teniendo a Febo a su lado. Se recostó sobre su pecho y suspiró feliz de que todo aquello hubiese acabado.

Un dolor insoportable atravesaba mi cuerpo una y otra vez, impidiéndome respirar con normalidad. Intentaba mantenerme lo más inmóvil posible sobre la cama, mientras intentaban hacer todo lo posible por ayudarme, así soportaba mejor el dolor que sentía, pero aun así no podía evitar retorcerme de vez en cuando, apretando los dientes para ahogar los gritos de dolor. Nadie sabía lo que me pasaba. Físicamente estaba bien, mejor que bien en realidad. Esto sólo podía ser cosa de magia, de una magia terrible y oscura.
Hacía un rato que Esmeralda y Quasimodo me habían dejado solo en compañía de las personas encargadas de cuidarme. Sabía que habían ido en busca de ayuda, pero aun así los echaba de menos y deseaba que estuvieran aquí. La sola idea de que todo esto terminara, de morir antes de que consiguieran volver, de no volver a ver el hermoso rostro de mi esposa y de abandonarla de esa manera era insoportable. Me obligo a permanecer tranquilo y a mantener la calma y la esperanza.
Esmeralda entra por la puerta acompañada de Quasimodo y de un mago que reconozco como Merlín. Mis ojos se iluminan al verla acercarse y cogerme la mano mientras Doc, uno de los amigos enanos de Blancanieves le preguntaba a Merlín si podía hacer algo. Merlín se acerca a mí y murmura unas palabras poderosas. Al instante noto como el dolor va desapareciendo y mi cuerpo se va relajando poco a poco. Empiezo a respirar mejor. Esmeralda se disculpa y sale de la habitación para volver a entrar unos momentos después. La miro con una sonrisa y luego miro a Merlín.

- Gracias por ayudarme, os debo mi vida, no lo olvidaré - Digo débilmente, agradeciéndoselo de corazón.

Miro de nuevo a Esmeralda y le acaricio el rostro delicadamente, cogiéndole una mano y besándola.