{Flashback, 11 años atrás}[Calles de Nueva York] Right from the start You were a thief, you stole my heart (Neal Cassidy)

Neal bostezó y estiró un poco los brazos cuando el sol comenzó a fastidiarle la vista. No sabía que hora era ni en qué momento se había quedado dormido, pero ya había comenzado otro día. Uno más viviendo la misma vida a la que se había acostumbrado: la de un ladrón. No conocía otro método y para él estaba bien así, aunque debía admitir que dormir cada noche en su coche comenzaba a joder su columna. Movió sus hombros hacía atrás para hacer que sus vertebras sonaran y se sintió un poco mejor, aunque su espalda no fue lo único que crujió; sus tripas resonaron a la par. Al parecer la cena que había comido la noche anterior empezaba a extinguirse y necesitaba algo más. Estaba pensando que podía comer o cómo podía hacerse con algo para satisfacer su hambre, pero aún estaba algo adormilado como para maquinar un plan para asaltar una tienda local. Hacía poco que estaba viviendo allí y necesitaba conocer a fondo los lugares para no visitar el mismo cada vez.

Había cometido un error en Phoenix y el recuerdo de esa joyería lo perseguía cada noche, pero estaba a salvo en Nueva York y los relojes almacenados en la taquilla de tren. No era exactamente robar ¿No? De todos modos, cada vez pensaba menos en ello y se dedicaba a tener la vista en el presente e intentar no meterse a trabajar en otra tienda como esa una vez más; no cometería el mismo error dos veces.

Se restregó los ojos un momento y se quedó recostado sobre el asiento trasero de aquel escarabajo amarillo en el que hacía casi todo. Parpadeó para acostumbrarse a la luz del día y oyó un ruido en la puerta delantera. Una rubia con una coleta estaba intentando hacerse con su coche y él no hizo nada para impedirlo, sólo se quedó escondido en la parte de atrás hasta que ella pudiera cumplir con su cometido. Al cabo de unos pocos minutos, la joven logró entrar y arrancó el coche saliendo de allí. Neal sonrió y se enderezó en el asiento de atrás apoyando sus brazos sobre el respaldo del delantero. — Impresionante — musitó impresionado y con suma tranquilidad.
– Aunque hubiese sido más fácil si usabas las llaves — agregó sacándolas de su bolsillo y haciéndolas tintinear en sus manos con una sonrisa en el rostro.

La rubia dio un brinco en el asiento delantero cuando oyó la voz de Neal resonar el interior. Él simplemente se rió de la reacción de la muchacha y se acomodó mejor apoyando el peso de su cabeza sobre sus brazos que reposaban sobre el respaldo del asiento del copiloto. — No sabía que las mujeres llevaran un destornillador en el bolso — apuntó observando dicha herramienta donde deberían estar las llaves que él tenía en la mano. Pocas veces se había metido dentro de un coche para huir y en esas ocasiones él había prescindido de un destornillador para ayudarle. Debía admitir que la rubia había sido rápida en la tarea de robar el coche, aunque era una pena que no hubiera podido cumplir con su cometido porque él estaba allí presente. — Aunque la próxima vez, fíjate que el coche este vacío — aconsejó intentando reprimir una sonrisa por lo que acababa de decir. Sintió un poco de pena al saber que no se quedaría con el escarabajo y curiosidad al no saber para qué quería robar un auto.

Se quedó contemplando su perfil un momento feliz de que su coleta le dejara ver su rostro de forma completa. Contempló un par de ojos que variaban entre el celeste y el verde detrás de unas gafas negras enmarcadas. Sus labios eran finos y rosas y aunque ella no hubiese hablado imaginó que su voz sería suave. Quizá tendría un par de años menos que él, aunque se seguía  preguntando internamente que hacía alguien como ella robando coches ajenos en las calles neoyorkinas.  Era bonita la ladrona y eso hacía que la sonrisa se desplazará por el rostro del castaño, aunque advirtió la tensión en las manos que ella tenía sobre el volante. — Sólo conduce, no pasa nada— murmuró fijando su vista en la carretera para corroborar que todo estuviese en orden e intentar que ella estuviese tranquila. No quería despertar para morir atropellado, aunque ella lo hacía bastante bien.  
— Neal Cassidy — dijo mirando el espejo retrovisor para captar su mirada.

La rubia se movió para mirarle un momento, pero luego regresó su vista al frente. — Ojos en la carretera — advirtió señalando con su dedo índice las calles neoyorkinas; sabía cuan quisquillosos eran los policías en esa ciudad. De todas formas, la muchacha le miró un instante y luego se volvió para responder algo que hizo que Cassidy soltara una carcajada divertido con el asunto y algo decepcionado al no saber su nombre. — Yo podría ser un pervertido, pero tu eres una ladrona de coches — replicó sin quitar la sonrisa de su rostro. No tenía derecho a juzgarle cuando ella se dedicó a sabotear el auto amarillo canario para fugarse a quien sabe donde. Quizá Neal debería estar cabreado porque se le haya metido al coche con intención de robarle, pero como de todas formas no era suyo enteramente no le fastidiaba ese pequeño detalle. Además, ella era muy guapa como para quitarla sin conversar un poco. Lo malo es que estaba tensa y con las manos apretadas sobre el volante como si se le fuera la vida en ello. — No importa, no necesito tu nombre para que te arresten mientras el robo se está cometiendo— afirmó aún con diversión en la voz. La estaba preocupando más de la cuenta porque no la denunciaría a la policía, después de todo eso no se le hace a otros colegas ¿no?, pero le parecía estupendo fastidiarle con eso por el simple hecho de haber escogido su coche amarillo para robar.

Neal desvió su vista al destornillador que estaba metido en las llaves y luego suspiró. Estuvo a punto de pasarse al asiento del copiloto, pero prefirió quedarse allí para no tener que hacer maniobras y fastidiar a la conductora. Se acomodó mejor en el asiento de atrás y miró por el espejo retrovisor la patrulla con las luces azules y rojas y soltó un suspiro de resignación.

La rubia no parecía ser muy conversadora, pero Neal tuvo en cuenta el hecho de que estaba con las manos al volante en un coche que acababa de robar con su dueño metido en el asiento de atrás. Puede que la sorpresa la haya dejado sin habla, aunque tenía el suficiente sentido común como para pensar que él era una especie de pervertido solo por preguntar su nombre. Para la sorpresa del adormilado castaño los labios de la joven se entreabrieron para pronunciar su nombre de pila seguido por su apellido segundos después. — Bonito nombre — halagó sintiéndose triunfante por conocer un poco más de la pequeña ladronzuela.

Pensó que la infracción no había sido suya, pero la patrulla indicó que debían detenerse. Swan fue rápida en quitar el destornillador y poner la palma arriba hacía Neal. Él no se tardó más de dos segundos en entender la idea y le alcanzó las llaves con rapidez tomando la herramienta en su lugar y arrojándola a la parte trasera del coche.Antes no había querido pasarse hacia el asiento delantero, pero habría sido una buena idea considerando cuan raro se veía que él viajase atrás mientras la rubia conducía. — Por eso insistí en ver hacía adelante — dijo con un suspiro apoyando su cabeza sobre su brazo antes de notar como las luces del coche patrulla se veían más cercanas.  Quiso decirle que no se preocupara que todo estaría en orden, pero no hizo tiempo. El oficial se acercó a la ventanilla de Emma y pidió los papeles del coche junto al carnet de conducir. Neal se apoyó un poco más sobre el asiento de la rubia  y miró hacia afuera. — Lo siento mucho, oficial, pero en realidad el coche es mío — dijo con toda naturalidad, podría decirse que estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones y no se amedrentaba con algo así. — Estaba intentando enseñarle a mi novia a conducir con cambio manual — agregó mirando de reojo a Emma con aquella sonrisa que pocas veces abandonaba su rostro. — Pero es un poco complicado ¿verdad, cariño? — finalizó alternando su vista del policía a la rubia que estaba conduciendo su coche robado. — Usted sabe, oficial, mujeres — murmuró con una mueca de complicidad hacía el hombre fuera del auto para que se apiadara de él y olvidara el asunto sin comprometerlo con los papeles.

El castaño había sido rápido en pensarse algo alterno para decirle al policía porque no estaba dentro de sus planes decir "La rubia me ha robado el coche, arrestela" porque no ganaría nada y saldrían ambos perjudicados, por lo tanto optó por una opción creíble. El oficial alternó la vista de Neal a Emma y terminó por tragarse la sarta de mentiras que Cassidy estaba diciendo, después de todo había sonado a verdad. Les advirtió que tuvieran cuidado la próxima vez y se alejó de la ventanilla para regresar a la patrulla. Neal le agradeció antes de que llegara hasta su coche. Suspiró aliviado y levantó el asiento delantero para abrir la puerta del coche y pasarse adelante como había pensado anteriormente. Se acomodó mejor y oyó la pregunta de Emma. — De nada — respondió a un gracias que no había sido dicho e ignorando la pregunta que le había hecho. — Aunque un par de copas podría remediar el hecho de que me acusaras de pervertido y misógino — agregó con una sonrisa picara en el rostro sacándole partido al asunto.

Apoyó la cabeza sobre el respaldo aliviado por eludir al policía momentos atrás. — Vaya, Hemos tenido suerte — murmuró frotándose el rostro un instante dándose cuenta de que el coche seguía parado; Emma no había vuelto a ponerlo en marcha, quizá necesitaba recobrarse del susto del policía, no lo sabía exactamente. Por un segundo Neal pensó que estaban atrapados, pero habían estado de suerte.

El castaño huía de la policía como lo hacían los gatos de los perros. Era rápido en hacerlo y casi nunca lo pillaban en el acto. Tenía labia para evadir los arrestos y lo había demostrado con el oficial recientemente. No estaba contento con ese estilo de vida, pero era el único que había aprendido desde que dejó Nunca Jamás y piso este mundo. Había estado en Londres un tiempo junto a los Darling, pero poco y nada recordaba de los alrededores fuera de aquella casa inglesa. Quizá las cosas habrían sido muy diferentes si su papá no lo hubiese dejado caer en el portal solo por su cuenta abandonándolo a su suerte. Apartó esos recuerdos de su cabeza porque no le apetecía pensar en cosas que no podía cambiar.

Neal abrió la boca decidido a responder a las palabras de Emma, pero nada salió de sus labios al no tener idea de como responder a eso. Simplemente se encogió de hombros de forma breve como si eso fuese una respuesta viable a la pregunta de la muchacha. No se había dado cuenta de que el plural que había mencionado significaba meterse dentro del saco hasta que la rubia expresó sus pensamientos en voz alta haciéndole caer en la cuenta de sus palabras .Vaya, ella era buena en entender lo que sucedía a su alrededor, le concedía eso.

Cassidy sonrió de nuevo como si de esa forma pudiese remediar lo que estaba sucediendo. — ¿Qué me dices de esas copas ahora? — preguntó insistiendo nuevamente en el asunto. — Quizá pueda darte algunos consejos de cómo robar un coche — bromeó guiñándole un ojo sin quitarle la diversión a todo. Que la rubia se colara en su auto había sido uno de las cosas más interesantes que el sucedieron en los últimos días, donde lo único que hacía era ir de aquí para allá con ayuda del coche amarillo canario, su fiel compañero en el mundo de la delincuencia.

–Veo que nos parecemos más de lo que creía… Neal –dije por romper el hielo. No voy a mentir, era un hombre agradable y tenía una sonrisa permanente a pesar de lo extraño de la situación. Puede que lo hubiera hecho por salvarse a sí mismo, pero también estaba siendo amable conmigo, creo que es la primera persona que se comporta así conmigo. –Y bien –dije perdida por las calles neoyorkinas – ¿Adónde vas a llevarme a tomar una copa? Yo no conozco mucho la ciudad. –Lo cierto es que el haber ido de casa de acogida en casa de acogida y cambiando de casa y orfanato cada dos por tres no me había dejado tiempo para instalarme en ningún sitio y conocerlo a fondo. –En serio, no sé cómo sigues dejándome al volante… podría estar pensando en ir a un descampado y deshacerme de ti –bromeé. 

¿Se parecían? Quizá en el hecho de que ambos parecían ser delincuentes. Neal no conocía mucho a Emma, pero que haya entrado en su coche con un destornillador en la mano simulando una llave decía algo de ella. Era astuta, aunque intuyó que le faltaba un poco que aprender, ya que se había quedado sorprendida cuando la policía los detuvo en mitad de la avenida.  El castaño pensó que si aceptaba tomar una copa con él podrían conocerse un poco más, pero ya lo había preguntado y no lo haría nuevamente sin obtener antes una respuesta. Y la tuvo. La sonrisa apareció en su rostro y alcanzó a sus ojos. Se quedó pensativo un momento pensando en un buen sitio donde llevarla. — Conozco uno muy bueno a unas pocas calles de aquí. Todo derecho hasta que encuentres una veterinaria en la esquina y luego doblas a la derecha — le indicó recordando el recorrido. Había ido a ese sitio con anterioridad y era uno de sus favoritos de la gran manzana.

Ya no se encontraba tan tensa como antes, al menos así le parecía a él. Hasta se le había dado por bromear y era una buena señal. — Puede que seas una ladrona, pero no creo que llegues a ese grado. Además tenemos algo pendiente antes de eso — le recordó guiñándole un ojo dándose el lujo de juzgarle como ella hizo con él antes. Que estupenda tarde. Se había ganado una salida con la rubia y ni siquiera había tenido que salir de ese coche amarillo. Era toda una gran hazaña para Neal y estaba decidido a averiguar más cosas acerca de Swan, parecía una muchacha interesante.

Lo odioso de tener un coche en Nueva York era aparcarlo. No se encontraba un sitio muy rápido y menos considerando la cantidad de coches que aparecían por día, parecían multiplicarse cada vez más. — No importa si nos alejamos, recuerdo el camino para ir a pie — murmuró mirando por la ventanilla de su lado todos los sitios ocupados. Parecía que la gente prefería andar en coche unas calles que hacer un poco de ejercicio con las piernas. Él iba a todas partes con su escarabajo amarillo porque era prácticamente su hogar, pero si tuviese la posibilidad de todos los demás preferiría caminar. Se puso a pensar que habría sido de él si no hubiese estado durmiendo cuando la rubia se decidió a meterse en su auto. Quizá no estaría tan sonriente como lo estaba en ese momento, pero agradecía que las cosas no hubieran sido de ese modo.

Neal miraba de vez en cuando por la ventanilla y por el rabillo del ojo como conducía la rubia. Emma encontró un sitio donde aparcar y lo hizo en tiempo y forma. No se le pasó hacer un comentario respecto a lo que Cassidy había utilizado para apartar al policía del coche— No soy misógino, pero tenía que ponerme del lado del oficial para librarnos de esa — articuló antes de coger las llaves del coche y salir de allí. — Nos alejamos poco, es por allá — señaló con su dedo índice la calle que estaba frente a los dos.

Más que ganas de tomar unas copas él se estaba muriendo de hambre. El asunto era como pagar lo que consumirían, pero tenía todo el trayecto hacía el sitio y lo que durasen allí para pensarlo.

Caminó a su lado oyéndola replicar al respecto. — Puede que sí, puede que no, pero lo que importa es que no acabamos por las rejas — objetó sin darle importancia al asunto sobre el sentido de las palabras que había empleado para quitarse al oficial de encima. Pero la rubia dijo algo que le causó gracia. El castaño sonrió y se acercó un poco más a Emma para coger las gafas. Fingió examinarlas de forma exhaustiva después de que dijo eso. — Pues me temo que te quedaras miope sin ellas porque soy un buen conductor, uno que ve hacía delante cuando está al volante — eso la picaría, seguramente. Jugó un momento con las gafas negras entre sus manos y miró el rostro de la rubia dándose cuenta de cuan bonitos eran sus ojos al estar despojados del accesorio que él traía entre sus dedos. Sonrió antes de devolvérselas. — Pero mejor las llevas puestas para que no te pase nada — acabó por decir viendo el enorme cartel del sitio que había escogido para ese par de copas que había aceptado.

— Que perspicaz — musitó al oír la pregunta que Emma había hecho. Podría lucir como cualquier otra muchacha, pero era completamente diferente a lo que había visto; ella era tan ladrona como él y no supo por qué ese pequeño detalle le atraía. Negó con la cabeza mientras abría la puerta del lugar — Ni idea, pero algo pensaré — pasó detrás de ella. Podía usar el truco viejo de la mosca en la comida o inventarse alguna enfermedad para salir corriendo de allí, las posibilidades eran infinitas.— O quizá a ti. Sabes como hacerte con un coche seguramente que salirte sin pagar no es un desafío para ti — sonrió mientras miraba las mesas libres y se frotaba las manos para quitarse ese endemoniado frío de la época.

Neal recibió agradecido el cálido ambiente del bar y sintió sus pasos rechinar sobre la vieja madera del lugar. Había estado allí con anterioridad, pero había pagado por las cosas que consumió en su momento. No era tan tonto como para regresar a un sitio que había robado, al menos no tan pronto. Esta vez no tenía dinero encima como para darse el lujo de regresar de nuevo la próxima semana y le hubiese gustado tenerlo para no incluir a Emma en el hurto, pero no podía. Además, ella no parecía alterada al respecto, incluso estaba proponiendo algo a que él jamás se le hubiese ocurrido. La seguió hacía la mesa que había visto y se sentó mirándola con admiración tras oír su plan. — Es una gran idea, Emma — le concedió al no haber pensando en eso. — No puedo ser misógino teniendo delante una mujer con tan buenas ideas — agregó sonriendo y escondiendo su rostro detrás del menú que estaba sobre la mesa. Las opciones que traía eran tan buenas que el castaño no podía decidirse por un plato con la variedad que había, pero estaba seguro de que pediría algo más que una simple copa de alcohol.— Creo que acompañaré las copas con algo de comer, la casa invita después de todo— bromeó antes de devanarse los sesos en una opción viable para salir de allí tan pronto como hubiesen terminado de consumir. — Mira, el sitio esta abarrotado de gente, supongo que podremos pasarnos desapercibidos — observó volviendo la vista al menú antes de deslizarlo sobre la mesa para que Emma lo viera también. — Pero podríamos usar tu método en otra ocasión — se aventuró a decir con la esperanza de que esa no fuese la única que vez que se cruzaran. Presentía que no dejaría de ver ese par de ojos claros tan pronto.

Una mesera se acercó a ellos después de unos minutos y Neal miró a la rubia para que ordenara primero porque él no tenía idea de que pedir. Les dio los buenos días a los dos y sacó una libreta para anotar su pedido con algo de impaciencia porque comenzaba a escuchar el barullo de varias personas atrás que la buscaban para la cuenta. — Carne asada para mi y lo que ella ordene, pero procure que el chef no se exceda con la sal, no quiero que nada le suceda a mi esposa ni al pequeño — terció cogiéndole la mano sobre la mesa a la rubia y guiñándole un ojo cuando la mesera no estaba prestando atención.

Sus ojos se apartaron de la mesa para mirar alrededor, ya que le gustaba saber por donde se movía. Hubiese preferido una mesa que estuviese cerca de una ventana para ver el mejor momento para salirse por la puerta. Era bueno escaparse cuando entraba alguien más porque confundía un poco también, pero estaban ubicados en una mesa apartada; no podía pedir algo mejor. Además, no había muchas que escoger considerando que el sitio estaba abarrotado.

Volvió la vista a su mesa cuando Emma hizo alarde de sus fantásticas ideas. — No me cabe duda de que es así, pero sería estupendo comprobarlo en otra ocasión — insistió sin quitarse esa sonrisa suya del rostro. La vería de nuevo, estaba seguro de eso, lo que no sabía es que ella iba a impactar tanto en su vida. La rubia estuvo de acuerdo en el plan de escabullirse cuando los camareros estuvieran ocupados atendiendo a las demás personas. Era el único plan que tenían y debían aferrarse a eso.

La sonrisa tiró de la comisura de sus labios y las marcas alrededor de sus carrillos aparecieron como siempre. La vería de nuevo. Permaneció un momento callado antes de añadir el tipo de bebida que quería, ya que se le había pasado: Zumo de manzana. Había pensado en una cerveza, pero era más de beber por las noches que por el día. Quien les atendió, anotó todo y se marchó hacía otras mesas para seguir con su trabajo. — Me gusta trazar bien el plan para que salga bien, darle credibilidad y esas cosas — comentó acariciando los nudillos de la rubia con suavidad. Ya no necesitaba hacerlo porque no había nadie observándolos para fingir que eran esposos, pero le gustó la suavidad de su piel. — Además, me mantengo preparado para lo que vendrá — agregó sin quitarle los ojos de encima. — Ahora, dime ¿Para qué querías el coche? Quiero decir, ¿necesitabas ir a algún sitio? — preguntó con curiosidad. No había tenido ocasión de hacerlo y quería saber si podía ayudarle.

La rubia tenía las manos cálidas y eso a Neal le agradaba. No era un buen amigo del frío desde que tuvo que valerse por si mismo para conseguir refugio contra la helada que caía continuamente en el invierno neoyorkino, aunque no podía quejarse de que le estaba yendo bastante bien. Robaba, sí, pero lo hacía por una buena causa, según él. Sin embargo, tenía pensado dejar la delincuencia en algún momento de su vida para no seguir siempre con la vida de un eterno ladrón, pero primero tenía que solucionar el asunto de los relojes robados.

Los dedos del castaño se movían con lentitud sobre los de Emma mientras sus ojos se situaban sobre la curiosidad que denotaban los de ella. — ¿Por qué no? — dijo encogiéndose un poco de hombros. — Siempre dicen que dos cerebros son mejor que uno ¿no? — la idea comenzaba a entusiasmarle. — Además de ese modo estaríamos a mano con el asunto de robarme el coche — bromeó. No iba a acusarla con nadie, de haberlo querido lo hubiese hecho más temprano cuando el oficial los detuvo, aunque si lo hacía también se hubiera metido él mismo en problemas. 

Se le encogió el estómago cuando dijo que era huérfana. Él no lo era, pero ¿qué le faltaba para serlo en realidad? Su infancia no era digna para recordar y evitó que los recuerdos de esa época lo abordaran. Acarició la mano de Emma con dulzura antes de quitarla para dejar que quien los atendiera pudiera poner los platos sobre la mesa. Neal le agradeció con un gesto con la cabeza y cogió los cubiertos para comenzar a cortar la carne. Miró por el rabillo del ojo a la rubia. — No hace mucho que llegué aquí y tu ya te quieres ir, Bonnie — sonrió de forma torcida antes de llevarse un trozo de carne a la boca; sabía malditamente bien. Tragó y volvió a ver a la muchacha de gafas — Pues no sé, Nueva York es una ciudad muy amplia, seguro hay sitios que todavía no conoces y no olvides que debemos trabajar un poco más en tus habilidades de concentración para escabullirte dentro de un coche — rió y bebió un poco de zumo. — Y no puedo hacer de padre preocupado sin mi adorable esposa — le guiñó un ojo divertido y bajó la vista a su plato.