.:Solo son compras, ¿Verdad? No hay nada extraño... ¡¿Verdad?!:. [Libre]

Solo son unas compras, Rosalina. Puedes hacerlo – Se dijo en modo de aliento, cogiendo sus propias manos y presionándolas con fuerza – Algún día tendrás que salir por comida y ese día es hoy, a menos que te quieras morir comiendo palitos y hojas el resto de tu vida – Suspiro, y con ese último regaño salió corriendo al pueblo. Cargaba consigo una cesta donde traía consigo nada más que unos trapos, como para cubrir lo que sea que fuese a comprar, yendo a toda prisa con sus tacones oscuros y altos en conjunto a un traje azul con un sombrero que siempre llevaba a medio lado. La gente se le amontonaba y el corazón se le aceleraba, tenía mucho miedo de creer que en cualquier momento vendría algún “bicho raro” queriendo venderle artículos que supuestamente eran mágicos, como cualquier traficador extraño. Odiaba todo tipo de droga, y lastimosamente, era víctima del alcohol pero en fechas tan escasas como lo era Navidad o Año Nuevo.

Más y más rápido, Rosalina se abría paso hasta cualquier tienda y compraba a una velocidad tan grande que cualquiera le diría que tenía los pies ligeros y los zapatos con plumas. Panes, vegetales, quesos, carnes, todo un mercado entero puesto nada más en una cesta que cargaba a una sola mano, sostenida elegantemente mientras que dejaba la mano puesta al aire. Aún así no evitaba que siguiera acelerada, sentía que la respiración era cortada debido a las muchas personas con caras extrañas que le veían, como si fuera la única persona extraña considerando que ya ha visto a muchos haciendo cosas de verdad imposibles de creer. Asustada, se dio a la tarea de incluso empujar a 7 individuos que solo se limitaron a girarse, pero no todos a protestar, mientras veían corriendo a la misma muchacha que parecía estar en plena casa de los sustos.

Acabó aterrizando debajo de un techo azul de una tienda, posiblemente de relojes, aunque no tenía idea y no quería voltear. Llevó una de sus manos al pecho pero solo para asegurarse de que su corazón siguiera ahí, y cuando se dio cuenta que incluso los pulmones seguían en su lugar, revisó su cesta. Todo estaba perfecto, y esperaba a que siguiera así hasta llegar a su amado hogar. Pero justo cuando iba a darse por cumplida su tarea, giró hacia su derecha para casi darse de cara con otra persona, acción que le llevó casi a un susto de muerte y que retrocediera en el acto por miedo, dejando caer su cesta y ocultarse la cara como si hubiese visto a un fantasma.

Demonios demonios demonios ¡Demonios! – Decía en voz baja, esperando a que cualquier tipo de horror que se imaginó nada más hubiese sido eso, su imaginación.