One Day In The Sea { Kristoff }

La maldición se había roto y de pronto, la vida de Kristoff se había vuelto un maremoto de sensaciones. Por un lado, él estaba feliz. Había recuperado la visión, y sus recuerdos. Eso tenía que ser bueno, ¿no? Entonces, ¿por qué sentía que no podía quitarse esa incertidumbre de la cabeza? Una incertidumbre que se multiplicaba por cuatro cada vez que se paraba a pensar en todo lo que había sucedido desde hacía unas semanas. El pueblo se había vuelto loco buscando a viejos conocidos, familiares o parejas. ¿Y él? ¿a quién buscaba él? Gerda no estaba en Storybrooke, ya se había encargado de buscarla bien, aunque eso tampoco quería decir que tuviese las esperanzas perdidas, todo indicaba a que, por alguna razón, no había sido traído con la maldición. Otro asunto que le daba dolor de cabeza era Elsa Norden, la que había sido antaño su jefa en el conservatorio de música y ahora, bueno... ahora resultaba que también era la mujer que lo había tenido apresado durante años en su Palacio de Hielo. Exactamente, la Reina de las Nieves, ni más ni menos.

Pero el asunto que más le retorcía el corazón era el de Lexie Greene, o más bien Esmeralda. Todavía podía escuchar las palabras que le dijo cuando la maldición se rompió. "Está casada. Con Phebo. Y Phebo está aquí, en Storybrooke, y seguramente no tardará en buscarla". La pregunta era; ¿a quién amaba ahora Lexie Greene? Por parte de Kristoff, la cosa estaba clara. Él aceptaría la decisión de ella, fuese la que fuese. No le quedaba otra.

Después de estar todo el día dándole vueltas al mismo asunto, Kai decidió salir y despejarse un poco. El lago le pareció un buen lugar. Era un sitio tranquilo, donde nunca iba demasiada gente. Con fortuna, ahora podría podría disfrutar de nuevo del don de la vista que tanto había echado de menos. Se sentía bien no llevar nunca más esas gafas de sol negras. Se tumbaría sobre la hierba y se dedicaría a mirar. Sólo mirar. Y tal vez, echase algunas fotos sólo porque nunca había tenido la oportunidad de hacerlo. Era divertido ver cómo muchas de las cosas que habían a su alrededor eran completamente distintas a como se las había imaginado. Empezando por su compañero de piso Jared, y terminando por el cartel que colgaba de la tienda del señor Gold. Muchas veces se reía solo al pensarlo, y de vez en cuando, alguien lo miraba raro. Pero a Kai no le importaba. No le importaba en absoluto.

Cuando llegó a la laguna, no tardó en descubrir que no estaba solo. Una voz cantarina y juvenil lo saludó. Una voz que él reconocía bien. Se trataba de Melody, una chica del pueblo que conoció una vez en el Rabbit Hole, cuando fue a ver uno de los monologos de su compañero de piso. Y de nuevo, una sonrisa ladeada apareció en su rostro al comprobar que la Melody que estaba allí delante no tenía nada que ver con la Melody que él se había imaginado en su cabeza durante tanto tiempo.
-Hola, Mel. Nada, simplemente quería venir a despejarme un poco. Ya sabes que con todo lo que ha pasad... -dejó la frase en el aire cuando sus ojos se cruzaron con la cola azul de sirena de su compañera-Dios, y yo que pensaba que después de descubrir que Jared el Gato con Botas no podía haber nada que me sorprendiera más... ¡Mel, eres una sirena! -inquirió a voz en grito y sin dejar de reírse. Aquello era de locos-¿Cómo... ah... cómo se siente el tener... ya sabes, aletas? -murmuró sonriendo. Parecía ser que lo que se iba diciendo por ahí era cierto; la magia había vuelto a Storybrooke.

Sí. La magia había vuelto a Storybrooke. Aún no podía creer que Melody lo aceptase tan a la ligera. Era de locos. Era como tener a dos personas totalmente opuestas en la mente. ¿Hubiera sido capaz Kristoff de huir con la Reina como lo había hecho Kai? ¿y hubiera sido capaz Kai de tratar de escapar del Palacio de Hielo como, posiblemente, habría hecho Kristoff? Era demasiado para manejar ahora mismo. ¿Cómo podía Melody asumirlo tan normal? Supuso que cada uno reaccionaba de una manera distinta.
-Me gustaría tomármelo tan bien como tú, la verdad -comentó mientras se acomodaba a la orilla del lago. El agua calaba sus zapatos y ya notaba los calcetines un poco empapados, pero no le importó demasiado-¿No te sientes... ya sabes? ¿Rara?

Se encogió de hombros. Agradecía el detalle de Melody de ofrecerse a escuchar sus penas, que, siendo sinceros, en este punto de la historia, eran bastantes. La verdad, lo necesitaba. Necesitaba una mano amiga. Sobretodo después de que Lexie y él hubiesen decidido tomarse unos días para poner su cabeza en orden. En especial ella, porque por parte de Kristoff... bueno, él echaba de menos a Gerda, tampoco lo iba a ignorar. Habían pasado... ¡Dios santo! ¿cuántos años habían pasado? Y ni rastro de ella en Storybrooke.

-Gracias, Mel. Es sólo que... Arg -ni si quiera sabía por dónde empezar-Con la maldición rota, bueno. Resulta que Lexie, mi novia... o la que yo pensaba que era mi novia, está casada con otro tipo del Mundo Mágico. Él también vive en Storybrooke y, bueno, no sé. Es todo demasiado confuso ahora. Ni si quiera sé como llamarla, si Lexie o Esmeralda. ¡Diablos! Ni si quiera sé cómo llamarme a mí mismo. ¿Kristoff, Kai? -resopló. A decir verdad, casi se había acostumbrado más a su nombre de Storybrooke, y cómo para no; llevaba veintiocho años llamándose así. Y sin embargo... -Y además, no encuentro a Gerda, una amiga mía de la infancia. Sinceramente, ni si quiera estoy seguro de que esté en Storybrooke. Pero si no está aquí, ¿dónde puede haber ido? -se masajeó las sienes. Demasiado pensar por hoy- Bueno, ya ves. Tengo un montón de recuerdos en mi cabeza que no sé cómo ordenar -"Y me encantaría partirle la cara a Elsa". Pero todavía no había tenido agallas para ir a cantarle las cuarenta a la Reina de las Nieves. Igual, nunca las tendría. Sin embargo, decidió omitir esa parte. No quería agobiar a Melody con más cosas-Pero bah, déjalo. No quiero abrumarte con mis cosas. Al menos, he recuperado la vista. Punto a favor, imagino.