It's not that easy being green {Mary Poppins}

Acostumbrarse a su cuerpo de grillo le había costado algún tiempo. Y sin embargo, ahora sentía que no podría ser de otra forma. Por algún motivo, Jiminy ahora se encontraba en paz consigo mismo. El verse convertido en un grillo no había supuesto para él ningún tipo de castigo (es más, ¡si él lo había decidido así!). Jiminy ahora era más libre que nunca. Recordaba cómo de niño le gustaba tanto eescuchar a los grillos por las noches. Le relajaba. El pequeño Jiminy sentía una especie de conexión extraña con aquellos insectos. Sin duda, Jiminy no estaba arrepentido del giro que había tomado su vida. El Hada Azul le había dado una segunda oportunidad, para enmendar el error que había cometido. "Ahora haré lo correcto"

Y, en efecto, Jiminy ahora actuaba como una especie de guardián para el hijo de aquellos humildes aldeanos. El niño en cuestión se llamaba Gepetto, y Jiminy lo observaba siempre, con la esperanza de que todo le fuera bien. Todavía no se había atrevido a presentarse ante él. Posiblemente porque no había encontrado el momento adecuado, pero al grillo le bastaba con saber que Gepetto estaba bien.

Jiminy no se quejaba de su nueva vida. No. Sin embargo, había cosas a las que todavía se tenía que acostumbrar. Como por ejemplo, el tamaño. Ahora debía asumir que veía todo tres metros más grande de lo normal. Y la hierba ahora le servía tanto de cobijo como de cama mullida. Era una sensación rara. Y tenía que tener cuidado de no morir aplastado o devorado por algún animal.

Y por supuesto, los zapatos humanos.

Faltó muy poco para que Jiminy acabase aplastado en la suela del zapato de un viandante. O una viandante, por mejor decir. El grillo no pudo evitar emitir un respingo:
-¡Ay! Por los pelos -murmuró, casi sin darse cuenta de que estaba hablando en voz alta, y su voz sonó mucho más bajita y aguda que su voz humana. Sacó su paraguas (su eterno paraguas) y lo abrió. Como si eso fuese a protegerlo contra un pie gigante.

¡Vaya casualidad! Su reciente acompañante también llevaba un paraguas a mano. Eso fue suficiente para que en Jiminy se pintase una sonrisa cómplice en su rostro de insecto. Por algo él decía que "las personas que llevan paraguas siempre son de fiar" (aunque, en el fondo, ni él mismo sabía qué significaba exactamente ese dicho)


La señorita en cuestión se había presentado como Mary Poppins. Un nombre curioso y que jamás había escuchado por esas tierras. Pero es que, calibrando a la mujer que tenía delante, las ropas de ésta también eran un tanto extrañas. No se podía decir que desentonasen del todo en ese lugar, pero algo le decía que no eran procedentes de un mundo como el suyo, o al menos, no de su región. Pues hasta el acento le notaba extraño. Éso, sin embargo, aumentó la curiosidad del grillo.

-Encantado, señorita Poppins. A mí me puede llamar Jiminy -por enésima vez, intentó tender su brazo de insecto, pero había cosas a las que todavía no se había acostumbrado en su forma de grillo, y una de ellas era, precisamente, a que ahora su bracito resultaba tan diminuto que un simple estrechamiento con una mano humana podría romperlo. En lugar de eso, hizo una reverencia y todo él quedó cubierto por su paraguas negro durante unos segundos-No hace falta que me compense con nada. Un despiste lo tiene cualquiera -respondió con su habitual voz aguda de grillo-Pasear es una idea agradable... Pero he de llegar veloz a la próxima aldea, allí debo encontrarme con un viejo amigo -estaba hablando de Gepetto, por supuesto. Por fin se había decidido a presentarse a él como su conciencia y guía-Aunque tal vez... -meditó unos momentos-¡Tal vez podáis llevarme más rápido en vuestro hombro que si camino con estos pies de insecto tan cortos! -exclamó, mirándose de repente las patas de grillo.

A parte de hacer un buen día, Mary agradeció haberse encontrado con tan inesperado compañero de viaje. Ella llevaba muchos años hablando con los animales, pero nunca había conocido a ninguno que hablara la lengua de los hombres. No pudo evitar sonreír cuando escuchó hablar al simpático insecto, y se fijó en lo bien vestido que iba, con su chaleco y su paragüas, como si fuese de gala.

-Claro, por supuesto, Jiminy. Estaré encantada de llevarle en mi hombro o en mi sombrero, como usted elija. Así, también tendré a alguien con quien compartir el camino charlando, ¿no le parece?

Pese a lo que pudiese parecer aquella pintoresca escena, Mary sabía que aquel grillo seguro que tenía una historia muy interesante que contar, y esperó que tal vez se la contase por el camino a la aldea en la que iba a reunirse con su amigo. Con delicadeza, cogió al pequeño grillo del chaleco y lo acomodó entre las telas del hombro de su vestido celeste, y se levantó. Tras librarse de los restos de tierra que manchaban sus faldas, Mary prosiguió con la marcha.

-Tendrá que indicarme el camino a la aldea, si no le importa. Hace mucho que no paseo por estas tierras y ya casi no me oriento bien. ¿Puedo preguntarle una cosa? Espero que no se ofenda, pero el hecho de que hable como los humanos me ha llamado mucho la atención. ¿Es que acaso usted alguna vez fue humano? Ya le digo, Jiminy, disculpe mi intromisión.

Prefería seguir tratando a su pintoresco acompañante de usted, no creía que en unos pocos minutos fuese capaz de tutear a alguien.
Había algo que a Mary le olía a magia, algo en aquel grillo que le indicaba la presencia de algo extraño y mágico que podía o no haber sido bueno. Pero su olfato para la magia se había atrofiado bastante durante su estancia en Inglaterra, por lo que no podía saberlo a ciencia cierta, sólo podía esperar a que Jiminy quisiese contarle su historia, y así, tal vez, ella le contase la suya.

Tras el ofrecimiento de la amable señorita, Jiminy se echó a hombres de Mary Poppins. Desde allí, se tenía una vista espectacular del bosque. Bueno, espectacular para él, que siendo un grillo lo veía todo tres veces más grande de lo que debería, y eso al principio le había costado adaptarse. A veces creía que echaba de menos el ser humano, pero luego recordaba por qué había decidido transformarse en grillo, y la imagen de Gepetto se le cruzaba por la mente. Éso era suficiente para no echarse atrás en su decisión.

-Oh, sí. No se preocupe. Siga recto. No está muy lejos la aldea -comentó Jiminy cuando la señorita le dijo que no sabía muy bien por dónde había de ir. Éso le confirmó que, efectivamente, su acompañante no era de por aquellas tierras. Pensó en preguntarle de dónde procedía, y si estaba aquí de visita o planeaba quedarse a vivir. Pero ella se le adelantó con otro pregunta, muy acertada, por cierto.

-No se preocupe, no es ningún secreto -dijo, restándole importancia al asunto con un deje de la mano, y luego confirmó:-Así es, señorita Poppins. Hace un tiempo fui humano, pero decidí transformarme en grillo. El Hada Azul me concedió el deseo. Un deseo un poco extraño, estará pensando -repuso, y dejó escapar una risa aguda de su garganta de insecto-¿Y usted? Creo que tampoco es de por aquí, a notar por su acento.