One day more another day another destiny [Garfio] [+18]

Hacía mucho tiempo que no descansaba de aquella manera, era ya de día y comenzaba a despertar, pero aún tenía los ojos cerrados, no tenía ganas de abrirlos, se estaba tan a gusto en la cama que no tenía ganas de mover ni un solo músculo.
Notaba que la luz entraba por la ventana pero era muy tenue así que no me molestaba, más bien era agradable.

Abrí un ojo algo perezosa y me extrañó no ver mis sábanas habituales... ¿no estaba en mi habitación? Abrí esta vez los dos ojos y me fijé en que estaba en una habitación del hostal. Nunca había dormido en una cama de estas pero ya podía jurar que eran cómodas. 

Me moví un poco y noté que algo me aprisionaba el tórax pero no hasta el punto de ahogarme. Vi un brazo alrededor de mi, un brazo que al terminar no tenía la mano. De pronto todo lo que pasó a noche me volvió a la mente, fue tan raro que casi me había parecido un sueño. No sé que hora sería, solo sabía que hoy libraba y tendría tiempo para hablar con el resto sobre Cora, aunque supuse que Rumplestilskin ahora que tenía alguien a quien proteger, y ese alguien tenía una gran conciencia, trataría de poner orden y combatirla, no confiaba mucho en él ¿pero en Bella? ... eso ya era algo muy diferente. 

Me giré cara a él y vi que aún dormía, estaba tranquilo así que cerré los ojos de nuevo y aunque no me quedé durmiendo de nuevo me relajé. Hoy no había prisa, tenía ganas de estar aquí, si por mi fuera pararía el mundo ahí fuera y dejaría que siguiera su curso entre estas cuatro paredes.

Aún no tenía claro que había entre este hombre y yo, nos habíamos conocido de una manera poco convencional, pero eso también hacía que no lo olvidara. Podrían tacharme de tener el síndrome de Estocolmo... pero bendito síndrome. Esta noche volvía a haber luna llena, y eso en parte me aterraba. Quería salir a correr por el bosque... pero tenía miedo de encontrarlo y que volviera a pasar algo así. La abuelita siempre tenía saetas de plata, y durante la primera luna llena se hicieron balas de plata por si le ocasionaba algún problema a David. Tenía que pensar en darle suministros, prefería otra cicatriz a otro muerto.

Hacía bastante tiempo que no dormía tan plácida y tranquilamente, ni tan siquiera cuando dormía con Milah, aunque nuestra relación no había sido tan cálida como dábamos a entender. Dormíamos de espaldas, sin mirarnos. Y nuestros encuentros amorosos habían sido más bien fríos y escasos. 

Con Ruby, desde el primer momento había sentido cosas que Milah me había negado. Podía ser yo mismo, con mis defectos y virtudes, ni más ni menos. Abrí los ojos y la encontré dormida, con una sonrisa en los labios. No quería despertarla, pero no pude evitar acercarme y darle un suave beso.

_ Buenos días, preciosa..._ No sabía si la había despertado, o por contra ya estaba despierta, porque aquellas palabras la hicieron reaccionar. Por instinto no pude evitar incorporarme y colocarme el garfio, ya que me sentía desnudo sin él._ ¿Has dormido bien?

Sonreí al notar sus labios, abrí un ojo y sonreí, ahora sabía que nunca había dormido tan bien en toda mi vida y nunca me había despertado así. Puede que ya fuera hora de un final feliz para nosotros que con tantas cruces habíamos cargado.

Empezar el día así no tenía precio -Buenos días -susurré con voz somnolienta, enlacé mi mano con la suya algo tímida -He dormido fenomenal -me sinceré -Mejor que nunca. -Me estiré ronroneando un poco -A ti no te ha costado nada dormirte -fue quitarte el garfio y perder el conocimiento -mi risa sonó cantarina. Lo miré con cariño y poco a poco me quedé mirándolo silenciosa.

-Killian... yo... -lo miré pensativa -no se como te sentirás tu... pero yo -dije algo tímida -creo, no, sé con certeza que la cicatriz está dejando de doler... y me asusta, la última vez mira como acabó... No quiero hacerte daño.

Off: no pongo colores porque estoy en el móvil y no tengo pc e.e

Ella tenía miedo de hacerme daño. Yo era el pirata temido por todos, y ella era la que temía hacerme daño. Sabía que era una hija de la luna, pero no la temía. Me había enfrentado a criaturas más poderosas en mis viajes. Había luchado de cerca contra el Kraken, y me había escapado de la maldición de las sirenas.

_ Creo que no había conocido el amor de verdad hasta que te secuestré, Ruby._ le dije, mirándola a los ojos. Ella me había dado cosas que Milah se esforzaba en asegurarse de que no conociese._ No me harás daño. Sé defenderme solo, siempre he sabido. No voy a dejar que tu pequeño problema mensual estropee lo que tenemos.

Tenía mi mano derecha entrelazada a la suya, por lo que no podía acariciarle el rostro como quisiera. Tuve que conformarme con pasarle la parte roma del garfio sobre la manga del pijama, en una parodia de lo que sería una caricia. Aunque era mi sella de identidad, en ese momento preferiría tener mi mano de vuelta.

Sonreí y me lancé a abrazarlo. Sus palabras me habían emocionado mucho. Ahora ya lo tenía claro. Nos habíamos enamorado. Quería estar todas las noches con él y todas las mañanas también. No quería volver a  despertar si no era a su lado. Ahora entendía por fin la energía de Blanca cuando tenía que defender a su amado Charming.

Me pegué mucho a él y lo miré con intensidad. -No podría perdonarme hacerte daño -los recuerdos del secuestro se quedarían nítidos toda mi vida. Porque fue ahí cuando nos enamoramos,  me enamoré de él mientras me tenía secuestrada, aunque en ningún momento m e llegó a tratar mal.
Al oír sus palabras me emocioné como nunca. Podía parecer una tontería, pero me había llamado la atención.

Reí acariciándolo. Le dediqué la más cálida de mis sonrisas y le acaricié el pelo distraídamente -Killian... ¿Qué tenemos tu y yo exactamente? -No lo sabía ni yo, aunque en el fondo si que lo sabía. -Creo que hasta que no te conocí mi corazón andubo psrado

No quería pensar en qué éramos. ¿Por qué ponerle nombre? Nos queríamos, y eso era lo que realmente importaba. Sin embargo, no me importaba llamarlo noviazgo, si eso la hacía feliz. Los dos habíamos pasado por grandes tormentos. Y ahora podíamos ser felices. No quería perder eso.

_ Mi corazón sólo latía para la venganza. Había olvidado lo que era preocuparse por alguien que no fuese yo mismo._ Hablar de mis sentimientos no era sencillo para mí. Mi elocuencia estaba normalmente dedicada al resto de temas disponibles. Normalmente me parapeteaba tras un muro de cinismo._ Tenemos algo maravilloso, que no tiene que tener un nombre definido. Puedes llamarlo como quieras.

Le dediqué unas sonrisas mientras me ponía en pie y me colocaba bien la gabardina. Comprobé que volvía a tener total control de las cuatro extremidades, y volví a estar en buenas condiciones. Mi estómago rugió, descontento, y yo fingí que no lo había escuchado.

Sonreí ampliamente, no quería tener confusiones con él, yo lo amaba, él me amaba, no había más que buscar. Le hice una pequeña caricia y besé sus labios con ternura y lo miré durante un rato largo. En este caso los dos nos estábamos curando una herida, él me curaba a mi y yo le curaba a él. No había nada tan horrible como perder a la persona a la que quieres, pero ahora sentía que si después de Peter pude sobrevivir a mi misma, sabía que con respecto a él no podría hacer lo mismo. No volvería a ser persona. 

A veces el primer amor no es el amor verdadero. Puede que si un hombre te secuestra y hace todo lo que hizo Killian durante nuestra estancia en el Jolly Roger, que fue a cada cual acción más sorprendente. -¿Sabes una cosa? -dejé un margen de silencio como esperando una pregunta que no esperaba. -Te quiero... parece que se me haya ido la cabeza, pero yo sé que no -me acomodo entre las sábanas. 


Cuando se levantó lo hice detrás de él, tenía hambre, los dos, su estómago rugía y se oía desde una considerable distancia -Veo que te has levantado con hambre -le guiñé un ojo -Hay dos opciones. -me explico -Puedo colarme en la cocina y subir el desayuno o probar suerte y bajar como personas normales a la cafetería con todo lo que conlleva

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Me encantaría poder bajar a la cafetería y tomarme un café con ella, puedo asegurar que sí. Pero los dos sabíamos que no podía. Probablemente la Sheriff me metiese en el calabozo, o su abuela me atravesase el pecho con una flecha. Decididamente prefería quedarme allí si era una opción.

_ Creo que es mejor que no me deje ver hasta que no le aclares a tus amigos que no soy el peligro de persona que ellos se creen._ Le dije, aunque supuse que se sentiría decepcionada._ Más que nada para evitar moratones y otras molestias innecesarias. No quiero conocer a los médicos de este mundo antes de tiempo.

Sonreí, para quitarle un poco de peso a mis palabras. Ella no tenía la culpa de mis acciones, ni de que yo fuese un pirata al que la mitad del pueblo quería ver muerto. Me sentía culpable, no por mí, sino por lo que podía llegar a pasarle por mi causa.

Sabía que si el mismísimo Capitán Garfio bajaba a desayunar a Granny's junto a mi sería un escándalo y más averiguando por su atuendo que había llegado del Bosque Encantado. Así que vi más viable la primera opción: bajar yo a por algo sólido con la mayor discreción posible. 
-Tienes razón, no sería buena idea y más con el tacto que tiene el príncipe -incluso siendo un buen líder al cual respetaba ya no solo por ser príncipe, sino por ser mi amigo, había que reconocer que mucho tacto no tenía. 


-Voy a bajar a la cocina a por algo comestible y luego veremos que hacemos -me encogí de hombros -Pero no te preocupes, si más de un peligro público camina por las aceras de Storybrooke sin problema alguno no creo que tú vayas a ser menos -lo miré con una sonrisa traviesa, casi pinchándolo un poco. -Además, no se enfrentarían a una loba -mis ojos cambiaron del azul verdoso al ámbar durante a penas dos segundos, algo que me recordaba que hoy era luna llena -Y mucho menos hoy... esta noche estaré algo inestable
 
Lo cierto es que tenía ganas de salir a correr esta noche, pero por otra parte estaba el problema de Cora, que no era pequeño precisamente y luego tampoco quería dejar a Killian solo. Iba pensando en que podría subir para comer mientras me dirigía hacia la puerta sin darme cuenta de que iba en pijama.

No tenía miedo de roja, aunque sabía bien lo que podía hacer aquella noche. Tendría que andarme con cuidado, eso desde luego, pero no iba a comportarme como un cobarde en absoluto. Sencillamente estaba seguro de que ella no podría hacerme daño, no después de lo que compartíamos.

_ ¿Algo inestable? Sí, supongo que podemos llamarlo así._ Dije, con una sonrisita, para recalcar que no me importaba una vez más. A pesar de todo, tenía claro que tendríamos que tomar precauciones con respecto a ello._ Pero dejemos eso para más adelante. No sé tú, pero yo no puedo pensar con el estómago vacío.

Me quedé sentado en la cama, observándola marcharse. Mientras tanto por mi mente pasaban distintos pensamientos. Preocuparse por alguien era una sensación que siempre me había parecido extraña, puesto que aparte de mí mismo, jamás había habido nadie por quien hacerlo.

Sin esperar más bajo a la cocina de estrangis, y cuando me cruzo con mi abuela simplemente le pido que no pregunte, que me encontraba muy cansada a noche y que entré en una de las habitaciones a dormir. Por suerte y puede que porque fuera mi día libre me dejó tranquila, aunque sabía que luego, cuando se enterara de la verdad podría pasar cualquier cosa, así era mi abuela. También era suerte que tuviera que salir a hacer un recado. Así pude preparar tranquilamente unas tortitas, huevos, tostadas y un gran termo de café. No sabía si alguna vez había comido algo así, por eso llevaba variedad. 


-Bueno, he aquí una pequeña muestra de lo que solemos hacer en Granny's -digo entrando en la habitación y dejando la bandeja con la comida encima de una pequeña mesa que ahí había -Creo que con esto tendremos de sobra. -Me encojo de hombros y me siento sin haberme dado cuenta antes de lo hambrienta que estaba. 


Estaba algo pensativa, no podía evitar pensar en el tema "Cora" porque ya no solo era el hecho de que casi lo mata por deshidratación, sino que estaba en el pueblo, y eso no era nada bueno. Durante la luna llena la buscaría con el olfato o ya veríamos que pasaba. También estaba el hecho de la luna llena, y esta me daba más miedo que ninguna otra. Ahora mi corazón volvía a amar. Tendría que pensar bien lo de la pistola con balas de plata.

Tendríamos que hablar más adelante sobre su aversión a darme ron. De momento tendría que conformarme con lo que me traía, aunque debo decir que tenía buena pinta. En cuanto tuve el plato delante de mía ataqué los huevos y los bollos que me ofrecía con todo su cariño.

_ Yo disiento, no sé si tendremos suficiente. Tengo la impresión de que podría comerme un caballo._ Le indiqué, mirando la comida y a ella a ratos. Cabe decir que aún tenía la sensación de llevar días sin comer a pesar de haber comido la noche anterior, algo que ahora me parecía muy lejano._ Esto, un trago de ron y como nuevo.

Le dediqué una mirada que pretendía ser de cachorrito, para que me trajese ron. Lo que tenía en las bodegas no estaba a mi alcance, y en ese aspecto estaba seguro de que Ruby aún tendría su propia opinión, y no me iba a dejar conseguir mi trofeo con tanta facilidad. A pesar de todo, no perdía nada con seguir intentándolo.

Comencé a comer algo distraída, cierto era que tenía un hambre de lobo, nunca mejor dicho, pero me quedaba lejos de él, por lo que me había dicho llevaba cuatro días sin comer y la cena de a noche fue ligera porque de haberle dado algo más consistente se habría puesto malísimo. Desayuné con tranquilidad, con la cabeza echando humo en el más puro silencio y con el mejor de los camuflajes. Cuando había bajado a la cocina había hecho una pequeña maldad. Le había subido una petaca con ron. No era su madre para decirle lo que debía de hacer, pero directamente, recordando el día que me desperté en su camarote y él venía cargado con dos peces para desayunar, verlo tomar ron de buena mañana hizo que a mi misma me ardiera la garganta. 

Nuevamente deseé que el mundo que había fuera de nuestra habitación dejara de funcionar y pensar solo en que entre estas cuatro paredes había dos personas que hasta hace poco no tenían a nadie a quien amar y en un abrir y cerrar de ojos nos teníamos el uno al otro. Me levanté de la mesa y me acerqué a él abrazándolo por detrás. No podía con esa carita de perro apaleado, simplemente tenía que darle lo que me pedía, que de hecho, con esa intención había subido la petaca. Me la saqué del bolsillo y la puse ante sus ojos. -Para que luego te quejes -espeté con una sonrisa y le di un beso en la mejilla-esto es mucho mejor que el mata ratas que tienes en la bodega -me metí un poco con él aunque era verdad, el olor de ese brebaje parecía colonia.

Debo decir que aquella petaca de ron me iba a saber a gloria. Privar a un pirata de su ron es como quitarle el aire que respira. Y llevaba 4 días sin mi dosis recomendada para sobrevivir. Miré la petaca como no había mirado en su momento un cofre lleno de monedas perdidas. 

_ Voy a fingir que no te has metido con mi ron para no iniciar una disputa que ninguno de los dos quiere tener._ Le dije, aunque en el fondo sabía que tenía razón, en aquella bodega había barriles que habían entrado antes que Baelfire._ Y no, definitivamente no me quejo. Me has tratado a cuerpo de rey, a pesar de ser un pirata.

Me llevé la petaca a los labios y aquel sabor conocido me hizo sonreír. Realmente era un ron de calidad, aunque no iba a reconocerlo por el momento. Me puse en pie y di una vuelta, me sentía como nuevo. Al fin podía olvidarme del confinamiento al que Cora me había sometido en mi propio barco.

-Cariño, ambos sabemos que eso que tienes en la bodega a lo que llamas ron tiene más años que yo -dije pinchándolo un poco. Desde que le dije manco días atrás no lo había vuelto a pinchar y cuando saltaba tenía un brillo atractivo en la mirada. Adoraba esos ojos tan azules como el mar embravecido. 

Reí al verlo de mejor humor, incluso había recuperado el color en las mejillas, por imposible que pareciera, así de buena mañana estaba más arrebatador y guapo que nunca. Tenía cara de haber descansado bien, algo que no vi en él antes de esta mañana. Siempre tenía cara de tener sueño pero después de haber pasado por todo lo que le había hecho Cora había dormido como un bendito. No lo había notado moverse para nada.

 -Parece que el desayuno te ha sentado bien, Capitán -dije tumbándome en el diván que había cerca de la ventana aún con la taza de café en mano. Le di un ligero sorbo y recosté mi cabeza sobre el respaldo. Mirando la habitación, mirándolo a él, pensando que a partir de ahora había mucho por lo que luchar. Ahora ya no me daba igual todo, ahora tenía a alguien a quien le importaba. Alguien cuyos besos hacían que mi corazón tuviera algo por lo que latir y no la mera inercia. 

-Me alegra que estés aquí -lo devoraba con la mirada, quizás para mi no era el mejor térmnio pero el tenerlo ahí con esos ojos que me cautivaban y con esa sonrisa me hacía imposible dejar de mirarlo.

Decir que el desayuno me había sentado bien era quedarse bastante corto. Estaba como nuevo. Había decidido seguir con el asunto del ron, aunque yo sabía que eso era lo de menos. Lo que quería era picarme. Ese juego sí que lo conocía, y en profundidad además. Si quería que me picase, me picaría, eso podía tenerlo por seguro.

_ Eso espero, porque si tienes 300 años te conservas muy bien. Apuesto a que ninguno de los licores que tienes aquí aguanta tanto._ La desafié, para luego echarme a reír. En eso jamás íbamos a estar de acuerdo, estaba seguro. Uno tiende a defender lo que es suyo, de un modo u otro, ya que a pesar de todo, le es más conocido._ Hacía tiempo que no comía tan bien. Siempre se echa en falta llegar a puerto... contramaestre.

Si tuviese que tener una nueva tripulación, tenía claro que ella formaría parte de ello. Otra cosa que tenía clara es que si podía evitar encontrarme con William Smee lo haría. Ese hombre era un cobarde tremendamente voluble con el que no quería tener que volver a tratar.

Así que mis cálculos eran correctos, el pirata rondaba los trescientos años de existencia, un tiempo en el que se había quedado paralizado, sin envejecer, engañando al
tiempo. Si hubiera sabido como lo hizo en lugar de abrir los ojos como platos le habría pinchado con el tema de la edad y me lo habría pasado de lo lindo.

-¿Tienes trescientos años? -Había hecho los cálculos por el simple hecho de los cuentos para no dormir sobre el infame Capitán Garfio se contaban desde antes de que yo naciera -¿Cómo es posible? No eres un vampiro como Shadow y obvio es que tampoco eres el ser oscuro.

Iba a continuar acrivillándolo a preguntas pero dijo algo que me hizo echar el freno -¿Contramaestre? -no sabía a que se refería, supuse que estaba empleando una jerga piratesca o propia de los marineros. Aunque también me urgía más pedirle que esta noche fuera armado de plata hasta los dientes. No quería ningún accidente.

-Antes que nada, Killian -me levanté y me senté a su lado cogiéndole la mano, áspera por el trabajo que desempeñaba el pirata. -Esta noche seré peligrosa. Sé controlarme y me gusta transformarme pero me da miedo perder el control por algún casual... te daré balas de plata -me levanté la camisa y le mostré una cicatriz que estaba un poco más abajo del pecho derecho. - Prefiero una más como esta que hacerle daño a alguien más

Spoiler:

Cuando mencionó a Shadow traté de mantenerme relajado. Sabía que a la que mencionaba era a Anzu, esa mujer que tantos líos me había causado. También me resultaba difícil entender que fuesen amigas teniendo en cuenta lo que eran. Pero lo cierto es que eso no era asunto mío. Ya ajustaría cuentas con la vampiresa en su momento, esperando no acabar a tiros otra vez.

_ En el país de nunca jamás el tiempo no pasa. Era el lugar perfecto para planear mi venganza, con todo el tiempo del mundo._ Dije, llevándome el garfio a la barbilla, en un gesto muy característico mío. No sabía que hacer con el cocodrilo. Sin la ayuda de Cora no era una tarea sencilla. Además, ahora tenía otros motivos para vivir además de la mera inercia que el deseo de venganza proporcionaba._ El contramaestre es el segundo de abordo...

Pero ella me interrumpió con respecto al peligro que decía ser. Yo me negaba a verla de aquella manera. Me señaló una cicatriz, y yo pasé la mano por ella. Negué, me negué en rotundo. Ahora que mi corazón volvía a latir por un motivo, no iba a arriesgarme a perderlo. Quería a Ruby demasiado como para hacer tal cosa.

_ No te voy a disparar, quítate eso de la cabeza.

Había muchos temas que abordar, por lo que acababa de llamarme pude leer entre líneas que me estaba ofreciendo un puesto junto a él en el Jolly Roger... siempre que recuperara su barco de las garras de Cora, claro está. Pero yo tenía mi vida con esta gente, con mi abuela, Blanca, Charming... Granny's era mi día a día. Pero luego lo miraba a él. Quien había insuflado vida en una persona vacía, y sabía que si en algún momento él partía de estas tierras por su piratesca naturaleza yo le diría que marchara en busca de aventuras y nuevas tierras, pero por lo más sagrado le juraría que sin mi no partiría. 

Aunque ahora lo que más me preocupaba era hacerle entender que no me haría daño. Es cierto, la plata quemaba mi piel, me hería pero no tenía por qué matarme si no se hincaba en alguna zona vital. Me estremecí al notar su áspera mano en mi piel. Sabía que él reaccionaría así, pero yo necesitaba saber que él estaba seguro. Necesitaba que comprendiera que si no yo no iba a quedarme tranquila y si no estaba tranquila sería más fácil que yo perdiera el control. También podría ponerme la caperuza que de alguna manera suprimía mi naturaleza... y tampoco podía hacerlo. -Escúchame bien, por favor. -Lo miré claramente a los ojos, normalmente estar cerca de un licántropo la mañana antes de luna llena incomodaba bastante a los humanos. Su instinto de mera presa les advertía que cerca había un depredador, y en esa misma habitación de no tener control de mi uso de razón, yo era el predador y él la caza. -No tengo por qué ponerme violenta esta noche... y me ayudaría el hecho de saber que vas armado. 


Cuando dejó de tocarme la cicatriz le estreché la mano -Mi propia abuela me disparó una saeta de plata la noche en la que maté a Peter... por favor Killian, entiende que yo me quedo más tranquila si tú sabes cómo defenderte, tampoco te estoy pidiendo que me mates, solo una bala lejos de un punto vital.

Era importante para ella que yo llevase un arma, suspiré con desgana. Si tanto le importaba la llevaría, aunque no tenía la más mínima intención de disparar. Podía ser muchas cosas, pero desde luego no era alguien dispuesto a disparar a la persona a la que amaba. Tendría que ingeniármelas para mantenerme alejado de ella aquella noche, y así evitar problemas.

_ Supongo que si es importante para ti puedo llevar un arma._ Le dije, aunque aún no se me veía convencido. La idea se me hacía simplemente absurda, a decir verdad. Parecía mentira que hacía apenas unos días la había secuestrado y ahora me planteaba sin pensármelo siquiera arriesgar mi vida para que no le pasase nada._ Aunque tendrás que enseñarme a usarla. No se parecen mucho a las pistolas de mi generación.

Por lo que había visto las pistolas de los nuevos tiempos se preparaban con un tirón y podían llevar una cantidad de balas que en mis tiempos me hubiesen parecido absurda. Realmente parecían armas mucho más útiles que las que yo conocía. Tan sólo esperaba que eso no afectase a mi puntería.

Esta noche no iba a ponerme mal, tenía que repetírmelo varias veces, pero los dos hombres que se habían acercado a mi habían terminado los dos muy mal, el primero Peter, atado a un árbol y devorado por la bestia y después estaba Billy, el mecánico que en realidad era el ratoncito Gus, el amigo de Cenicienta. Ese muchacho había tonteado conmigo mucho durante la maldición, y también después de ella. Lo mataron para inculparme, sé que no fue culpa mía, pero se acercó a mi y lo mataron. No quería que Killian fuera el tercer hombre que terminaba saliendo de mi vida con los pies por delante. 


-No creo que se me vaya la olla esta noche, sé controlarme -recalqué- pero con Cora ahí fuera no sé lo que puede pasar... 

Tampoco tenía muchas ganas de pensar, estaba ahí, con él y punto, pero aún me consideraba un peligro -No es difícil usar una pistola -me parecía raro estar explicándole a alguien como usar una pistola para dispararme si algo se torcía -de todas maneras si no te aclaras y la cosa se pone fea mi abuela lleva la ballesta... no acostumbra a fallar. 

Hasta que no pasara esa noche del lobo no iba a estar tranquila, necesitaba despertar mañana sabiendo todo lo que había ocurrido durante la noche y saber que no había pasado nada, que era un lobo controlado y estable. Di un largo suspiro y apoyé la cabeza en su hombro, cuan difícil era todo, y más si el amor acostumbraba a poner las cosas más difíciles, por el hecho de querer proteger a la persona sin la cual te has dado cuenta de que no podrías estar. Pero aún era más complicado querer proteger a la otra persona de ti mismo... porque está claro que no está dispuesto a defenderse. 


Me quedé callada durante un rato y me perdí en el mar que tenía en la mirada con ganas de volver a probar esos labios de los que nunca me cansaría.

Debo decir que la preocupación de Ruby me conmovía. Me hacía darme cuenta de que Milah quizás no hubiese pensado en mí ni una sola vez en el tiempo que salimos juntos, no al menos de ese modo. Con Roja era distinto. Ella que quería que yo estuviese bien, pero a mí la que me preocupaba era ella. A pesar de todo tendría que llevar la pistola.

_ Cora no es para tomársela a risa, desde luego._ comenté, sonriendo para tratar de relajar el ambiente. Bien es cierto que sin ella no habría llegado al pueblo, pero sus ideas eran peligrosas. Quería llevar a Regina a su bando, y eso podría traernos a todos complicaciones engorrosas._ Llevaré la pistola encima, no te preocupes. Aunque espero no necesitarla.

No quería seguir hablando de aquella noche, y presentía que ella tampoco. Sus ojos me indicaban que ella estaba buscando que la conversación siguiese otro cauce. Me acerqué a ella y junté mis labios a los suyos, obsequiándola con el beso que sabía que estaba deseando. Sonreír un poco y le acaricié el hombro con la única mano que poseía.

_ Te prometo que tendré cuidado.

Esperaba una noche sin incidentes, de hecho incluso quería mostrarle esa parte salvaje de mi naturaleza, pero sin que él tuviera que correr peligro. Quería caminar a su lado en mi forma animal sin que él corriera el peligro de ser devorado porque la naturaleza del lobo formaba tan parte de mi como mi naturaleza humana. Era hermoso correr por el bosque y concebir el mundo de otra manera, desde el espíritu de un lobo. Un lobo que quisiera él o no había cazado con todas las de la ley. Me estaba convirtiendo en un lobo del océano.

De todos modos Cora era un peligro a señalar, no sabía si podía llegar a querer controlarme y volverme contra el resto de habitantes, para ello necesitaré a mi abuela bien armada con su ballesta y a David y a Killian con el pistolete de balas de plata, aunque me resultaría más productivo darle el pistolete a Emma y a Killian la caperuza porque si algo sabía era que él no iba a dispararme por nada del mundo. Era arriesgado, pero podía resultarme útil para encontrar a Cora y darle caza... para lo cual se necesitaría ayuda mágica porque yo sola no podía. 

Cerré los ojos y disfruté de ese beso como el sediento que demanda agua, él me prometió llevar cuidado y yo respiré un poco  más tranquila. Seguí el beso que él me había dado y lo abracé deslizando mis dedos por su pelo cariñosamente. -Gracias Killian- susurré lento a su oído, todo el mundo lo llamaba Garfio refiriéndose a la falta de su mano, pero yo lo llamaba y lo seguiré llamando por su nombre, el del pirata que fue antes de perderlo todo.

El mundo es un lugar peligroso, eso es algo que todos aprendemos a cierta edad, si bien algunos antes que otros. Yo no había tenido nada regalado a lo largo de mi vida. Había tenido que jugar a un importante juego en el que muchas veces había ganado, pero otras tantas había salido perdiendo y había terminado bastante adolorido o en ridículo.

_ No me des las gracias, Ruby._ Le dije cuando nos separamos, con una sonrisa pícara en mis labios. Realmente esperaba que todo fuese bien aquella noche, no tener que usar aquella pistola y no encontrarme con Cora. Realmente me quedaba mucho por aprender, pero esperaba que Ruby me amenizara ese aprendizaje._ Bueno. Algo tendremos que hacer hasta el anochecer.

Tenía claro que no tenía ganas de quedarme allí indefinidamente. Mucho menos que la abuelita y su ballesta me estaban esperando en la planta inferior. Aunque tampoco podía salir fuera, porque si alguien me veía, se iba a armar un buen jaleo. Algo tendríamos que hacer, a decir verdad, porque aunque mirarnos el uno al otro todo el día tenía su punto, acabaríamos aburridos.

Le acaricié un mechón de pelo azabache cuando me separé de él, creo que nunca tendría suficiente de ese hombre, siempre querría algo más. Puede que el Capitán, hecho a prueba de cañonazos fuera el hombre destinado para mi, alguien que podría hacer de mi un lobo del océano. Pero la piratería y el pillaje no iban mucho conmigo. Había pertenecido y aunque ahora no podíamos hablar de reino, seguía pertenenciendo, al consejo de los prínicpes David y Blanca, podría surcar los mares junto a él, nunca atacar a inocentes como solían hacer los piratas. Eso me recordaba que a pesar de todas las fechorías que el Capitán Garfio llevaba a sus espaldas yo lo quería y a cada segundo que pasaba mirándole la cara en esa habitación me daba cuenta de que quería estar con él para siempre. 

Me puse algo colorada al ver su pícara sonrisa, me encantaba que me sonriera así -Si hay por qué darlas -mi sonrisa se deshizo a una mueca por el recuerdo de la peor noche de mi vida -ojalá nunca entiendas por qué. -La pregunta última me hizo esbozar una sonrisa tranquila pero algo traviesa, los dos en una habitación de hotel, sonaba bastante idílico, aunque no tenía claro cuales serían las intenciones del Capitán Garfio. Había muchas horas antes de salir ahí fuera y explicarles a todos lo que pasaba. Si lo hacía momentos antes de la luna llena yo sería más efectiva si a los oídos de Cora llegaba que Killian se escondía aquí. 



-No sé qué te apetecerá hacer a ti -dije apoyando mi cabeza en la pared -puedo enseñarte a jugar al parchís -bromeé con todas las de la ley, como había dicho antes, quedaban muchas horas antes de que ambos pudiéramos mover ficha -hay varios juegos de mesa interesantes en este mundo: Las damas, el ajedrez...