Extraños horarios de trabajo (Garfio)

La semana había sido muy complicada, había hablado con David a cerca de Cora y Garfio sin omitir nada, y advirtiendo que el pirata no era para nada un peligro. Él me había mirado como si yo estuviera loca pero... ¿qué otra cosa iba a hacer? No obstante hacía días que no lo veía, días que recordaba ese beso en mis labios, esas ganas de volver a sentirlo, lo echaba de menos, él podría ser cualquier cosa, podría ser un pirata que buscaba venganza y podría haber hecho barbaridades pero entre las cosas que había hecho estaba volver a poner en marcha un corazón que en teoría estaba vivo. Al mismo tiempo y al no verlo aparecer me frustraba el hecho de que quizás me había engañado con él y en realidad para el pirata no tenía ningún sentido aquel beso que compartimos en su camarote.

Me había dado por arrancar a pensar y mi mente era un auténtico hervidero, sería inútil meterme ahora en la cama, no haría nada y ya era la una de la madrugada. Estaba claro que el verano había llegado por fin a Storybrooke pues hacía un calor de narices cosa que hizo que dejara la puerta de la cocina a bierta porque si no iba a asarme viva. Era una de esas noches en las que la cocina era mi territorio, para mañana la gente se iba a poner las botas en el desayuno con todo lo que podría hacer. 

Comencé a hacer la pasta para bollos, mañana por la mañana estarían tiernos y calentitos. Así que me puse manos a la obra para hacer la masa. A ver si eso me ayudaba a no pensar en qué estaría haciendo el fatídico pirata del que había decidido prendarme.

Banda sonora
Había sido una semana que como mínimo podría calificarse como mala. Había pensado que si distraía a Cora quizás podría conseguir dar tiempo para roja y sus amigos. Pero la bruja no tenía un pelo de tonta, y me había encerrado en mi propio camarote como si fuese un prisionero más. La última vez que le hacía caso, o al menos eso era lo que pensaba en aquel momento.

Pero cuando me zafé, en lo único que pensaba era en la hija de la luna que al irse se había llevado mi corazón con ella. Y quizás por eso no me había caído de camino al local de la abuelita. Pero cuando llegué tuve que apoyarme en la puerta para no caerme, estaba agotado y hambriento. Aquella mujer tan sólo me había dado pan duro y agua salobre aquellos días.

_ No te hacía preparando pastelitos, si he de ser sincero._ Dije, ahorrándome el paso del saludo. Me estaba escurriendo por la puerta y el garfio no me ofrecía el apoyo que buscaba, no tardaría en caerme y esa no era la impresión que quería darle a Ruby._ ¿Cómo has estado preciosa?

Distraídamente iba haciendo los bollos con forma redondeada y colocándolos en la bandeja para meterlos en el horno cuando tras varios días oí de nuevo su voz. Aún estando de espaldas a él sonreí y me volví para verlo. Pasé de su frasecita porque sabía como se las gastaba este hombre, pero cuando lo vi mi sonrisa se desvaneció, daba la impresión de que estaba a punto de caer contra el suelo y estaba blanco como la cal. Pese a que me llamó preciosa me dije a mi misma que no era el momento de discutir. 

Me limpié las manos en el delantal y corrí hacia él para sostenerlo -¡Killian! -me alarmé -¿Qué ha pasado? -Si, estaba preocupada por él ya podía decirlo. Lo había echado de menos y ahora lo tenía ahí, sosteniéndolo entre mis brazos para no dejarle caer. En Granny's ya estaba todo cerrado, incluso las persianas estaban ya bajadas así que no nos vería nadie. 

Lo llevé a sentarse en uno de los bancos de la cafetería y una vez sentado lo miré a los ojos y le hice una pequeña caricia en su demacrado rostro, tenía pinta de famélico -Voy a traerte algo para comer ¿de acuerdo? -susurré. Me había llevado un buen susto y estaba segura de que la bruja que lo había traído aquí estaba detrás de todo esto... se avecinaba tormenta y la luna llena también.

Mi numerito para parecer que estaba entero no había tenido un particular éxito. Ruby se había dado cuenta al momento de que no estaba bien y había actuado en consecuencia. Con Milah nunca había podido mostrarse débil. Pero estaba claro que Ruby no me demostraba lo mismo que ella. La idea de que quisiera cuidar de mí, de que se preocupase, me resultaba extraña.

_ Digamos que Cora no se ha tomado muy bien mi cambio de bando_ Le contesté, dejándome llevar. Lo cierto es que un asiento cómodo era más de lo que había pedido, y además decía que me traería algo de comer. Realmente lo necesitaba, porque sentía mi estómago como si un montón de serpientes lo estuviesen visitando._ Mataría por un trago de ron, la verdad.

Ver a Ruby moverse por la cafetería no tenía precio. Tenía una belleza salvaje que no sabría con qué comparar. Pero la verdad es que la adoraba. Me relajé sobre el sofá, tratando en cambio de no quedarme dormido. Ya no tenía nada. No podía volver a mi barco, así que dependía de lo que Ruby hiciese por mí.

Si Cora sabía que el Capitán había cambiado de bando podríamos comenzar a pensar en que no tardaría en atacarnos por algún sitio. De los labios de Regina había escuchado lo terrible que podía llegar a ser su madre, y también la triste historia que la convirtió en la Reina Malvada. Con la esperanza de que no metieran al pirata entre reja y reja tendría que contarle a Charming y compañía todo esto. Me quedé pensativa con el ceño fruncido, estaba claro que no podríamos encontrarla y si sabe que hay un licántropo en este pueblo no sería tan tonta de dejar que alguien contara con ventaja. 

La petición de ron de Killian me devolvió a la realidad, bajé la mirada y lo miré con unos ojos que más bien decían "vas listo" después de días sin comer le daría una patada al estómago importante si bebía alcohol, aunque también lo había visto beber de buena mañana, así que no me sorprende. Pasando olímpicamente de él le preparé un caldo con algo de pasta, si le daba algo más fuerte iba a tener ardor toda la noche. Mientras eso se hacía me quedé pensando... nunca había cuidado de nadie de esa manera, ni siquiera a Peter, también es cierto que nunca se había dado la ocasión.

Mi corazón volvía a latir, algo que al mismo tiempo me asustaba pero también estaba visto que ese pirata estaba hecho a prueba de bombas. Una vez se había hecho la sopa la puse en un plato y junto a la botella de agua y una infusión para mi lo saqué fuera -Creo que esto será mejor que el ron, con eso podría darte un petardazo importante al estómago - Me senté en frente de él con mi taza. Luego lo llevaría arriba, al hostal, para que descansara y luego ya veríamos que pasa.

Que me negara el ron fue lo que me sentó como una patada en el estómago. Era un pirata, no una ancianita, no hacía falta que me tratase de aquella manera. Sin embargo a una parte de mí le gustaba. Aunque no pensaba reconocerlo, desde luego. Mi orgullo aún seguía ahí en alguna parte, y no pensaba dejar que la loba pensase que me estaba haciendo un favor.

_ Negarle el ron a un pirata es como negarle el agua al sediento. Eres malvada, que lo sepas._ Le dije, aunque mi sonrisa dejaba claro que no estaba hablando en serio. La observé unos instantes antes de coger la cuchara y llevarla al plato. Empecé a comer, y no tardé en acelerar el ritmo, realmente tenía hambre._ No sé si cocinas muy bien o es porque hace días que no como nada decente, pero esto está delicioso, preciosa.

La observaba allí, tomarse su infusión. Sabía bien que no era delicada en absoluto, pero a pesar de todo había momentos en que daba esa impresión. Tenía ganas de hacerla reír, de verla algo más contenta que preocupada.

_ Bueno, al menos tengo un consuelo. Cora se ha olvidado de quitarle el garfio.

Esbocé media sonrisa cuando se quejó porque no le daba ron, con lo que bebía no habría persona humana en el mundo que lo tumbara bebiendo, pero tras varios días sin comer a penas si bebía alcohol iba a pasar una noche toledana tanto él como yo y prefería no despertar a la señora de la ballesta que tenía por abuela. Si Cora creía que era la mujer más peligrosa que paseaba por Storybrooke es que aún no conocía a la abuelita. 

-Estás sediento y ahí tienes la botella la del agua -bromeé -Si vas a quedarte en una habitación del hostal mejor que duermas toda la noche de un tirón, mi abuela es peligrosa. -Dije dando un trago a la infusión que me estaba tomando. 

Sonreí agradecida cuando en nada desapareció la sopa y me halagó la cena -Eso es que hoy tenías hambre... y bueno... la cocina de aquí no está nada mal -me encogí de hombros. Cuanto más lo miraba más me daba cuenta de lo débil que estaba y no me explicaba de dónde había sacado las fuerzas para llegar aquí desde el puerto.

Y aún así, después de  todo por lo que habría pasado le quedaban ganas para hacer bromas, me reí ante lo que dijo y lo miré con una sonrisa -Siempre podrían haber ido peor las cosas -le guiñé un ojo -Podrías haberte caído por ahí mientras venías hacia aquí -le había observado bien, no tenía ninguna herida, salvo los labios más secos que un bacalao por la deshidratación. -¿Cuánto tiempo has estado así? -tenía muchas preguntas, como de costumbre pero no era momento de bombardearlo -Si no puedes volver al barco aquí hay habitaciones -puse la mano sobre la mesa casi como reclamo de la suya -Pero te repito -dije con una risa -mi abuela tiene mucho peligro

A decir verdad lo que me apetecía a mí era dormir de otra guisa, pero evidentemente no se lo comenté. Aunque lo cierto es que mataría por una cama caliente y no me iba a quejar por el tipo de vivienda que me ofrecía. A fin de cuentas yo la había tenido retenida en mi barco contra su voluntad como nuestra primera cita. Aunque lo que comentó sobre su abuela hirió un poco mi orgullo.

_ Puede que esté en baja forma, pero estás hablando con un hombre que se enfrentó a Peter Pan y sobrevivió._ Le dije, sin poder reprimir un escalofrío. Aquel ser que se hacía pasar por un chiquillo si que daba miedo. Secuestraba niños por diversión. Y luego decían que yo era el malo del cuento._ Pero confieso que prefiero que no me molesten mientras duermo.

Me acerqué el agua a los labios y tomé un buen trago. No era ron, pero al menos se me pasaría la deshidratación, y no tenía una concentración de sal que haría parecer soso el darle el chupar un charco de agua de mal reseco. Volví a dejar la botella en la mesa y la miré. Ante su pregunta de cuánto tiempo llevaba allí, no pude evitar sonreír.

_ Bueno, eso depende. ¿Qué día es hoy?

Mi cabeza ahora mismo era un hervidero de pensamientos, primero el hecho de que con Cora en la ciudad todos estábamos en peligro puede que el Ser Oscuro fuera más fuerte que ella pero nada garantizaba que fuera a ayudarnos si él y Bella no se encontraban en apuros, aunque también es cierto que con esta última Rumplestilskin se estaba volviendo algo más desinteresado, día a día me asombraba lo que esa mujer era capaz de hacer. Y por otra parte el hombre que tenía delante de mi también era otro tipo de dolor de cabeza,  aunque no malo, pero hacía mucho tiempo que no sentía nada así por nadie y volver a hacerlo era extraño para mi. 

-¿Peter Pan no era un niño que cuidaba de los niños perdidos con Campanilla como ayudante? Creía que el villano de ese cuento era el Capitán Garfio -di otro trago a la infusión apurándola y sonreí con algo de ironía, los cuentos que se contaban en este mundo no se parecían nada a nuestra vida, si no solo hay que ver el de Caperucita Roja. 

Me quedé pensativa cuando preguntó que día era -Hace cinco días que salí del Jolly Roger así que estamos a jueves -atiné recordando sin disgusto lo ocurrido la semana pasada, para mi se había convertido en una bonita anécdota, no me arrepentía ni de haberme caído al agua ni de haber terminado colgada ni de haber dormido en el suelo, lo había conocido, valía la pena. Me levanté para recoger las cosas -Si te has quedado con hambre puedo hacer algo más... y si no podemos subir y te enseño tu habitación. -Dije con calidez y a la vez ruborizándome un poco, en realidad no quería separarme de él, me dije tonta a mi misma por ello.

_ La única cosa cierta de ese cuento es que odio a ese ser casi tanto como al cocodrilo._ Le dije. No quería hablar sobre Peter Pan, me daba dolor de cabeza. Lo cierto es que lo que más me apetecía era echarme a dormir ahora que tenía la barriga llena, porque de hecho los ojos se me iban a cerrar por sí mismos aunque no lo hiciera._ Entonces supongo que hace cuatro días, aunque habría jurado que era más tiempo.

Cuando me dijo que me llevaría a la habitación, yo ni me lo pensé. Comencé a seguirla sin prisas, porque la verdad es que aunque estaba derrotado, no tenía ganas de separarme de ella. Cuando estaba con ella se me templaba el corazón, que normalmente recordaba más a un témpano de hielo que a un corazón vivo y latiente.

_ Espero no amanecer con una flecha clavada en el pecho._ dije subiendo las escaleras. La verdad es que no había mucho donde elegir, pero tampoco era quien para quejarme. Observé la habitación, ansioso de echarme a dormir. Pero antes me giré hacia Ruby y le di un suave besos en los labios._ Dulces sueños p... Ruby.

Me encogí de hombros al escucharlo, podría chincharlo más pero no era el momento, estaba demasiado agotado como para tocarle las narices, pero tendría la oportunidad un día de estos de ponerle la película de Disney que que viera como lo retratan en este mundo porque nada más alejado de la realidad. El pirata de frondosos rizos, bigote de Dalí y nariz ganchuda era en realidad un hombre atractivo de ojos marinos y pelo azabache. -Aquí dicen que yo era una muchacha con una cestita que le llevaba la merienda a su indefensa abuelita y que se encontraba a un lobo por el camino... olvidaron fusionar al lobo con la muchacha y darle una ballesta a la abuela -ironicé. 

Lo vi decidido ir detrás de mi para ir a la habitación, visto estaba que tenía sueño y que estaba bastante hecho un asco así que en el momento tocara las sábanas caería redondo y esperaba que no lo visitaran las pesadillas que yo recordaba de aquella noche en su camarote, pues no lo dejarían descansar. Esbocé media sonrisa -Se ve que tienes ganas de coger la cama -medio bromeé. Me asomé un momento a la lavandería y le cogí un pijama de hombre -Esto es por si te quieres poner más cómodo -informé. 

Cogí una llave cualquiera que resultó ser la habitación 108, no estaba mal, tenía una amplia cama y vistas a la plaza. Se suponía que aquí era cuando yo me tenía que marchar y dejarlo descansar pero tampoco quería dejarlo solo, estaba en un momento contradictorio, para arreglarlo él me dio un beso al que yo respondí con ganas, llevaba cinco días queriendo volver a besarlo, después de eso y de que me llamara por mi nombre menos ganas tenía todavía de irme -Que... descanses -me encogí de hombros y sonreí aún sin irme perdida en el mar de sus ojos.

No me quería separar de ella, pero tampoco quería parecer dependiente, porque yo no lo era. Me estaba empezando a marear por el sueño que tenía. Aunque lo cierto es que no me hubiese molestado nada que se viniese conmigo. De hecho, en un acto inconsciente, tiré un poco de ella, como indicándolo. 

El peso de mi cuerpo hizo el resto, de modo que cuando quise darme cuenta estaba tumbado sobre la cama con ella encima. Sonreí, pícaro, y me desenrosqué el garfio del muñón, como hacía todas las noches. No era cuestión de acabar clavándomelo y desangrarme a mí mismo.

Me quedé dormido al momento, sin quitarme siquiera la gabardina o taparme. Tan sólo con sentir el colchón debajo de mí me había bastado. Probablemente cuando me despertase al día siguiente estaría mucho mejor, pero ahora estaba completamente muerto.

Ni me lo vi venir, noté un tirón hacia dentro y momentos después estaba en la cama sobre él, aún no sabía ni cómo lo habría hecho. Le dediqué una sonrisa y aunque sabía que estaba cansado me sorprendió la rapidez con la que se durmió, era como si el colchón mismo le hubiera dado sueño. Me reí en silencio al ver la situación, estaba entre quedarme o no, y aunque la razón me decía que tenía que irme el corazón me imploraba que me quedase a pasar la noche con él. Así que no me lo pensé, estaba cansada, porque había sido un día duro, hasta ahora no me había dado cuenta. 

Le quité la gabardina y las botas, estaba tan cansado que solo le había dado tiempo a quitarse el garfio. Abrí la cama y tiré de él con cuidado hasta meterlo dentro -Ni siquiera Whale o Graham en sus peores borracheras han caído tan pronto -murmuré para mi misma. Mañana sería otro día y podría hablar con él tranquilamente. 

Subí un poco la persiana para que por la mañana entrara algo de luz y no se estuviera totalmente a oscuras, podría considerarse manía pero yo prefería abrir los ojos y no estar a oscuras, si no lo de levantarme de la cama estaría difícil. Me senté en la cama y me quité los zapatos. Entré en el baño y me puse el pijama para hombre que él no se había puesto al quedarse dormido casi instantáneamente. Parecía un auténtico saco, pero me daba igual. Finalmente me acosté a su lado y apagué la luz. Me sorprendió lo rápido que me quedé durmiendo.