Una nueva esperanza (Ely Blair)

El dolor que sentía era tan inmenso que pensaba que el corazón iba a salirse de mi pecho. Habían sido veintiocho años en los que Shadow y yo habíamos estado juntas. Habíamos cuidado de Alice, habíamos superado cosas juntas, y ante todo nos habíamos amado. Y no me importaba lo que Afrodita dijera, yo sabía que la quería. Aunque a pesar de ello, ella estaba con ese sombrerero loco y con sus dos hijas, pues en cuanto Alice se convirtió en Lucrezia dejó de quererme. Observé el pozo, cogí una moneda y la arrojé a su interior, observando cómo se hundía, y sintiéndome un tanto tonta.

_ Deseo encontrar la manera de olvidar a Shadow, poder seguir adelante con mi vida, y no sentir este vacío en mi corazón._ Recité, al tiempo que observaba mi moneda hundirse, usando mi visión divina y única, provocando que mis ojos grises se dilatasen un poco._ Deseo ser libre de este inmerecido tormento.

También pensé en mi hija, Zandramas. Al fin había vuelto a ser ella, y me despreciaba por todo lo que había hecho. También lamentaba eso. Mi único deseo había sido que me acompañase en mi trono. Y ahora, echando la vista atrás, me sentía estúpida por ello, e incapaz de lamentarlo más.

No me sorprendí, porque en cuanto el agua empezó a vibrar yo lo noté. Pensé que sería afrodita, para darme otra charla sobre que Shadow y yo no podíamos estar juntas. Sin embargo, se trataba de otra mujer, una completamente distinta. Lo sentí al instante, antes incluso de que saliese del agua. Aquella mujer era una invitación al caos. A mí caos, el que tanto tiempo había controlado y dominado.

Pero yo ya no sentía ganas de crear el caos, estaba demasiado desanimada, pues la verdad últimamente no me sentía como Discordia, estaba en baja forma. Quería volver a sentirme como yo misma, poderosa y deseable. Ahora me sentía como la mujer de Storybrooke, a la que todos ignoraban y miraban incluso con cierto asco.

_ La verdad es que hay mejores maneras de refrescarse, pero para gustos hay colores._ Dije, mirándola cuando sabía que no me miraba. Era una mujer atractiva, y salida de un pozo, nada menos. Era una historia como para contarla, aunque no tuviese nadie a quien hacerlo._ ¿Quieres una toalla, guapa?

Podía notar el hilo de sus pensamientos y eso me hizo sonreír. No se podía asustar a la diosa del caos saliendo de un pozo. El intento había sido noble, pero desde luego no suficiente como para ocultarme que estaba en el pozo. Me hizo reír lo que dijo de la toalla, pues a decir verdad no pensaba dársela por mucho que me lo dijese. Tenía otros planes, más divertidos.

_ No, no tengo una toalla, ni te hace falta tampoco._ Me encogí de hombros, y cuando lo hice Ely se encontró seca de golpe, hasta el último centímetro de su piel. Una piel muy agradable, por cierto. Me senté a su lado y sonreí, con cierto aire malevolente._ Yo también conozco unos cuantos trucos, querida. No intentes sorprenderme, te será difícil.

Tenía curiosidad por aquella mujer, tan exhuberante, tan sensual. Otros podían ignorarlo, pero yo lo sentía. Sentía la sexualidad que exudaba su cuerpo, como si lo valorase mucho más que el resto de las personas que se encontraban en el pueblo. Eso me excitaba, y por un momento, consiguió que me olvidase de Shadow, cómo había deseado.

Cuando me preguntó quién era me eché a reír. Sencillamente fui incapaz de evitarlo. Aún me resultaba extraño que hubiese gente que desconociese quien era. A fin de cuentas me había hecho un nombre, aún al margen de ser una diosa. Una reputación que había hecho que incluso en el Olimpo me temiesen.

_ No soy una bruja, disto mucho de ellas, en más aspectos de los que imaginas._ Mi orgullo volvía a salir a flote. A decir verdad era algo que echaba de menos. Los sentimientos humanos, en especial el dolor de la pérdida, lo empañaba continuamente, y en lugar de parecer una diosa, parecía una mujer maltrecha. Me incliné y coloqué uno de mis dedos bajo la barbilla de Ely, empujando un poco hacia arriba para que me mirase._ Yo soy mucho más que una bruja. Soy alguien para quien la magia que ellas usan es una sombra...

No pronuncié la palabra diosa, aún no lo haría. Me preguntaba si ella se daría cuenta por sí misma de que lo era. Quise atribuirlo a la falta de exactitud de las estatuas que me representaban, y no al hecho de que hubiese otros dioses mejor catalogados que yo.

Finalmente había acertado con mi condición. Yo era Discordia, aunque eso probablemente lo desconocía. Tan sólo sabía lo que era, no quien era, aunque me conformaría con aquello por el momento. No sabía por qué tenía tanto interés en aquella joven, pero estar en aquella situación me gustaba, me hacía sentir bien.

_ Todo son historias, a fin de cuentas. Algunas ciertas, otras falsas. Buscar distinciones entre ellas hará que te duela la cabeza, así que es mejor que lo olvides._ Dije, mirándola. Cuando ella sacó su cajetilla de tabaco, yo hice lo propio, pues al verla me entraron ganas. Ya no sentía el mono como antes, pero de todos modos era una costumbre difícil de quitar, y ya no iba a matarme. ¿Por qué dejarlo?_ Yo soy Discordia.

... Y como me llames Eris provocaré un terremoto. Esa parte de la frase murió en mis labios, porque la última vez que prometí que haría algo cuando me llamasen como no correspondía acabé destruyendo Pompeya.

Apenas contestó a mi saludo noté como sus ojos se clavaban en mí. Y cuando quise darme cuenta, los míos hacía lo propio. No estábamos mirando fijamente, sin palabras. Mis pupilas se dilataron un poco, y noté su mirada animal clavada en mí. Yo no tenía miedo, pero ella tampoco. En ese momento la deseé. Deseé a esa bestia salvaje, ese animal que no estaba ceñido a concepciones sociales.

Me acerqué un poco a ella, y me quedé observándola unos instantes, respirando su olor a mujer. Mi respiración estaba agitada, y mi pulso subía. No había disfrutado de los más íntimos placeres desde que la maldición se había roto y Shadow me había dejado para irse con el sombrerero.

Solté el cigarrillo y lo tiré al suelo, apagándolo con mi bota. Cuando pasó su lengua por los labios, la imité en un acto reflejo, deshaciéndome de la escasa resistencia que me quedaba. Le cogí el rostro con ambas manos, mientras aún nos seguíamos mirando la una a la otra.

El deseo era tremendo, y noté como al tocarla, se convertía de un incontrolable animal en celo a un chica que sería dócil a mis atenciones. Una sonrisa perversa salió de mis labios antes de atraerla hacia mí y darle un beso salvaje, mordiendo sus labios varias veces. A diferencia de su alter ego, Discordia no sabía ser tierna.

_ No sé que es lo que hay en ti... pero haces que me hierva la sangre en las venas..._ Susurré, acariciando su cabello, sin dejar de besarla. Podría destrozarle todo el cuerpo de un movimiento, pero en ello radicaba la belleza de mi poder, en lograr ser delicada, en no destrozarlo todo con la energía de mi caos.

Las nubes del cielo empezaron a despejarse, y la Luna nos iluminó con su luz plateada. Y por un momento fuimos dos mujeres llevadas por la pasión y nada más. Ni diosas, ni brujas ni fantasma, tan sólo mujeres con deseos humanos.

Ely se sonrojó ante aquel comentario. Nunca le habían dicho esas palabras, nunca había descolocado a nadie. Tal vez por que no era consciente de lo que tenía dentro de ella, de la humanidad y de la viveza de sus ojos vidriosos intentando evitar todo sentimiento bondadoso.
Suavemente se retiró llevándose el pelo detrás de las orejas y de nuevo se mordió el labio inferior como mirándola.
Los ojos de su nueva contrincante se tornaban felinos , de un azul que casaba con el color de la luna de aquella noche. No analizó los besos de Discordia , ni se culpó por dejarse besar y sentir como ese volcán que se alvergaba dentro de Discordia la destrozaba, la podía y sin más simplemente le podía.
No quería irse, quería quedarse, quería trepar por su cuerpo lamiéndolo , agarrandola con las dos manos ... notar el calor , usar su lengua....
Ante aquellos pensamientos Ely respiró y se sentó en una parte donde la hierva estaba fresca , se extendió y cerro los ojos.
Discordia , era la primera chica , bueno la segunda con la que había hablado, y aunque reconocía que la llamada Reina Malvada le parecía interesante , sin duda lo que había encontrado ahora era una bomba detonadora de su locura. Era como sacar de su interior todo lo que no sabía que tenía.

- Sientate aquí - Dijo con una voz suave pero autoritaria.
Miró el bosque que se cernía sobre ellas , un bosque lleno de recuerdos , con su poblado perdido , con los niños perdidos , con el pasado perdido.
Estaba cansada emocionalmente , tanto que su cabeza buscaba un lugar donde poder apoyarse y descansar sin pensar, era la primera vez que se sentía de esa manera, después de tantos años.

Banda sonora
Cuando me dijo que me sentase con ella sentí el impulso de negarme, seguir besándola aunque no lo deseara y hacerla mía. Pero me contuve. Selennaya me había enseñado que en una relación ambas pensaba contaban. Aún sin estar del todo convencida, me senté donde me dijo y traté de ignorar el hambre que mis labios estaban sintiendo.

_ Eres mala..._ le dije con tono de reproche, aunque sonreía para aliviar la tensión. Cuando se tumbó, hice lo propio a su lado y me recargué en su pecho sintiendo que necesitaba tenerla cerca, aliviaba el dolor que Shadow me había causado. Y yo necesitaba deshacerme de aquello, necesitaba volver a ser yo misma. Me gustaba el tacto de su ropa, de su piel. Era suave, pálida, como la mía.

Pensé en decir algo, pero rápidamente cambié de opinión. Cualquier palabra rompería la magia de aquel momento, una magia que distaba mucho de parecerse a la que cualquiera de las dos practicábamos.

Cuando me acarició el pelo cerré los ojos y emití un sonido similar a un ronroneo para indicar lo mucho que me gustaba. Shadow ya no estaba torturándome con su recuerdo, y por eso ni siquiera pensaba en que solíamos hacer aquello mismo antes de que la maldición se rompiese.

Besó mi frente y yo la miré, sonriendo tranquilamente. Estaba realmente a gusto en aquella posición, y me alegraba de no haberme lanzado sobre ella como un animal, aquello era mucho mejor, no directamente, pero sí a largo plazo. Siempre tendría un bello recuerdo de aquella noche.

_ Vivo a un pestañeo de aquí... ¿Quieres venir?_ le pregunté, mientras empezaba a ensortijarle el cabello, traviesa. Llevarla a casa era algo que me encantaría hacer. Tenía sitio de sobra, y estaba cansada de verla vacía. Al menos por una noche, sabía que no me encontraría sola.

La fiera estaba completamente domada. Ahora parecía una niña pequeña, algo que siempre había encontrado atrativo en una mujer. Me gustaba sentir que yo las protegía, que estaban bajo mi poder y su destino dependía de mí. Normalmente era cierto, pero me gustaba que demostrasen que lo era.

La cogí por la cintura y le di un beso apasionado mientras nos devanecíamos con un rayo. Hacía tiempo que no hacía aquello con nadie y había olvidado lo que se sentía. Durante una fracción de segundo sentí cada molécula de sus ser, cada pequeño fragamento de su ser atormentado y su cuerpo tan nuevo.

La casa estaba a oscuras cuando llegamos, pero eso lo solucioné con un chasquido. Con otro le coloqué un café sobre la mesa, me senté a su lado y di buena cuenta del mío. La casa ahora me parecía acogedora, tranquila. No silenciosa y oscura como días atrás.

El café para mí era lo de menos. Necesitaba algo mucho más cálido y reconfortante. Necesitaba a Ely. Durante aquellos días había pensado que sólo Shadow era capaz de llenar aquel vacío. Pero sin embargo estaba equivocada. Ely podría hacerlo, Ely podría ayudarme a liberarme del tormento que suponía estar sola. Estaba contemplando su belleza, cuando mi móvil sonó, estropeando el momento.

_ Discúlpame un momento Ely. Tengo que cogerlo._ susurré, llevándome la mano al bolsillo. Sólo con ver el nombre del contacto ya me sentí enfadada. Pero no dije nada sobre ello, aunque la conversación me hizo alterarme._ ¡No! He cambiado de opinión, déjala en paz. Anulo el trato. Ya no necesito nada de esto.

Bufé. La respuesta que había recibido había sido cortante, y no podía hacer nada para cambiarlo. Debía intervenir directamente. Aunque lo que más deseaba era pasar tiempo con Ely, me reclamaban mis nuevas responsabilidades asociadas a mi hace poco recientemente descubierta humanidad.

_ He de marcharme, hay vidas en juego. ¿Querrás cuidarme la casa mientras estoy fuera?

Que prisas por cerrar:

Ely Blair observaba con lentitud como su nueva amiga hablaba por teléfono de una manera misteriosa. Cuando terminó , la observo con los ojos como platos y una media sonrisa. Se sentía bien en ese lugar.
Su rostro cambió cuando dijo que tenía que irse , pero tenía la confianza de dejarle a buen recaudo. Ely era de fiar , era una buena ama de casa , una buena guardiana. Era auto-suficiente en el hogar , y casi casi perfecta cocinando.
Sin embargo su corazón se acelero ante la idea de que ahora , ahora después de como había vaciado su corazón y lo había llenado de calma se fuera.

- Prométeme que volverás- Cogió la mano de Discordia de manera apasionada. Como si la vida se fuese en el tacto de su piel , como si temiera que la abandonaran. La miró destrozándola con los ojos un segundo más antes de su partida.

No quería irme. Había mucho calor en aquella casa desde que habíamos venido juntas. Y quería estar con Ely. Ella era una mujer hermosa, que hacía que me sintiese bien. Y que además encontraba tierna. Me senté a su lado y le cogí el rostro, dándole otro beso apasionado y cariñoso. Sabía que iba a tardar en volver a besarla y eso me animaba a hacerlo una y otra vez.

_ Volveré pronto, Ely. No te abandonaré. Estaré antes de lo que imaginas._ Me separé y me dirigí hacia la puerta, sin dejar de mirarla. La distancia no disminuía su belleza. Y por ello cuando me desvanecí con un relámpago me lamenté de no estar con ella un segundo más para volver a abrazarla._ Despierta Discordia, no seas débil.

No podía serlo cuando iba a hacer lo que tenía que hacer. Era una tarea para la diosa de caos, no para una mujer débil y dependiente. En aquel momento tendría que deshacerme de Selennaya y dejar que Discordia tomase el control.

Spoiler: