Una nueva Maldición. YRSV I

Banda sonora
_Creo que todos tenemos muy claro por qué estamos aquí._ Dije, sin mediar saludo alguno, no era necesario._ Hemos sido humillados y utilizados. Algunos de nosotros, incluso hemos sido desterrados y enviados al mismo infierno, por el mero capricho de esos seres que se llaman a sí mismos héroes. Pues yo os digo que eso ha llegado a su final. A partir del día, les haremos conocer el mismo infierno que me hicieron conocer a mí misma.

Faltaba muy poco para el momento indicado. Debía darme prisa para que el plan tuviese éxito con todos los presentes. Aunque cabe decir que si de entre ellos me importaba alguien, no sería más que mi madre. Si cualquiera de los otros compartía el destino de nuestros enemigos me traería sin cuidado. Ya me había cansado de fingir ser Regina. Era el momento de que todos se inclinasen ante Arciria Stealer Mills. Lo terminarían haciendo de un modo y otro.

_ Os ofrezco la seguridad absoluta de que el dolor físico y psíquico que sentirán vuestros enemigos no tendrá final. Y a cambio os pido un precio insignificante._ Indiqué, mientras pasaba una hoja de acero por mi mano y dejaba la sangre resbalar por ella, vertiéndola en un pequeño caldero que hervía delante de mí._ Tan sólo una gota de vuestra sangre y seréis libres.

Mi reina estaba hermosa. Aunque creía que era un tanto excesivo para antes de lanzar el hechizo y desconocer nuestro éxito. Pero lo tomé como una prueba de confianza hacia mí. Ella estaba segura de que tendríamos éxito, y fue la única en no expresar ni la más mínima duda al coger el cuchillo y realizarse un corte en el dedo. Cuando hubo terminado le cogí la mano con dulzura y besé el corte, cerrándolo con mi magia.

_ Está usted preciosa, majestad. No queremos que su vestido se mache de sangre._ Cuando vertí su sangre a la mezcla comprobé que me daba un beso tímido en la nuca. Yo me reí, la tomé por la cintura y le di un beso apasionado, acariciándola parsimoniosamente antes de separarme de ella. Nunca esconderíamos nuestro amor. Le demostraríamos al pueblo que sus reinas se amaban, y estaban unidas por los mismos deseos. Jamás traicionaría a Ely, del mismo modo que sabía que ella no me traicionaría._ Discúlpame, tengo que ocuparme de mi prima. Ella espiará para nosotras.

Le sonreí a mi reina antes de dirigirme hacia Ariadne, una vez más con mi expresión más fría. Estaba furiosa por su resistencia, su empeño en tratar de negarse a seguir mis órdenes todo lo posible. Era una fiera indomable, eso no se podía negar. Pero bien es cierto que no me podía desobedecer. Llevé la mano a la bolsita de cuero donde tenía su corazón y sonreí.

_ Extiende la mano, por favor._ Le pedí, con falsa amabilidad, En cuanto lo hizo, repetí el proceso para extraer su sangre y añadirla al caldero. A ella también la sané, pero por supuesto con las manos y no con los labios. Eso completaba mi hechizo, la sangre de una persona con el alma pura. En cuanto rozó el caldero, la poción comenzó a acrecentar su ebullición, y bruma comenzó a salir de ella. No se trataba de bruma morada, como las anteriores que habían visto. Aquella era negra, negra como el cielo que verían para siempre los habitantes de Storybrooke._ No podíamos haber hecho sin ti, Odette. Espero que estés feliz, pronto verás a tu príncipe.

 ¿ Qué hacía ella allí? Salvarse el cuello, eso seguro. LLegó al lugar y se quedó clavada  viendo la ostentosa imagen de Ely con su vestido de Reina. Muy pronto se estaba haciendo notar. Aun que no lo pareciera , Esther no quería matarla. Para nada , solo había ido para salvarse el cuello y que nada de lo que pasara le afectara. Por eso tenía decidido asumir los riesgos y asumir que debía verla aun que no quisiera.
El único propósito de Esther era amar incondicionalmente , aun que para ello tuviera que pasar por muchas personas.No era una tonta. Sin más dilación , cogió un trozo de piedra afilada de su bolsillo y apretó su dedo dejando salir la sangre de el.

- No quiero ser menos...-  No la miró , sabía que si la miraba empezarían los problemas, solo la había visto de  lejos.Quería protegerse, a pesar de que no le caían bien ninguna de las dos Reinas . A una la desconocía , a la otra la conocía demasiado..

Respiró hondo apretándose el dedo con un suspiro y esperó apartada.
Se sentó en una roca mirando de reojo la escena de como hablaban las dos primas. Y trató de evitar que Ely se acercara si quiera a ella. Pues sabía que quería explicaciones.

Iba camino al pozo de los deseos. La Reina quería vengarse de no sé que, poco me importaban los demás, solo yo, y últimamente vengarme de alguien, pues tampoco, pero bueno, hasta allí me iba acercando No había mucha gente. No miré a los presentes, solo con haber llegado sabía quienes estaban frente a las reinas. Dos reinas, esto si que era de lo más extraño que había visto nunca. Escuché las palabras de Arciria Mills ¿una gota de nuestra sangre y seriamos libres? Querían una gota de mi sangre, y no solo de la mía, si no de los demás que estábamos alli, pero lo que me faltaba, me interesaba la sangre de los demás, no tener que cortarme yo.  Mis dulce sangre derramada para algo que podría no ocurrir. Aprete para que la sangre llegase a un caldero, donde los presentes habían ofrecido ya su sangre, y los siguientes, si es que apareciesen más. Si ocurriese lo que yo veía prácticamente imposible, ya cambiaría mi forma de ver a esta gente, que ni conocía bien, ni intención tenía. En fin, era lo que había que hacer, y así lo hice. Ofrecí mi sangre, como no sirviese para nada esto, volvería a lo que siempre hacía, a centrarme en mi misma

Cuando el caldero hirvió y liberó su maldición yo sonreí, cruel. Una sonrisa que se convirtió en una sonrisa cruel y enfermiza. Tomé el cazo y me lo llevé a los labios, bebiéndome su contenido. Mis ojos se tiñeron de negro unos instantes. Sentí cómo me fallaba el cuerpo un instante y me sujeté en mi reina antes de recobrar la compostura.

_ Eso carece de importancia, Ariadne. Has hecho lo que te correspondía._ Le dije, con una sonrisa cruel, mientras me disponía a usar mi nueva condición.  Ahora era la monarca de Storybrooke, y pensaba usar ese puesto con calma. Cogí de la mano a mi reina y la besé en los labios, antes de alzar la mano y decir mis primeras palabras en esa situación._ Espero que disfrutéis de la venganza.

Tomé a mi pareja por la cintura y la besé lentamente. Ahora la ciudad podía ser mía, como siempre debía haber sido. La gente se arrodillaría ante mía, y conseguiría lo que era mío de una vez por todas. Oiría sufrir a Regina, y todos tendrían que cantar mi nombre con adoración para poder dejar de sufrir. Con ese sueño, mi reina y yo desparecimos envueltas en una bruma Negra.

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