I'm The Crazy Hatter girl...(Aysha)

Era agradable salir un rato a buscar algunas setas por sí misma. Jefferson había estado demasiado amable desde que Grace había nacido y no la había dejado hacer nada sola. Ahora por fin estaba fuera, respirando el aire del bosque. Se colocó bien el sombrero, ese poderoso artefacto que les daba a ambos tanto poder. Jefferson ya no parecía querer usarlo tanto como antes, tenía miedo. Pero Shadow había aprendido bien a manejarlo y no temía ese poder, siempre que respetase sus normas las cosas saldrían bien.

Las setas caían en la cesta. Shadow sabía identificarlas muy bien, y pensaba preparar un buen estofado con ellas. Había descubierto como humana su gusto por la cocina, y recordado lo agradable que era comer sintiendo por completo el sabor. El simple hecho de respirar, transpirar. Eran sensaciones que su cuerpo había olvidado y que ahora estaban allí de nuevo. Tal como el cansancio, que ahora la obligaba a sentarse apoyada en un tronco a respirar un poco. Aunque eso no era algo que le pareciera demasiado desagradable, en especial si se colocaba bien el sombrero y dejaba que le tapase los ojos del sol.

Con ese sombrero había visto maravillas que sobrepasaban la imaginación de muchas personas. "Odio el país de las maravillas" Había dicho Jefferson cuando se lo mostró. Ella se había quedado encandilada con él, por contra. Un lugar donde la magia era distinta, pero a la vez engañosa. Era un mundo del que aprender y que respetar, no simplemente temer. Y Anzu lo hacía cada segundo, esperando cada nuevo conocimiento con ilusión.

Otro trabajo cumplido, esta vez me había costado menos convencer al guardián del río de que se uniese a la nueva tropa que Hades, para variar, estaba creando. Por suerte, solo había tenido que convencer a una de esas ninfas para que llegase a la sexta base con aquel guardián no muy favorecido por la naturaleza. La cadena de favores aumentaba, ella se exponía escapaba y su amo se beneficiaba de sus progresos.
Realmente no entendía aquella obsesión por hacerse con el Olimpo, esas peleas entre hermanos, todo aquel montón de luchas sin sentido no iban con ella. Prefería una tarde tranquila, pasando el rato con algunas ninfas o incluso en sí misma y disfrutando de la tranquilidad que le suponía el estar sola, sin nadie que repitiese su nombre una tras otra vez.
-Si tengo que pasar el resto de mis días así, juro por Zeus que, voy a empezar a decirle a Hades que mas le vale conseguirme un buen agujero que no sea en el subsuelo.- Dijo con todo cansado e irónico para sí misma. Desde luego vivía como nómada, de un lado para otro y aprovechándose de la generosidad que algunos le propiciaban, lo malo venía cuando esta generosidad se veía recompensada con una acción no demasiado agradable, por parte de la griega.

Sus pasos continuaban por el bosque buscando un sitio sobre el que sentarse, y acomodarse durante unas horas, y sabía perfectamente a donde ir. El conjunto de enormes árboles avanzaban al mismo ritmo que ella, en busca del último lugar donde estuvo como tenía por costumbre. Pero para su mala suerte no estaría sola, pues había alguien ocupándolo. Tenía dos opciones, buscar un nuevo lugar, o quedarse y sin duda, sus pies no aguantarían semejante caminata de nuevo. por lo que se sentó en el lado opuesto en el que se encontraba aquella persona, apoyada sobre una piedra. -Si tu no me molestas yo no te molesto¿de acuerdo?- no esperaba una respuesta pues su tono fue borde y severo, solo quería hacer saber a aquel extraño, que no tenía la más mínima intención de conversar con él y menos aún de resultar amigable.

Anzu ya no tenía los sentidos que poseyese cuando era una vampiresa, así que le sorprendió un poco la llegada de la otra mujer. Alzó un poco el sombrero y la observó sin prisas. Había algo que no estaba bien, y lo comprobó al verse reflejada en los ojos de ella. Quizás ya no fuese un vampiro, pero aún recordaba algunas cosas de entonces y había algo en aquella mirada que no le gustaba, por lo que volvió a colocarse el sombrero sobre la cabeza de forma que le cubriese los ojos. Sabía reconocer a alguien sin nada en la vida en cuanto lo veía, y en aquel reino habían muchos que estaban así por su causa, era mejor no llamar demasiado la atención.

_ Supongo que es un trato._ fue todo lo que dijo Anzu mientras volvía a sus pensamientos, aunque lo cierto es que ya era bastante difícil. No es que no hubiese visto antes a personas que hubiesen sufrido por su culpa, pero ninguno de ellos solía reconocerla porque sin su halo de maldad era bastante distinta. Ahora era una buena persona, una buena esposa y una buena madre, y quería dejar su pasado donde debía estar, atrás en el tiempo. Por eso no diría nada más a aquella mujer que estaba segura que no conocía de nada.

Se respiraba una curiosa paz y Anzu quería disfrutarla, el pasado pronto volvió a borrarse y ella se relajó de nuevo, olvidando el encontronazo con la mujer que podía que siguiese allí o podía haberse ido, era algo que desconocía pero que no le preocupaba en lo más mínimo. Había cogido suficientes setas para su estofado y aún era temprano, se merecía ese momento de paz.

Sabia que en cualquier momento aparecería su codicioso jefe para llevarla con él y así conocer los efectos de su influencia para llevar acabo su plan. "Serás por fin libre, mi pequeña Meg" Repetía aquellas palabras una y otra vez en su cabeza. Ya las había escuchado antes, muchas veces, de diferentes formas, tonos y palabras, pero nunca se cumplía. Era como una maldición aquello que le rodeaba, estaba muerta, sin tener alma y perteneciente al dios del inframundo. "Luego se quejan los vampiros" Pensó para sí misma, pensando que aquello que a ella le acometía era mucho peor, tras lo que soltó una carcajada irónica. Había tenido que cometer crímenes, llevar a las personas a trampas sin escapatoria e incluso conducirlas a su propio infierno, en contra de su propia voluntad.
Por ello cuando escuchó la palabra "trato", se incorporó rápidamente y miró fijamente a aquella mujer-Yo no hago tratos, querida.- Dijo seguido de una falsa sonrisa. Y así era, un trato era lo que la había llevado a su fin, a su condena, y no caería una vez más, no sería el animal que tropezaba dos veces en la misma piedra. En ese momento, le había recordado ha Hades y empezaba a preguntarse, si no sería él aquella mujer, pero dudaba, que tuviese buen gusto para camuflarse, normalmente escogía estatuas o directamente mandaba sus dos ratas apestosas.

Anzu sonrió cuando dijo que no hacía tratos, y lanzó una risotada sin poder evitarlo. Se quitó el sombrero y comenzó a jugar con él, haciéndolo girar lentamente entre sus manos. Tratos, acuerdos. Muchas veces lo llevaban a uno a la destrucción. Otras veces ni siquiera hacía falta tanto para acabar con las esperanzas. Una mala palabra, enfadar a la persona equivocada, y acababas necesitando beber sangre el resto de la eternidad. Si alguien lo sabía bien esa era ella, pues lo había sufrido por sí misma, pero ahora era feliz, y eso era algo que lo superaba todo.

_ Eres una mujer sabia entonces._ dijo Anzu, metiendo una mano en el sombrero y sacando una manzana traída de quien sabe donde. Le dio un bocado y volvió a colocarse ese poderoso objeto sobre la cabeza. La mirada de aquella chica la atormentaba, le recordaba a tantas otras que ella misma había causado, y es por ello que no pudo evitar decir lo siguiente_ No me gusta meterme donde no me llaman, pero apuesto a que no siempre has tenido esa norma.

Anzu sabía con quién había que hacer tratos y con quien no, por quien merecía la pena el riesgo y quien sabía que traicionaría a todo aquel que aceptase semejantes acuerdos. Por eso realizaba los menos posibles, pues deberle un favor a la persona equivocada te podía llevar a la tumba.

Sopló para apartar el flequillo de sus ojos, no era la primera vez que algún pelo entrometido le jugaba una mala pasada. Sabía que todos los seres humanos cometían errores, que todos eran mezquinos y deshonestos y que era raro encontrar a alguien puro de gran corazón. Y más por aquello lares pues había conocido a muy pocos y a la mayoría les había destrozado la vida, si no, por un alma más en el río de Hades, por convencerlo a unirse al lado oscuro. Su mundo se basaba en la traición, y el dolor de los demás. No era un ser malvado, era alguien sin alma.

-Puede ser, lo importante es que, si lo hice, aprendí la lección- Dijo intentando crear una respuesta que no diese muchos detalles y que mantuviese el misterio, pero si aquella muchacha tenía una inteligencia mínima sabría que había sido así. No era precisamente un libro abierto, pues los sentimientos para ella estaban vetados, e incluso sus propias decisiones, su precio era bajo y su mayor deseo, uno de los más difíciles de cumplir. Una situación precaria, la verdad.

Si había cosas en las que Mégara no creía era en: el amor puro, aunque alguna vez quiso tenerlo; los pactos o tratos; y la felicidad. Eran cosas que nunca existirían para ella y que no estaba dispuesta a buscar, su único deseo era poder obrar por sí misma.

Sintió algo de pena por aquella mujer, sin poder evitarlo. Ahora que la bondad había vuelto a su corazón, no podía contenerla. Sentía la necesidad de ayudar a aquella mujer, aunque bien sabía que aquello no sería una tarea sencilla porque ella no quería que la ayudasen, y si algo complicaba las probabilidades de ayudar a una persona era eso. No se podía ayudar a alguien que no quería ser ayudado, ni mucho menos a alguien que no se sabía como ayudar, pues sólo podía hacer conjeturas.

_ Y hay lecciones que se lamenta aprender. Sí, eso lo sé bien._ Su tono llegó a sonar tan misterioso como el de ella o incluso más. Anzu tenía muchos años a sus espaldas y sabía como captar la atención de la gente. Su mano seguía, no obstante, acariciando el hermoso sombrero que Jefferson le había hecho. Le gustaba mucho y era muy poderoso, capaz de traer objetos desde muchos mundos, como la manzana que había sacado del jardín del Edén._ Tengo experiencia en ese tema.

Recordó fugazmente cómo se había convertido en vampiro, por una simple negativa. Era algo que en una palabra se podía definir como desproporcionado. Pero había aprendido de la experiencia, y por eso andaba con cuidado. No sabía a qué podía llevarla el querer ayudar a aquella mujer.

Vio moverse dos pequeños roedores a la misma vez, sabía que la esta estaban escuchando, ya que, aquellos debían ser los dos vasallos de Hades. Esas pequeñas ratas siempre entrometidas. Sabía que su dueño no se fiaba mucho de ella, y bien que hacía, pero aquellas pequeños seres la estaban cansando y no tardaría mucho en hacerlos sufrir un poquitín, con alguna de sus retorcidas ideas, que solo eran copias de las del dios del inframundo.

En ese instante tenía curiosidad por saber las experiencias de aquella joven, pues dudaba que supiese por lo que estaba pasando la griega. No tenía salida,estaba encerrada en sus propios errores y dolencias. Incluso dudaba que alguien pusiese ayudarla. Sólo vivía para sobrevivir, para no terminar consumida por las cenizas de su propio fuego, de su propio amor que un día la hirió de forma irreversible.

-¿Experiencias dolorosas cierto?- No era algo que quisiese saber. Tampoco quería ser amiga de aquella mujer, pues no era su mejor cualidad la empatía. Pero parecía que sabía de lo que hablaba, y aunque no era su intención, darse a conocer, estaba manteniendo una leve y misteriosa conversación con aquella joven.
Observó como aquel sombrero daba vueltas sobre la mano de la chica. -Bonito sombrero.- La verdad, era que no lo gustaba para nada, no iba con su estilo de musa griega.

Decir que su sombrero era bonito era quedarse bastante corto teniendo en cuenta lo funcional que era en comparación a lo que parecía. Quizás si se lo mostraba se daría cuenta del poder del sombrero y vería en él una forma de ayudarse a sí misma. Nada perdía por intentarlo. Además no le gustaba la forma en la que esos dos roedores estaban siendo observados por Mégara. Casi parecía que sentía...¿Odio hacia ellos? Pero no el odio que se le tiene a un ratón, daba la impresión de sentir verdadera aversión por aquellos dos seres. Y ella conocía la manera de librarse de su presencia.

_ Es mi complemento favorito... y además es increíblemente funcional._ Y sin más, iniciando el truco del que más tarde se inspirarían los prestidigitadores del mundo, metió la mano en el sombrero y sacó un animal. Pero no, no era un pequeño conejo blanco, era un gato, un gato que saltó sobre los ratones como si le hubiesen ordenado que lo hiciera._ ¿Un buen truco, a qué si?

Shadow siguió con la vista a las criaturas, huyendo del gato, que no era un gato común. era un gato egipcio, de los que no poseen pelaje alguno y la piel arrugada, no podía dejarlo suelto por ahí, por lo que lo llamó y lo volvió a meter en el sombrero, dejó el sombrero boca abajo, por si a los ratones se les ocurría volver.

Observó todo aquello. Conocía varios tipos de magia, pero nunca había visto nada así. Aquel sombrero había echo aparecer un felino de una población extraña, ante ellas, para así asustar a los dos experimentos de Hades que la acosaban a tiempo completo.Había tenido el placer de conocer todas las historias, leyendas, mitos e incluso advertencias sobre los seres de la noche, pero nunca había oído hablar de semejante objeto. No sabía de dónde podía provenir aquel tipo de magia. Sin embargo, aunque tenía por ley no relacionarse con seres mágicos, a menos que fuese por negocios o juegos de seducción, aquella mujer no parecía ningún tipo de peligro. Al igual que no lo parecía aquel sombrero. Pero eso eran solo apariencias.
No podía parar de preguntarse como semejante objeto de mal gusto decorativo -para Aysha- podía conducir hacia un nuevo camino lleno de posibilidades y alternativas. No terminaba de comprender. Quería preguntar y escuchar, que todos aquellos secretos le fuesen revelados, pero dudaba que esta chica fuese a descifrarlos. -Vale... WoW. ¿Qué es? A ver se lo que es, pero ¿cómo funciona? ¿cuál es su objetivo?- Preguntó curiosa. No era ese tipo de chicas de hacer preguntas nada más conocer a alguien, pero aquello le había dejado cuestionándose todas las magias que conocía, sin resultado de una conclusión fija.

Como esperaba, el truco del sombrero había despertado en la chica un interés sustancial. Y es que no era un truco de salón común y corriente. Era una magia muy poderosa que Jefferson había consentido enseñarle después de casarse. Una magia de la que ella estaba muy orgullosa, y que no tenía reparos en practicar siempre que pudiese. Existían muchas maravillas que el sombrero podía traer, al igual que lugares que visitar. Era un secreto que Jeff le había ocultado bien antes de que su relación se hiciese profunda, pero que ella había aceptado muy bien.

_ Este sombrero es una puerta... hacia otros lugares. Lugares que la mente ni tan siquiera es capaz de concebir._ dijo, con cierta teatralidad, y poniéndose en pie de golpe. El sombrero rodó sobre su cabeza y giró por su brazo hasta llegar a su mano, donde lo aferró y se lo volvió a colocar sobre la cabeza, tras darle un giro y sacar una galleta de él, que con gusto se llevó a la boca._ Creo que me he ganado tu curiosidad al menos. ¿O me equivoco?

Y es que no era para menos. La cara que puso la egipcia cuando recibió la noticia de boca de Jeff fue un poema. Pero Shadow tenía gusto por el poder, era algo que había estado con ella durante muchos años. Y por eso pronto se acostumbró a aquel truco, que le daba muchas capacidades que no iba a desaprovechar.

Sabía que había diferentes tipos de magia, diferentes formas de hacer tus peores pesadillas y mejores sueños en realidad. Pero nunca había visto aquella. Sabía que era posible hacer aparecer y desaparecer las cosas en un periquete, pues lo había visto en Hades y demás, de una forma totalmente diferente a aquella. Y si era verdad, que aquello, era algo que podía hacer acudir a los sitios mas inhóspitos y traer cualquier cosa desde un mundo ajeno a los que ya conocía... el contárselo a Hades podría traerle problemas, pues aumentaría su codicia y le ayudaría en su conquista del mundo, y como no, ella sería el arma de doble filo, para realizarlo. ¿ Callárselo, o contárselo? Eso era algo que decidiría luego.
-Ciertamente has despertado mi curiosidad. Pero no es algo que me haga especial ilusión conocer- Odiaba estar metida en todo aquello, relacionado con la magia, por una vez en su vida le gustaría vivir en un mundo de iguales, iguales a ella. Realmente a ella no le interesaba, pero sabía que Hades, le pediría aquella información, así que decidió extraer la máxima información posible. -Pero me gustaría conocer su funcionamiento- Se levantó y se acercó interesada. NO pretendía dañar nada, solo conocer su funcionamiento, en el caso de que decidiese contárselo al captor de almas, como la de ella.

_ Un mago no revela sus secretos. ¿Donde estaría el misterio entonces?_ dijo, sin dejar de jugar con el mágico instrumento entre sus manos. No podía contar el secreto del sombrero. A Jefferson le había costado mucho tiempo atreverse a contárselo, porque el sombrero no era un juguete, era un objeto poderoso capaz de traer las más oscuras pesadillas desde cualquier lugar. Había muchos mundos, y en todos ellos había criaturas con las que no merecía la pena encontrarse. No, no era un secreto que contar a la ligera, siendo franca._ El misterio forma parte de la magia, es lo que le da su poder, su esencia.

Anzu rió, como una colegiala. Siempre le había gustado el poder, no podía negarlo. Es algo que se había apoderado de ella desde que se convirtió en vampiresa, y no lo había perdido al recuperar la humanidad. El poder corrompía incluso a las buenas personas cuando lo alcanzaban, y las cambiaba, generalmente para mal. Con todo, Shadow había salido bien parada con ello, pues apenas había alterado su carácter en cualquier otro aspecto.

_ Lo siento, no insistas, hay secretos que no pueden contarse._ El sombrero volvió a su cabeza y Anzu se apoyó en el árbol. Había cosas que hacer, pero ella no sentía ganas de hacerlas. No le apetecía andar recogiendo setas cuando gracias al sombrero podían ser suyas fácilmente, aunque pasear por el bosque era divertido.

Volteó los ojos, aquella era una chica difícil de convencer. Quizás así era mejor, y no se buscaría más líos, no tendría que dar explicaciones a nadie, ni intentar convencerla. Trabajo ahorrado. Aunque por otro lado, quizás Hades le restase años a su condena y ella sería liberada mucho antes de lo que debería serlo. Definitivamente, esta idea le atraía más. Le hacía oler su libertad volando, escapándose. Hacía tiempo que no oía latir su corazón por sí misma, quizás aquello era un atajo.

Normalmente no usaría aquella estrategia, pues la suya era la seducción y el encandilamiento, pero hoy usaría otro tipo. Comenzó a caminar de un lado a otro en un corto rango, mientras hacía gestos con las manos. -Digamos que tengo un negocio entre manos, algo... personal- Al decir esto último, giró la cabeza y la miró un poco desafiante, mientras su coleta y flequillo se movían a la misma vez. -Me metí en líos una vez- dijo acercándose- Líos que no... te aconsejo- sonrió levemente, mientras seguía acercándose hasta estar a unos centímetros de un cuerpo contra cuerpo al llegar a su última palabra.. -Pero claro a ti eso no te importa, como es obvio- Se alejó unos metros de ella. he hizo una breve pausa, para alfinal girarse y mirarla de frente.-Conozco el poder de resucitar, de conseguir lo que siempre ansiaste, y de darte poder - Sabía como funcionaba todo aquello, pero simplemente estaba tratando un plan que su poseedor sería capaz de aceptar. -Seguro que hay algo que ansias, algo que deseas o incluso alguien que eches de menos.- Se agachó para atarse una sandalia. - Y sé quién puede conseguirlo, pero no te aconsejo hacer tratos con él- Se levantó tras atarse la sandalia. -En cambio yo, puedo ofrecerte algo que nos beneficiaría a las dos- La miró seria ¿Quieres ser mi aliada?, solo necesito una cosa de ti y a cambio intentaré cumplirte uno de tus sueños, seguro que sabes que es imposible resucitar a muertos, pero yo sé como se hace, he estado ahí abajo.. Todo el mundo, tenía alguien que había abandonado nuestro mundo para unirse al de Hades, y aunque aquello, era para él, también se beneficiaría ella. Su plan, no era más que jugar con quien jugaba con ella.

Cuando habló Anzu no pudo evitar rememorar a su hermana. Zandramas, con su cabello dorado y sus ojos profundos, que con facilidad pasmosa conseguía hacerla entrar en razón. Ella tenía que estar muerta, no había otra posibilidad después de tanto tiempo. Pero cuando pensó en aceptar se acordó de sí misma, de aquello por lo que había pasado, y un escalofrío le recorrió la espalda. No volvería a arriesgarse a usar la magia negra, no ahora que era feliz. Se colocó el sombrero sobre los ojos y se quedó allí, con apariencia pensativa durante unos momentos.

_ No me interesa tu oferta, lo siento. No quiero tratos con la muerte. No por el precio que cuestan. Y mucho menos mostrarle el poder de mi sombrero a alguien que ya tiene tal don._ Su voz sonó algo dura, desafiante. No tenía muy claro cómo se habían desarrollado tales acontecimientos, o quien estaba detrás de esa oferta, pero sí que no iba a aceptarla. Zandramas jamás la perdonaría si lo hacía, si entregaba algo tan poderoso a alguien malvado._ No insistas en ello porque mi respuesta no va a cambiar, hagas lo que hagas.

Anzu se levantó, dispuesta a marcharse de allí y no dar la vuelta. Se había compadecido de aquella joven, y le había salido mal. Quizás su hubiese usado su estrategia más habitual la joven hubiese tenido mejores resultados. Pero Shadow ya estaba escarmentada, y no iba a dejar que le volviesen a vender gato por liebre. Había demasiado en juego, su felicidad lo estaba.