De nuevo bajo mis faldas. (Ava Zimmer) (Flashback)

Asentí, seguro que sí, que el pastel estaba buenísimo. Lo habíamos hecho las dos con cariño, ¿no? Yo quería creer que sí.
Era realmente extraño cómo me sentía en estos momentos. Al pararme a pensarlo, me di cuenta de que apenas llevaba unas horas allí, pero todo salía tan fluido... éramos casi madre e hija, y sólo acababa de empezar. Parecía haber confianza, e incluso cariño, porque debía admitir que, aunque al principio era muy reacia a vivir con Regina, me encontraba a gusto en su compañía.
Pensando en todo esto me encontraba cuando ella me tendió un trozo del pastel, preguntándome si hacía los honores. Cogí el trozo y lo partí más o menos por la mitad, procurando no tirar muchas migas, sin ningún éxito. Pero lo recogería luego.
-Hagamos los honores juntas, mejor. Lo hemos hecho entre las dos, es lo justo.- dije sonriendo, y le tendí el trozo que era ligeramente más grande.
Una vez que las dos lo tuvimos, miré al trozo por última vez antes de darle un mordisco y saborearlo. Vale, realmente estaba delicioso. A pesar de estar aún caliente por el horno, tenía un sabor delicioso y estaba esponjoso... Realmente exquisito. Tragué y esbocé una media sonrisa, satisfecha.
-Está muy muy muy rico, ¿eh?

El pastel tenía realmente un sabor agradable, más que lo que solía cocinar. ¿Realmente influía hacer las cosas con amor? ¿O era el hecho de estarlo compartiendo? Regina no lo tenía claro pero en cualquier caso lo cierto es que esto último era agradable. Estar allí con Ava, comiendo pastel, viendo como se manchaba de chocolate el rostro. Realmente era una escena enternecedora, y le agradaba ser partícipe de ella. Con delicadeza le apartó un mechón del rostro, para que no se le manchara. Realmente su niña ofrecía una imagen encantadora, llena de dulzura y calma.

_ Te has manchado, justo como había planeado. Ahora tengo excusa para comprarte ropa nueva._ dijo, con un tono cargado de un dramatismo infundado. Se sentía más abierta con ella y pensaba que merecía la pena hacer alguna que otra broma para ir relajando el ambiente. Con Henry no podía hacer esas cosas, el chico no confiaba en ella. Henry siempre estaba vigilándola, tratando de encontrar algo que la delatase para poder obligarla a confesar. Y eso generaba una desagradable tensión que para nada se parecía a lo que sentía por Ava._ Bueno, a menos que tú no quieras claro.

La reina se pasó la lengua por los labios, que permanecían en un perfecto rojo. Ella no se había manchado en lo más mínimo, por supuesto. Regina no podía evitar lucir ese aire de oscura perfección que la había acompañado desde que se había convertido en la reina malvada del cuento de hadas. Y eso era algo de lo que ella misma no era del todo consciente, pues le era tan natural como el respirar o el pestañear.

Iba engullendo el trozo de bizcocho, aún caliente, sin reparar siquiera en que me estaba poniendo perdida. Regina me quitó el pelo de la cara, aunque quizás ya estuviese manchado también, con una dulzura que me gustó. Sí, me gustó mucho. Hacía tanto tiempo que nadie me hacía sentir querida... Porque la alcaldesa me miraba de esa manera tan rara, pero que no era desagradable, en absoluto; y me gustaba. ¿Podría algún día llegar a quererla como una madre de verdad? El primer día no había resultado tan terrible como me esperaba; de hecho, me lo estaba pasando bien. Quizás con el tiempo, llegase a aparecer algo un poco más fuerte. Y lo esperaba, porque lo que realmente no quería era estar allí mal. La casa de la alcaldesa Mills era ahora mi casa también.
-Oh, no, no quiero que se moleste tanto, esto... -dije, bajando la mirada hacia el manchurrón de chocolate de mi camiseta- Esto se quita con una lavadora, no es necesario ir de compras, con lo aburrido que es.
En realidad, sería genial ir de compras con ella, pues yo llevaba la misma ropa desde hacía bastante tiempo ya, suerte que no crecía muy a menudo. Pero, sobre todas las cosas, no quería molestar. Ya surgiría más confianza, y la ocasión de sacar el tema volvería, y entonces aceptaría.
-Bueno, o quizás en otro momento. -dije sonriéndole ampliamente, a la vez que me limpiaba las manos. El trozo de pastel ya había desaparecido, dejando en su lugar sólo unas pocas manchas.

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