At Dusk... I will Think of you. (Mallory)

Banda sonora

Todo había sido un caos desde que había llegado. No había obtenido respuestas, y aunque había hecho amistades, no me sentía bien del todo. Seguía habiendo un vacío en mi corazón. Echaba de menos a Maléfica. Siempre echaría de menos a Maléfica. Quería ver qué palabras le había dedicado la gente. Pero comprobé, casi con horror, que la gente no le había hecho ningún aviso. Tampoco había tumba suya en el cementerio. Nada que pudiese darme consuelo.

Eso me puso furiosa, por lo que decidí ir a quejarme. Y el único sitio donde pude hacerlo fue en el periódico. Y si tenía que quejarme ante alguien, era ante la jefa, la mujer de la alcaldesa. Había visto vallas por el pueblo con su rostro. Su nombre me recordaba a Maléfica, y eso me ponía aún más furiosa. Y por ello, cuando exigí verla y no me lo permitieron, simplemente entré y mandé por los aires a todo el que trató de impedírmelo.

Tampoco toqué en la puerta de su despacho, simplemente la abrí y entré. Pero al hacerlo, la ira se desvaneció repentinamente cuando me miró. Conocía aquella mirada, la había visto muchas veces, miles de ellas. Y era una mirada única, un mudo reproche. Sólo había una persona que tenía esa mirada. Y aunque era absurdo, teniendo en cuenta la cantidad de cosas absurdas que había visto en este mundo, la pregunta salió casi de forma automática de mis labios.

_ ¿Maléfica? ¿Eres tú?

Para mí Maléfica había marcado un antes y un después en mi vida. Por eso, verla allí, aunque fuera con otro aspecto, hizo que sintiese que por fin había hecho bien en venir a aquel mundo tan extraño, aunque a la vez parecía ser maravilloso en algunos aspectos. El caso es que, la persona a la que más de una vez había llamado madre, estaba delante de mí, con aquella sonrisa tan característica. Y fue más de lo que pude soportar. Aunque me pidió que me sentase, yo no lo hice, rodeé la mesa, y luego la atrapé entre mis brazos, como si quisiera asegurarme de que lo que estaba viendo era real, que no se iba a desvanecer en el aire cuando pestañease.

_ Yo... no sabía nada. Cuando llegué me dijeron que habías muerto. Y este mundo es tan extraño que... yo les creí._ murmuré, deshecha en lágrimas. Maléfica era la única que me había visto llorar alguna vez. Por eso me resultaba tan fácil estar en su presencia. Con ella podía expresar mis sentimientos, mis emociones. Podía ser débil, al menos por un momento, mostrarme vulnerable, porque ella no me haría daño._ Yo... me he estado quedando en el hostal. Había pensado... comprar una casa... pero... no quería estar sola.

Me imaginaba en una gran mansión, completamente a solas con mi eco, y no podía soportarlo. Pensé que Aurora me comprendería, que sabría lo que significaba echar de menos a tu familia, pero no la había sentido como una hermana, como alguien que pudiese comprenderme o apreciar lo que yo sentía. No como Maléfica siempre lo había hecho.

Nunca me había sentido tan reconfortada. Hace un momento todo parecía oscuro y gris, y de repente estaba en brazos de la mujer a la que le debía todo lo que poseía. Si no fuese por maléfica ella aún sería una vagabunda sin futuro, o quizás habría muerto de hambre. Ella y Anzu eran lo más parecido a una madre que había tenido. Y las quería, realmente las quería. Y por eso había estado a su lado. Si la gente hubiese visto lo que Maléfica guardaba en su corazón, quizás no la habrían abandonado como lo habían hecho. Yo me sentía feliz por el simple hecho de estar en su presencia.

_ ¿Vivir contigo? ¿Y con la reina? Eso sería maravilloso. Este reino no me asusta, sólo me asusta estar sola._ Estar sola y ser una ignorante. Quería aprender a leer, pero lo cierto era que me resultaba imposible. Las letras eran un verdadero galimatías incomprensible._ En realidad este mundo no es tan difícil de entender. Me asustan más los libros que los caballos de acero.

Ella era consciente de mis limitaciones, de todas ellas, y no tenía que avergonzarme de estar en sus brazos como una niña pequeña. Porque cuando ella me había conocido, lo era. Ella podía contar conmigo para lo que fuese. Si había sido capaz de buscar a mi hermana sin compasión no había sido por mi deseo de venganza, había sido por que haría feliz a una persona que para mí era mucho más importante.