My Little Prince (Henry)

Al parecer Henry había discutido con Emma. No le pregunté por qué, ya que si él quería decírmelo lo haría. Cuando me llamó y me pidió que fuese a por él, lo hice de inmediato. Lo que sabía era que iba a pasar la tarde con mi hijo, y eso me hacía feliz. Sin embargo estaba taciturno por su discusión con su madre biológica, así que decidí que era el momento de enseñarle una carta que me había estado guardando para cuando necesitase animarlo, o disculparme.

_ Tengo que enseñarte algo. Un lugar muy especial que he hecho para ti. Es mágico... bueno, no literalmente mágico... sabes a lo que me refiero._ El coche dio contra un pequeño bache ya que nos estábamos acercando al bosque. Seguí las indicaciones que yo misma había ordenado colocar y aparqué junto al parque, que ya destacaba en mitad del follaje. Me volví hacia Henry y le sonreí ligeramente._ A ti te lo debo todo, Henry. Y pensé que debía compensarte, al menos en parte.

Me bajé del coche y, cuando él hizo lo propio, cerré y lo llevé hasta el parque. Sabía que él tenia especial cariño a su propio refugio, pero del mismo modo yo no estaba intentando reemplazarlo, ya no hacía esas cosas. Sonreí a mi pequeño y me acerqué más a aquella construcción.

_ Bueno... ¿Te gusta?

Que Henry confiase en mí era maravilloso. Yo ya no tenía motivos para ser malvada, como decían. Tenía a una mujer fantástica esperándome en casa, y mi pequeño me había perdonado. Tenía una hija, Pennelope, y aunque mi hermana no era del todo de fiar, estábamos intentado alcanzar un buen acuerdo. A decir verdad, me sentía feliz y era una sensación que, durante mucho tiempo, había echado en falta. Ahora sabía que formaría parte de la vida de Henry para siempre, y eso era lo más seguro para él, que no nos peleásemos Emma y ya.

Cuando me pidió que le acompañase, lo cierto es que me costó un poco. Me quité los zapatos con ligero tacón y empecé a subir por el castillo, hasta encontrarme en aquel lugar donde tenía una visión privilegiada de la ciudad. merecía la pena trepar aquel castillo. Rodeé a Henry con el brazo y le escuché hablar. Estaba feliz de que quisiera pasar más tiempo conmigo, pero lo mejor era que fuese comprensiva y justa para con Emma, aunque me pesara.

_ Cariño, puedes pasar conmigo todo el tiempo que quieras, ya lo sabes._ Le dije, acariciando su cabello, mirando sus ojos. Me gustaría poder quedarme con él para siempre, pero no sería la madre que él esperaba que fuese si no le decía lo que estaba a punto de confiarle._ Pero a pesar de todo creo que deberías hablar con Emma y resolverlo también.

Al escuchar sus palabras no pude evitar quedarme en shock. Era imposible no darse cuenta de que mi cuerpo se había quedado congelado, con la mirada perdida. Cuando por fin había arreglado mis asuntos con Emma, o al menos había estado a punto, aparecía otra persona que podría intentar apartar a Henry de mi lado. Mi reacción natural sería atacar, destruir. Siempre había tenido alguien a quien destruir. De hecho, hacía mucho tiempo que no tenía a nadie. Pero no, esa no sería la reacción adecuada para las decisiones que había tomado. Debía ser fuerte, por Henry. Debía comportarme con la madurez que él esperaba de mí. Me serené, recuperando la compostura, y lo miré a los ojos.

_ Me alegra que hayas confiado en mí para contarme lo que ocurre, Henry. Habría entendido que no hubieses confiado en mí para hacerlo, después de lo que pasó con Emma._ Le dije, mirando sus ojos. Para él me había ganado un hueco como heroína. Había visto en mí lo que mucha gente había creído imposible. Y por eso mismo, estaba confiando en mí._ Antaño probablemente hubiese hecho cosas de las que no estarías orgulloso. Pero ahora, sé que lo más importante es lo que tú quieras. ¿Qué vas a hacer, Henry?

Sonreí, mirándolo a los ojos. Él era mi príncipe, el que no había tenido por mí misma. Por ello, él siempre sería especial, el primero que había logrado llegar a mi corazón después de que mi madre había apartado a Daniel de mi lado. Le abracé con fuerza, en señal de apoyo, porque me necesitaba, como yo siempre le había necesitado. No sabía lo que pensarían Emma y su padre, pero yo tenía claro que ante todo, mi deber tenía que ser escuchar lo que Henry necesitaba.

Era curioso como la gente entraba atropelladamente en nuestra vidas de aquella manera. Suspiré mientras miraba hacia arriba. Pero cuando terminó de hablar, sonreí un poco. Sabía desde que me dijo que había visto a su padre, que querría saber como era, pasar tiempo con él. Por otra parte, ya había actuado mal con Emma, y eso me había costado caro. Pensé un tiempo antes de contestar a lo que me había pedido, la forma correcta de hacerlo. Me separé un poco, para no atosigarlo con mi abrazo, pero dejé la mano sobre su hombro antes de hablar.

_ Cuando la maldición se rompió, temía que no pudiese volver a estar contigo nunca más. De hecho, temí que no quisieras volver a estarlo, no me lo merecía._ dije en un susurro, mirando hacia la madera sobre la que nos encontrábamos sentados. Hice una pausa antes de continuar, aún pensando en las palabras adecuadas para expresar mis sentimientos._ Una de las cosas más importantes que tú me has enseñado es que no puedo seguir siendo una egoísta. No seré un obstáculo para ti si lo que deseas es pasar tiempo con tus padres. Y cuando al fin llegue mi turno, tu habitación estará esperándote.

Cuando intenté secuestrarlo, aprendí que tratar de aferrarme a él sin importarme lo que él quisiera no era justo. Cuando te importa alguien debes escucharle, saber lo que siente, lo que desea. Había fallado, al igual que mi madre, por eso. No podías vivir a través de tus hijos, obligarlos a ser lo que tú no habías sido. Porque no los haría felices.