Eres MI hijo (Henry)

Había sido una ardua batalla, pero al fin volvía a tener a mi pequeño conmigo. Aún sentía cierto resquemor, pero lo cierto es que con el tiempo entendería por qué estaba haciendo lo que hacía. Él era mi hijo, y debía estar conmigo. Emma había venido a aquel lugar a arrebatármelo. Una vez me quiso, y conseguiría que lo hiciese de nuevo, me costase lo que me costase. Ellos me habían llamado malvada, pero ellos eran los que intentaban destruir mi vida una vez más.

_ Te prometo que las cosas no van a ser como antes, Henry._ Hablaba de las mentiras que me había visto forzada a contarle para mantenerlo conmigo. Pero ya no eran necesarias, y era algo de lo que me alegraba._ Esta vez seré sincera contigo. Hasta hace un tiempo querías estar conmigo. Y vamos a recuperar esos días, de un modo u otro.

No me importaba si tenía que sepultar a Emma para volver a tener a Henry sólo para mí. Mientras ellos siguiesen con vida, él no sería del todo mío, nada volvería a ser como antes. No volvería a quererme como cuando era pequeño y yo era su única madre. No podía dejar de maldecir el día en que aquel libro había caído en sus manos.

_ Porque si te dejase salir ellos no dejarían que volviese a verte. Me obligarían a hacerles daño, y yo sé que no quieres eso._ Dije, mirándole a los ojos, muestra de que aquello eran palabras sinceras. Para Henry había sido la mala del cuento demasiado tiempo, literalmente hablando. Cuando comentó lo de la terapia, me senté en la cama con él, mirándolo. Una expresión de culpabilidad se apoderó de mi rostro, al tiempo que hacía un amago de acercar mi mano a su hombro. Pero, estimando que me la apartaría de un manotazo como en otras ocasiones, decidí no hacerlo, y se quedó en un intento._ Estaba asustada. Llegado un momento, el hechizo que lancé dejó de importarme. Pero cuando supe que lo pondrías en peligro, pensé en lo que podría pasar si se rompía. Temí que te separasen de mí. Y eso era algo que no estaba dispuesta a soportar.

Antaño hubiese llorado al soltar aquellas palabras, pero ahora podía retenerlas. Lo sucedido a lo largo de mi vida me había hecho fuerte, y era, en cierto modo, una persona incapaz de llorar por sinceridad. Estaba segura de que si Henry viese mis lágrimas ahora, las creería falsas. Y entonces no tomaría en serio nada de lo que acababa de decir. Deseaba poder abrazarlo como hacía antes, del mismo modo en que, en el momento en que pensé que lo separarían de mí para siempre, me aferré a la almohada que estaba ahora mismo a su lado. Henry era mi debilidad. Otrora me hubiese dicho a mí misma que me deshiciese de esos sentimientos, pero ahora me negaba a pensar en ello como una posibilidad. Necesitaba a Henry para sentirme completa.

_ Lo único que deseo, lo único que he deseado desde que te conocí es estar contigo. Tú fuiste el único que me quiso después de más tiempo del que quiera contar._ Me llevé la mano derecha a la izquierda en un acto reflejo, acariciando el aro de bronce que llevaba en ella. Era lo único que me quedaba de Daniel, de mi único y verdadero amor. La única persona aparte de Henry y mi padre que alguna vez me había amado._ Te necesito a mi lado. Eres lo único que da sentido a mi vida. ¿Me convierte eso en una mala persona?

Entendía las palabras de Henry, pero también tenía muchísimo miedo a perderlo, a que pasar tiempo con su familia biológica le hiciese olvidarse de mí, odiarme como ellos lo hacían. Y ver odio en los ojos de Henry era algo con lo que no podría vivir. Por eso la idea de separarme de él me dolía más de lo que sería capaz de reconocer. Le miré una vez más a los ojos, intentando sonreír, porque lo entendía. Entendía sus deseos, por qué se sentía tan mal. ¿Era correcto lo que estaba haciendo?

Por un momento acudió a mi cabeza la idea de tentarlo para que se quedase, pero rápidamente deseché esa idea. Y acudió a mí un recuerdo, nítido y claro, hasta el punto de que llegó a ser doloroso. "Madre, yo no quiero, poder... quiero ser libre". No quería convertirme en mi madre, era algo que había evitado durante mucho tiempo. Siempre pensé que, incluso después de todo lo pasado, eso era algo que había conseguido evitar. Y aún estaba a tiempo de hacerlo, si tomaba la decisión correcta.

_ Cometí un error, muchos en realidad, y quiero redimirme. Pero no puedo hacerlo sola._ Le confesé, atreviéndome por fin a colocar la mano sobre su hombro._ No quería que me vieses como la reina malvada, tú no. No cuando soy más que eso. Puedes marcharte si quieres. Pero no creo que puedo hacerlo sin ti. Te necesito conmigo.

Para mí no era tarea sencillo soltar las riendas de mi destino. Desde hacía mucho tiempo había sido la reina, había tenido el control sobre todo lo que me rodeaba, o al menos gran parte de él. Y dejar mi destino en manos de otro, aunque fuese de Henry, era un gran paso. Pero si lo daba, le estaría demostrando que no se equivocaba al confiar en mí, que realmente podía ser una persona maravillosa, en quien confiar. Y para eso, debía darle a él las riendas.

_ Lo siento Henry. Sé que debí haber confiado en ti. Pero la última vez que confié en una niña, destrozó mi vida. Entiende que me es difícil hacerlo otra vez. Pero sé que contigo no me equivoco, que no dejarás que esa historia se repita._ Murmuré, mientras le rodeaba con los brazos. Él era mi pequeño, mi niño. Siempre lo había sido, y por más tiempo que pasase, siempre tendría mi corazón en sus manos._ Haré que estés orgulloso de mí, Henry. Querrás estar conmigo.

Notarlo entre mis brazos era maravilloso, que me quisiera, que a pesar de todo aún quisiera creer en mí, que tuviese esperanza. Besé su cabeza antes de separarme. en breve recogería sus cosas y se marcharía, lo tenía claro, pero quería mantenerme el mayor tiempo posible a su lado antes de que se fuese. Él era mi mundo.

Quería creer que había criado a Henry como debía, y que esa actitud era, en parte, gracias a mis enseñanzas. Siempre había sido mi niño, la luz de mi vida, y no quería que dejara de serlo. Ahora entendía, que si quería que me quisiera, no podía retenerlo conmigo, obligarle a estar conmigo. Eso era lo que había hecho mi madre conmigo, y si bien la quería, no estaba contenta con ella. Había en mí una furia que dudaba que se apagase. Y eso no se lo deseaba a Henry ni a nadie.

_ Henry, eres un niño muy especial, y siento no habértelo dicho tanto como mereces._ dije, al escuchar sus palabras. Su petición me enterneció, pues no me había pedido aquello desde que era un niño, al menos cinco años antes. Antes de que descubriese la verdad, antes de que todo se estropease y dejásemos de llevarnos bien._ Me encantaría contarme un cuento. Cualquiera que tú quisieras. Créeme cuando te digo que nada me haría más feliz.

Le indiqué que se tumbase en la cama, mientras tomaba el libro de cuentos que tantos quebraderos de cabeza me había dado. Lo abrí, sin elegir ninguna página en concreto, sin decidirme por ningún cuento. muchos de ellos narraban partes de ese oscuro que me había convertido en la reina malvada, y eso, era duro para mí.

Mi madre jamás me había contado cuentos. Para ella eran una pérdida de tiempo. Era mi padre el que me había contado aquellas historias. Historias que me habían dado fuerzas para tener mi propia personalidad, para tener ilusiones. Esas historias que, en mi infancia, me habían hecho creer en el amor verdadero. Esas historias que me hicieron creer que Daniel y yo seríamos felices. Las que me hacían creer que ahora podría ser feliz junto a mi pequeño.

_ Había una vez, un pequeño príncipe. Un príncipe de un reino muy especial. Un reino en el que se sentía solo, como si todas las personas a su alrededor no fueran quienes decían ser. Cualquier otro hubiese tirado la toalla, pero nuestro príncipe, era muy astuto._ Me tumbé a su lado, y lo miré a los ojos._ Él descubrió que su madre, la reina, había hechizado a toda la gente de su reino, les había vuelto infelices. Y su corazón, el de un verdadero héroe, no lo podía consentir. Encaró a la reina, y le pidió que deshiciera su hechizo. Pero ella, estaba asustada. Temía que si lo rompía perdería a su príncipe. Y actuó egoístamente, le mintió, le dijo que no existía tal maleficio. Pero el príncipe no creyó sus mentiras, y buscó a la única persona que podría romper dicho hechizo.

Hice una pausa. Lo cierto es que no me apetecía hablar de Emma Swan, pero sabía que Henry la quería, y debía estar en esa historia. tenía que aceptar, por mucho que me disgustase, las cosas no volverían a ser como antes. Henry no volvería a ser sólo mío nunca más. Pero el día que lo adopté, le juré que estaría con él, pasara lo que pasara. Y era el momento de que honrara esa promesa.

_ La reina estaba preocupada por su príncipe. Y cuando regresó con su paladina, la llave para romper su hechizo, se asustó. Y cometió errores. Actuó de un modo cruel, queriendo apartar a la paladina de su príncipe. Se olvidó, por un instante, de lo que su hijo quería. Llegó demasiado lejos, incluso poniendo en riesgo la vida de su hijo, por no haber sido lo bastante cuidadosa. Pero, con el tiempo, y cuando su hechizo se rompió, llegó a darse cuenta de que su príncipe no iba a abandonarla. Y por ello, el resto dejó de importarle. Ella sería feliz siempre que su príncipe estuviese a su lado.

Si había una persona que sabía llegar a mi corazón, era Henry. Él sabía lo que había en mí, en lo más profundo. Nadie me había conocido como él desde la muerte de Daniel, no había podido abrirle mi corazón a nadie más. Pero desde el mismo día en que había traído a aquel bebé a mi casa, había sido incapaz de imaginarme mi vida sin él.

_ La reina entendió que sólo tendría su final feliz si su príncipe estaba con ella por propia voluntad._ Murmuré, cerrando el cuento con ello. Henry me abrazó, y yo lo rodeé con mis brazos. Era mi niño, mi hijo, y me resultaba imposible no sentirme plena de felicidad al saber que quería estar conmigo por sí mismo, que vendría a verme, que sería su madre después de todo._ Es la decisión más justa para todos. Debí hacerte caso hace mucho.

Le había subestimado y había pensado que no querría estar conmigo. También me había subestimado a mí misma, la clase de madre que había sido. Había criado bien a mi pequeño, había logrado llegar a su corazón y que me quisiera, pero también había heredado de sus abuelos el deseo de que las cosas fuesen "buenas". Supongo que no habría podido querer tanto a ningún otro chico como a él.