Just give me a reason [Neal Cassidy]

¿Cómo es posible que en unos días el caos le cayera encima? No tenía idea, pero se sentía como si una aplanadora le hubiera pasado por encima. No hizo mucho esfuerzo físico en los últimos días, pero tenía un embrollo mental que no le deseaba a nadie, ni siquiera a su peor enemigo. Había visto cosas y oído palabras que lo enfurecieron, entristecieron e incluso alegraron desde que llegó a Storybrooke, pero cada una de ellas ahora estaba peleándose entre sí en el cerebro del castaño.

Emma, Henry y su padre eran los que más se disputaban su atención en sus pensamientos. Con el último se encontraba más tranquilo porque pudo hablar, aunque aún le quedaba esa sensación extraña de cosas que no dijo, quizá podría haberle comentado otras cosas, pero lo que lo tenía preocupado era que haría con Tamara. No le apetecía regresar a Nueva York con el lío que tenía allí y no sabía como meter excusas para que la morena no le dijera nada.

Neal estaba tumbado en la habitación del hostal de la ciudad mirando el techo como si tuviera todas las respuestas, pero nada venía. Casi pega un bote cuando escuchó la voz de Emma al otro lado de la habitación.

 — Un momento — pidió aún tumbado sobre la cama. Se levantó con pesar y cogió una bocanada de aire para soltarla de pronto antes de apoyar la mano en el pomo. Usualmente los "Tenemos que hablar" o sus derivados no traían buenas cosas y menos con la bonita discusión que tuvieron anteriormente en la comisaria frente a su hijo. Aún le costaba adaptarse a que era padre ¿Quién podía culparlo en realidad?

Abrió la puerta y la vio allí parada frente a él y las dudas se le disiparon por un momento al ver sus ojos. — Venga, pasa — se hizo a un lado para dejarla entrar.

Le parecía extraño que la rubia apareciese por ahí sin previo aviso, aunque no es como si la ciudad fuese enorme y él alguien difícil de encontrar. De todas formas, si ella no acudía a su cuarto en el hostal iría a verla a la comisaría al día siguiente aunque le echara a patadas de allí. Se había quedado con un mal sabor en la boca desde que se encontraron porque no pudieron hablar demasiado por la aparición de Henry, pero no se arrepentía de que así hubiese sido. ¿Emma le hubiese dicho que era padre de aquel niño si no se aparecía? Pues era algo que se encargaría de preguntarle a su debido tiempo, no quería soltarle esa bomba apenas llegaba, aunque ella parecía pólvora a punto de encenderse.

El castaño asintió de forma breve con la cabeza cuando ella le dio un nombre a lo que había ocurrido antes. Neal quiso protestar al respecto, pero solo pudo entreabrir los labios antes de que ella continuará diciéndole cosas. Decidió permanecer callado para dejarla hablar, aunque jaló su mano para hacerla pasar; que todo el hostal se enterase de su situación no era algo que le agradara demasiado. 

Soltó un suspiro e hizo una mueca. — Bien, vale, quizá fue estúpido decir que fue por tu bien cuando ni siquiera sabía a lo que te enfrentabas, pero... — dijo sin saber cómo rayos expresarse. — August tenía razón, tenías una maldición que romper — no era excusa suficiente, pero era la verdad ¿no? — No quise dejarte ahí sola, iba a ir por ti, pero me interceptó contándome eso y no supe que hacer. — siguió sintiéndose un verdadero idiota por decir eso, pero era simplemente la verdad. — Y no sabía que estabas embarazada, jamás te hubiese dejado de saberlo — admitió el castaño apretando su mano como si eso reforzara sus palabras. —Lo siento, Emma — ¿Cuántas veces había dicho esas dos palabras en esos últimos dos días? — Espera ¿Fuiste a Tallahasse? — preguntó tras caer en lo que había dicho.

Habían escogido un sitio para rehacer su vida, para dejar de jugar a ser Bonnie y Clyde, pero las circunstancias no le permitieron que sucediera. Neal tenía pensado usar el dinero de los relojes para darle una buena vida a la rubia y no había podido conseguirlo. Se sentía miserable por lo que había pasado en los últimos diez años y por no haber sido lo que ella esperaba. Estaba al tanto de que la situación entre los dos estaba tensa y era mejor no seguir echando leña al fuego con excusas que no valían la pena, aunque fuesen certeras.

¿Lo busco? Se quedó perplejo ante esa confesión y quiso sonreír, pero no pudo, no con las palabras que le siguieron después. Diablos, él no había querido abandonarla, pero lo hecho, hecho estaba y no podía hacer nada para remediarlo. Él quiso ir a Tallahasse, pero no tuvo el coraje suficiente para ir a un sitio donde se suponía que hubiese estado su felicidad. — Yo también te busqué — dijo mirándola a los ojos. — Por eso vine aquí — agregó como si eso no fuese algo obvio. Había dejado la ciudad, su empleo y hasta su novia para ver a Emma. Su novia, ese era un asunto que aún le picaba en la lengua por no poder decirlo. Definitivamente no amaba a esa mujer si estaba parado delante de quien fue y es el amor de su vida. No podía cambiar sus sentimientos por la rubia y lo supo desde el momento que la dejó con los relojes y cuando volvió a verla anteriormente en la comisaría. Jamás la dejó de amar.

Ella ni siquiera fue allí para seguir con la conversación tan conflictiva de la mañana, sin por Henry, el hijo de ambos. — ¿Qué sucede con él? — preguntó frunciendo un poco el ceño. ¿Le habría sucedido algo? — ¿Habló contigo? — quiso saber de pronto. Le había pedido al muchacho que no le hiciera eso a su madre que ya demasiado tenía con él mismo. Pero se dio cuenta de que nada malo sucedía al ver la sonrisa orgullosa cuando hablaba de él. Sin embargo lo que dijo lo dejo perplejo y si antes se sentía mal por todo lo que había hecho, ahora estaba peor.

— Emma — dijo sintiendo la necesidad de refugiarla entre sus brazos al oír sus palabras, pero lo mejor era mantener las distancias de momento. No podía culparla por la decisión que había tomado. — ¿Y quisiste darle una oportunidad que vivir en la cárcel y tener un padre ausente? — miró al suelo sin ser capaz de verla a los ojos porque podía ver el dolor en ellos. — ¿Cómo es que está aquí contigo ahora? — la situación cada vez se enredaba más y Neal entendía cada vez menos de lo que sucedía.

Neal jamás odió a Emma, pero estaba al tanto de que ella no atesoraría sus recuerdos con él después de darse cuenta lo que supuestamente le hizo porque ese había sido el plan. Quiso decir algo al respecto, preguntarle por las palabras inconclusas que dejo en el aire, pero también deseaba saber que había sucedido con Henry. Como el muchacho estaba en Storybrooke junto a ella si lo había dado en adopción.

La historia que Emma relataba realmente parecía salida de un libro de cuentos, pero considerando de donde venía él, le creyó cada una de sus palabras y sonrió al darse cuenta de como su hijo había sido la pieza principal para que las cosas pasaran a su debido tiempo. Ahora vivía junto a ella y sus padres y también con Regina. — Tienes dos madres, es un niño afortunado — dijo encogiéndose de hombros. Sabía que la alcaldesa del lugar -o la Reina Malvada del bosque encantado- había tratado a su hijo como si fuera propio. Lo había oído el día anterior y no le costaba creerlo considerando lo amable que había sido ella cuando él apenas llegó a Storybrooke.

— ¿Cómo llevas el asunto de tus padres? — preguntó moviendo los pies sobre la madera del suelo antes de verla. Parecía costarle decir la palabra padres, Neal sabía cómo había sido la vida de Emma antes, creyendo que era huérfana y que la habían abandonado a su suerte. Y él había colaborado para que siguiera pensando que más gente la abandonaba.

"Si tu no te hubieras ido" se suponía que esas palabras no deberían dañarlo, pero era imposible. Miró a la rubia a los ojos para retomar el punto que tenían anteriormente — Nunca jugué contigo, todas las cosas que pasamos juntos no fueron mero juego para mi, Emma — tenía que dejarle en claro eso aunque ella creyera que era una simple excusa. — Si dejé que te atraparan a ti fue para que me odiarás y pensarás que era el ser más cruel del planeta. De ese modo yo no me vería tentado a regresar y decirte toda la verdad; tenías que venir aquí para romper la maldición —eso lo sabían los dos, pero resultaba duro pensar que su distanciamiento fue para que pudiera cumplir su deber de salvadora. — Y lo has hecho — su voz sonaba orgullosa porque él lo estaba.

Dio un paso vacilante hacía ella y la rodeó con sus brazos, apoyando su cabeza sobre el hombro de la rubia.
— Siento haberte hecho pasar por todo eso sola — susurró abrazándola con fuerza, como si eso ayudara.

El castaño no pudo evitar sonreír con el comentario de Emma acerca de las navidades. Se sintió un poco extraño al imaginar como sería una navidad en familia junto a Emma y Henry, pero recordó que el muchacho seguramente quisiera pasar tiempo con Regina también, sin mencionar a los padres de la rubia. Sería todo tan extraño que así como lo pensó se le fue de la mente. Ni siquiera sabía lo que pasaría al día siguiente como para ponerse a pensar lo que las navidades traerían para todos. Aunque le tenía preocupado lo que sucedería luego, en unos días, cuando se tuviera que marchar de Storybrooke. Una semana no le alcanzaba para todas las cosas que quería hacer y sentía como los días se le pasarían volando hasta que el viernes llegara de nuevo. Estaba con un coche prestado y con alguien esperándolo al regresar, alguien que ya no tenía el mismo significado para Neal.

Dejó caer sus manos a sus costados cuando Emma se distanció un poco de él. Sus palabras seguían causándole arrugas en la frente. Neal suspiró y asintió con la cabeza. — Lo sé, Emma, lo sé — dijo sin chistar. Tenía razón; las cosas podrían haber sido de mil modos diferentes. — Pero no puedo cambiar el pasado — agregó mirándola de nuevo con una mueca. Si pudiera hacerlo, lo haría sin pensarlo dos veces para que ella dejara de sentir esa soledad que la embargaba. — Y por eso mismo quiero que el presente sea diferente — continuó mirando momentáneamente un cuadro que estaba colgado en la pared. Verla a los ojos no le dejaba pensar con claridad en ocasiones. — Ahora ya no estás sola... — soltó viéndole por el rabillo del ojo. — Están tus padres, Henry y seguro que tienes a alguien más en tu vida — soltó como quien no quiere la cosa volviendo su mirada a ella. — Y me tienes a mi ahora, para enfadarte por todas las cosas que he hecho hace once años atrás — agregó medio sonriendo para no quedarse con esa última frase curiosona que ella seguramente no pasaría desapercibida. Él no era quien para curiosear en sus ámbitos amorosos cuando era él quien estaba un poco liado con esos asuntos.

Al castaño se le rompió el corazón al ver como las lágrimas caían por los ojos de Emma. — No, no llores — murmuró acercándose para quitarle la humedad de las mejillas. Odiaba verla llorar y odiaba aún más que él fuera el principal culpable de su llanto, lo destrozaba internamente. Acarició su mejilla con dulzura, en un gesto cariñoso que solían usar muy a menudo cuando eran más jóvenes, cuando las cosas no estaban tan retorcidas y sólo estaban el uno.

Quizá hubiese preferido que se lanzara contra él, despotricara y lo odiara con todo su ser antes de verla llorar de ese modo, aunque había hecho todo lo anterior desde que lo vio en la comisaría. Emma no parecía muy contenta con su regreso y él estaba en descontento por su llanto y no sabía qué hacer al respecto. Nunca sabía que hacer.

Neal arrugó su frente cuando dijo eso sin entender de qué iba su comentario; eran bastantes las cosas que podrían abarcar esa frase considerando que la había dejado en la cárcel con su sentencia y con un niño en camino. — Quizá no haya sido buena idea que viniera, pero no podía seguir viviendo mi vida sabiendo que nunca sabrías la verdad, no merecías vivir en la mentira — murmuró antes de comprender de que iba todo. Por un segundo pensó que eso era porque dijo lo de la justificación para todo y él chasqueó la lengua preparado para hablar, pero le descolocó lo que dijo después y se quedó momentáneamente sin habla. Se pasó la mano por el rostro en un gesto nervioso y la vio de nuevo a los ojos. — No puedo enojarme contigo, se que has pasado por muchas cosas horribles y no quiero hacerte sentir peor, Emma. No busco tu infelicidad, todo lo contrario; quiero que seas feliz— alcanzó a decir antes de que alegará que había puesto sus mundo patas para arriba. Ella le había dado vuelta el suyo desde que esos bonitos ojos lo vieron.

Lo siguiente pasó tan rápido que Neal ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar a lo que estaba sucediendo. Dos segundos antes estaban discutiendo y después estaban besándose como si la vida se les fuese en ello. Cassidy rodeó a Emma con los brazos para atraerla más a él, como si tuviese miedo de que todo se desmoronara si sus brazos no eran capaces de encajar con su cuerpo. No se detuvo a hacer preguntas respecto a la reacción de Emma, sino que se dedicó a besarla como si fuera la primera vez, como si quisiera transmitirle todo lo que había sentido esos años sin ella. — Emma — susurró sobre sus labios después de quien sabe cuánto tiempo. Acarició su mejilla de nuevo mientras recuperaba un poco de oxígeno. Quiso decir tantas cosas, pero ninguna valía en ese momento, solo se dedicó a contemplar esos ojos claros que tanto había extrañado y luego a besarla como en los viejos tiempos cuando nada importaba más que ellos dos.

Las palabras parecían sobrar entre los dos porque no hacía falta decir mucho y Neal temía que si lo hacía se terminaría toda esa nube de felicidad que lo embargaba cuando Emma estaba alrededor. Debía admitir que jamás imaginó que la situación se daría vuelta de ese modo. Cuando la rubia entró a la habitación del hostal él pensó que sería para soltarle un discurso de nunca acabar de las cosas malas que había hecho desde que la abandonó. Lo hizo, pero el desenlace de la situación no era algo que Neal esperara realmente, aunque no podía quejarse, en absoluto.

Sus manos recorrieron su espalda baja y terminaron en su cuello para enredar sus dedos en el cabello rubio de ella sintiendo cuan suave estaba. Cassidy se sentía como en medio de un sueño y si eso era, pues no quería despertarse pronto porque era todo lo que había esperado desde hacía tiempo. Pensó tantas veces en cómo sería regresar con ella que sentía que su mente no le hacía justicia realmente porque se perdía de mucho. Él debería sentirse culpable por lo que estaba haciendo, pero tendría tiempo para pensar en su vida luego, ahora solo tenía la mente ocupada en ella, en la mujer que le cautivó desde el primer instante. Emma quiso explicarte y Neal temió lo que podría llegar a decir, pero solo fueron palabras que se quedaron en el aire sin fundamento alguno para darle paso a la batalla entre sus labios, una en la que no importaba quien de los dos ganara. Él simplemente se separó un momento de sus labios para negar con la cabeza, dándole a entender que ese no era momento de palabras.

Sintió el colchón en su espalda y no se detuvo a sorprenderse siquiera, simplemente se dejó llevar por ese vaivén acelerado que habían creado los dos. Besó a Emma con algo más que simple cariño, la besó como si sus besos pudieran transmitir todo lo que estaba sintiendo y sus manos hacían un camino de ida y vuelta por su columna vertebral dichosas por ese contacto. Abandonó sus labios para posar los suyos sobre la piel de su cuello y hacer un camino de besos húmedos por allí hasta el lóbulo de su oído. No quería hablar, pero las palabras le quemaban la garganta. — Te eché tanto de menos — dijo en voz baja volviendo a sus labios, frenético.

Sintió escalofríos cuando las manos de Emma recorrieron su piel por debajo de la camisa y quiso deshacerse de esa prenda para que lo pudiera hacer más a gusto.  Las manos del castaño imitaron los movimientos de ella y se colaron por debajo de la ropa de la rubia sintiendo la suavidad de su piel. Recorrió con lentitud su espalda como si fuese algo que jamás había tocado y luego vagaron hacía el borde para levantársela y quitársela de una vez. La había deseado desde hacía tanto que se sentía como en una burbuja de irrealidad. Neal no estaba con ánimos de andar con rodeos y menos considerando que la burbuja que le envolvía podría explotarse en cualquier momento sumiéndolo en la miseria nuevamente.

Por un insatnte la culpabilidad lo azotó como un baldazo de agua fría. No debería estar con Emma de ese modo considerando que estaba ya con alguien, pero era algo inevitable según sus pensamientos. Además, tenía pensando regresar a Nueva York y hablar seriamente con Tamara, simplemente estaba posponiendo esa charla para unos días más tarde. Quería convencerse de que no era nada grave y los besos y caricias de Emma lo convencían cada vez más de que estaba haciendo lo correcto o quizá eso quería él que significara.

Se alegró al saber que, por muy cabreada que estuviese con él, lo había echado de menos también. Le besó el cuello con insistencia antes de levantarle los brazos para quitarle la blusa y dejarla por algún sitio de la habitación. Se dio el gusto de acariciarle mejor sin tener prenda de por medio aunque sus labios buscaban los suyos de nuevo, como si no pudiera estar demasiado tiempo sin ellos, aunque en realidad era porque no quería estar sin ellos. Había algo que lo unió a Emma desde un primer momento y ahora tenían a Henry, algo que hacía las cosas aún mejores para los dos porque aunque él no hubiera sido un padre ejemplar trataría de remendar lo que había sucedido, pero primero debía ponerse al día con su madre.