Lo que no ves {Regina}

Banda Sonora

Estaba intranquila. No me fiaba de que Arciria realmente tuviese intenciones puras. No creía que realmente quisiera cambiar. Tenerla en mi casa quizás no había sido tan buena idea. Al mirarla a los ojos, veía más oscuridad de la que había visto tantas veces al mirarme al espejo años atrás. Por más que me pesara, tenía que estar preparada para lo peor. Y por eso debía volver una vez más a mi cripta. Dejé unas flores frescas sobre la tumba de mi padre, con una sonrisa amarga, y luego usé la magia para pasar. Bajé las escaleras y me dirigí al lugar en que tantas cosas había tramado, donde había guardado los que, en aquel entonces, eran los únicos objetos mágicos del pueblo.

Pero para mi sorpresa, no me hallaba sola. Ahí había una joven, que no dudó en clavar sus ojos en mí cuando me vio. Y por algún motivo, aquellos ojos azules me hicieron pensar en un solo pensamiento, en Daniel. No pensaba en él desde el día en que me había casado, y dolía, seguía doliendo. No entendía quién era aquella mujer, no sabía que hacía en mi cripta. ¿Por qué me recordaba a Daniel? Me serené, me aclaré la garganta y decidí optar por la vía diplomática.

_ Señorita. No sé quien es usted, pero le agradecería que me dijese quien es._ Me sinceré, esperando que no se molestara. A fin de cuentas, estaba en el que para mí, era el sitio más íntimo de todos. Sólo mi familia más cercana tenía derecho a entrar allí, a conocer mis más oscuros secretos. Y alguien de quien ni tan siquiera sabía el nombre no entraba en ese colectivo. Sin embargo, por algún motivo, no estaba furiosa, y mi tono se mantenía tranquilo._ ¿Puedo saber qué hace aquí? ¿Con qué propósito viene usted a mi cripta familiar?

Lo supe cuando la vi de cerca. Mi madre no me había arrebatado a una hija, me había arrebatado dos. Eso hizo que mi expresión fuera algo más cercana, si bien notaba la tensión en el ambiente, ella estaba furiosa, y aún no alcanzaba a comprender el motivo. Cuando descubrí lo de Penelope fue una auténtica revelación, pero ahora, casi lo esperaba. Había notado más movimiento en mi interior del que una mujer embarazada normalmente tenía.

_ Tienes los ojos de tu padre. _ Le expresé, aflojando la tensión que llevaba encima. No le tenía miedo a ella, ni a su magia. Quizás estuviese dotada para ella, pero yo también lo estaba. No tenía motivos para estar furiosa conmigo, yo no le había hecho nada. Pero estaba claro que estaba ante una bruja que esperaba encontrarse con la reina malvada como su madre. Algo que yo ya no era, ni pensaba volver a ser._ Pero no negaré que ya no soy la persona que describes. Ya no necesito serlo. No aquí, no ahora.

Era muy hermosa. Tanto como Penelope. Había heredado lo mejor de su padre, al menos en el físico. Aunque no sería justa conmigo si negaba que yo había tenido algo que ver. No iba a mentirle sobre mis sentimientos, sobre lo que quería, sobre lo que sentía. Y quería que ella formase parte de mi vida. Era mi hija, y yo jamás le daría la espalda a una hija mía.

_ Sé que estás furiosa conmigo. Mi madre nos engañó, a ambas. Pero eso no me justifica. Debí haber sabido que no te habría matado.

Veinte años de pura rabia contenida. Cualquier otro hubiese reaccionado de modo exagerado cuando sacó su corazón del pecho. Yo no, solamente pude observarlo con pena. Se parecía tanto al mío, hasta un punto que era tristemente reconfortante. Si Peny había sacado la fortaleza de su padre, aquella joven había heredado mi debilidad por las tinieblas. No podía culparla, yo misma me había sentido así. Mi madre quizás había estado conmigo, pero jamás me había mostrado amor.

_ Tienes razón, me equivoqué. Y no estoy orgullosa. Créeme que si lo hubiese sabido, Blancanieves hubiese sido lo último en lo que hubiese pensado. Enfoqué mi ira hacia la persona equivocada, y malgasté los recursos que, de haber sabido que te encontrabas bien, habría utilizado para buscarte._ Me mordí el labio cuando mencionó a Daniel._ Tu padre no me habría despreciado. Él me hubiese mirado como yo misma te miro a ti. Con esperanza. Incluso sabiendo en lo que me había convertido, él tendría fe en mí. Estoy segura de ello porque lo he visto.

No era algo agradable tener que rememorar aquello. Daniel había aparecido hace muy poco en mi vida, y me había recordado cómo podía llegar a ser. Me había recordado que podía ser mejor. Y quizá sin su visita, yo no sería la persona que era, no habría seguido mi corazón y no le habría dado una oportunidad a Maléfica.

Sabía que aquello no iba a ser fácil, no se parecía en nada a lo que había vivido con su hermana. Penelope había tenido fe en mí desde un inicio, había deseado que yo fuese su madre. Ella me culpaba, y lo hacía con razón. Tan sólo desearía haber sido capaz de averiguar que seguía con vida para ir a buscarla cuando tuve ocasión. Las cosas hubiesen sido muy diferentes para las tres entonces. Ella, Penelope y yo.

_ Sólo dejará de haber esperanza cuando tú te rindas. Yo me rendí, y por eso tardé muchos años en abandonar las sombras. Sé que tiene un gran atractivo. Pero no es una vida feliz, lo parece... pero en el fondo está vacía._ Mi tono fue suave, delicado como una caricia. No quería ofenderla._ Nadie habría apostado por mí. Pero yo sí lo hago por ti. Sé que no he estado contigo estos años, como ambas hubiésemos querido. Pero ahora puedo estarlo.

Le coloqué la mano sobre el hombro y la miré a los ojos. Aquellos hermosos ojos que tanto me recordaban a su padre. No estaba segura de si sinceramente quería escucharme o si por el contrario tenía un plan para arrastrarme hacia las tinieblas. Porque eso es lo que la reina malvada habría hecho, lo que intenté con Gretel para hacerla mía. Y al ver su corazón me había dejado claro lo que había en su interior. Pero no me iba a rendir.

_ Te sientes como si la ira fuera lo único que te sostuviese. Y te preguntas qué será de ti sin ella. Temes convertirte en otra persona._ Murmuré, recordando que eso me había frenado a la hora de hacerme feliz a mi misma. Pero no permitiría que Morgana cometiese los mismos errores. A diferencia de mi madre, yo iba a estar con ella, yo la ayudaría._ Sé lo que es eso. Pero ahora puedes ser feliz. Conmigo. Dame una oportunidad.

Sus siguientes palabras me llegaron muy hondo. Yo quería estar con ella, quería ayudarla como a mí me habían ayudado. Sabía que con tiempo, amor y paciencia, todo sería posible. Ella me había necesitado. Penelope no, no tanto al menos. Y si tuvo una madre que no quiso darle afecto, yo sí se lo daría. En mi corazón había sitio para ella, había sitio para toda la familia.

_ En cierto modo yo también te necesitaba. Si te hubiese tenido conmigo, probablemente no hubiese hecho nada de esto._ Seguía mirando sus ojos. Acababa de conocerla, ni tan siquiera sabía su nombre, y sin embargo sabía que me necesitaba, tanto como me había necesitado antes._ Sé que es tarde, y que no me merezco que me des otra oportunidad. Pero me haría muy feliz que lo intentases. Hubiese preferido una vida contigo antes que todo lo que tuve que pasar con Blancanieves.

"Yo no quiero esta vida, yo quiero ser libre". No pude evitar volver atrás en el tiempo y pensar en mí misma, en cuando aún no me había dominado la oscuridad. Lo único que deseaba era que mi madre me reconfortase, que dejase de tratarme como a una marioneta. Lo que yo deseaba era que me diese un abrazo, que me quisiera. Hubiese hecho cualquier cosa para que mi madre me dejase tomar mis decisiones. Me acerqué y rodeé a Morgana con los brazos.

_ No puedo obligarte a venir conmigo. Si no quieres lo entenderé. Pero creo que las dos saldríamos ganando si lo hicieras._ Murmuré, La sentía muy cerca de mí. Podía notar su pulso, su respiración. Quería que aquello funcionase, aunque no podía estar segura de sus intenciones, el modo en que tenía que actuar era el mismo._ Quizá tú creas que no hay esperanza para nosotras. Pero yo sí lo creo.

Estaba esperando que me apartase, que me gritase, no me extrañaría si aquello la ofendía. Me había acercado repentinamente, pero lo cierto era que no se me daba bien aquello. No pensé nunca que fuese yo la que tuviese intención de ayudar a alguien a volver de las tinieblas, siempre había sido al revés. Había sido Henry el que me había ayudado a mí a volver de ese camino oscuro.

Sabía que su reacción no era sincera. Pero al mismo tiempo, creí haberla visto dudar por un instante. Puede que hubiese renunciado a mi pasado, pero eso no cambiaba lo que había aprendido de él. Yo había sido la reina durante muchos años, y eso es algo que, muy a mi pesar, no terminaba de abandonarme. Pero del mismo modo aquel era el paso a seguir a pesar de conocer el verdadero aspecto de lo que estaba sucediendo. Debía hacer que sintiese que lo tenía todo ganado. Sólo podría ayudarla a entender si creía que llevaba ventaja.

Cuando la escuché llamarme de aquella manera, no puedo negar que me derretí. Realmente, ella se parecía mucho a mí, más que Penelope. Por eso era complicado tratar de mantener la cabeza fría. Acababa de conocerla, y sin embargo saber de ella me había impactado mucho. Mi madre no me había arrebatado a una hija, me había arrebatado a dos. Y eso lo hacía, en muchos aspectos, mucho más doloroso. Aún sabiendo que se había deshecho de su propio corazón, me costaba creer que se pudiese ser tan cruel con la propia familia. Yo misma había sido incapaz de matarla por mí misma, aunque hubo un momento en que lo deseé, más por temor que por odio.

La rodeé con los brazos, notando su cuerpo cálido, casi pudiendo escuchar su corazón. Deseaba creer que realmente podíamos ser una familia, que las cosas podían mejorar. Que no tendría que volver a hacer daño a nadie más. Lo único que deseaba, realmente, era poder estar con las personas que quería, sin miedo a que nadie me las arrebatase. Había sufrido por ese motivo desde que Emma Swan había aparecido en mi puerta presentándose como la madre de Henry.

_ Vámonos a casa...