[YRS III] La confrontación definitiva (Todos)

Banda sonora

No me había equivocado al pensar que Arciria escogería el ayuntamiento como su cuartel general. A pesar de ello, me producía escalofríos ver como los edificios a su alrededor se había hecho trizas para dejar ver una réplica exacta del que en su día fuese mi castillo. La fortaleza parecía fuera de lugar empujando hacia los lados el resto de edificios.

Cuando entramos en él, una risa malvada nos recibió, acompañada de un escuadrón de murciélagos. Era algo clásico, pero que no dejaba de ser espeluznante. Arciria se sentía lo bastante confiada como para reírse de nosotros. No obstante, yo no pensaba rendirme. Estábamos juntos y eso nos daría la fuerza para superar lo que se nos pusiese por delante.

_ No dejéis que os separe. Si estamos juntas no podrá hacernos nada..._ Dije, con firmeza. Nuestra fuerza colectiva tenía que ser mayor que la suya, de eso estaba segura. Sentía a Maléfica a mi lado, y eso me daba fuerzas._ ¡Basta de juegos! Estoy aquí, Arciria. Muéstrate y acabemos con esto de una vez. Yo soy la persona a la que buscas, no a ellos.

El paisaje por los alrededores del ayuntamiento eran desoladores, por ellos se podía ver que nada bueno se avecinaba. La oscuridad rodeaba aquella fortaleza, no sabía que nos esperaría dentro pero lucharía con todas mis fuerzas no dejaría que el mal se apoderase de Storybrooke. Metí mi mano en el bolsillo de mi pantalón, el notar “el beso” me infundio más valor todavía.

Penetremos en aquella desoladora fortaleza con mucho valor y energía, el cariño por nuestros seres queridos nos infundían el valor para afrontar cualquier reto. Eramos todo un grupo,cada uno con cualidades y aptitudes diferentes, pero estábamos unidos. Aquella risa malvada acompañada de una bandada de murciélagos nos indicaba que dentro de poco nos recibirían.

Avanzaba volando por aquel lugar sin separarme del grupo, siempre en guardia preparado para desenvainar mi daga. Regina se dirigió a nosotros como una líder innata. Sonreí ante sus palabras a modo de aprobación desde arriba. Volví a ponerme en guardia esperando a que nos recibieran, para poder pasar a la acción.

Iba tan nerviosa que ni siquiera sabía si mi hija conducía bien o conducía mal. Solo me había concentrado en Arciria y como salvar al pueblo, pero sobretodo a mi hija, para evitar que tuviera una infancia como la que me había contado, para poder verla crecer y convertirse en una mujer de mi mano y de la de su padre. Estaba histérica aunque por fuera pareciera serena. Es increíble, ayer me hubiera llevado el pánico al verme en esta situación, no me habría rendido pero habría tenido miedo pero ahora estoy aguantando el tipo por mi familia.

Pero cuando llegamos a lo que fue el ayuntamiento se me cayó el alma a los pies... era todo como lo había descrito Holly, el ayuntamiento ya no estaba y lo que había. Calma Ruby, aún podemos vencer, me dije a mi misma. Miré durante un segundo a mi hija. Estaría dispuesta a morir por ella pero una cosa me había quedado clara: lo que tenía que hacer era vivir, vivir por ella. 

El coche paró y le dediqué una mirada a los ojos que la delataban como hija de su padre. -Ha llegado el momento -susurré mirándola preocupada. Tras esos escasos segundos salí del coche y nos acercamos hacia Regina, toda ayuda para vencer a esa bruja era poca y por lo menos nosotras íbamos a estar con ella. También tendría que agradecerle a la Regina del futuro el haber cuidado de mi hija. -Estamos contigo Regina -dije sincera. Mientras en mi fuero interno mi corazón clamaba por saber dónde estaba Killian y si estaría bien, hasta que no lo viera no podría respirar tranquila. Necesitaba abrazarlo y que me dijera que todo nos iba a salir bien.

Banda sonora

A veces es difícil tomar decisiones sobre lo que se debe hacer o cual es el modo correcto de actuar. En otros casos la decisión es sencilla. Y en este lo era. Tenía que hacer lo correcto, olvidarme de mí mismo y preocuparme por mi amada. Aunque eso supusiese hacer de escudo humano para dos mujeres que tenían las misma nociones de combate que mi antiguo maestre.

Bueno, a decir verdad, eso sería halagar a Smee, cuya inutilidad rozaba límites que prefería no tener en cuenta. Ahí estaba yo, con la espada en el cinturón, y usando como único arma una antorcha encendida. No sé cómo, pero llegamos al lugar en que se encontraba el resto. Y ahí estaba Ruby. Fue como si el tiempo se congelase cuando la vi. Me olvidé del resto de personas que había allí, de sus gestos de sorpresa o temor, y rodeé con los brazos a aquella mujer que tanto me había dado.

_ ¿Estás bien? Cuéntame qué ha ocurrido._ Le pedí, mientras trataba de serenarme. No estábamos en la mejor situación del mundo. Nos encontrábamos enfrentándonos contra un ejército cuya única debilidad parecía ser el fuego, y cuyo número era tan elevado que me sería imposible precisarlo. Y a pesar de todo, no pude evitar mostrar una sonrisa confiada y mirar a la loba a los ojos para decirle._ Tranquila, todo va a salir bien.

El siguiente paso, el último, después de entregar nuestra sangre a Arciria, la siguiente reunión como quisieran llamarlo, se iba a desarrollar en el Ayuntamiento. Nunca imaginé que llegase a verlo tan desolador, cuando antes, no hace mucho tampoco es que fuese un edificio elegante, era un hermoso paisaje para mi gusto. Sería por mi pasada vida, tristemente protegiéndome en una zona donde no se respiraba vida, una zona negra y carbonizada.

El edificio, estaba rodeado de una oscuridad que me invadió de arriba a abajo. Lo que vi en el interior, fué a un niño, porque era un niño, y a algunos integrantes más del grupo, como un pirata de buen ver llamado Hook o a su hermosa lobita, que cuando me llamaba hiena ganas me daba de poder hincarle el diente. Esperando a que nos diese la señal para poder atacar, o lo que fuese. No me dirigí directamente a nadie, era una mujer de pocas palabras.

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Era tierno ver a Regina con intenciones tan nobles. Y yo tenía claro que sus intenciones eran puras esta vez, que no había truco y que realmente se había reformado. Aunque cuando su compañera rió, yo me estremecí. ¿Esa mujer era acaso Maléfica? No podía ser, puesto que sabía que Emma la había asesinado. Sin embargo, su risa era la misma que había oído en mis pesadillas.

Consciente de eso, cogí con más fuerza la mano de Jefferson, para que me diese fuerza. No sentía miedo por mí, ya que matarme era casi imposible. Sin embargo, tenía miedo por él, y por el resto de mi familia, no quería que les sucediese nada. Y eso pasaba por ayudar a Regina ante todo, ya que ella era la que esperaba poder salvarnos.

Y yo confiaba en ella, y en cómo había cambiado. Sabía lo que era una rehabilitación desde la más profunda oscuridad, y que el amor era la gran medicina que todos necesitábamos. El amor de Regina por su hijo era admirable, y lo entendía muy bien.

Sentí que ya no me hacía falta mostrarme tan serena cuando sus brazos me rodearon. Estaba vivo y estaba ahí abrazándome y mirándome de aquella manera, como solo él era capaz de hacer. Me aferré con fuerza a él, como si me lo fueran a quitar. De la misma manera que él hacía todas las noches conmigo, al cabo de un par de meses me había acostumbrado a dormir entre sus brazos. 

Se me escaparon unas lágrimas por la presión y el miedo que tenía. Busqué a Holly con la mirada, pero ella se había escabullido y se había puesto las gafas de sol. No era momento y más aún conociendo a Killian. Por otra parte quería tener la oportunidad de ver que cara se le quedaría al decirle que iba a ser padre. Así que sin haberlo premeditado siquiera Holly y yo coincidimos en lo mismo: tendríamos que hacer esperar a Killian por lo menos hasta que esto acabara.

-Mi vida...-atiné a susurrarle al oído mientras me aferraba a él -Creí que no iba a volver a verte -me separé un poco y me limpié las lágrimas. -La hermana de Regina ha lanzado una potente maldición... hay, hay que pararle los pies -le di un ligero beso y lo cogí de la mano -pero para eso tenemos que mantenernos unidos, como Regina ha dicho.

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En cuanto vi a mi padre me escabullí y me coloqué las gafas. Sabía que aún era pronto para hacer esa presentación. No quería distraerle con ellos, en especial dado que el suelo había empezado a temblar, y se estaban abriendo fisuras en él. Yo estaba acostumbrada a aquello, pero estaba segura que el resto no. Podía ver como algunos perdían el equilibrio.

Yo misma empecé a perderlo cuando el suelo que pisaba se convirtió en pared, por lo que tuve que dar un salto con voltereta para no caerme. Las gafas se me cayeron, y vi como, en el fondo de la fisura, se desintegraban por el calor. Decididamente no era una buena idea caerse, porque no habría quien subiese si lo hacía.

_ ¿Es cuanto tienes? ¡Sal aquí y da la cara para que pueda rompértela!_ Usé un lenguaje un tanto barriobajero, es cierto, pero pensé que eso la enfadaría más. Estaba claro que podría matarnos a todos sin siquiera presentarse en la sala en la que estábamos. Pero conocía su carácter, y si la enfadábamos terminaría por salir y mostrar su rostro._ Sabía que estabas amargada y que no tenías autoestima, pero desconocía que fueses una cobarde.

Todo se estaba volviendo más oscuro más no tenía miedo en absoluto. Confiaba en que Lord Millori cuidase de la reina Clarion y por supuesto de la familia Darling. A mis alrededores escuchaba los rumores de los que había sucedido y en especial quien era la responsable. Quede sin palabras al saber que la alcaldesa tenia una hermana, aunque poco se podría decir que sabia sobre ella. Sobrevolé la zona buscando a aquella mujer, no permitiría que nadie dañase la felicidad que había regresado a esta ciudad. No conocía a aquella mujer, pero me preguntaba si había venido de nuestro mundo...de ser así ¿conocería la forma de regresar? Me preguntaba en mi mente mientras surgía entre las sombras. Intente dejar aquel pensamiento mientras buscaba a Arciria, aunque me imaginaba que no tardaríamos en verla .

Yo estaba preparado para la lucha, en el fondo lo deseaba, ya que era un chico de acción. La pasividad que me había sido forzada en Storybrooke era algo que me carcomía por dentro. Deseaba la acción, las aventuras... Me separe un poco del grupo en búsqueda de aquellas brujas que nos amenazaban.

La seguridad de Ariadne era lo que más me importaba en el mundo, y cuando me dijo que uno de los presentes era una infiltrada, sentí ganas de echarme encima y exigir respuestas. Sin embargo, se daba el caso de que ella me conocía lo bastante bien como para saber lo que pensaba y me detuvo antes incluso de que pudiese decir nada.

_ Está bien, pero sólo porque me lo pides tú. Debemos hacer algo, no me basta con quedarme sentado a ver qué ocurre._ Le dije, rodeándola con los brazos. Era todo mi mundo, y si le pasaba algo no me lo perdonaría. Arciria iba a pagármelas todas juntas, eso lo tenía muy claro. Antes de poder siquiera pensar en nada más, la tierra comenzó a temblar._ ¡Odette!

La aferré, evitando que se cayese por una fisura. Era difícil no estar enfadado, no dejar que aquella situación me superase. Pero lo hacía por ella, porque se lo merecía, y porque no quería caer en viejos hábitos de conducta de antes de conocerla.

El corazón latía con fuerza en mi pecho. La cosa se iba desmadrando por completo y no pude evitar ponerme nerviosa al ver a Holly en peligro, pero tampoco podía decirle nada a Killian, entre otras cosas él era mucho más impulsivo que yo y esa muchacha era nuestra hija, así que si yo ya estaba padeciendo lo mío quería ahorrárselo a su padre. Las gafas de Holly cayeron por una fisura abierta en el suelo lo que hacía que la evidencia más grande se mostrara a la luz. Me agarré con fuerza a Killian con la excusa de que el suelo había temblado al abrirse la fisura pero nadie sabría nunca como había sufrido al ver a Holly en peligro.

Esa faceta solo hacía que comenzar y hoy sería un día bastante duro para mi. No podría evitar tener un ojo puesto en Holly y soy plenamente consciente de que eso iba a distraerme y por supuesto tampoco iba a quitarle el ojo al hombre que llevaba de la mano. Ese pirata que para muchos era un simple pirata, el infame Capitán Garfio pero que para mi era mi mundo. Pero sí había algo que jugaba plenamente a mi favor. Esas dos no sabían nada de Holly, para ellas es algo insignificante, una más y tampoco saben que cuentan entre las filas enemigas con una loba protegiendo a su familia.

Algo en mi mirada cambió tornándose más agresiva, como si fuera a dejar salir al lobo, pero yo bien sabía que no podía hacer tal cosa aunque puede que con la maldición... me saqué con rapidez esa idea de mi cabeza. Miré al ayuntamiento con coraje. -Vamos brujas -silbé como quien llama a un perro -salid aquí ¿tenéis miedo del lobo feroz? -Llegados a este punto cabe anotar una cosa: hasta yo me di miedo a mi misma. No era una voz propia de mi, pero después de una maldición y de saber lo que podía pasar si esto fracasaba iba a hacer cualquier cosa por cambiar mi suerte. -En realidad solo sois dos brujas del tres al cuarto amargadas y aburridas, por eso habéis lanzado la maldición... si no ¿a qué viene todo esto? ¡Dad la cara! 

Había llegado la hora de demostrar mi poder. Y los que me desafiaban lo pagarían. Mientras descendía junto a mi consorte, me preparaba para lanzar mi ataque. Mi magia ya se estaba acumulando cuando me presenté. Los miré, uno por uno, aparentemente dispuesto a derrotarme, propuesta que me parecía fútil. Mi poder era ahora inconmensurable, y para mí no eran más que simples hormigas.

_ Supongo que es el momento ideal para daros las buenas noches._ Mi saludo vino acompañado de una risa cruel, una risa enfermiza y sin sentimientos. No quedaba nada de la bondad que en su día pudo haber en mí, y estaba orgullosa de ello. Ya que durante todos aquellos años no habían sido más que un simple estorbo._ Y que tengáis dulces sueños.

La tierra dejó de temblar y toda la luz que había en aquel entorno desapareció durante unos instantes, en los que se escucharon gritos. Cuando hice retornar la luz, la mitad del grupo estaba tirado en el suelo. Yo pasaba la lengua por mi mano, manchada de Sangre. En tan sólo unos minutos pensaba repetir aquello, y acabar con el resto de personas que quedaban.

Oh God D8:

La tensión comenzó a crecer al igual que mi sentido de alerta se comenzaba a agudizar. Algo me decía que nuestra anfitriona nos recibiría en breves. Saque mi daga nuevamente, ahora estaba seguro que la necesitaría. Al poco rato apareció de entre las sombras nuestra anfitriona, lo cual me llevo a una sorpresa, atónito no podía creer el aspecto que tenia aquella mujer. Era clavada a nuestra alcaldesa, pero en su mirada brillaba el odio y el rencor, cosa que la mirada de Regina con el tiempo dejo de tenerlo. No estaba sola, pero nosotros tampoco, seguro que podríamos derrotarlos.

Al verla me puse en guardia, no tardaría en tirarme a atacarla, ella nos miro a todos con detenimiento, seguro que en su malvada mente estaba el analizar nuestros puntos débiles o así lo creía.

De pronto la tierra dejo de temblar y a su paso la luz se apago, como no estaba en tierra firme intente dejar guiarme por como había visto la estancia. Por suerte la luz regreso y eso me daba ventaja ya que con la luz podría guiarme. Al mirar hacia abajo vi que algunos miembros del grupo habían caído. Mire a nuestra enemiga y la desafié, no temía a nadie:
-Me parece que esta vez no te va a ser tan difícil-le dije de forma traviesa-el ver a Regina en el suelo me dio coraje, ella había cambiado mucho y lo había demostrado. Me tire hacia aquella bruja con la daga desenvainada, en pleno vuelo.

No, esto no podía estar pasando. No quería creer lo que estaba viendo. Me había quedado clavada en el suelo viendo tal espectáculo. Arciria había aparecido y como el pirata manco que había tirado en el suelo no se levantara iba a despedazar a aquella bruja miembro a miembro. De lo más hondo de mi pecho salió un grito que no tenía nada de humano. Era la parte más animal de mi ser. Esa mujer con un solo movimiento había abatido a la mitad de los allí presentes y eso incluía a mi amor.
-¡ARCIRIA! -ese grito salió de mi garganta como un fuerte cóctel de ira, rabia y sed de venganza. Por lo menos Holly estaba bien aunque verla de pie no me tranquilizó ni un poquito porque el hombre que me había devuelto a la vida yacía en el suelo. El grito se parecía a la voz de una bestia, de no haber estado tan cegada por la rabia me habría dado miedo incluso a mi.

Corrí hacia donde estaba él, quería asegurarme de que estuviera vivo pero al mismo tiempo tenía miedo de asegurarme de tal cosa porque temía que al tomarle el pulso este no respondiera. Lo cogí entre mis brazos y le acaricié la cara -Killian... -no era momento de hacer algo así, pero no podía atacar a la bruja sin antes ponerlo a buen recaudo. -Mi vida... no puedes dejarme ahora -de mis ojos brotaban escasas lágrimas pero eran profundas. Le tomé el pulso, era débil pero le latía el corazón. Eso por una parte me hizo tranquilizarme. No quería soltarlo pero tenía que luchar y sería complicado con Regina y Shadow fuera de combate.

 Miré a Holly mientras aún lo seguía abrazando para asegurarme de que seguía bien. Era ella. Nuestra hija, la que tenía que terminar con esto, la que había estado preparándose tantos años junto a Regina y Shadow para volver al pasado y arreglar este entuerto. -Mi amor, tienes que salir de esta... y no sólo por mi. -Le di un beso en la frente y en mi corazón solo se repetía el deseo de volverlo a ver de pie mirándome con esos ojos tan achispados, vivarachos y gamberros, ojos que había heredado su hija. Había muchos heridos a los que atender y una maldición que romper... y una cosa estaba clara, como yo atacara con la rabia que llevaba encima iba a terminar muerta. Tenía que coger a los que estaban inconscientes y tratar de despertarlos... sobretodo a Shadow y a Regina.

Flashback:

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Sentí como la rabia se apoderaba de mí. No podía razonar sabiendo que tres de las personas que más quería acababan de perder la consciencia, y que Arciria iba a salirse con la suya igual que la otra vez. Menos cuando sentía un vacío en mi interior que estaba empezando a expandirse. Si no intervenía de una vez, si no actuaba, aquella mujer mataría a mi madre y yo me desintegraría, borrada de la historia. Puse la mano en posición de batalla y un espadón apareció en ella.

_ Quizás creas que ya has ganado. Que tienes derecho a la magia de este pueblo, y que vas a triunfar. Pero no permitiré que sigas más allá. No te permitiré destrozar la vida de todos los habitantes de Storybrooke. ¡Porque aquí y ahora, voy a poner fin a tus intrigas!_ Exclamé, con los ojos teñidos de verde oscuro. Sentía al lobo alterarse dentro de mí, clamando por salir. Pero ya se me había adiestrado para ser más poderosa que él._ ¡Reza lo que sepas, porque voy a enviarte de vuelta al infierno del que no deberías haber salido!

Tomé el espadón con ambas manos y me lancé contra ella, lanzando un tajo vertical. Ella lo detuvo con las manos, y yo tuve que usar todas mis fuerzas para conseguir darle suficiente impuso hacia abajo. Debería haberla cortado como si fuese mantequilla, pero sin embargo, consiguió evitarlo y tan sólo logré hacerle un rasguño. Vi sus ojos teñirse de negro, y la herida desapareció.

Pero no me iba a rendir. Lancé un corte horizontal esta vez. Ella rió, y le dio un golpe perpendicular con la mano. Comprendí entonces que estaba perdida. Me lanzó por los aires, y choqué contra una armadura. La lanza que portaba me atravesó el estómago, y la arranqué, partiéndola en dos. Sin embargo las astillas ya se habían clavado en mi interior, y no sería nada fácil sacarlas. Cuando trataba de analizar la situación una vez más se plantó delante de mí y me atravesó el pecho con la mano.

Pensé que me arrancaría el corazón, pero al parecer algo se lo impidió. Aunque no estoy segura de si eso no hizo más que empeorar las cosas. Empecé a ver formas borrosas a mi alrededor, y a sentir que mis músculos dejaban de responderme. Cuando me soltó, me caí al suelo desmadejada, haciendo grandes esfuerzos por respirar.

Estadísticas:

Había conseguido reagrupar a los heridos y ponerlos medianamente a salvo, tenían que despertar, todos estaban vivos pero inconscientes y a las que más me interesaba despertar era a Shadow y a Regina, sin esta última andábamos algo perdidos pues esto era una disputa que debería ser entre hermanas y no haciéndonos sufrir al resto. 

Ahora mi deber era protegerlos pues estaban indefensos pero lo que vieron mis ojos es algo que no le desearía ni a mi peor enemigo. Mi hija se dispuso a enfrentarse a Arciria y con cada golpe que mi niña, que en realidad era toda una mujer, recibía en mi corazón se hundía poco a poco, golpe a golpe un puñal de hielo. 

Quería gritar, gritar muy fuerte porque el dolor en mi pecho era insoportable. Mi hija estaba tendida en el suelo. La expresión de mi rostro era una mezcla de dolor, incredulidad y otros sentimientos que ni siquiera yo soy capaz de describir. De mis ojos brotaban lágrimas que emborronaban mi visión. Mi cuerpo quería desplomarse y gritar pero no podía, tenía que salvar a mi hija, esa niña se había pasado toda la vida sin sus padres y había vuelto para salvarnos. Llevaba pocas horas siendo su madre y no sé lo que es llevar a una criatura dentro durante nueve meses, sentir como se mueve ni darle a luz pero igualmente esa chiquilla que sería pocos años menor que yo me tenía en la palma de su mano. Ahora crecía despacito en mi interior pero no me consolaba saber que la tenía "repetida" yo quería que ella sobreviviera y que tuviera el calor de sus padres.

Por un momento agradecí que Killian estuviera inconsciente y que no viera esto. Como mi cuerpo en shock me permitió me acerqué a mi hija y la abracé. La estreché entre mis brazos, contra mi pecho, muy cerca de mi corazón. ¿Este era mi castigo por toda la gente a la que había matado durante mis incontroladas lunas? ¿Por qué tenían que sufrir ellos también? -Holly... -susurré con voz a penas audible y como los llantos me permitieron. De poder moriría por ellos pero de ser así Holly nunca nacería. 
Miré a Arciria con los ojos totalmente ambarinos cargados de un odio salvaje, casi animal. -Hasta que no pagues todo el mal que nos has hecho todo aquello que pienses se te torcerá -dije ya con una voz sin llantos, firme y severa. -Vas a pudrirte en la misma cárcel que tenías preparada para nosotros -no era luna llena pero la parte de mi que dependía de la luna luchaba por salir, puede que fuera por mis deseos de saltar sobre Arciria y despedazarla parte a parte. Pero no quería desaprovechar los latidos que aún provenían del corazón de mi hija. Puse una mano sobre su pecho y notaba la debilidad del latido. Me daba igual morir hoy pues si me quedaba sin ella y sin su padre la historia se repetiría y mi hija se criaría sin sus padres porque yo no soportaría la vida después de esto. -Mi niña... -la levanté en brazos como si fuera una pluma y me la llevé con el resto, acunándola entre mis brazos. 

No la dejé en el suelo, la seguí sosteniendo como si fuera una niña pequeña junto al cuerpo de Killian. Estaba a punto de perder la cordura. Ni siquiera era consciente de las palabras que le había dedicado a Arciria pronunciadas con aquella voz grave y sentenciosa.

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Sentía como caía al vacío. El golpe de mi hermana había sido devastador, y supe que era el final de mis días.  Me hundía en la oscuridad, sola. Siempre había estado sola, y era justo que en el momento de mi muerte, también me encontrase sola. Aunque ello no me impedía morir en paz. Al final, había sido buena, y me sentiría conforme al saber que había muerto como Regina, y no como la reina malvada.

Pero una voz interrumpió mis pensamientos. No podía distinguir lo que decía, pero la reconocía como la de Maléfica. Repentinamente, entre todo el murmullo, escuché unas palabras con claridad, entre todo el ruido, las tinieblas y el caos. Unas palabras que hicieron que mi corazón volviese a latir. "Te amo, mi preciosa reina". En cuanto las dijo quise volver a la vida, quise responderle. Noté una leve presión sobre mis labios, y me percaté de que podía abrirlos. Lo hice y tomé su aliento, su vida.

_ Yo también te amo, Maléfica._ Dije en un susurro. Pero nuestras palabras no pudieron ser un secreto, porque en cuanto las dije, se oyó un sonido de cristales rotos, y el mismo cielo pareció hacerse añicos, mientras los rayos del sol lo atravesaban como sables. Las criaturas empezaron a arder, pues jamás habían visto tal astro, que los consumía como si de hormigas ante una lupa se tratase._ Y vamos a salir de esta, juntas.

Oí a mi hermana gritar de frustración. Y desgraciadamente supe que ella seguiría en pie, aún con los ojos totalmente teñidos de negro. Habíamos roto el maleficio que nos condenaba, pero no el que multiplicaba su poder, y la hacía parecer imparable. Estaba preocupada, pero en mi interior, algo me decía que lo conseguiríamos.

Estaba sola en medio del infierno, y lo único bueno (que si lo miras desde otro ángulo es algo malo) que podía sacar de aquello era precisamente aquello, estaba sola mientras el infierno se desataba, no había seres queridos, Felipe no había aparecido en esta extraña ciudad, y ni rastro de mis padres, estaba completamente sola en el mundo, lo cual es algo positivo cuando lo que va a pasar es lo peor que podría pasar en el mundo. El ayuntamiento se encontraba derruido delante de mis ojos, había gente en el suelo y un especie de clon de Regina reía obviando cada herida que trataban de inflingirle, parecía invencible, imparable, y yo sólo quería quedar allí permaneciendo invisible y obviando también que tal vez había personas en Storybrooke que apreciaba y cuyas vidas se hallaban en inminente peligro.

Cerré mis ojos para no ver el infierno a mi alrededor, la maldad que irrumpía en cada espacio libre, para no ver a Regina en el suelo, a la chica que luchaba contra el monstruo de forma humana, para no ver que cada pedazo del mundo iba a desvanecerse, y cerré los ojos y simplemente esperé a acabar desapareciendo.

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Flashback:

Mis ojos se tiñeron de verde, mientras me ponía en pie, recuperando la respiración. Nunca me había rendido, y no iba a hacerlo en la batalla más importante de mi vida. Aún me tambaleaba un poco, pero estaba más que decidida a luchar hasta la muerte, porque si fracasaba, jamás existiría, por lo que realmente, era una persona que no tenía nada que perder.

Flashback:

A medida que avanzaba una sustancia oscura salía de mis heridas, que se cerraban al terminar de supurar. El dolor era algo psicológico, o eso quería pensar. Me deshice de mi chaqueta, que me resultaba pesada. Arciria se había quedado de piedra al mirarme, no sabía como reaccionar ante aquello, ya que en apenas un minuto lo que me había hecho parecía estar desapareciendo.

Flashback:

Mi colgante despidió un brillo plateado cuando así lo deseé, y mis ojos se tiñeron en primera instancia de un tono verde, como siempre. Pero finalmente el dorado se hizo con el control y lo domó por completo. Mi piel se cubrió de pelaje blanco, y mis dientes se convirtieron en hileras de cuchillas. Mi ropa se desgarró y rompió cuando mi masa muscular se acrecentó y me lancé sobre aquella mujer.

La despedacé, la destrocé, y la magia robada se esparció por todas partes. Le quedó suficiente para recomponer su cuerpo y poco más. Me miró con genuino temor, y salió corriendo. Ya no había necesidad de acabar con ella. Y sentía la necesidad de saciar otro instinto. Me acerqué a mi madre y me refregué sobre su pierna, observando a mi padre despertar. La historia había cambiado, y ahora el final era feliz.

Mi corazón se había roto en mil pedazos aunque aún no sabía si mi familia saldría de esta. Aquel monstruo tenía que pagar, si llegaba con vida a la próxima luna llena pensaba deshacerme de ese mal bicho. Pero de pronto todo dió un giro de trescientos sesenta grados. Holly se levantó, sus heridas habían comenzado a sanar... por supuesto, la licantropía que había heredado de mi estaba impidiendo que el veneno que salía de las heridas le hiciera efecto. 

De pronto donde antes había una muchacha de cabello castaño y ojos tremendamente azules se encontraba ahora una loba blanca como el alabastro. ¿Podía transformarse cuando quisiera? En ese momento pensé en otra persona, alguien que pudo haber sobrevivido en el futuro del que Holly venía y que pudo haberla ayudado y entrenado para que todo esto se desencadenara de esta manera. Sabía quien era esa persona y también sabía que teníamos muchas diferencias... pero puede que después de esto tuviera que estrechar más lazos familiares y aceptarla como hacía mi abuela. 

Lo había conseguido, las lágrimas de mis ojos dejaban de salir y observaba la escena con impotencia, querría haberla ayudado pero me quedé al lado de Killian impresionada ante la carnicería que se estaba montando en frente de mi. No sabía a quien mirar, entre los allí presentes podía distinguir las caras de Peter, Bella y Aurora, pero ahora tenía los ojos puestos en la loba blanca y en que todo esto se terminara. 
Notaba como Killian comenzaba a moverse en mi regazo en el mismo momento que la pequeña loba se acercaba a mi, digo pequeña porque para ser un licántropo aún era pequeña. Acaricié su níveo pelaje y le di un beso en el morro -Bien hecho pequeñina. -dije sonriendo y con lágrimas en los ojos -Nos has salvado a todos.

Ahora había otro asunto que afrontar, darle la noticia al padre de la criatura... pero después de esto darle la noticia al pirata no sería nada. Todo había pasado gracias a Holly, tenía ganas de ir a casa y dormir, meterme en la cama y acurrucarme al lado de Killian hasta mañana... o dos días... o tres. Pero sabía que tenía un largo camino que recorrer antes de poder hacer que este pesado día terminara. 
Al haber estado todo negro desconocíamos cuanto tiempo había pasado desde que la maldición cayera. Por cómo estaba el sol podría decir que estaba atardeciendo, pasaban las cinco de la tarde, aún no habían pasado veinticuatro horas, pero... menudas horitas habíamos pasado desde a noche, cuando a Arciria le había dado por lanzar la maldición. Pero puestos a sacar algo bueno... -Hemos... recuperado el Jolly Roger -dije con voz débil mientras me recuperaba de tanta emoción de golpe pero esbozando media sonrisa. Di un suspiro-Vámonos a casa.