A new life, with my real family {Lucrezia}

Me alegraba realmente estar de nuevo con mi madre, todo este tiempo en Storybrooke había estado con otra familia y sin recordar a mis padres. Por suerte todo estaba atrás, mamá me ayudo a llevar mis cosas a casa. Una vez lleguemos a casa, tocaba instalarme, no tenía muchas maletas ni muchas cosas. Una vez me indico cual sería mi nueva habitación me acerque. Era una casa enorme y bastante hermosa. Mi nueva habitación era maravillosa, pero lo mejor era que ahora volvía a estar entre los mios. Además al parecer había una novedad por lo que me contó mama. Ahora tenía una hermana, siempre había deseado tener una hermana. Con la que jugar o escuchar sus consejos y ser como ella.

Al entrar en la habitación deje el peluche que me hizo papá sobre la cama. Había que ponerse manos a la obra, abrí la primera maleta y comencé a sacar la ropa y meterla con cuidado en el armario para que estuviese todo ordenado. No quería dar guerra ni tenerlo todo desordenado. El uniforme del colegio debía estar a simple vista para el día siguiente. Ya soló quedaba ordenar mi material escolar, aunque con tantas emociones y tanto ajetreo me quede medio dormida encima de la cama.

La pequeña Grace. Yo la recordaba, a diferencia de ella, que me había olvidado. Era la única a la que realmente había llamado hermana con sinceridad, puesto que Christina siempre había sido mi enemiga. Grace era parte de mi segunda oportunidad, de mi nueva familia. Esta vez yo era la hermana mayor, la primogénita capaz de influir en mi hermana pequeña. Y lo haría lo mejor posible, aunque eso no quitaba que pudiese ser un poco mala de vez en cuando.

Y esta era una de esas ocasiones. Una sonrisa maliciosa adornaba mi rostro cuando me acerqué hacia ella, al verla tan dormidita, tan dulce como un caramelo. Le acaricié el cabello con cierta dulzura, cogí mucho aire y grité. Un grito que dio todo lo que tenían mis pulmones, que no era poco precisamente.

Y por si eso fuera poco, no tuve que pararme para respirar. Hasta que no se percató de que era yo quien gritaba no detuve el grito y lo cambié por una risa. Era una chica mala, no era un secreto para nadie, aunque cuando pudo relajarse, le acaricié el pelo.

_ Cálmate peque, soy tu hermana.

Aquellos rayos de sol que entraban por la ventana de mi nueva habitación hicieron que me quedase profundamente dormida. Estaba tan a gusto, ahora podía dormir placidamente ya que estaba en mi verdadero hogar. Ya no tenia que temer nada, no volvería a estar sola.

Absorta por aquel sueño del que había caído rendida, note como si alguien me acariciase era una sensación agradable. Pero de repente escuche un grito que me termino despertando del todo. Al oír aquel grito pegue un salto inconsciente, me había dado un susto de muerte. Empecé a contener el aliento, ya poco a poco me iba relajando.

Ya una vez me relaje y me calme, mire con cariño a mi hermana. Mamá me había hablado algo de ella, los recuerdos de mis dos vidas algunas veces me causaban confusión. Pero era momento de empezar una nueva vida, pero con mi familia. No dude en abrazar a Lucrezia, estaba tan contenta de estar con ella.
-Hermana, ¿que tal estas?-le pregunte con cariño.

Normalmente cuando asustas a alguien así suele enfadarse, quejarse. Yo desde luego no esperaba que me diese un abrazo. Sin embargo a pesar de la sorpresa fue algo realmente agradable, y me hizo sonreír. Grace era una niña encantadora, y eso siempre lo había sabido. Pero saber algo era una cosa, y sentirlo era muy diferente. Me senté en la cama y rodeé a Grace con los brazos.

_ Lucrezia... llámame Lucrezia, o Lucre. La palabra hermana me trae malos recuerdos._ le susurré, mirándola a los ojos. Tenía unos ojos castaños, profundos, como los de nuestra madre. Estaba claro de quien los había sacado. Pensándolo bien, su nacimiento era un auténtico milagro, producto de tantas condiciones que lo dificultaban. Grace debía ser la única hija de un vampiro después de su conversión._ Estoy muy contenta de que me conozcas al fin, Grace

Le besé la frente y la acurruqué sobre mí. Su cuerpo era cálido, a diferencia del mío, frío y muerto. Me sentía bien, como realmente tienes que sentirte con tu hermana, no como me ocurría con Christina.

_ Háblame un poco de ti, Grace. ¿Qué te gusta hacer?

Aquella forma de despertarme jamas me la hubiese imaginado, aunque la verdad es que resulto muy divertida. Y más viniendo de mi hermana, ella hacía que no me sintiera solá. La soledad que padecí cuando mis padres desaparecieron y me quede al cuidado de los vecinos. Aquella sensación se evaporo al entrar a mi nuevo hogar. El sentir a mi hermana a mi lado y su abrazo me hacían sentir querida. Sentía que todo iba a mejorar a partir de ahora.

Al escuchar que la palabra hermana, no le agradaba asentí. Le entendía perfectamente había cosas del pasado que eran difíciles de recordar ya que había cosas que al romperse la maldición eran difíciles de asimilar. Su nombre era muy hermoso al igual que ella lo era, me encantaba su cabello era rubio como los rayos del sol.
-Lucre, estoy tan contenta de poder conocerte quiero saber tantas cosas de ti.-le dije muy emocionada. Era tan bonito el hecho de volver con mi familia, pero ademas ahora tenía a Lucre. Seguro que nos llevaríamos muy bien.

Me besó la frente y yo le bese su mejilla. Al acurrucarme junto a ella note que su piel era como la de mamá fría, pero no me desagradaba para nada, ya que aquello me traía recuerdos de mi niñez en el otro mundo. Lucrezia me recordaba bastante a mamá, le mire con cariño, deseaba poder compartir con ella muchos momentos.

Al proponerme que le hablase un poco sobre mi y mis gustos le sonreí, era tan agradable poder charlar con ella.
-Me encanta jugar al escondite antes solía jugar sobre todo con papá, también me gusta preparar la fiesta del té-le conté emocionada-¿te gusta el té?-le pregunte con curiosidad, quizás podríamos preparar juntas una buena fiesta del té algún día.

Podría pasarme así todo el día, abrazando a esa pequeña que tanto me quería, aunque no me lo hubiese ganado. La mantenía abrazada a mí, mirando sus ojos. Era tan adorable que sentía ganas de comérmela. Pero no lo haría, porque mi madre no me lo perdonaría, ni yo tampoco podría perdonarme a mí misma.

_ No me gusta mucho el té, le cogí manía cuando era pequeña..._ comenté, como algo casual, aunque lo cierto es que le tenía verdadera aversión. Al igual que a los vestidos que no dejaban de ponerme mis padres. Les odié casi tanto como amaba a mi nuevo familia._ ¿Qué quieres saber de mí, Grace? ¿Qué te cuento?

Tenía 500 años de historia para ella si estaba dispuesta a escucharlos. Mi vida no había sido fácil, y durante gran parte de ella, no había sido una buena persona. Había sido cruel, malvada e incluso fría. Sólo mi madre había sacado la persona que había sido en el pasado de mi interior.

Era agradable poder pasar tiempo con mi hermana Lucre, y sobre todo de poder conocerla mejor. Era tan simpática y tan hermosa, que cada minuto que pasaba con ella más me alegraba de tenerla en mi vida. Me alegraba tanto estar de nuevo en este hogar aunque fuese en este mundo del que lleguemos a parar. No sabía si volveríamos a nuestros mundos, pero sí sabía que no habría nada que me hiciese separarme de mi familia.

Lucre me dijo que no le gustaba el té, a lo cual le sonreí:
-No pasa nada- seguro que encontraremos muchos más cosas de las que podamos compartir y hacer juntas-le comente con cariño. No me importaba para nada que no le gustase el té. Seguro que encontraríamos otras cosas para hacer las dos.

Cuando me pregunto que quería saber sobre ella, estaba tan emocionada que no sabía por donde empezar.
-Me gustaría saber tantas cosas-le dije sin poder contener mi mezcla de alegría y emoción-por ejemplo ¿que es lo que más te gusta?

No podía hablarle de lo que más me gustaba hacer. No podía hablarle a una niña de 10 años sobre lo mucho que me gustaba el sexo. Mucho menos sobre lo promiscua que yo era, y las historias que tenía en el reino encantado. Por ello contestar a su pregunta me costó más tiempo del que me hubiese gustado. Esperaba que no hubiese notado mi indecisión a la hora de hablar.

_ Me gustan los caramelos... Bueno, al menos durante la maldición, no podía quitármelos de la cabeza._ Como Alice, siempre había hecho todo lo posible por conseguir mi dosis de azúcar, probablemente para suplir mi necesidad de beber sangre. Aunque por supuesto eran cosa abiertamente distintas, porque la sangre exigía más responsabilidad._ A ti también te gustan. ¿A qué niño no le gustan?

Discretamente cogí mi petaca de mi chaqueta y le di un trago, porque el olor de Grace estaba empezando a llegar a mis fosas nasales. Mi propia sangre despertaba en mí un deseo que era difícil de describir.

Estaba tan emocionada y con ganas de escuchar las historias de mi hermana, la mire con cariño. Quería saber que le gustaba para poder conocerla mejor, sabía que ahora tendría mucho tiempo a su lado. Mi sorpresa vino cuando me dijo que le gustaban los caramelos, ella me pregunto si me gustaban. A lo cual con una gran sonrisa le conteste:
-Me encantan- entonces me levante dirigiéndome a la estantería. Hay abrí una caja metálica con forma redondeada de la cual saque varios caramelos de fresa. Volví con Lucre y me senté a su lado.

-¿Quieres uno?- le ofrecí,después me comí el mio, estaba muy rico. Me preguntaba como conoció a mis padres. O como era su vida en nuestro mundo, todo era tan diferente en este mundo. -Lucre, ¿como era tu vida en nuestro mundo?-le pregunte con una mezcla de curiosidad y de cariño. Mientras tome el peluche que me hizo papá entre mis brazos, adoraba aquel peluche. No era el del mercado, pero para mi era más valioso aún ya que se hizo con mucho cariño. Entonces no teníamos apenas dinero, pero nos las apañábamos.

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_ A decir verdad, yo nací en este mundo, Grace. De eso hará más de 500 años. Provengo de la ciudad de Florencia. Ciudad, que si me lo permites, supera con mucho a París como para llamarse la ciudad del amor._ le dije, mientras me acomodaba en mi asiento, y miraba por la ventana._ Cuando una mujer joven era presa de mis padres, y ni tan siquiera ansiaba la libertad. Tenía tiempo, pero no lo disfrutaba. Y poseía un amor que no me estaba permitido sentir.

Mis palabras eran duras, pero sinceras. No había tenido una vida fácil, o agradable. Odié a mis padres, y por eso prácticamente los asesiné. Mis manos se apretaron unos instantes, pero pronto las aflojé, pensando en continuar con lo que había comenzado, porque Grace tenía sus ojos clavados en mí.

_ Pasarían muchos siglos antes de que pudiese entender lo que esas tres cosas significaban. Y ahora, cuando mi vida ha alcanzado este punto, la compresión se convierte en satisfacción. Amor... libertad y tiempo. Antaño tan imposibles, son ahora lo que me impulsa a seguir adelante. En especial, el amor, pequeñaja. Para ti, para nuestros padres, y el vasto mundo que nos ha dado la vida, Grace. Cada recuerdo cuenta._ hice una pausa, bastante corta, y me giré hacia ella._ He llevado la mejor vida que me ha sido posible, sabiendo que no tendría final, pero atraída como un murciélago a un sonido lejano pero nítido. Y aquí, sentada a tu lado, descubro una verdad extraña. Que no soy más que una mota de polvo en un vasto mundo. Estoy aquí, hablándote a través de los siglos. Quizás tu llegues a responder todas las preguntas que he formulado, la que logrará que todas mis penas tengan un sentido.

Cerré los brazos a su alrededor, mostrándole mi amor, ese que tanto había guardado, en espera de una persona distinta a mi madre que pudiese merecerlo.

Me senté cerca de mi hermana para escuchar atentamente su historia, no quería perderme ningún detalle de aquella historia. Aquella historia era verdaderamente apasionante, aunque al parecer fue muy dura. Mire con ternura a Lucre al notar que ese sentimiento seguía dentro de ella al recordar su pasado. Aquello se veía reflejado en su rostro y en sus palabras.

Al escuchar las palabras de Lucre, no soló pude aprender más sobre ella sino que también aprendí los valores que ella me trasmitía, devía atesorar cada recuerdo. No dejaba de atender aquellas palabras que me llegaron tan lejos. Jamás había escuchado una historia similar. Al recordar el tacto de su piel y al escuchar sus palabras deduje que ella era como mamá, no había la más mínima duda. Junte mis manos entrelazando mis dedos pero sin dejar de mirar a Lucre, cuando al escuchar que yo podría ser la que resolviese aquellas preguntas me levante para estar más cerca suya.

Correspondí su abrazo, muy emocionada, hacía poco que la había conocido pero me alegraba que formase parte de la familia.
-Nunca te dejare sola, Lucre, te quiero mucho-le dije con ternura acariciando su cabello-puedes contar conmigo para lo que haga falta.-le comente con ternura, mis palabras eran inocentes pero con ternura. Siempre había deseado tener una hermana con la que poder compartir mi cariño y aprender de ella.

Pensé que quizás mi historia la confundiera, pero mostraba un claro entendimiento de todo, o al menos de lo más relevante. Ella era joven e inocente, pero yo veía en ella un potencial enorme que la llevaría tan lejos como quisiera. Y llegase donde llegase, su hermana estaría con ella para cuidarla.

_ Ya lo sé pequeñaja. Eres igual que mamá, y ella diría eso mismo._ Le dije, revolviéndole el pelo. A veces sentía envidia porque ella tendría una relación con mi madre que yo no tendría jamás. Porque al mirarla, veía a mi madre, a diferencia de lo que ocurría cuando me miraba a mí._ ¿Qué sería de nosotras sin ella?

Yo estaba segura que de no ser por ella mi vida hubiese sido corta e infeliz. Me había impulsado hacia la grandeza, y ante todo me había llevado a la felicidad. Nunca podría agradecérselo tanto como ya lo hacía.

Sentía que estaba recuperando el tiempo perdido, hay junto a mi hermana era la niña mas feliz del mundo. Yo era feliz con mi familia no me hacia falta nada lujoso. Jamas cambiaria a mi familia por nada del mundo. Sentía que las cosas iban a mejorar no solo para mi, si no para Lucre también.

Ella veía en mi parte de mamá, pero aunque no lo creyera en ella también había parte de mamá. La mire con mucha ternura, mientras la acariciaba con inocencia. Me alegraba poder compartir a mi mamá con alguien tan especial como ella.
-Tu tambien te pareces a ella-le dije cariñosamente, asintiendo con la cabeza a sus palabras- Tienes razón, la única vez que estuve lejos de ella fue un momento muy duro en mi vida y después me arrebataron a papá. Por suerte aquellos días cesaron-confesé mirando por unos segundos al conejo de peluche y después a mi hermana.

Lucre tenia toda la razón, no podía vivir sin mis padres a los que tanto amaba, pero ahora la tenía a ella. No había nada más que pudiese pedir en esta vida.

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