[NNJ] - {Obsesión} - {Arciria}

Aquella mujer me volvía loca. Desde que Ely había desaparecido me había quedado sola y estaba cansada. Aunque a pesar de todo, no entendía por qué hacía caso con tanto fervor a la "sugerencia" que Shery me había dicho. Y ahí estaba yo, apareciendo en mitad del bosque junto a aquella mujer, observando sus curvas antes de acercarme y cogerme a su mano, poniendo mi mejor expresión de niña inocente.

_ Hola preciosa... ¿Donde has estado?_ Pregunté, besando su mano con fervor. La deseaba, la quería para mí, pero también sabía que no la conseguiría con mi cuerpo de niña. A pesar de todo me ocuparía de mantener a raya a cualquier otra persona que tratase de acercarse a ella. Había enterrado a más de una persona desde que aquella maldición había caído sobre mí._ Te he echado de menos a ti y a tus encantos.

Quedaba a la altura de sus caderas, y en aquel momento no me quejaba en absoluto de ello. Podía adoptar mi talla completa si quería, pero eso se lo reservaría como una feliz sorpresa, aunque dudaba que tardase mucho en mostrárselo. Mis ansias eran más fuertes que yo.

La observaba moverse con deleite y deseo. Me estaba provocando, yo lo sabía. Pero me gustaba seguir su juego. Y ya era el momento de que yo sacase mis propias armas, al menos para aquella ocasión. a fin de cuentas, para mí aquello no era una maldición, era un juego. Y como tal, yo jugaba con mis propias reglas, y me las saltaba si quería.

_ Siempre tan ocupada. No me extraña, la gente debe retenerte sólo para contemplarte._ Una nube morada me envolvió y adopté mi talla completa, mi verdadero aspecto. Ella era la diosa del amor, no había nadie mejor para acabar con mis obsesiones. Cuando hablé, mi voz tuvo que llamar su atención._ Mi mañana ha sido bastante productiva, he afianzado ciertas relaciones familiares.

Me acerqué y la tomé por la cintura, apoyando mi cabeza en su hombro. Era una mujer preciosa, y aunque fuese tan sólo un poco de su tiempo el que tenía iba a aprovecharlo. Aún no tenía claro por qué me obsesionaba tanto pues apenas la había visto alguna vez de pasada y no me había dado tiempo a fijarme en ella. Pero el deseo era demasiado fuerte como para ignorarlo o buscarle lógica.

Al parecer empezábamos a entendernos, a hablar el mismo idioma, como se suele decir. Y yo podía estar ansiosa, pero desde luego, no era fácil. Si quería que le dijese lo que sabía, tendría que hacer más por mí que ponerse un poco coqueta. Yo jugaba con esas mismas reglas, y ella podía ser la diosa del amor, pero no por ello pensaba ser derrotada en sus juegos mentales. Me acerqué, hasta quedarme muy cerca de sus labios, rozándolos con los míos.

_ Yo puedo decirte lo que quieres saber... ¿Pero... qué me darás tú a cambio, preciosa?_ Cogí su cabello con uno de mis dedos y empecé a ensortijarlo tranquilamente. Sabía que ahora mismo me necesitaba, y en este tiro y afloja ambas teniamos mucho que ganar._ Estoy segura de que una diosa como tú podrá encontrar algo que sea de mi interés.

Tenía ganas de echarme sobre ella y arrancarle la ropa a mordiscos, sí, pero del mismo modo tenía otros intereses, y ella tenía poderes casi ilimitados. Podía tener de ella lo que quisiera, y no iba a escatimar. Sonreí, sin separarme ni un milímetro, y clavé mis ojos en los suyos, ella decidía, yo ya había hecho mi movimiento.

Estaba claro que aquella mujer me conocía más de lo que yo pensaba. La maldición que no sabía que me habían echado encima se había roto de la impresión. Parecía saber exactamente lo que yo más deseaba en el mundo. Y me dolía que fuese la única que se hubiese dado cuenta. Lo que yo quería era ser querida, amada. Tener una familia. Tener lo que yo había debido tener si no me hubiese condenado a un castigo que no me merecía. Si no hubiese aprendido que las lágrimas no servían para nada, quizá aquella mujer habría podido ver las mías.

_ ¿Es amor verdadero lo que me estás ofreciendo?_ Pregunté, alzando una ceja, incrédula. Sabía que ella era la diosa del amor, pero no esperaba que fuese a ser así de generosa. Realmente quería aquella información, eso estaba claro. Sonreí, sintiéndome ganadora en aquella ocasión. No era estúpida, no iba a ignorar lo que había buscado durante tanto tiempo. Era una oferta que no podía rechazar._ Porque entonces supongo que tenemos un trato.

Decidí ignorar lo que me había dicho de Ely. Ya no me dolía, era algo que había asumido desde hacía ya bastante tiempo. Ely deseaba a Regina, y por muy bien que se le diese complacerme en la cama, eso no sustituía el amor que yo sí que había sentido por ella. Pero ahora, Afrodita me daba otra oportunidad para ser feliz. Una oportunidad para dejar atrás ese pasado.

Noté aquella presencia aparecer, ser tocada por la diosa, y mis ojos se encontraron con su mirada espectral. Me atravesó, y sentí amor, deseo, pasión. Me llevé la mano al pecho, caldeada, excitada. Nunca me había sentido así, y aquello tan sólo había sido por un roce de un espectro. Tuve claro que aquel espectro iba a hacerme feliz, que me iba a sentir plena con aquella mujer, porque sabía que era una mujer. Pero ahora, debía hacer mi parte.

_ Hay una mujer llamada Sheryanna. Ella y yo le robamos su magia a una estrella, para pedir un deseo. Pedí que las cosas fuesen como deberían haber sido cuando yo era una niña. El resultado fue este._ Dije, sinceramente. Era exactamente eso lo que había ocurrido._ Si quieres romper este hechizo, vas a tener que pasar por ella. Es la que tiene el poder de la estrella en su interior, pues yo sólo pedí un deseo. Y ahora, si me disculpas, preciosa... tengo asuntos pendientes.

Entre ellos conocer a aquella resplandeciente mujer, y dar a conocer a todos lo que estaba haciendo. Me desvanecí con una humareda morada, pero antes de ello me acerqué rápidamente y le di un pellizco en el trasero, algo con lo que llevaba soñando desde que Shery me había lanzado aquel hechizo de obsesión.