Carried away by a moonlight shadow [Garfio]

Me había costado mucho pillar el sueño, pero finalmente lo cogí un sueño ligero y poco reparador, pero por lo menos conseguí descansar un poco, no sé si fue porque estaba muy cansada, la noche había sido muy movida o porque me había relajado un tanto mirando las llamas de la chimenea. Como todas las noches recordé lo que era capaz de hacer si perdía el control sobre el lobo. Soñé con todos aquellos a quienes veía todas las noches, mi madre, quien me dio a elegir entre ser un lobo y ser humana, al igual que la abuelita. Soñé con Peter que me recordaba todo lo que perdí, con Quinn que murió delante de mis narices e incluso con mi amigo Billy el mecánico al que mataron para inculparme.

Un ruido, aunque más que un ruido era una voz que me hablaba a gritos, me hizo despertar de una manera algo brusca. De repente todo lo que pasó a noche volvió a mi, podría haber sido un mal sueño pero no fue así. De todas formas, aún no sabía como calificar lo que estaba pasando. Me incorporé y reconocí a Garfio que iba acompañado de un agradable olor a pescado. Aunque en realidad yo lo habría preparado mejor, pero no podía pedirle más a un pirata que llevaba un barco como este él solo.
-Buenos días -murmuré con voz somnolienta y haciendo una mueca de disgusto por su elevada voz -No estoy sorda y tengo nombre-me quejé, puede que no se acordara pero la perra de mi vecina se llamaba Preciosa y... bueno, cosas de lobos.- -Eso huele bien -dije por cumplir. Me puse en pie y plegué las mantas en un momento. Me toqué el pelo, estaba encrespado por el agua del mar y mi cuerpo estaba entumecido tras haber dormido en el suelo.

Era una mañana interesante. Afortunadamente Cora seguía sin aparecer, y yo tenía tiempo para dedicarle a mi invitada. Estaba segura de que el cocodrilo podía esperar hasta que encontrase la mejor manera de acabar con él. Termina mi venganza me iba a llevar más tiempo del propuesto debido a que la magia aún residía en el pueblo.

_ Apuesto a que tienes uno preciosa. Pero no has tenido la bondad de decírmelo._ Dije, mientras me servía una copa de Ron y atacaba mi plato. El día prometía ser largo, porque estaba seguro de que la chica no iba a facilitarme el camino. Además, probablemente querría que le enseñase el barco._ ¿Tienes ganas de dar un viajecito?

Necesitaba despejarme, salir a ver un poco de mar abierto. Conocer estas nuevas aguas. Y quizás así me decidiese a ver si había otra forma de abordar el problema de la morena que tenía delante.

Comencé a comer lentamente, no era a lo que estaba acostumbrada pero no tenía queja. Lo miré algo raro al ver que bebía ron de buena mañana, debería tener un aguante al alcohol bestial. No tardé mucho en terminar de comer. Tendría que aprender a sobrevivir sin mi café matutino, ya lo echaba de menos y era el primer día que pasaba en este barco.

-Te lo dije -respondí esbozando media sonrisa algo enigmática. -Cuando te forcé a sacar tu no-mano del bolsillo ¿recuerdas? - A estas alturas ya no sabía si estaba cautiva o que era esto porque aunque me retenía contra mi voluntad no me estaba tratando mal, eso era un punto que debía darle al pirata. Su gremio no tenía fama de ser muy amable con sus presos y yo ni siquiera estaba atada aunque por supuesto el cinturón que aún no sabía exactamente que hacía era mi atadura a este barco -En nuestro reino todos solían llamarme Roja, pero aquí me conocen como Ruby.

Me encogí de hombros cuando propuso lo del viajecito. No tenía nada mejor que hacer y no estaba de más salir de esta habitación. Tendría que acostumbrarme a esto por lo menos hasta que llegara la luna llena. La última vez ni la abuelita fue capaz de retenerme. No pensaba hacerle daño alguno a mi captor pero pensaba escapar y delatarlo, no me preocupaba él, sino su posible acompañante -Creo que no tengo nada mejor que hacer.

No recordaba cuando me había dicho su nombre, a decir verdad, pero ya no me olvidaría de él, de eso podía estar segura. Ruby, como la gema carmesí que tan valiosa resultaba ser. Le había dicho que la iba a llevar de viaje y eso pensaba hacer. Cuando terminamos de desayunar la llevé a cubierta.

Subí el ancla y le coloqué al timón. Era agradable volver a sentir la brisa del mar y escuchar el sonido de las olas. Aquello me hacía recordar por qué me había hecho marino. La calma que se experimentaba en aquellos momentos no tenía comparación con la que podría tener en tierra. Era, sin lugar a dudas, una sensación única.

_ Parece que tenemos un buen día para navegar, preciosa._ ya me sabía su nombre, pero no pensaba utilizarlo, no al menos por el momento. Me gustaba chincharla para saber con qué me iba a salir. Esa chica era una caja de sorpresas._ Si te portas bien puede que hasta te deje coger el timón.

Lo seguí hacia la cubierta, el capitán cada vez me desconcertaba un poco más. Seguía sorprendida por la manera en la que me estaba tratando. Más que una prisionera parecía una invitada a la que tenía ganas de enseñarle su mayor pasión: el mar. Ese hecho me hizo dibujar un amago de sonrisa. Era un día precisamente agradable, hacía sol y daban ganas de salir a la calle, Granny's hoy estaría a rebosar y por supuesto también estarían buscándome, en realidad si supieran que estaba dando un paseo en barco mientras el resto estaba preocupado me ahogarían.

Tenía la esperanza de que dejara de llamarme preciosa tras haberle aclarado cuál era mi nombre, y de los dos posibles nombres me seguía llamando así, con lo cual iba a tomar la siguiente determinación, podría acabar pagándolo caro pero viendo el camino que tomaba esto no me preocupaba en absoluto el capitán, estaba segura de que era peligroso pero juzgando la manera en la que me trataba no esperaba que me hiciera daño alguno -Eso parece, manco -dije mirando el sol usando mi mano como visera.

Se había ganado un apodo, puede que fuera cruel porque a nadie le hacía gracia perder una mano, pero se lo había ganado a pulso -¿Y qué tengo que no hacer para que consideres que me porto bien? -pregunté con algo de ironía mientras seguía de cerca todos sus movimientos. -No sé llevar un barco, no soy un lobo del océano, soy animal de tierra

Aquel apodo estaba de más. No porque me recordase que no tenía mano, eso era algo con lo que había aprendido a vivir. Era el hecho de haberla perdido por ella lo que realmente me turbaba. Parecía que me perseguía el recuerdo, por más que tratase de evadirlo. Pero estaba cansado de estar recordando continuamente mis fracasos. Así que lo aparté de mi mente y sencillamente la miré con el ceño fruncido.

_ Para empezar no me llames así, o te cortaré la lengua._ Le dije, con la mirada fija en ella y una expresión que pretendía ser aterradora, aunque la verdad es que por el momento no tenía intención de hacer tal cosa. Seguía siendo un caballero a pesar de todo._ Eso me dijo un vampiro una vez... y luego casi me hunde el barco.

Ella también estaba en la ciudad, lo sabía con certeza. Pero afortunadamente su navío no, lo que me aseguraba que el Jolly Roger no iba a acabar a pique. No sabía que clase de relaciones tendría la mujer que tenía secuestrada con el resto del pueblo, pero algo iba a tener que tramar si quería asegurarme de que no la echasen en falta.

_ No digas tonterías, el mar está en el corazón de todos los que albergan sueños. ¿Acaso no has querido alguna vez salir y ver el mundo?

Pese a la amenaza le puse mis mejores ojos en blanco, no me asustaba sabía que no iba a hacerlo, uno nunca avisa de una cosa así, por lo tanto aquí creo que comenzaba el primer reto entre el capitán y yo, si era cierto que iba a pasar un tiempo aquí iba a tener bastantes ocasiones de llevarlo al límite y aunque estuviera atrapada en el barco no iba a dejar que me pillase puesto que yo corría cien veces más rápido que él. No volvería a acorralarme. Sería divertido tenerlo corriendo por el barco hasta dejarlo sin aire. Pero tampoco quería pinchar mucho a mi captor.

-Te lo has ganado hombre-percha -dije sacándome de la manga otro nombrecito que seguramente no sería el último, una pena que no conociera cierta marca de pescado congelado porque me iba a reír de lo lindo. -Los vampiros a veces son más inestables que los licántropos, sobretodo porque nosotros solo tenemos unos días malos al mes... -pensé en Anzu automáticamente, una gran amiga, era extraño que un licántropo y un vampiro se llevasen tan bien, pero así éramos nosotras.

Con lo de salir a ver mundo me tocó la fibra. Peter y yo queríamos hacer eso, salir a ver mundo y encontrar el lugar ideal para nosotros. -En eso tienes razón, manco... Peter y yo queríamos fugarnos de la aldea -miré al mar mientras hablaba -Queríamos ver mundo y encontrar un hogar para nosotros... casarnos, formar una familia... -suspiré -Mi abuela nunca me dejaba salir y siempre me hacía llevar una caperuza roja, decía que era para protegerme del lobo... aunque en realidad era para proteger a los demás de mi.

Realmente quería sacarme de mis casillas. Bufé y fingí que no la había escuchado al llamarme de aquella manera, pues tenía que tener muy claro por donde navegaba. Y ella debió notarlo cuando di un viraje repentino y todo el barco se zarandeó. Si hubiese seguido avanzando habríamos cruzado el límite marítimo de la ciudad, y Ella hubiese perdido la memoria, por lo que me habían contado.

_ Al menos tú tuviste una familia que te quisiera. Mi madre murió cuando yo nací, y mi padre me abandonó para huir de la justicia._ Le dije, mientras volvía a recuperar el control del navío. Al final había tenido que tomar el mismo trabajo que él, y por eso probablemente hubiese decidido no tener hijos._ Y ahora estás atrapada en esta ciudad, otra vez. Siento pena por ti, preciosa.

No entendía por qué no optaba por la solución más sencilla, cruzaba el límite y le borraba la memoria, atajando el problema de la loba de una vez por todas. Pero sencillamente no pude hacerlo. Había arrancado vidas, pero borrar una por completo, era algo que estaba fuera de mis límites.

Me entristeció la historia que contó el capitán, yo siempre había tenido a la abuelita, eso era cierto. Mi infancia había sido feliz, llena de cuentos y cariño, aunque no tenía a mi madre, pero por lo menos cuando era un bebé sentí el calor de sus brazos durante pocos meses, que por supuesto es imposible recordar. Me senté en la barandilla mirando el mar. -Lo lamento, manco-No iba a dejar de llamarle así hasta que no me llamara por mi nombre, me negaba a ser un adjetivo, ya tenía bastante con los escasos capullos que pasaban por Granny's. -Estoy donde he de estar, atrapada, pero con mi familia, siendo parte de algo.

Comencé a sentir que nos acercábamos a los límites de Storybrooke, si continuaba iba a volver a perder la memoria. El corazón se me paró un momento, probablemente lo haría para evitar que yo dijera nada, pero para mi sorpresa viró el barco para no cruzar la línea.

Cuando eso sucedió busqué sus ojos, y le pregunté un silencioso ¿por qué? tenía la solución ahí mismo, el mayor peligro era tener un licántropo descontrolado suelto por la ciudad, pero ese no era su problema. Bajé de donde estaba sentada y me acerqué a él hasta quedar en el lado opuesto del timón, mirándolo fijamente. Lo que acababa de hacer carecía de lógica, yo lo agradecía pero cualquiera con la oportunidad de deshacerse de un problema como el que yo suponía lo habría hecho sin pensarlo. -No entiendo nada manco -dije algo atónita -era la solución perfecta... no acabo de entenderte... -me estaba desconcertando -Cualquier otro no me habría dejado ver la luz de un nuevo día, tú sin embargo me tienes aquí sabiendo que en luna llena me transformaré, has tenido la opción de borrar mis recuerdos y me has evitado volver a perderme... ¿Qué estás haciendo? -No es que no quisiera seguir viviendo, pero no le encontraba sentido. A lo largo de mi vida había visto mucha maldad, pero este hombre era un auténtico misterio.

Banda sonora
La reacción que ella tenía había sido prácticamente la que había esperado. Podía haberme librado del problema, pero no lo hice. Sencillamente es que hacerle eso a alguien no tenía sentido para mí. Era un absurdo. Cuando se me plantó delante la miré con fijeza unos instantes antes de contestar.

_ Me temo que os han contado historias erradas sobre mi persona. No soy la clase de hombre que tiene a una mujer pudriéndose en una celda si puede evitarlo._ Le dije, con sorna en mis palabras. En parte estaba ofendido por aquello. Yo podía ser muchas cosas, pero ante todo era un caballero._ Ni tampoco la clase que dejaría a una persona sin su vida tan sólo porque quiera que olvide una sola cosa.

Aparté la mirada mientras tomaba rumbo de nuevo hacia puerto. No tenía ganas de seguir teniendo aquella conversación que sólo podía tener un final agrio. Aunque como siempre, volver a centrarme en la navegación enfrió mi humor. Y para cuando habíamos llegado a puerto, mi ira había desaparecido.

Me sorprendía lo mucho que me había afectado lo que había hecho. No me cabía en la cabeza que alguien que supuestamente era un villano, un hombre malvado que solo se preocupaba de si mismo. Él no era así... tenía una rabia y un envenenamiento interno más grandes de lo que había visto en ningún hombre, debió de querer mucho a la mujer que le arrebataron. Aunque me apartó la mirada yo no dejé de observarle, aunque no lo reconocería, ese hombre estaba empezando a fascinarme, ya había descubierto que todos los que habían ido por el camino del mal tenían su razón y que todos un día fueron buenos, tenía el caso de Regina y Gold delante de mis narices. Regina deseosa de cambiar por Henry y Gold curando su alma al lado de Bella.

Pero él no tenía a nadie, era un pobre amargado y por un momento, cuando había hablado de la muerte de su madre y el abandono de su padre de haber estado en otras circunstancias y de haber tenido más confianza le habría dado alguna muestra de cariño. Yo era así, el espíritu empático del lobo. ¿Por qué saldría a pasear a noche? ¿Por qué en lugar de esconderse y no decir nada decidió arriesgarse y habló conmigo? Algo que a decir verdad me ha costado bastante caro. Ese pirata me estaba dejando con tres mil incógnitas que resolver, me sentía como si estuviera realizando un problema de álgebra del que no tenía ni idea. Me quedé en silencio hasta que llegamos de nuevo al puerto.


La curiosidad me podía, necesitaba saber por qué estaba sucediendo esto, si algo me había quedado claro es que las cosas no pasaban por casualidad, sino por caprichos del destino. -Killian... ¿por qué dejaste que te viera? Podrías haberte escabullido y nos habríamos ahorrado esto. -dije recorriendo el timón con las manos caminando sin rumbo alguno. No me había dado cuenta de que lo había llamado por su nombre, de haberlo hecho me habría mordido la lengua.

Era la pregunta que me había estado temiendo. Sencillamente estaba cansado de que la única persona con la que había hablado hubiese sido una bruja sin corazón que me dejaría tirado a la primera de cambio. Estaba harto de estar solo, de que el recuerdo de Milah me persiguiese continuamente.

_ Tuve un descuido, eso es todo._ dije, aunque no me lo creía ni yo. Además, probablemente ella hubiese seguido mi olfato siendo la clase de criatura que era. Lo cierto es que estaba disfrutando de su compañía, me pesase lo que me pesase._ Además, nunca dejo pasar la oportunidad de conocer a una beldad, especialmente si está sola.

Eché el ancla y esperé a que el barco se calmara antes de sacar la caña de pescar y prepararme para algo más. Le lancé otra a Ruby, para indicarle que se pusiese a pescar conmigo, a decir verdad tampoco había mucho más que hacer en el barco, estando parado y sin tripulación.

Lo miré con una mueca irónica en el rostro ante su contestación, claro estaba que no me diría el por qué lo hizo... de momento. Lo poco que pude deducir ya lo había deducido desde a noche: la soledad. No sé quien sería su acompañante, pero por lo visto no tenían mucha conversación. Era ya más de medio día y no lo había visto desaparecer para hablar con nadie y tampoco había venido nadie así que mucha comunicación entre ellos no había. -Já, manco, no creo que tú seas de los que vayan teniendo descuidos que puedan llevar al desastre por una noche loca -dije cambiando un poco de actitud, puede que estando seria no arreglara nada.

-Veo que esa oportunidad te ha pasado factura -digo fingiendo dramatismo -ahora tienes una mujer lobo en el barco -bromeé un poco. Cogí la caña al vuelo y sin mirar, esos reflejos eran cosas de lobos, como mi fuerza, aunque a diferencia del resto de instintos sobrehumanos era el que menos destacaba. Me senté con las piernas colgando en la barandilla, puse como cebo restos del pescado de esta mañana y lancé la caña. También supuse que en materia culinaria sabría solo sobrevivir, me pregunté a mi misma cuando fue la última vez que ese hombre comió algo decente y me asustaba lo que pudiera haber en la cocina del barco si es que por algún casual había cocina.

-Me temo que a parte de pescado no habrás comido nada más alegre ¿verdad? -dije tratando de llevarlo por un tema banal para más adelante coger un tema más serio. Si Garfio creía que iba a librarse de Ruby Lucas lo llevaba muy claro. -Mi abuela y yo llevamos una cafetería, bueno... podría decirse que es LA cafetería, todo el mundo adora nuestra cocina, tanto en desayunos como en comidas y cenas -dije mirando distraída a ver si picaba algún distraído pez y mirándolo de reojo de vez en cuando

Mi impresión hacia la chica era cada vez mejor. Era aburrido pescar solo, sin tener nadie con quien hablar, haciéndolo únicamente por comer, sin la alegría de que aquello supusiese un rato agradable. Me hizo gracia su comentario sobre la comida, que era algo que a decir verdad no me preocupaba mucho.

_ Bueno, hay algunas conservas en la despensa. Y por supuesto Ron. Aunque por costumbre es mejor intentar conseguir algo fresco antes de atracarla._ No picaba nada, estaba claro que el puerto había dado todo lo que tenía que dar._ Apuesto a que la echas de menos, pero no te preocupes, volverás cuando hayas acabado aquí, y volverás a tu apacible y tranquila vida sin piratas.

Lo dije sin darle la importancia que realmente tenía. Sabía que no había nada que ella pudiese desear más que volver con su familia, y regresar a la vida de la que la había separado. Y dicho sea de paso, la vida que ahora mismo alguien se estaba encargando de rellenar. Aunque a mí eso no me concernía.

Los peces no picaban, habría que ver que íbamos a comer hoy y por lo visto este hombre tenía una despensa pobre. Había escuchado historias de algún que otro marino retirado que vivía en la pequeña aldea en la que crecí, de los pocos que llegaban a la vejez siempre oía que el mayor problema de los viajes en barco era la escasez de alimentos frescos cosa que a muchos los llevaba a la muerte.
-Estamos en un pueblo pesquero, pero está claro que los peces no rondan por el puerto -suspiré mientras veía que aquí no picaban ni los más tontos. -Ahora mismo Granny's estará a rebosar... me imagino

Me preocupaba mucho mi familia, que no solo era la abuelita, no sé si me estarían buscando, si no lo harían, no sé si estaría pasando algo malo en la ciudad o si está tranquila. Y por supuesto quería volver con ellos pero por un momento la idea de no volver a ver al pirata me dolió. -¿Piensas soltarme en algún momento? -dije medio en broma, por supuesto que quería salir de este barco, me sentía atrapada y no había nada más cruel que encerrar a un lobo -¿Qué harás tú cuando acabes lo que has venido a hacer aquí? -pregunté curiosa, lo cierto es que no quería que se fuera -Tampoco ha sido ningún descalabro conocer a un pirata, he conocido cosas peores... y me las he visto peores, a decir verdad -eso más que un comentario era un pensamiento en voz alta

Seguía hablando una vez más de su cafetería. Lo cierto es que me apetecería ir por cómo hablaba de ella. Pero los dos sabíamos que no íbamos a salir del barco en algún tiempo. A menos que recibiera cierta colaboración, y no pensaba contarle a Cora más de lo que ya le había dicho. Bufé y solté la caña porque realmente tenía razón, teníamos que haber pescado en el mar abierto.

_ No tengo nada más que hacer cuando termine. La venganza es un final, jamás un principio._ Me quedé mirando las aguas fijamente. Observé los reflejos del sol en las aguas, fingiendo que era algo realmente interesante a pesar de ser algo que había contemplado todos los días de mi vida._ Te soltaré cuando pueda hacerlo, no te inquietes. Y tendrás una historia que contar a tus amigas.

Me preguntaba a qué clase de seres serían a los que se refería con sus últimas palabras, pero no osé preguntar. En mi historia también oí hablar de muchos seres, y otros muchos los vi con mis propios ojos.

A pesar de que los peces no picaban seguí sin recoger la caña, pues siempre podía haber una pequeña posibilidad de que algún pez despistado se pasease por el puerto y terminara siendo nuestra comida. También podría atracar algún pesquero y como no veían el barco pirata podría tratar de enganchar algún pez de barco a barco, sería como pescar patitos en la feria. No estaba bien robar, por supuesto, aunque que se lo digan a Blanca, cuando la conocí estaba robando huevos en mi corral, el recuerdo de aquel día me hizo sonreír, en esa época pese a vivir atormentada por el lobo aún no me había dado cuenta de lo que latía en mi interior cada luna llena deseando que me quitara la caperuza.

-Tiras la toalla muy pronto ¿no, manco? -comenté cuando lo vi retirar la caña. Sus palabras me hicieron poner una expresión algo triste. -¿No prefieres buscar un nuevo principio? -me aventuré -Aún tienes mucha vida por delante... -me referí a su juventud puesto que no debía ser más de cinco años mayor que yo, y si lo era lo disimulaba bastante bien -la venganza es vacío.

Me encogí de hombros cuando dijo que algún día me soltaría y puede que el día que me soltara me doliera abandonarlo, no era mala compañía, algo cascarrabias, pero tenía sus momentos, como el de a noche. Estaba intrigada por saber por qué Rumplestilskin mató a su amor, pero no se lo iba a preguntar, si él quería lo contaría y si no quería me quedaría con las ganas de saberlo. -He visto empezar de cero hasta a la más horrible de las personas, solo ha necesitado una segunda oportunidad -aunque a decir verdad Bella era la reina de las segundas oportunidades, no sé cuántas le habrá dado a Gold en lo que lleva de semana.

Segundas oportunidades. La gente hablaba de ellas con ligereza. Había escuchado que la reina se había dado a sí misma una nueva oportunidad. Aquello me había producido risas en su momento, porque casi había asumido que una vez se da cierto paso, que a decir verdad no consideraba haber dado, no había vuelta atrás.

_ ¿Qué motivo tengo para buscar un nuevo comienzo? De una forma u otra estoy solo. Y voy a seguir estándolo._ Le dije, con el tono amargo. Guardé la caña y saqué de mi cinturón una botella de ron, a la que di un buen trago. Se podría decir que dicha bebida era mi única compañera fiel._ No hay razón para que dé un paso atrás. ¿Sabes? La venganza que lo último que me resta.

Sabía que nunca me sentiría en paz, pero si abandonaba mi deseo de venganza no tendría nada. Pero si la dejaba, tampoco tendría nada que hacer o motivo por el que vivir. Estaba en una encrucijada y por ello no tenía más remedio que seguir con la venganza como hasta ahora.

Dejé la caña bien sujeta para que se mantuviera sin necesidad de tener que sujetarla yo. La soledad era algo que no le deseaba a nadie, ni siquiera al hombre que me tenía atrapada. Esas palabras me habían tocado el corazón, por un momento me daba igual que esto pareciera el síndrome de Estocolmo, pero ver como estaba el pirata y no hacer nada me parecía algo inhumano, tiene gracia que lo piense yo, pero me parecía inhumano.

Además, tenía algo que me fascinaba, si, parecía una locura, pero lo hice. Me acerqué poco a poco a él, le quité la botella y le cogí la mano, lo miré me encogí de hombros levemente -Yo no te dejaría solo Killian -mi voz sonaba tímida y en realidad temerosa por haber empeorado la situación.


En ese momento oí como la caña se agitaba, con desgana me separé de él y fui a sacar corriendo al pez que había picado. Parecía que no íbamos a tener suerte, pero ahí estaba. No es que fuera un pescado grande pero nos valdría por ahora. Lo saqué del anzuelo y lo dejé en un cubo. Mi cabeza a la par que pensaba en lo que acababa de hacer con respecto al pirata también pensaba en como hacer el pescado y comer con un mínimo de decencia.

Ella no me dejaría solo. Esas palabras me llegaron muy hondo. Y supe que no estaba mintiendo, porque en cuanto las dijo la gema del cinturón se tiñó de azul y se cayó al suelo, aunque la pesca en dicho momento pareció impedir que se diese cuenta. No pude decírselo, porque supuse que saldría corriendo de nuevo al café.

_ Al final parece que cenaremos algo más que carne seca..._ musité mirándola. Quería confiar en mí, quería darme otra oportunidad. Y no pude evitar mandar a Cora a paseo mentalmente. Cuando me miró de nuevo, suspiré y le mostré el cinturón._ Tu has ganado, preciosa. Eres libre. Pero acabas de hacerme una promesa, y la vas a tener que cumplir.

La miré severamente y luego sonreí. Se podría decir que no la había retenido casi nada, pero me había hecho plantearme toda mi vida. ¿Realmente me había permitido el lujo de pensar en otra persona? Así había sido, pero no esperaba que se repitiese. Sería triste volver a estar solo, y estaba empezando a lamentarlo.

Me sequé las manos en la camisa que tan grande me quedaba, no sabía que acababa de ganarme mi libertad pues no me había dado cuenta de que el cinturón se había soltado y se había deslizado por mis caderas hasta llegar al suelo. Lo que acababa de decir y sentir me había puesto nerviosa porque era la primera vez en mucho tiempo que trataba así a un hombre. Con David era diferente, para mi él y Blanca eran como hermanos, mi familia, gente que no me había despreciado tras ver como había matado, aunque a decir verdad fui una buena aliada en tiempos de guerra que también prefiero olvidar.

Me quedé sorprendida al ver que mi jaula se había abierto. Mi parte más animal, la que conectaba con los instintos del lobo me instaba a salir corriendo de ese barco porque ansiaba la libertad, a pesar de haber estado poco tiempo retenida. Pero le había dicho que no lo iba a dejar solo y no quería dejarlo solo, a decir verdad no quería alejarme de él. Desvié la mirada hacia las escaleras que me darían el paso a la libertad, a volver con mi familia, pero después me giré hacia él y sonreí. Para muchos sonará como si hubiera perdido la cabeza, pero nunca había tenido tan claro donde estaba el Norte como en este momento.

Caminé hacia él y acaricié su rostro con timidez, su espesa barba me pinchaba los dedos, pero era un tacto agradable. Sonreí con timidez y le miré fijamente -Y pienso cumplirla -el tema de mi desaparición de Storybrooke ya lo trataría con él en otro momento, ahora no tenía muy claro que estaba pasando. Mi cerebro le había dado al off momentáneamente y no sé que me guiaba en estos momentos. -Siempre trato de cumplir las promesas que hago, no voy a dejarte solo... la traición no es mi estilo.

He de decir que esa mujer no dejaba de sorprenderme. Cualquier otra persona en su situación habría salido corriendo en cuanto se diese cuenta de que la situación así lo requería. Ella, en cambio, se había quedado a pesar de que era completamente libre. Y su mirada clavada en mí me estaba poniendo nervioso. Colocó las manos sobre mi rostro y por un momento me quedé congelado. Sus manos eran cálidas y suaves, en nada comparables a la mía propia, áspera como la de todos los marinos. Sin embargo no pude evitar acariciarle el suyo.

Hacía mucho que no acariciaba el rostro de una mujer, no desde que Milah estaba conmigo. Ella había sido el eje de mi vida, y ahora, sin ella, me sentía completamente vacío y desamparado. Y entonces lo sentí. Sentí un calor apoderarse de mi pecho, la llamada de que la persona que estaba delante de mí era especial. Era un sentimiento que rechazaba, pero contra el que temía no poder luchar. Ella me tenía fascinado, con su comportamiento irracional, con su innegable atractivo, con su decisión de tomar siempre la decisión correcta, y porque demostraba una lealtad que podría compararse acertadamente con la de un lobo.

_ Eso lo supe en cuanto te encontré. Pude ver que eras una buena persona._ No sabía cuánto tiempo llevábamos mirándonos, pero no podía apartar mis ojos de los suyos, y tampoco deseaba hacerlo. Mi mano seguía sobre su rostro, y no me negué el capricho de apartarle el cabello y colocárselo detrás de la oreja. Aquel era un gesto simple, banal, pero entre las muchas cosas que había hecho durante siglos, colocar el cabello detrás del cabello de una mujer no era una de ellas._ Un tipo de persona que no había visto desde hace muchos años.

Su tacto era áspero pero agradable, estaba acostumbrada a las caricias de las ásperas manos de un herrero, pero al contrario de lo que me pensaba la del marino la superaba. Sonreí sincera cuando noté el calor de su mano en mi cara. Hacía mucho tiempo que un hombre no tenía ese gesto conmigo... aunque mejor dicho no es que lo dejara. Como la Ruby maldita imagino que me habré dado el lote con alguno que otro, pero si algo sabía era que nunca había llegado al final. Peter y yo nunca llegamos a hacer nada, a parte de compartir fugaces besos en el postigo y otros más apasionados e intensos en el establo pero en aquella época éramos bastante pavitos.

Aún no sabía muy bien de que iba esto pero por primera vez en treinta años mi corazón parecía volver a inquietarse y no en el mal sentido. Eso me preocupaba bastante no por el hecho de que fuera un pirata o que probablemente estar a su lado me traería más de un dolor de cabeza y no precisamente me lo causaría él, sino porque la última vez que amé, él salió muy mal parado. Y me daba miedo volver a amar y volver a hacerle daño a alguien a quien quisiera de esa manera. Por mucho que controlara sería peligrosa siempre, aunque si no dejaba de pensar en mi como un monstruo, tal como dijo mi madre durante el poco tiempo que estuve con ella, podría perder el control de mi misma.

Sus palabras me hicieron sonreír y el gesto que tuvo al colocarme el mechón tras la oreja me hizo sonrojarme un tanto. Instintivamente giré un poco la cara y deposité un casto beso en su mano -Puede que suene como una locura... sobretodo desde mi punto de vista, pero creo que la otra noche estaba en el lugar indicado a la hora exacta... no ha sido malo del todo ser tu prisionera -bromeé un poco. Parecía mentira que la pasada noche me secuestrara y ahora con mi libertad a tan solo un par de golpes y una buena carrera me quedara ahí haciendo... no sabía muy bien que estaba haciendo.

Una parte de mí agradeció que apartara la mirada, porque estaba a punto de perder la cabeza. Lo que estaba haciendo era una completa locura y a pesar de ello, hacía tiempo que no me sentía más seguro de algo en mi vida. Yo la había apresado, pero sin embargo sentía que el que estaba atrapado era yo. Y no era algo que lamentase. En ese momento supe, que deseaba besarla, pero no podría conseguir uno de esos besos robados que tanto tiempo había estaba coleccionando durante mi periplo por los mundos. No con ella, porque sabía que entonces si que saldría mal parado.

_ O quizás estabas en el lugar menos adecuado en el momento más inoportuno, según quieras mirarlo. Aunque admito que haces que me sienta halagado._ Le confié, mientras la observaba una vez más. Sabía que pronto se iría. De una manera o de otra tendría que marcharse, puesto que si Cora la descubría, tendríamos graves problemas. Aunque estaba seguro de que tenía otras preocupaciones en aquellos momentos, unas que concernían en especial a sus hijas._ Creo que es mejor que te pongas algo más apropiado, que no te haga tropezar, preferiblemente.

Durante mucho tiempo por los mares habían circulado historias sobre mí. Y estaba seguro de que ninguna de ellas narraba nada parecido a lo que Ruby estaba contemplando. Sin embargo, mientras descendía al camarote, preguntándome si al final cambiaría de opinión y se marcharía, no dejaba de darle vueltas a todo, y eso incluía el garfio, a decir verdad. Se había salido de su eje y había tenido que ajustarlo.

Sus ojos eran un mar de amargura, lo supe desde la noche que los miré frente a frente. Pero parecía que esa amargura se aliviaba cada vez que sonreía. Una sonrisa traviesa pero a la vez encantadora. Me quise coger por los hombros y zarandearme a mi misma, lo que estaba haciendo y sintiendo era un disparate. ¿Por qué simplemente no me iba y alarmaba de que algo muy gordo estaba pasando? Desconocía lo que se estaba cociendo fuera del barco pero... no quería ni imaginar como se quedaría el hombre que estaba delante de mi, su sonrisa tras haberle dicho que no lo dejaría solo era una buena causa para quedarme junto a él.
-Depende de quién lo mire, ahora tienes un licántropo en el barco... -murmuré algo más tímida.

Tras un momento de tensión en el que de haberse acercado lo hubiera besado sin lugar a dudas agradecí que sacara la escusa de mi vestuario. Iba con uno de sus pantalones que me quedaba largo y ancho y de la camisa podría decirse lo mismo.
Escuché como le daba vueltas al garfio, parecía nervioso o pensativo... o ambas cosas. -A estas alturas mi ropa ya estará seca -comenté mientras descendíamos para romper el silencio. -No hace falta que te preocupes por mis posibles caídas, tengo buenos reflejos. -Nuevamente, cosas de lobos.

Una vez en el camarote del capitán cogí el vestido que llevaba ayer, ya estaba seco aunque algo tieso por el agua del mar, al igual que las medias negras y mis botas... bueno, creo que es algo de lo que ya me puedo olvidar, estaban siniestro total.