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You know it's not worth trying [Edric]
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You know it's not worth trying [Edric]
¿Un día ajetreado en el hospital? Era lo más normal del mundo, y Charlie ni podía ni quería quejarse, ya que si se había hecho doctora era porque le gustaba el frenético ritmo que había en los pasillos del edificio. Estaba bien, estaba en su ambiente, e ir de aquí para allá con expedientes médicos e historiales no le molestaba en absoluto. Con la melena castaña recogida en una coleta alta, se había pasado la mañana trabajando con los pacientes que habían ido a sus sesiones de quimioterapia, y aunque no era la cosa más feliz del mundo para ver, o estar presente, confiaba en que la gran mayoría de ellos se recuperarían de la enfermedad. Además, el no tener apenas tiempo para sí no le importaba demasiado, ya que no tenía demasiados asuntos personales que poner en orden. Toda su vida privada se reducía a salir muy de vez en cuando alguna noche, y a algún que otro ligue esporádico para una o dos noches. ¿Para qué iba a querer o necesitar más horas libres, para quedarse sentada delante del televisor viendo una película y comiendo palomitas? Mejor no, aprovechaba más el tiempo si estaba trabajando.
Sin embargo, todo el mundo tenía que parar para comer algo, y Charlie no era ninguna excepción a la regla. Así que, cuando acabó con la última de las visitas que tenían programadas para la mañana, colgó la bata por un rato y se dirigió a la cafetería del centro para coger algo que le llenara el estómago, y poder afrontar con ello el resto de la jornada. Y tan tranquilamente. No tardó en decidirse por uno de los bocadillos que habían en el mostrador, y en pagar por él, además de por una lata de refresco, con parte de las monedas que llevaba en el bolsillo de los pantalones vaqueros. Era bien sabido por todos que la comida de la cafetería del hospital no era precisamente de la mejor calidad posible, pero era algo, y le iba a servir. Tendría que hacerlo.
Con su comida en una bandeja, se sentó en una de las mesas del rincón más alejado de la puerta de entrada, y se echó hacia atrás en la silla, poniéndose cómoda. Consultó su reloj, con curiosidad. Tenía cuarenta y cinco minutos antes de tener que aparecer por el área de consultas para las dos horas que le quedaban hasta terminar su jornada, lo que descartaba por completo la prisa para comer. Abrió la lata, y dio un pequeño sorbo a la Coca-Cola, antes de empezar a quitar el plástico que protegía el bocadillo. Con tranquilidad. Tampoco la esperaba nadie.
Sin embargo, todo el mundo tenía que parar para comer algo, y Charlie no era ninguna excepción a la regla. Así que, cuando acabó con la última de las visitas que tenían programadas para la mañana, colgó la bata por un rato y se dirigió a la cafetería del centro para coger algo que le llenara el estómago, y poder afrontar con ello el resto de la jornada. Y tan tranquilamente. No tardó en decidirse por uno de los bocadillos que habían en el mostrador, y en pagar por él, además de por una lata de refresco, con parte de las monedas que llevaba en el bolsillo de los pantalones vaqueros. Era bien sabido por todos que la comida de la cafetería del hospital no era precisamente de la mejor calidad posible, pero era algo, y le iba a servir. Tendría que hacerlo.
Con su comida en una bandeja, se sentó en una de las mesas del rincón más alejado de la puerta de entrada, y se echó hacia atrás en la silla, poniéndose cómoda. Consultó su reloj, con curiosidad. Tenía cuarenta y cinco minutos antes de tener que aparecer por el área de consultas para las dos horas que le quedaban hasta terminar su jornada, lo que descartaba por completo la prisa para comer. Abrió la lata, y dio un pequeño sorbo a la Coca-Cola, antes de empezar a quitar el plástico que protegía el bocadillo. Con tranquilidad. Tampoco la esperaba nadie.
Charlotte A. Saunders- #.Goddess
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Re: You know it's not worth trying [Edric]
El ojiazul estaba aburrido ¿y qué era peor que un hombre aburrido? Edric. Sí, quizás era porque nunca había sido un hombre o quizás era porque estando aburrido era demasiado entrometido. Él era consciente de este hecho, por eso primero había intentado distraerse insultando a las enfermeras, luego había ido a su despacho a jugar con su pelota roja, más tarde se había puesto música a todo volumen y poco después había ido al despacho de su mejor amigo en busca de un ser al que molestar. Pero nada de eso no había funcionado, lo del oncólogo habría bastado de no ser porque al parecer había ido a almorzar con su nuevo ligue.
Y ya eran las dos de la tarde. Y ahora el medico estaba aburrido y hambriento. Resopló, tomó su bastón y salió de su despacho en busca de una nueva manera de distraerse. Quizás podía irse de allí antes, sin hacer su ronda de consultas y así evitar tener que aguantar a gente absurda fingiendo estar acatarrados para no ir a trabajar. O quizás podía robar algo de comer y luego irse. Asintió como si hubiese decidido aquello en voz alta y se encaminó a la cafetería.
Naturalmente, estaba llena de personal del hospital y algunos visitantes que se habían colado entre la multitud. Pasó por al lado de unos pocos. Con cierta rapidez, adquirida por las veces que ya lo había hecho, robó un paquete de patatas de la bandeja de una enfermera que ligaba distraída con un medico casado, le quitó un sándwich a al hijo del jefe del departamento de neurocirugía y una natilla a un desconocido que acababa de pagar su bandeja en caja. Nadie vio o dijo nada, ya fuese porque lo temían o porque estaban harto de que aquello se repitiese cada tres de cada dos veces.
Sus intensos detectaron a su antigua pareja de forma automática y, antes de que él mismo se diese cuenta, se estaba sentando frente a ella y sacando todo su botín de los bolsillos de su chaqueta. - ¿Puedo sentarme? - preguntó de forma absurda, dado que ya estaba sentado y acomodado con sus cosas en la mesa y porque si decía que no, igualmente, no se iba a mover de allí. Ya tenía distracción para un tiempo. Concretamente los 45 minutos que la doctora solía darse para comer.
Y ya eran las dos de la tarde. Y ahora el medico estaba aburrido y hambriento. Resopló, tomó su bastón y salió de su despacho en busca de una nueva manera de distraerse. Quizás podía irse de allí antes, sin hacer su ronda de consultas y así evitar tener que aguantar a gente absurda fingiendo estar acatarrados para no ir a trabajar. O quizás podía robar algo de comer y luego irse. Asintió como si hubiese decidido aquello en voz alta y se encaminó a la cafetería.
Naturalmente, estaba llena de personal del hospital y algunos visitantes que se habían colado entre la multitud. Pasó por al lado de unos pocos. Con cierta rapidez, adquirida por las veces que ya lo había hecho, robó un paquete de patatas de la bandeja de una enfermera que ligaba distraída con un medico casado, le quitó un sándwich a al hijo del jefe del departamento de neurocirugía y una natilla a un desconocido que acababa de pagar su bandeja en caja. Nadie vio o dijo nada, ya fuese porque lo temían o porque estaban harto de que aquello se repitiese cada tres de cada dos veces.
Sus intensos detectaron a su antigua pareja de forma automática y, antes de que él mismo se diese cuenta, se estaba sentando frente a ella y sacando todo su botín de los bolsillos de su chaqueta. - ¿Puedo sentarme? - preguntó de forma absurda, dado que ya estaba sentado y acomodado con sus cosas en la mesa y porque si decía que no, igualmente, no se iba a mover de allí. Ya tenía distracción para un tiempo. Concretamente los 45 minutos que la doctora solía darse para comer.
Edric A. Doyle- #.God
- Mensajes : 17
Re: You know it's not worth trying [Edric]
El ambiente de la cafetería estaba bastante dentro de lo normal. La gente hablando, haciendo cola para pagar, alguna parejita acaramelada en una mesa, algún familiar de algún paciente preocupado con una taza de café por pasar la noche en vela... Sí, cualquier trabajador del hospital que hubiera comido más de dos veces en aquel local estaba acostumbrado a aquello. No era lo más agradable del mundo, desde luego. Granny's era mucho más acogedor, y la comida de mucha más calidad. Pero era lo que había, y tocaba conformarse con ello. Las cosas funcionaban de esa manera. Así que Charlie se centró en sus asuntos. Concretamente, en su bocadillo y en su lata de refresco, que constituían su comida, y por tanto, lo más interesante que había en la estancia para ella. Por lo menos, hasta que Doyle entró en la sala.
Con una expresión de total tranquilidad, levantó la cabeza al oír el habitual -y, por lo general gracias a la persona que lo utilizaba, odioso- repiqueteo del bastón que llevaba el médico sobre el suelo de la cafetería, y al verlo, efectivamente, entrar, arqueó una ceja, con puro escepticismo. Se negaba a pensar que hubiera bajado a comprarse la comida. Prácticamente no lo había hecho nunca, y no iba a empezar en aquel momento. Y, evidentemente, Charlie tenía razón. No pudo sino poner los ojos en blanco, y esbozar una pequeña sonrisa incrédula, irónica, mientras se comía su bocadillo, al ver cómo Edric conseguía arrasar con las compras de otra gente hasta conseguir algo para comer él. Siempre lo conseguía, y ya fuera por temor a las represalias o por cualquier otro motivo, nadie se quejaba nunca, de manera que el jefe del departamento de diagnóstico se salía siempre con la suya. Qué alucinante. La verdad es que era un espectáculo digno de ver.
Lo que no se esperaba, sin embargo, era que se dirigiera precisamente a su mesa, y alzó también la otra ceja al verle acercarse. Eso sí que era nuevo. Generalmente, ni siquiera se cruzaban, lo cual a ella ya le estaba bien. Pero parecía que aquel día le iba a tocar aguantarle un rato, porque el que Doyle cambiara de opinión sí que no iba a suceder. Y menos si tenía ganas de fastidiar. Cuando oyó su pregunta, sobre si podía sentarse, se encogió de hombros, dando a entender que le daba lo mismo. Si total, ya se había apropiado del sitio. - Ponte cómodo. Más de lo que ya estás, digo. - Eso sí: en un gesto que revelaba claramente que no pensaba permitirle que se adueñara también de su comida, alejó de su alcance la mitad del bocadillo que quedaba en el envase de plástico, y cogió con la mano que tenía libre la lata de Coca-Cola. No se fiaba de él, para nada. Que ya se conocían.
Con una expresión de total tranquilidad, levantó la cabeza al oír el habitual -y, por lo general gracias a la persona que lo utilizaba, odioso- repiqueteo del bastón que llevaba el médico sobre el suelo de la cafetería, y al verlo, efectivamente, entrar, arqueó una ceja, con puro escepticismo. Se negaba a pensar que hubiera bajado a comprarse la comida. Prácticamente no lo había hecho nunca, y no iba a empezar en aquel momento. Y, evidentemente, Charlie tenía razón. No pudo sino poner los ojos en blanco, y esbozar una pequeña sonrisa incrédula, irónica, mientras se comía su bocadillo, al ver cómo Edric conseguía arrasar con las compras de otra gente hasta conseguir algo para comer él. Siempre lo conseguía, y ya fuera por temor a las represalias o por cualquier otro motivo, nadie se quejaba nunca, de manera que el jefe del departamento de diagnóstico se salía siempre con la suya. Qué alucinante. La verdad es que era un espectáculo digno de ver.
Lo que no se esperaba, sin embargo, era que se dirigiera precisamente a su mesa, y alzó también la otra ceja al verle acercarse. Eso sí que era nuevo. Generalmente, ni siquiera se cruzaban, lo cual a ella ya le estaba bien. Pero parecía que aquel día le iba a tocar aguantarle un rato, porque el que Doyle cambiara de opinión sí que no iba a suceder. Y menos si tenía ganas de fastidiar. Cuando oyó su pregunta, sobre si podía sentarse, se encogió de hombros, dando a entender que le daba lo mismo. Si total, ya se había apropiado del sitio. - Ponte cómodo. Más de lo que ya estás, digo. - Eso sí: en un gesto que revelaba claramente que no pensaba permitirle que se adueñara también de su comida, alejó de su alcance la mitad del bocadillo que quedaba en el envase de plástico, y cogió con la mano que tenía libre la lata de Coca-Cola. No se fiaba de él, para nada. Que ya se conocían.
Charlotte A. Saunders- #.Goddess
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