Buscando talismanes como me enseñaron en Tulum (Anne Bonny)

Banda sonora

Había dos cosas que no me podía quitar de la cabeza desde que había recuperado la memoria. La primera era que echaba de menos a Boon y que me las iba a apañar para recuperarla. Y la segunda, y la que me parecía más apremiante en aquel momento era recuperar mi aspecto. No es que no me gustase ser Joanne, después de veintiocho años me había acostumbrado, pero lo cierto es que desde que recordaba ser Edward no podía mirarme al espejo sin provocar reacciones que no deseaba. Además, no quería que Boon ni mi tripulación, si es que seguían vivos, me viesen así. No serían capaces de tomarme en serio.

Y por ello estaba allí aquella noche, buscando entre los tratos del ser oscuro. Tenía claro que no iba a aceptar ninguna cantidad de dinero a cambio de un remedio para mi problema, a él el dinero no le interesaba. Iba encontrar algún talismán para cambiar de sexo por mí misma y entonces no tendría que preocuparme por lo que Bonny o los marineros pensaran. Aunque en aquel momento, fue un pequeño ruido lo que llamó mi atención. Oí pasos. Sabía que no era Gold porque él hubiese sido mucho más fácil de identificar con el característico sonido de su bastón.

_ No sé quien eres pero ten por seguro de que no tienes idea de con quién te has topado._ Dije, con toda la tranquilidad del mundo. Cogí una espada de un expositor y la blandí. Mi centro de gravedad era un poco distinto con al masculino, y probablemente no me viese capaz de usar dos espadas como antaño, pero podría manejarme con una sola sin el menor inconveniente. Siguiéndome por el oído, me giré a tiempo para evitar ser atacada por la espalda. Aunque, de no ser por mis gafas de sol, mi interlocutora habría visto como mis ojos se abrían de par en par fruto de la sorpresa._ ¿Bonny? ¿Cómo diablos has llegado aquí?

Decidamente era Bonny. Parecía que al final sí que iba a tener que contarle lo que me había pasado. Quería rodearla con los brazos, abrazarla y no soltarla. Pero no podía si no sabía quien era yo. Probablemente me terminase disparando y entonces sí que sería difícil explicarle lo que estaba pasando. Di un paso atrás y me quité las gafas, dejándolas sobre el mostrador. La espada repiqueteó cuando la dejé caer al suelo y comencé a entonar aquella canción.


Aquella canción que, al escuchar de sus labios, me hizo darme cuenta de que estaba enamorado de Boon. Aquella canción tan irlandesa que me llegaba al alma. Sonaba bien en mis labios, aunque no tanto como lo hacía cuando era ella quien la cantaba. Estaba segura de que mucha gente pagaría importantes sumas por escucharme, pero para mí, Boon siempre cantaría mejor.


Me acerqué con algo más de confianza y la miré directamente a los ojos. Ella conocía mis ojos, sabía que era un detalle de mí que jamás iba a olvidar. Como yo no olvidaría los suyos, en los que ahora veía la duda. Iba a conseguir que las cosas fueran como antes. Pero para ello, lo primero era que Boon viese a quien tenía delante en realidad.


_ Creo que has esperado demasiado tiempo para verme como para dispararme ahora, Bonny._ Le susurré, acariciando su mano. No iba a dispararme, era algo que sencillamente sabía. Podía leer la mente de mi esposa, por mucho tiempo que hubiese pasado. Había cosas que con el tiempo no cambiaban, aunque yo era el claro ejemplo de que no siempre era así._ Anne... soy yo, Edward.

Lo cierto es que una parte de mí sabía que me reconocería, pero a pesar de todo, había tenido dudas. Podría haberme disparado y eso, desde luego, habría sido de lo más incómodo. Recordaba lo difícil que era quitárselas cuando a uno le daban en un hombro o una pierna. Y eso sería si tuviese suerte. Lo cierto es que Bon parecía menos desconcertada de lo que yo esperaba dada la situación en la que nos encontrábamos. Claro que siempre había sido una mujer preparada para todo. Su reacción había sido decididamente mejor que la mía.

_ Hubo un hechizo, una maldición. A todos los castigó de algún modo. Antes de conocerte, como bien sabes mi sueño era conseguir la mayor fortuna de todos los tiempos. Quería ser el hombre más rico del mundo. Ahora tengo dinero, tanto que puedo literalmente bañarme en él... pero en cambio, lo he sido por la voz que tengo como mujer._ Dije, con más naturalidad de lo que hubiese gustado._ La reina lanzó la maldición, ella me hizo esto. Pero ya no tiene sentido tomar represalias. Ya no es la misma persona.

No pude contenerme más, la rodeé con los brazos y la estreché. Ella era exactamente como la recordaba. Mi mujer, mi amada y valerosa irlandesa de armas tomar. Para ella aquello debía ser extraño, a fin de cuentas todo mi cuerpo estaba cambiado. Pero sencillamente mi deseo de abrazarla había sido más fuerte que yo.