And two is becoming three (Garfio)

Los festejos navideños no eran especialmente felices para mí. Me recordaban a mis primeros años en Londres. Me hacía acordarme de mi familia, de mi hermano. Y no era fácil pensar en que había muerto en gran parte por su fe en el rey. Nuestra actual soberana podía ser muchas cosas, pero tenía claro que no mentía con respecto a sus intereses. El rey inglés le había causado la muerte a mi hermano con sus mentiras. Y las celebraciones navideñas me recordaban todo aquello.

Sin embargo, hubo algo que interrumpió mis pensamientos. Supe, sin tener del todo claro por qué, que Ruby me necesitaba. Me giré en mitad del trayecto que estaba haciendo y me fui directamente al local de la abuelita. Sabía que estaba allí, y no me había equivocado. Escuché un quejido suyo y me presenté en la estancia. Cuando mis ojos encontraron los suyos, lo supe. No precisé de palabras para entender lo que estaba ocurriendo, y lo mucho que mi amada me necesitaba.

_ ¡Ruby! _ Exclamé, acercándome. Pude notar que estaba tensa, aquejada. Pero yo ya había llegado, y no iba a dejarla sola. El bebé ya venía, y eso era algo de lo que no tenía ni idea. un capitán de barco no es que tuviese mucho tiempo para asistir partos. Debía recurrir a alguien más sabio que yo. Pero en lugar de pensar en ello, acabé por desesperarme y mover el garfio un tanto desesperado._ ¿Qué hago? ¿Qué hago?

A mí no me engañaba. Estaba claro que estaba de parto, y no había tiempo para intentar ocultarlo. Pero lo cierto era que no iba a convencerla, lo tenía claro. Cuando algo se le metía en la cabeza era imposible sacárselo. Así que tuve que esperar a que ella se decidiese a salir, aunque era algo que me hubiese gustado especialmente evitar.

Cuando me cogió del garfio y habló me pregunté por qué no habría aprendido todavía a usar ese trasto infernal al que llamaban teléfono móvil. Apuesto a que había un par de personas que sabrían resolver esa situación mejor de lo que yo lo estaba haciendo. Ahora me encontraba cogiéndola de la mano para que no se cayese, mientras avanzábamos hacia el hospital.

_ No te preocupes, todo irá bien._ Le dije, mirándola con mis profundos ojos azules. Lo cierto es que yo estaba tan asustado como ella. Pero debía mostrarme firme, porque ella me necesitaba, y si no lo hacía, ella se pondría más nerviosa y las cosas irían a peor. Necesitaba un apoyo y yo me había prometido a mí mismo que lo sería._ Ya casi llegamos.

Se negaba a ver la realidad. Para mi era obvio que el día había llegado, y por eso me sentí más sosegado cuando llegamos al hospital. Me separaron de ella y tuve que esperar fuera. Aproveché ese momento para derrumbarme por un momento y preocuparme. Era cierto que ya había visto a Holly bastante crecida, pero eso no quitaba el hecho de que me preocupase por lo que estaba ocurriendo aquel día. Me preocupaban las dos, y mantener la compostura cuando no sabía que estaba pasando, era difícil. Cuando me llamaron, me esforcé por recuperar dicha compostura y aparecer sereno.

Ella me dijo que quería irse a casa. Pero yo sabía que no podía. También supe el motivo antes de que me lo dijera. Había notado que estaba asustada desde el principio. Su voluntad por negar lo que estaba pasando lo había dejado bien claro. Sin embargo, el hecho de que lo reconociera me daba entender que, realmente, estaba aterrorizada. Por eso mismo yo tenía que mantenerme sereno. Cogí su mano con la mía, ya que, obviamente, no podía aferrarla con ambas. La miré a los ojos, con una seguridad que no sentía, y entonces fue cuando me decidí a hablar.

_ Es natural que estés asustada. Pero te prometo que todo saldrá bien. Tenemos prueba viviente de ello._ Dije, dando un leve beso sobre su mano. Una parte de ella tenía que estar odiándome por estar tranquilo, pero sabía que si no lo estuviese, las cosas serían peores. Estaba agotada, y sabía que aquello no había hecho más que empezar._ Mañana estaremos en casa, los tres juntos, y todo esto te parecerá un mal sueño. Te lo prometo.

No sabia si prefería que me gritase o que me mirase con aquellos ojos de cachorrito. Lo que si tenía claro era que a este paso iba a tener que conseguir otro garfio para la mano derecha. Ahora ya, si me atrevía a quejarme quizá sí que me soltase la mano y terminase por estrangularme como me había prometido con tanto ardor. Sabía que no podía terminar de tomarme en serio sus amenazas. Había escuchado historias sobre lo mal que lo pasaban las mujeres embarazadas y las cosas que solían decir dadas las circunstancias. De todos modos, mis antepasados no era algo que me preocupase especialmente.

_ Lo de ahogarme ya lo harás después._ Le dije, conteniendo el dolor que estaba sintiendo. Supongo que era mi pago por tener a Holly, aunque probablemente no se compararía con el dolor que ella estaba pasando. Ese fue uno de los momentos en que más me alegré de ser un hombre de toda mi historia. Por mi parte tan sólo podía pegar algunos gritos a la espera de que alguien mejorase su situación, dado lo mucho que estaba sufriendo. _ ¡Enfermera! ¿Es que no va a venir nadie a atender a esta encantadora señorita?

No obtuve respuesta. Lo cierto es que yo también estaba de los nervios y tenía ganas de decirle más de una cosa a más de una persona encargada del hospital. Esperaba que en estos momentos Whale no estuviese dándose a la bebida porque entonces íbamos a tener un problema bastante serio cuando saliese de aquí. Estaba atado a aquella cama y tampoco podía salir y pegarle un par de gritos a la gente para que espabilase, aunque al igual terminaría haciendo el ridículo.

Estaba frustrado. No sabía que hacer. Por una parte me ofrecía la posibilidad de descansar un poco, pero dejarla sola no era algo que me pareciese especialmente buena idea. Ella me necesitaba allí, y a pesar de sus palabras sabía que en el fondo prefería que yo me quedase con ella. No iba a abandonarla cuando más me necesitaba. Aunque lo que sí hice fue, con cierto disimulo, separar la mano de la suya y ponerla sobre su hombre. Mi mano sí que necesitaba un buen respiro.

_ No quiero dejarte sola. No sería justo contigo. Ya saldré cuando estés mejor._ Dije, con claridad. Bien que podía sentirme inútil y frustrado, pero lo cierto es que este era el lugar en el que me correspondía estar y no tenía intención de marcharme. Miraba a sus ojos y aunque ya no tenía tanto miedo estaba claro que estaba sufriendo. Trataba de tomármelo con filosofía pero lo cierto era que verla así sin poder hacer nada hacía que me doliese hasta el alma._ No te mereces que te deje aquí sola.

¿Que quería irme a relajarme por un momento? Desde luego. Lo que me preguntaba era donde estaría su familia ahora mismo, porque ya les tenían que haber avisado desde hace un tiempo y sin embargo no se sabía nada de ellos. Quizás estuviesen fuera. Y quizá la abuelita quisiera estrangularme... otra vez. Además, Christina tampoco era lo que se dice un amor para conmigo.

No me terminaba de convencer la idea de Roja de darse un paseo hasta la cafetería. Pero la verdad es que yo también quería salir a tomar el aire y hacia horas que no me llevaba nada a la boca. Y si yo estaba hambriento, ella también debía estarlo. Además, no creo que fuese conveniente llevarle la contraria en ese estado, porque era más que probable que me arrease una torta reforzada por su fuerza de lobo.

_ Oh, estoy seguro de que estando en tu pellejo probablemente ya habría perdido la cordura._ Dije, medio en broma medio en serio. Si no nos lo tomábamos con algo de humor estaba claro que íbamos a terminar perdiendo la cabeza los dos. Tan sólo esperaba que todo saliese bien, ya no me preocupaba tanto no poder cuidar de mi pequeña como que su madre llegase a tenerla sin problemas._ Siéntate, voy a pedir, no tardo nada.

Pedí algo sencillo, unos refrescos y unos sandwiches, pensando que no era buena idea que comiese demasiado. Me senté con ella y le acaricié la mano, tratando de reconfortarla. Estaba seguro de que aquello debía ser horrible, pero decirlo sería, como mínimo, indecente. Preferí callar, dejar que ella hablase primero, facilitándole la tarea.

Parecía que el paseito le había sentado bien. Aunque si ella tenía dificultades para comer, yo también tenía las mías. Intentar coger un sándwich con una sola mano sin que se cayese nada no era una tarea particularmente sencilla, en especial cuando estaba tan nervioso. Al final me vi usando mi garfio como tenedor y cortándolo en pequeños trozos con el cuchillo. Hacía bastante tiempo que no me había sentido tan ridículo. Aunque con suerte, quizás aquello la hiciese reír y se olvidase por un momento del calvario que estaba pasando.

_ No conozco al rey George, pero te aseguro que he tenido enfrentamientos menos acalorados con Peter Pan que con... este... maldito... SÁNDWICH_ lo último lo dije mientras terminaba por darle una tanda de golpes al sándwich, hasta reducirlo a trozos minúsculos. Pero antes de caer sobre él con mi tenedor y cobrarme mi venganza, no pude evitar dedicarle una mirada asesina._ Te juro que daría uno de mis pies por un muslo de pollo. Estas cosas no hay quien se las coma.

Si con aquello no relajaba el ambiente, estaba claro que nada iba a hacerlo. Me serené y me fui comiendo los trozos que me quedaban con el tenedor, aunque lo cierto es que, aún así, le llevaba bastante ventaja a Roja. A pesar de mi enfrentamiento a muerte con aquel siniestro bocadillo, lo cierto era que comérmelo me devolvió las energías y el buen humor. Roja tenía razón al decirme que necesitaba salir y comer algo para recuperar fuerzas.

_ Esto demuestra que te equivocas. Quizá tu tengas algún que otro problema con las contracciones, pero los nervios no te han llevado a asesinar tu almuerzo.

Le dediqué una curiosa mirada cuando mencionó mi batalla con el sándwich, antes de sonreír. Desde luego no iba a ser mi plato favorito jamás. Llegaría a conseguir averiguar como comerme un sándwich, pero tenía claro que aquel incidente no se me iba a olvidar. Ruby estaba sufriendo a causa de sus contracciones, pero tenía claro que lo que debía tomar en serio eran sus palabras más amables. Era un trance que debíamos pasar para poder tener a nuestra pequeña. Si bien estaba seguro de que Holly, la Holly que ya conocíamos, debía estar muy preocupada por su madre.

_ Creo que me quedaré con lo primero que has dicho. Es lo que creo que es sincero._ Dije ante sus dos frases contradictorias. Era normal que, durante unos segundos, me odiara por el dolor que estaba sufriendo. A fin de cuentas nuestra hija era asunto de ambos. Holly era fruto de una noche que para ambos había sido muy especial. La primera de todas. Aunque fue su último comentario el que me llamó más la atención._ ¿Tres días? Bueno, supongo que te los has ganado.

La observé dar vueltas por la cafetería, ya que de pie era como parecía encontrarse mejor. Me ponía nervioso verla rondando en su estado, a pesar de que se supiese que era lo mejor para ella. Pensar en todo el tiempo que aún le quedaba pasando dolores era atroz. Pero no iba a abandonarla. Me tendría con ella, pasara lo que pasara, y aunque acabase por perder la otra por lo fuerte que me la estrechaba.

Un día íbamos a contar esa historia y nos reiríamos. Pero estaba claro que ese día no sería, quizás el siguiente cuando Holly ya estuviese en manos de su madre. Pero ahora, debía tomarme en serio lo que estaba pasando y ocuparme de que Ruby estuviese cómoda. Aunque no era fácil, pues no dejaba de moverse. Era difícil para ella, lo sabía, y a mí me costaba seguirla porque no tenía del todo claro lo que iba a pasar a medida que las horas pasaban. No podíamos tener claro cual sería el momento en que llegaría el parto.

Al final opté por quedarme quieto y esperar, echando miradas al reloj de vez en cuando. Yo no era la clase de hombre que se quedaba quieto, nunca lo había sido, iba totalmente en contra de la naturaleza. Estaba aburrido, más de lo que lo había estado jamás. Pero no por ello, dejaría de estar preocupado y atento a lo que le estaba ocurriendo a Roja. Notaba que a medida que el tiempo iba pasando ella estaba a la vez más desesperada a la par que esperanzada. Era obvio que quería acabar cuanto antes pero que, como me había confesado al llegar, tenía miedo.

A pesar de todo que nos dijesen casi constantemente que todo iba bien lo que hacía era crispar mis nervios. Entre otras cosas porque no sabía si creérmelo del todo dada su insistencia. Pero debía confiar, ya que de no hacerlo, ni tan siquiera hubiese llevado a Ruby a aquel hospital, algo que dudaba que ella me fuese a perdonar así sin más, después de su insistencia por "Hacer las cosas bien"

Cuando pensaba que la desesperación iba a poder conmigo, Ruby me dijo aquellas palabras que subieron mi pulso más de lo que cualquier pirata estuviese dispuesto a admitir. Pulsé el botón sin pensármelo, y me situé a su lado. Llevábamos horas esperando y sin embargo no conseguía sentirme preparado para lo que venía. No había mucho que pudiese hacer, salvo estar con ella y coger su mano, y eso era lo peor de ello, que no podía ayudar en nada.

_ No voy a ninguna parte Rubs. No voy a dejarte sola._ Le dije, cogiendo de nuevo su mano. Sabía que ahora era cuando la cosa se pondría peor, pero traté de mantenerme sereno a pesar de todo. Ella estaba agotada y ahora era cuando más tenía que esforzarse. Verla empujar era doloroso incluso para mí. Mi madre había muerto al darme a luz, y por ello era en parte traumático._ Ya falta poco.

Cierto es que empecé a sentirme mareado, pero la verdad es que al final pude con ello. A Ruby no iba a pasarle nada, lo sabía, Holly era prueba de ello, o al menos eso me repetía insistentemente. Ruby era fuerte, y superaría aquella prueba. Yo estaría con ella en este trance, y no tenía nada que temer, no en lo que a mí respectaba al menos.

No resultaba sencillo tratar de pensar fríamente cuando las cosas estaban como en aquel momento. Los ojos de Roja se cruzaban conmigo cada vez más frecuentemente. Yo trataba de mantenerme tranquilo, de ser una roca para ella, por mucho miedo que estuviese pasando, por más que me doliese la mano y que temiese que se repitieran viejas historias, me esforzaba por dar esa impresión. Y por el momento sí que lo estaba consiguiendo, o al menos eso pensaba.

_ Sí que puedes, yo sé que puedes. Sólo un poco más._ Le dije, tratando de alentarla. No podía siquiera imaginarme hasta que punto estaría sufriendo, era un tipo de dolor que yo no podría experimentar jamás, afortunadamente, y no quería siquiera imaginar lo que sería, puesto que eso no ayudaría a la situación actual. Cuando el médico dijo que ya salía la cabeza no pude evitar mirarla unos segundos y sonreír._ Ya ha pasado lo peor.

Y sabía que así era. La cabeza de un bebé era lo más difícil para la parturienta, sobre ello había oído múltiples historias, pero en todas ellas coincidía ese factor, y esperaba que aquello le ayudase a sentirse mejor, pues sus gritos me provocaban pánico aunque no me molestase en expresarlo.

Cuando Ruby dejó de gritar, cuando relajó la tensión sobre mi mano y escuché aquel llanto, sube que todo había salido bien, y me pude quitar ese peso de encima. Solté un hondo suspiro y me dejé caer sobre la silla sin el menor decoro. Había aguantado como apoyo durante todo el proceso, pero ahora podía relajarme por fin y disfrutar de lo bueno que aquel infierno que habíamos pasado tenía. Cuando las vi juntas, una sonrisa idiota se posó en mi rostro.

Holly era tan pequeña que me resultaba irreal después de haber visto a su alter-ego más mayor combatir contra Arciria. Sin embargo, sus ojos me negarían cualquier pensamiento que me llevase a pensar que no era la misma muchacha que debía estar esperando en casa tan nerviosa como lo habíamos estado nosotros o incluso más.

_ Mira lo que hemos hecho..._ Murmuré, con expresión un poco aturdida. No tenía miedo de ser padre, pero lo cierto es que aquello me había dejado un poco aturdido. Llevaba unas 10 horas reprimiendo mis impulsos para que Ruby tuviese una roca en la que apoyarse, y ahora parecía que todo quería llegar de golpe._ ¿Quién iba a pensar que una cosa tan pequeña podía ser tan encantadora?